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8


ᴏɴᴇ ᴘɪʟʟ ᴍᴀᴋᴇꜱ ʏᴏᴜ ʟᴀʀɢᴇʀ, ᴀɴᴅ ᴏɴᴇ ᴘɪʟʟ ᴍᴀᴋᴇꜱ ʏᴏᴜ ꜱᴍᴀʟʟ


Me quedé tallada al suelo, con los ojos bien abiertos y pensando a toda velocidad. Me dijo que fuese esa tarde y yo lo había olvidado por completo. En cuanto entré en mi casa y vi la caja con la ropa, toda mi atención fue para Dexter, el mismo que acababa de irse y con el que había pasado una tarde maravillosa. Pero yo tenía que haber ido a Brooklyn y haberle entregado lo que recaudé. Y, ¿cuál fue la consecuencia? Pues tenerlo a mi espalda, frente a mi casa y cuestionándome quien era el del coche del que acababa de marcharme.

«¿Y si mi madre nos ve? O mucho peor, mi hermana».

Me giré lentamente con la mirada puesta en el suelo. Estaba muy nerviosa, las manos me temblaban y no podía dejar de rozarlas la una con la otra. Su mirada me quemaba, sabía que estaba cabreado y con razón. Él ya me avisó de que, si no hacía lo que él me decía, habría consecuencias.

—¿Me contestas? ¿O eso tampoco lo vas a hacer? —volvió a cuestionar perdiendo la paciencia.

—U-n amigo.

—Un amigo. Y dime, ¿ese amigo sabe algo de lo que tenemos entre manos?

—No.

—Bien. Puestos a que no vas a hacerme caso, es mejor asegurarme. Porque te recuerdo, que te dije que fueras a mi casa esta tarde. He estado toda la puta tarde esperándote. Yo tengo cosas que hacer y no pienso estar detrás de ti mandándote mensajitos recordándote lo que debes hacer.

—Lo siento... —murmuré. Entonces recordé que finalmente sí había cumplido con lo que me pidió—. ¡Tengo la invitación! —me adelanté a decir antes de que dijera una palabra más.

—Vaya, menos mal. Muy bien, ¿cómo la has conseguido?

«Mierda. ¿Acaso importa?»

—Ese chico me la dio. Él me invitó a la fiesta.

—Oh. Así que solo un amigo... ya. Bueno, pues son buenas noticias. Sabía que la conseguirías, Euphemia. —Soltó una risa nasal—. Ven conmigo.

Comenzó a andar y yo lo seguí a una distancia respetable para que no nos relacionaran demasiado. No me gustaba la idea de que algún conocido cercano nos hubiera visto y hubiese sacado sus propias conclusiones. Llegamos hasta su coche aparcado en una calle cercana, el mismo que vi aquel día frente al instituto mientras me esperaba. Lo abrió desde la distancia con las llaves y fue directo al maletero para sacar algo de él.

—Métete dentro —indicó señalando al coche. Parpadeé un par de veces y los nervios me subieron a la garganta. «¿Vamos a algún sitio?».

Di unos pasos y abrí la puerta para meterme en el asiento del copiloto. No dejaba de mirar hacia todos los lados en la calle, quería saber si se diera el caso en el que tuviera que correr, a qué dirección debía ir. No haber ido a su casa cuando lo pidió, tendría consecuencias, él mismo lo dijo. Pero entonces recordé también otras palabras en las que me decía que no tenía ninguna intención conmigo y que solo quería el dinero de vuelta. No podía creerlas del todo, pero al menos tuvo el detalle de aclararlo. Aun así, me decanté por ir dirección a mi casa, podía ser más rápida y en lo que él tardase en reaccionar y salir del coche, yo podía abrir la puerta.

Kilian cerró el maletero y se metió en el coche a mi lado en el asiento del conductor. En sus manos había otro sobre como el que tenía en casa y entonces recordé que tenía que darme provisiones para la fiesta del día siguiente.

—Bien. Tienes que darme el dinero de esta semana, pero lo harás la próxima vez que nos veamos, no importa. Solo espero que no lo pierdas. —Negué con la cabeza—. Aquí te he traído lo que vas a vender en la fiesta. Esta vez es distinto, no sé cuánta gente querrá comprar, por eso todas están en un mismo lugar. Hay pequeñas bolsas transparentes dentro del sobre, las metes en función de cuantas te pidan y listo. Lo harás también en los baños, me he asegurado de que sean individuales y que puedas pasarlas por debajo. La gente sabrá que estarás allí, y dirán lo mismo que en el instituto. No quiero jaleos, vas, vendes y listo. ¿De acuerdo? —Asentí con rapidez varias veces mirando al volante—. Vale, y tienes otra cosa más que hacer. Esto es importante.

Abrió el sobre y sacó otro como el que se utiliza para el correo y me lo enseñó. Es de color rojo y estaba sellado, no tenía nombre alguno.

—Esto se lo tienes que dar a alguien en la fiesta y asegurarte de que lo lee. Es un hombre de unos cuarenta y largos, tiene el pelo negro y bigote. Va a ir vestido con un traje de rayas morado oscuro y un sombrero de copa. Está de más decirte que ni se te ocurra abrirla. ¿Lo tienes todo claro?

—Sí —dije con rapidez deseando salir del coche.

—Bien. Pues toma. Puedes irte. —Me entregó el sobre y lo guardé en mi bolso dispuesta a refugiarme en mi casa de una vez—. Ah, y Euphemia. Si por un casual la policía entrase e investigaran a las personas, las tiras por el retrete y me avisas lo antes posible.

Tragué saliva con dificultad y abrí la puerta. «¿Qué si la policía entrase?» Eso me puso aun más de los nervios. No había pensado en esa posibilidad. En el instituto eran menos probables las redadas antidrogas, pero en la fiesta serían de lo más normal si tienen alguna sospecha o aviso.

Si nada de lo de Kilian hubiera sucedido, yo habría ido a la fiesta con Dexter con la única preocupación de si me daría mi primer beso con él o no. Pero la vida no me está poniendo las cosas nada fáciles últimamente. 

Una vez llegué a mi habitación tras un día lleno de emociones, me dejé caer sobre mi cama con los brazos abiertos y las piernas separadas. No quería pensar en nada, pero era inevitable. La fiesta del día siguiente me habría hecho más ilusión si no hubiese tenido que estar preocupada por vender esas dichosas pastillas. Y encima tenía que buscar a un tío para darle un maldito sobre que a saber qué contenía. «¿Qué habrá escrito dentro?» Ello me recordó a esas pelis sobre mafias y crimen organizado. «¿Será una evidencia sobre sus negocios?» Pensé que quizás era la forma que tenía para comunicarse puesto que los teléfonos de hoy en día eran muy sencillos de hackear.

La curiosidad me embriagó por completo y me levanté a buscar el sobre rojo. Estaba cerrado y si lo abría, lo más probable era que esa gente se diera cuenta y se lo comunicara a Kilian. No pesaba, así que no iba dinero en el interior. De hecho, no parecía haber nada, debía de ser una nota sencilla o quizás un cheque. Pensé en las formas en las que pudiera saber qué contenía el interior, pero todas era inviables. También se me ocurrió que pudiera estar escrito con tinta invisible.

Me levanté de la cama y busqué la lámpara de rayos ultravioleta que Cailin me regaló el pasado cumpleaños para que pudiera hacerme unas uñas más duraderas. Coloqué el sobre en su interior cuando la enchufé, pero no aparecía ningún mensaje oculto o incluso una palabra. Hubiese sido intrigante haber descubierto algo así, lamentablemente no fue el caso. Aun así, caí en una última cosa al ver la luz. «Quizás se transparente». Encendí la linterna de mi móvil y la acerqué al sobre con una distancia prudente, creí que podría ser posible al menos ver el tamaño del papel del interior, pero debía tener doble capa.

Desilusionada por mis intentos fallidos por desmantelar lo que fuese que contuviese ese sobre, volví a sentarme sobre mi cama y lo devolví al lugar de donde provenía. Entonces recordé la invitación de la fiesta al ver la caja de la marca Lexington en el suelo. Cailin aun no conocía la noticia y charlar con ella me distraería.


Effie:

Tengo invitación para mañana.

Cailin:

¿Quéeeeeee?

¿Dexter?

Me preguntó por tu dirección.

Es eso, ¿verdad?

Effie:

Sí. Pero no solo me envió la invitación.

Me ha mandado una caja repleta de vestidos, 

bolsos y zapatos de su marca.

Cailin:

Me va a dar algo.

Esto es serio.

Ese semidiós quiere algo de ti Eff.

Y ya te digo que yo que son tus labios.

Effie:

¡Ja, ja, ja!

Estoy nerviosa. Mañana me vendrá a buscar, 

así que nos veremos en la fiesta.

Cailin:

¡Qué guay!

Por fin disfrutaré de una fiesta de éstas.

Pero te prometo que despareceré si os veo muy juntos.

¿Qué vestido te pondrás?

Effie:

Me dijo que su corbata será roja.

Cailin:

Ay, Dios.

Quiere que seas su reina de corazones personal.

Enséñamelo.

No.

Mejor.

Voy a llamarte.

Dicho y hecho, al instante apareció una videollamada entrante de parte de mi amiga. No esperé a aceptarla apareciendo ella en la pantalla de mi aparato. Antes de sacar los vestidos, le dije cómo fue mi tarde y me disculpé por no habérselo contado antes. Después hice de mi habitación, una pasarela de modelos donde me probaba los vestidos para ella. Y en efecto, uno de color rojo pasión me estaba esperando. Era precioso. Se trataba de un diseño sin tirantes que comenzaba con un corpiño y de él caía una falda que llegaba al suelo. Le caracterizaba el detalle de la apertura en la parte delantera que desvelaba mi pierna derecha. Pero lo que realmente resaltaba era el escote en forma de corazón que me hizo pensar que lo había escogido con ese propósito.

Cailin sugirió un bolso también rojo que previamente le había enseñado y zapatos dorados. Y con ello, ya tenía preparado todo para el día siguiente, solo quedaba afrontarlo.



—Mamá, deja ya la laca, está bien fijado —dije tras toser un par de veces, entrecerrando los ojos.

—No se te puede salir ni un pelo, pero creo que está bien.

Como era de esperar tras su comportamiento del día anterior, mi madre se ofreció a peinarme y a maquillarme. No se lo negué porque sabía que lo haría mejor que yo y necesitaba su mano para esa ocasión. Me había maquillado con sombras oscuras ahumadas, colorete y un color rojo intenso para los labios. Además de pestañas postizas que no me agradaban demasiado, pero que al menos no eran tan exageradas como algunas que llevaban las del instituto. Me peinó dejando el pelo suelto y liso cayendo sobre mi espalda. Me hizo la raya en el medio, metiendo los mechones detrás de mi oreja y se aseguró de que no se salieran con mucho fijador. Me veía estupenda, a decir verdad. Mi madre tenía una mano increíble para dejar a las personas radiantes; supongo que era lo que le quedaba de aquella vida de lujos que perdió.

—Ya está. Estás radiante y el vestido es precioso.

La vi sonreír admirando lo que había hecho conmigo. Y por un momento vi a aquella mujer que me daba abrazos y besos a cada minuto. Siempre quise parecerme a ella porque era preciosa. Había heredado su cabello castaño oscuro, incluso las ondulaciones. Lo llevaba recogido con una pinza del pelo y se le salían algunos mechones por delante. También compartíamos los ojos, color incluido. Era indudable que fuésemos madre e hija.

—Gracias —dije con sinceridad, levantándome de su tocador.

—Recuerda siempre sonreír y ser amable —me recordó con seriedad en una especie de inocente advertencia.

Asentí sin más remedio con una sonrisa confusa y salí de su habitación, subiendo el vestido para no caerme; aún no me había puesto los tacones. Me adentré en mi habitación, quedaban unos minutos para que llegara la hora acordada. Allí tenía un cometido: intentar meter las pastillas y el sobre en el bolso. Por suerte, no era un bolso demasiado pequeño; era cuadrado y de mano. El sobre era del tamaño justo del bolso y cabía a la perfección. Por lo demás, decidí que era mejor meter solo la bolsa con las pastillas y el resto de bolsitas transparentes. No sabía cómo, pero conseguí que se metieran a presión junto con mi teléfono.

Terminé de ponerme los zapatos y me miré al espejo para admirar el conjunto. Me veía extraña, como cada vez que me vestía formal, pero debía admitir que podía acostumbrarme a ello.

Un sonido de mi móvil llamó mi atención; pensé en Kilian recordándome lo que debía hacer, pero no fue el caso.


Dexter Semidiós 😍

Estoy esperando en tu puerta.

El corazón pasó a estar a mil por hora. Con movimientos rápidos y prudentes con el vestido y tacones, me acerqué con disimulo a la ventana y me asomé para comprobarlo. Estaba su coche familiar y él esperando de pie junto a éste. Sonreí y bastante, era una imagen con la que había soñado demasiado tiempo y que no lograba creerme del todo.

Recogí el bolso y con cuidado bajé las escaleras para llegar a la puerta. Pero como era evidente, mi madre estaba atenta a cada paso que daba y se apresuró en avasallarme para echarme un último vistazo.

—Estás perfecta —enunció acunando mi rostro con sus manos con delicadeza.

—Gracias, mamá.

Mi hermana pequeña apareció del salón con el pijama puesto y se cruzó de brazos mientras se apoyaba del marco de la puerta. Estaba haciéndome un análisis por completo y su expresión de disgusto se podía ver a leguas. Estaba celosa, por primera vez mi hermana estaba celosa de mí, no había que ser muy avispado para darse cuenta. Pero decidí no darle importancia y devolver la vista a mi madre.

—Sonríe y...

—Sé amable, ya me lo has dicho.

—Eso es. Tienes que deslumbrarles. El muchacho es muy guapo, por cierto.

«Ah, genial, estaba espiando por la ventana».

—Bueno, me voy, me está esperando.

—Sí. Y no te preocupes por la hora de llegada, pero ten cuidado con lo que haces —dijo por última vez antes de que abriera la puerta.

Si supiera que todo lo que dice lo hace por mí, quizás me alegraría y me sentiría agradecida por tener una madre que me apoya. Pero sé que es solo una conveniencia. Quiere que realmente ilumine a este chico, está deseando que salga lo suficientemente bien como para que existiese la posibilidad de que volviéramos a ser aceptadas por la alta sociedad. Sería la única forma de que mi madre me hubiese perdonado. Pero preferí dejar eso de lado y centrarme en mí misma, independientemente de lo que ella quiera o no.

«No olvides ser amable, sin usar tus aptitudes».

«No olvides usar tus aptitudes, sin ser amable».

Prefería recordar aquellas palabras que las de mi madre, porque esas sí que eran sinceras y sí que querían apoyarme en todo. La echaba de menos, aun así, sabía que de esa forma siempre estaría en mi mente.

Cuando salí por la puerta y levanté la vista, casi me caí al suelo. Dexter no solo estaba guapo, es que era realmente apuesto. Como si lo hubieran esculpido y pulido solo para mí. Llevaba un traje completo de color negro, una camisa blanca y una corbata roja del mismo color de mi vestido. De repente, los trajes fueron mi conjunto favorito para ese chico. Iba elegantemente peinado hacia un lado y sus gafas no estaban por ningún lado. Me miraba con una sonrisa de medio lado mientras guardaba las manos en los bolsillos del pantalón, como acostumbraba a hacer.

—Estás hermosa, Effie —dijo con un tono de lo más hipnótico que me fascinó, sobre todo cuando pronunció mi nombre con tanta soltura.

—Gracias —respondí sintiéndome avergonzada. No todos los días Dexter Lexington me decía "hermosa"—. Tú también estás muy guapo, te queda muy bien ese traje.

—Ahora me quedará mejor. —Me tendió su mano cual príncipe y, sin pensarlo mucho, di unos cuantos pasos para cogérsela. Con los tacones estábamos a la misma altura. Nos miramos a los ojos y no pude evitar sonreír, estaba verdaderamente nerviosa. Su sonrisa ladina hizo que las mariposas aplaudieran en mi interior; estaba cumpliendo todas mis expectativas. O quizás ya las hubiera superado y solo era el principio.

Me invitó a subirme a su coche, mientras que él lo rodeó para subirse al otro lado y entonces emprendimos el viaje a la zona del SoHo, que no estaba a más de diez minutos. Los alrededores del hotel estaban abarrotados de personas en la entrada. Había mucha seguridad con pinganillos y periodistas fotografiando a los que salían de los coches. En cuanto nos tocó a nosotros bajar, Dexter lo hizo primero y yo lo seguí, dándole la mano cuando me la ofreció para salir. Lo que no esperaba es que nos recibieran los flashes nada más poner un pie en el suelo. Los periodistas se tiraban a la valla que separaba el pasillo por el que debíamos pasar, con sus dispositivos para grabar y listos para hacer preguntas. Sin embargo, Dexter, aun sosteniéndome la mano, caminó con una sonrisa y saludando a las cámaras con la otra. Se notaba que estaba acostumbrado a eso más que de sobra. Era deslumbrante y solo confirmaba que mi apodo no podía quedarle mejor. Hice lo mejor que pude mi papel de acompañante y muchos me fotografiaban a mí, aunque era más que evidente que realmente lo hacían a lo que llevaba puesto.

En la entrada había varias personas asegurándose de que los que entraban contaban con invitación. No era necesario llevarla físicamente; esta contaba con un QR que te llevaba a la página donde debías seguir unos pasos para registrar tu nombre junto con el código de la invitación. Y eso es lo que hice la noche anterior en cuanto la leí con detenimiento. Le dimos nuestros nombres y nos dejaron pasar.

El lugar me impresionó por completo. Como bien había visto en las fotos, era distinto a cualquier hotel y digno de estar en una zona como el SoHo. El vestíbulo contaba con suelos de mármol en blanco y negro que formaban un patrón de ajedrez, grandes espejos ornamentados que reflejaban la luz y creaban la ilusión de un espacio infinito. El mobiliario era extravagante, como sacado de un sueño y sin sentido aparente. Combinaba la elegancia moderna con toques fantásticos, como lámparas en forma de sombrero de copa y arte en las paredes que evocaba la obra de Lewis Carroll. Un diseño digno de transportarte a un mundo de maravillas y lujo. Pero aún más impresionada quedé con la sala de fiestas a la que nos guiaron. Esta te hacía pensar que caminabas por el techo. Una enorme lámpara de araña de lujo salía del suelo en mitad de la sala, apuntando hacia arriba. La luz era tenue y de diferentes colores. La gente vestía elegante al igual que nosotros, pero con algún toque temático que recordase al cuento.

No era una celebración de Halloween convencional, era una adaptada a la alta clase.

En cuanto entramos en el lugar donde se celebraba el evento, me dio la sensación de que todo el mundo puso la mirada sobre nosotros. Estaba segura de que no habían llegado todos los invitados, pero había los suficientes como para que empezase a haber ambiente.

—¿Un champán? —escuché a Dexter en mi oído.

—Vale —acepté con una sonrisa.

Una camarera elegantemente vestida pasaba con una bandeja repleta de copas estrechas con un líquido amarillento en el interior. Dexter levantó la mano y cogió dos de ellas, tendiéndome una a mí. Hicimos un pequeño brindis privado y me la llevé a la boca. No lo había probado antes y me entraba la curiosidad saber qué tan buenas estaban las bebidas de alta clase. En cuanto el líquido hizo contacto con mi paladar y se sumergió a través de mi garganta, tuve que reprimir una mueca de disgusto. El sabor desde luego no era muy de mi agrado y la poca costumbre del consumo de bebidas alcohólicas provocó que mi garganta ardiera. Aun así, mantuve la compostura y continué sonriendo.

—Dom Perignon, sin lugar a dudas —comentó el semidiós observando la copa.

—¿Te sabes los nombres con probarlos? —cuestioné sorprendida, a lo que él rio.

—Cuando tienes que asistir a tantos eventos, terminas asociando los sabores. ¿Te gusta?

—Sí —mentí, por educación supongo. No quería ser descortés, tenía que ser amable—. Exquisito.

En aquel momento alguien se apareció frente a nosotros, una pareja más concretamente, de seguro unos veintitantos y tan elegantes como el resto de la sala. Saludaron a Dexter con una gran sonrisa y él me presentó como su acompañante. No entendía nada de su conversación así que agarré mi bolso con ambas manos e inspeccioné la sala en busca de la persona a la que debía darle el sobre. Era cierto que nadie hasta aquel momento llevaba un sombrero de copa, lo cual me sorprendió.

Entre tanto, la gente seguía llegando y la sala se llenó más pronto que tarde. Divisé a varias personas que conocía de vista del instituto y éstos se me quedaban mirando con desconcierto. Estaba segura de que iba a ser protagonista del boca a boca y no me agradaba en absoluto.

Del gentío divisé a Cailin llegar con el semblante serio mirando a todas partes. Sonreí para mí misma al verla y como si estuviéramos conectadas, dio conmigo. Caminó con alegría hacia mí y nos abrazamos con elegancia para no estropear nuestro aspecto. La miré con asombro al separarnos, analizándola al completo.

El vestido de Cailin era precioso y elegante. Recordaba a Alicia solo con verlo. Era largo y de un color azul celeste con un corte princesa. Tenía un sofisticado escote profundo de cuello en V y la parte de arriba estaba adornada con detalles florales de color blanco. La falda proporcionaba un hermoso contraste, con un ligero tul celeste. Los zapatos solo eran visibles si levantaba la falda, los cuales eran plateados con brillos. Llevaba el pelo suelto como de costumbre, llegándole a los hombros en delicadas ondulaciones. Toda una princesa Disney, sin lugar a dudas.

—¡Tía! ¡Estás increíble! Tú pelo es de envidiar, te lo juro —exclamó examinándome—. Y el vestido te queda mucho mejor de lo que vi a través de la pantalla.

—¡Gracias! Tú no te quedas atrás, ¿eres Alicia? Quizás deba mandar a que te corten la cabeza —bromeé soltando una carcajada que llamó la atención de Dexter y compañía, lo cual me avergonzó de inmediato.

Éste se despidió de ellos con mucha educación y se volvió hacia nosotras con una sonrisa ladina. Juro por los dioses que estaba para mojar pan.

—¡Hola, Dex!

—¡Cailin! ¡Te ves muy bien!

—Igualmente. Oye, yo quiero también una de esas. —Señaló a mi copa—. ¿Puedo robártela un momento?

—Claro, pero solo un momento —advirtió mi acompañante con elegancia levantando la copa con una mano mientras tenía la otra guardada en uno de los bolsillos de su pantalón.

Cailin me agarró del brazo e inmediatamente estábamos atravesando el lugar hasta llegar a uno de esos camareros. Nada más coger una, casi se la bebe de un trago.

—Te juro que es lo mejor de estas fiestas, beber sin importar la edad que tengas.

—Sí, eso he comprobado hace un momento —dije removiendo la copa entre mis manos.

—Bueno, ¿y cómo vas con el semidiós? ¿Os habéis besado ya?

—No. Pero está siendo todo un caballero. Aún no puedo creerme que esté aquí y con él del brazo. O sea, pellízcame porque no me creo que esto sea posible.

—¡No es necesario porque es cierto! Y tienes que agradecerle a mi yo embriagada por decirle que moviera el trasero y te llevara una cerveza.

—Desde luego.

Y como un soplo de aire fresco, le vi en cuanto desvié la mirada por un momento. Era el señor del sombrero de copa, bigote y traje morado oscuro a rayas. Estaba justo como Kilian lo describió. Conseguí verlo entre toda la multitud, me fue difícil mantenerlo ubicado, pero sabía que estaba allí y eso era suficiente.

—¡Escúchame! —se quejó mi amiga al notar que no le prestaba atención. Últimamente tenía la cabeza más bien en otras batallas sin más remedio, pero no quería que pensase que no la escuchaba.

—Lo siento, es que todo este lugar es maravilloso.

—Sí, este sitio está muy de moda y es por algo. Lo que te decía, tienes que dar un paso más esta noche.

—¿Un paso?

—Sí, con Dexter.

—Cailin solo llevo una semana hablando con él.

—Oh, venga, si está claro que quiere mucho más que hablar.

—Bueno... ¿Y si dejo que las cosas surjan?

—Pues tú verás, pero yo solo te digo que él lo tiene claro. Venga, vuelve con él, voy a pedirme algo distinto en la barra y te veo en unos minutos. —Me dio un beso en la mejilla y se marchó dejándome sola entre el gentío.

«Tal vez sí debería lanzarme un poco más...»

Iba de camino a su encuentro cuando pasé por el lado del hombre del sombrero de copa, que charlaba animadamente con dos mujeres. Frené en seco cavilando en si era el mejor momento para hacerlo y quitarme de encima ese peso que tantos nervios me creaba. No me gustaba mucho hablar con desconocidos y mucho menos si eran de esa condición. Tragué saliva y me terminé el champán de un trago antes de dejarlo sobre la bandeja de uno de los camareros que pasaba por mi lado. Antes de acercarme, saqué el sobre de mi bolso asegurándome de que Dexter o Cailin no me verían. No me sentía nada cómoda, pero debía hacerlo. Además, tampoco se trataba de nada demasiado engorroso, solo tenía que acercarme y darle la carta.

—Disculpe —dije cerca de su oído una vez me armé de valor, pero no pareció escucharme entre el sonido de las conversaciones y la música—. ¡Disculpe!

Las mujeres con las que hablaba desviaron la mirada hacia mí con una expresión de extrañeza, quizás cuestionándose quién era, y acto seguido me recorrieron con la mirada como si estuvieran coordinadas. Mientras tanto, el hombre se giró hasta que lo tuve de frente. Su bigote era ostentoso, terminaba en punta hacia arriba y sus ojos avellana me miraron con sorpresa. Su pelo era rizado, pretendía escapar por debajo del sombrero decorando así su frente y juraría que iba maquillado sutilmente. Podría decirse que había salido del cuento para asistir a esta fiesta.

—Qué belleza —dijo observando mi atuendo—. ¿Querías algo de mí, querida?

—Sí. Me mandaron a entregarle esto.

Le hice entrega del sobre rojo y éste lo aceptó con algo de desconcierto. «¿No lo esperaba?». Lo abrió delante de mí y esperé a que lo leyera como bien me dijo Kilian. Levantó la vista del papel hacía mí por un momento sin mover un solo dedo, para después devolverla al texto. Suspiró y se guardó el papel en el sobre para metérselo en el bolsillo interno de su chaqueta.

—Gracias por tu labor, querida. A no ser que precises algo más de mi parte, te deseo una buena noche.

Alineé los labios y asentí en agradecimiento para darme la vuelta sobre mí misma. «¿Qué sería lo que pondría?». De igual forma cumplí con mi parte y me dispuse a buscar a Dexter. No tardé demasiado, hablaba con dos muchachos que reconocía del instituto. Al acercarme a ellos, toqué el brazo de mi semidiós y éste se sorprendió al sentirme, les dijo algo a los chicos quienes tampoco se privaron de echarme un vistazo para después marcharse dejándonos a solas.

—¿Qué te está pareciendo esto? —cuestionó pegado a mi oreja. Su voz resonó por todo mi interior mientras que el aire que dejaba salir con cada palabra aportó calidez a mi piel, poniéndome los pelos de punta.

—Una fantasía —respondí en una sonrisa nerviosa al sentir su cercanía.

Una de sus manos se coló por el hueco de mi brazo y mi cuerpo, para posarla en mi baja espalda. Era la primera vez que se había tomado la libertad de tocarme y ello hizo que me costara mantenerme en pie. 

—La fantasía aquí eres tú. Ese vestido podría haber sido creado especialmente para ti.

«Ay, Jesús bendito».

Estaba acelerada, no sabía qué expresión adoptar. Lo tenía junto a mí, susurrándome cosas al oído. Quería chillar de emoción por estar recibiendo unas palabras así del chico que me volvía loca, pero eso solo ocurría cuando estaba a solas o con Cailin.

—Deja de decirme esas cosas o me volveré del color del vestido —conseguí decir a pesar de mi desestabilidad.

—Solo estoy siendo honesto. —Pasó el dorso de su mano por mi mejilla que comenzaba a arder o así es como la sentía—. ¿Buscamos algo más para beber?

Solo asentí y lo seguí cuando me cogió de la mano guiándome hacia la barra. No tenía mucha idea sobre bebidas así que pedí lo mismo que él y por suerte no me resultaba desagradable. Hablamos un poco y me contó algunas anécdotas en esos eventos. Todo estaba yendo bastante bien, Cailin se nos unió y hablamos los tres animadamente. Pero como era previsible, Kilian no se iba a quedar de brazos cruzados desde donde quiera que estuviera y tenía que hacer acto de presencia, aunque fuese en forma de mensaje.


Kilian:

¿Has entregado la carta?

Effie:

Hace algún rato.

Kilian:

Bien. Pues empieza con lo otro.

Ya casi había olvidado que portaba una bolsa llena de sustancias poco legales y que debía vender si no quería perder mi vida. Aunque pasar la noche junto a Dexter era uno de mis deseos, priorizaba el terminar con la tarea para prevenir las posibles represalias.

—Voy al baño —les anuncié tras guardar el teléfono en el bolso de nuevo.

—¿Quieres que te acompañe? —sugirió mi amiga.

—¡No! Quedaos aquí, enseguida vuelvo.

Caminé hasta los baños que ya divisé con anterioridad, y entré en el de mujeres. Los baños cumplían con la misma línea de decoración que el resto del hotel. Había varios cubículos cuyas puertas sostenían cuadros de lo más pintorescos y la luz no es que fuese la más luminosa. Inmediatamente me metí en el segundo por la derecha y me senté sobre la tapa del inodoro. No me dio tiempo a abrir el bolso cuando:

—¿Tienes papel? —escuché en el baño de al lado.

«¿Qué? ¿Ya?»

—Sí, ¿en qué baño te encuentras? —respondí de inmediato como había estado haciendo en el instituto.

—Izquierda.

No esperaba que estuvieran esperándome, quizás me había retrasado demasiado y solo recé porque no le informaran a Kilian de eso. Ni siquiera sabía cómo llegaban a saber dónde me encontraba así que supuse que él era el informante. Le di lo que quería y se marchó. Minutos después, vino una chica y tras ellas un par más de personas. Cuando todo estaba más tranquilo salí para no levantar sospechas puesto que ya estarían cuestionándose donde estaba.

—¿Dónde estabas? —interrogó Cailin nada más unirme a ellos, Dexter se encontraba apartado hablando con unos amigos.

—No encontraba los baños y después resultó que estaban ocupados.

—Bueno, no te culpo, a veces me pasa —sonrió y me tendió una copa de vete a saber qué—. ¡Bailemos!

Cailin y yo nos trasladamos a un lado en la pista de baile donde había ya muchos dándolo todo en ella. Bebí de la copa y comencé a moverme al ritmo de la música mientras divisaba a varios influencers en la pista que había visto por las redes sociales, me resultaba surrealista encontrarme allí junto a ellos. Y pensar que varios ya estaban consumiendo de las sustancias que acarreaba en mi bolso. 

Llegó un momento en el que las bebidas no eran solo eso en mi estómago y todo lo veía disperso, estaba algo mareada, pero también feliz. Y no solo por la bebida, también porque había tenido un baile muy especial con Dexter, de esos en los que precisábamos de estar muy juntitos. Por un momento imaginé que el beso iba a llegar en ese instante, era perfecto. Pero la canción terminó y volvimos a la marcha.

Aquello se había transformado en una fiesta muy distinta a lo que en un principio fue. La gente parecía estar en otro mundo, unos prácticamente se manoseaban mientras bailaban, otros lo hacían solos aunque dándolo todo, mientras que algunos creían flotar. Las zonas reservadas estaban repletas y en las zonas más oscuras estaba segura de que estaba presente la lujuria. Era toda una escena grotesca que podría salir de la versión más oscura del cuento.

Perdí la noción del tiempo transcurrido desde la última vez que fui al baño y no me di cuenta hasta que el móvil comenzó a vibrar dentro del bolso como un degenerado.

Kilian me estaba llamando.

De una bofetada desperté del letargo y volví a la realidad, recordando cual era la razón principal del por qué me encontraba allí. El cuerpo se me heló por completo a pesar del calor que hacía en la sala y un temblor se apropió de mis manos. No quise contestar por temor a enfrentarme a él, pero entonces, cuando dejó de hacerlo, vi los mensajes.


Kilian:

Me están escribiendo muchos diciéndome que no hay nadie en los baños.

¿Qué coño haces?

¡Ya estás yendo a sentarte en el puto baño!

Más te vale responderme.

Los mensajes fueron enviados con varios minutos de diferencia y desde ese momento solo se dedicó a llamarme.

«Mierda, mierda, mierda».

Si creía estar levemente embriagada, toda la tontería se me quitó de un plumazo. Un nudo se me formó en la garganta y el miedo se apoderó de mi ser. Lo había cabreado de nuevo. Ni siquiera les dije nada cuando caminé hacia los baños con el corazón en un puño. Y tampoco me percaté si había gente o no, solo me adentré con rapidez en el cubículo y abrí el bolso de nuevo dejando ver la bolsa de pastillas en la cual aún quedaban bastantes. Alguien habló en el baño de al lado y con el pulso acelerado conseguí atender a sus necesidades. 

Me quedé sola en el baño cuando el segundo se marchó. Kilian debía de estar muy cabreado y por mucho que intentase explicárselo, no le importaría lo que estaba haciendo si no estaba cumpliendo con mi cometido. El aire comenzó a faltarme. Quería arrancarme el vestido para que pudiera llegarme todo el aire a mis pulmones. El baño se me estaba haciendo pequeño a mi alrededor y sentía que me apretaba. No podía dejar de pensar en él apareciendo por la puerta y terminando lo que estuvo a punto de hacerme aquella noche en la fiesta.

El teléfono volvió a vibrar con su nombre en la pantalla. Pareció sonar más fuerte de lo normal y a causa de ello, di un respingo que provocó que el bolso saltara de mis piernas y resbaló por mi vestido hasta caer al suelo.

Me quedé perpleja observando la escena. Todo el interior se había volcado y caído al suelo, el móvil seguía con la llamada y al menos la mitad de las pastillas se habían salido de la bolsa. El suelo estaba decorado con ellas, incluso por fuera del cubículo.

—No... ¡No, no, no, no! —me lamenté intentando llegar al bolso y recoger la bolsa para que no salieran el resto. El vestido estaba resultando ser un estorbo y las lágrimas comenzaban a caer por mis mejillas—. No me puede estar pasando esto a mí.

Era consciente de que, si perdía una sola pastilla, Kilian se daría cuenta y no podía sumar eso a la lista de fallos de esa noche. Me lo advirtió, no podía perder nada, no podía liarla y eso era justo lo que estaba haciendo.

Como pude, entre lágrimas y desesperación, intenté recogerlas todas lo más rápido posible antes de que alguien fuera a comprar y me viese. Incluso podrían aprovecharse de mí y quitármelas. El móvil no dejó de sonar y el corazón se me iba a parar de golpe en cualquier momento. Las lágrimas comenzaron a caérseme y a desgraciarme por completo.

Casi perdí el sentido cuando la puerta del baño se abrió dejando pasar el sonido de la música al interior. Aunque por suerte y desgracia, era Cailin la que estaba atravesándola.

—Effie, Dexter está... —dejó de hablar en cuanto levantó la mirada y me vio a cuatro patas en el suelo y con una mirada cargada de desesperación y ansiedad—. ¿Qué...?

—Cailin, ayúdame, por favor —le supliqué en un sollozo, era mi única esperanza—. Ayúdame a recogerlas, no se puede quedar ninguna. Por favor, antes de que alguien venga. Si no las consigo estaré en problemas...

Cailin parpadeó un par de veces, no estaba dando crédito a la escena y no la culpaba por ello. Habíamos pasado de estar teniendo una noche increíble a tener una escena de pura agonía. Aun así, se acercó a mí de inmediato y se agachó a mi lado para ayudarme a recoger las pastillas que quedaban en el suelo. No dijo ni una palabra, lo hizo sin más y entre las dos fue mucho más sencillo recogerlas. Me levanté el vestido por si alguna se había colado y volví a ponerlas en mi bolso para posteriormente tirar del brazo de mi amiga y obligarla a introducirse en el cubículo conmigo pues alguien estaba entrando.

Por mucho que rezase, ésta hizo la pregunta y tuve que darle lo que quería con mi amiga observando atónita. Una vez se marchó, yo me senté sobre la tapa del váter totalmente rendida y convenciéndome de que tenía un pie en el abismo si no respondía a las llamadas de Kilian.

—Effie, ¿qué es esto? —cuestionó Cailin sin dar crédito—. ¿Son...?

—Sí. Son drogas —susurré limpiándome las lágrimas.

—Pero, no lo entiendo. ¿Qué haces tú con tantas de esas... cosas?

—Te mentí y lo siento mucho. Yo no quería involucrarte.

—¿Qué mentiste? Espera. ¿Estás hablando del tío de los tatuajes?

—Sí. Lo siento, de verdad.

—Entonces... No quedó en ese día. ¿Te amenazó? —Asentí muy a mi pesar.

—Lo sabe todo sobre mí y mi familia, y con todo me refiero a asuntos familiares que podrían llevar a mi padre a la bancarrota. Incluso mencionó disparos si intentaba hacer algo. Así que, solo me queda devolverle el dinero que le hice perder en la fiesta de tu cumpleaños.

—Pero Effie, esto no está bien y corres un riesgo muy grande —soltó agachándose frente a mí, colocando sus manos sobre mis piernas—. Si alguien te pillara podrías estar en la cárcel y da gracias de que he entrado yo y no otra persona.

—Ya lo sé, pero, ¿y qué puedo hacer? No tengo dinero para devolverle.

—Yo puedo dártelo. Y lo sabías. ¿Por qué no me lo has pedido?

—No podía pedirte dos mil dólares, Cailin. No puedo devolvértelos.

—¡Effie me da igual! Si corres riesgo, haré lo que esté en mi mano para que estés a salvo. Entiendo que no quieras pedírselo a tu padre y que prefieres que no se entere, pero yo puedo dártelo. Y lo haré, lo antes posible, ¿de acuerdo?

Simplemente me limité a asentir como si de mi madre se tratara, aunque ya me hubiera gustado a mí que mi madre llegara a protegerme como lo hacía mi amiga. Lo cierto es que tenía razón y no tenía por qué negarme.

El teléfono vibró mostrando el nombre de Kilian en la pantalla. Lo sostenía en mi mano e inevitablemente las dos bajamos la mirada para comprobarlo.

—Está enfadado porque no estaba aquí vendiendo —informé angustiada.

—No le contestes. Mándale un mensaje y dile que ya estás aquí.

Sus palabras me calmaron e hice lo que me dijo que hiciera, además silencié el teléfono. Cailin tuvo que presenciar las ventas siguientes y entre ellas le estuve contando que estaba vendiendo en el instituto y la razón por la que necesitaba la invitación, atando así varios de sus cabos sueltos ante mi comportamiento tan extraño esa última semana. Fue una tontería ocultárselo, ahora lo sé. Ella era mi mejor amiga, y sabía que era la única con la que podía contar.

—Dexter estaba buscándote desde hace rato. Pero diría que va tan ciego que dudo que sepa dónde se encuentra ahora mismo.

—Creo que lo he estropeado.

—No digas eso. Le diremos estabas algo indispuesta y que el alcohol no lo mejoró. De hecho, deberías vender un par más y largarnos.

Volví a asentir y tiré de mis brazos hacia a ella porque necesitaba sentir el calor de un abrazo, el suyo era más que suficiente. No quería pensar en lo que podría ocurrir al día siguiente, en ese momento estaba a salvo y con una solución entre las manos que podría desvincularme de aquel maldito problema en el que me había metido.








Hola

Sí, soy yo💃

Qué intenso todo plis.

Effie bajale reinaaaaa😵‍💫

Pero es que esto no queda aquí.

Se va a tener que enfrentar a la furia🔥

¿Aceptará el dinerito?

¿Os gusta el drama tanto como a mí?

Porque eso espero ajajajajajaj

Por cierto, siento haber tardado, he tenido unas semanas ajetreadas y esta pinta igual. Y yo quiero traer calidadddd (o eso intento). Pero weno, los traeré larguitooss.

Lánzame una estrella si te ha gustado y nos leemos en unos días💜😊🤑❤️‍🔥💌

BESOTEEEEEEESSSSSSS💋💋💋💋💕💋

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