30
ʏᴏᴜ ꜱʜᴏᴏᴋ ᴍᴇ ᴀʟʟ ɴɪɢʜᴛ ʟᴏɴɢ
No podía dejar de pensar en él. Me gustaba y mucho. Desearle nunca me había parecido tan correcto.
Jamás había pensado que una persona podría sentir tanto y al mismo tiempo. Era algo extraño y curioso. Sobre todo, porque la razón fuese otra persona. Y cuando los dos colisionábamos se sentía como un viaje astral, algo difícil de explicar. Aunque para entonces ya tenía claro el nombre de todo aquello.
Seguíamos allí besándonos en aquel lugar tan libidinoso puesto que no éramos los únicos allí entregándose. Estaba dispuesta a todo, no tenía dudas ni iba a arrepentirme después.
Las manos de Kilian eran incapaces de mantenerse quietas y las mías tampoco perdían el tiempo, ambos estábamos igual de desesperados. Si bien aquello me estaba encantando, fui consciente de lo que hacíamos y donde lo hacíamos cuando un par de tíos se me quedaron mirando al mismo tiempo que Kilian había sacado uno de mis pechos bajando un tirante del vestido y se lo llevó a la boca. A pesar de la luz, era evidente lo que hacíamos al igual que el resto que nos acompañaba a unos metros de distancia.
—Kilian, ¿podemos ir a algún sitio más privado? —pedí cuando aun lo sentía mover la lengua jugueteando con el pezón.
Se despegó de él y volvió a cubrirlo con la tela del vestido devolviendo el tirante a su sitio. La chaqueta de Cailin cayó al suelo cuando me la quitó, así es que me apresuré en recogerla y agarrar la mano que él me ofrecía. No había que ser muy inteligente para comprender que estando allí, el mejor lugar y el más privado eran los baños. Tampoco era el Edén, pero ¿qué más podía pedir? Al menos no tendría las miradas curiosas de los drogadictos morbosos encima. Preferí no contarle aquello a Kilian, quien sabe lo que habría ocurrido con ese par.
Eran los baños de mujeres cosa que agradecí. Nos adentramos en uno de los cubículos y tras asegurarme de que el cerrojo estaba echado, solté la chaqueta y el bolso en el suelo y a él lo pegué a la pared. Desde hacía tiempo tenía algo en mente, algo que me generaba inseguridad y que vi la ocasión perfecta para ello. En cuanto conectamos miradas, algo me decía que Kilian sabía de mis intenciones y lo vi tragar saliva con fuerza.
Di un paso hacia él y sin dejar sus ojos, me arrodillé sobre el frío, sucio y húmedo suelo.
—No tienes que hacerlo.
—Es que me apetece —pronuncié con la cabeza inclinada hacia arriba.
Y no lo veía como una moneda de cambio a lo que él me había hecho, realmente sopesé hacerlo muchas veces cuando estábamos en ello, pero nunca lo tuve tan claro hasta ese día.
Comencé elevando las manos hasta alcanzar el cinturón y desabrocharlo, después vino el botón y la cremallera. Tiré de ellos hacia abajo, solo hasta la mitad de los muslos y contemplé con la luz pobre del baño, el bulto que había bajo los boxers.
«Dios, sí.»
Pasé la mano con delicadeza, delineando su largura y comprobando el grosor. Sentía cómo me miraba y lo noté inquieto cuando dejé un beso sobre la tela. Volví a alzar la vista y fui consciente del deseo que ardía en sus ojos, en sus labios, incluso en los movimientos de sus manos caídas a ambos lados de su cuerpo. Estaba siendo prudente.
—Vas a tener que enseñarme. —No dejé de acariciarle—. Puede que no vaya a hacerlo bien.
A pesar de estar a punto de perder la paciencia, me explicó cómo le gustaba a él que se lo hiciera y yo intenté captar lo máximo posible. Quería que le gustase, aunque fuese a ser mi primera vez, una más que tachar con él.
Metí los dedos por debajo del elástico y bajé la tela hasta tenerla libre delante de mí. La envolví con la mano e hice círculos en la punta humedecida por el líquido que salía de ella. Lo vi cerrar los ojos durante unos segundos antes de abrirlos y centrarse en mí, estaba tremendamente guapísimo.
Antes de lanzarme, metí los mechones de mi pelo tras las orejas y me coloqué de la forma más cómoda para hacerlo. Puse una mano sobre la parte superior del muslo y con la otra volví a agarrarle. Fui mi turno para tragar saliva y con suerte los nervios. Me acerqué a ella y abrí la boca sobre la punta dejando que se deslizase entre mis labios pausadamente. Me resultó de lo más extraño tener aquello en la boca, estaba caliente y duro, por no hablar de la textura. Lo que más me preocupada de hacerlo, era sentirme humillada por la posición y sin embargo me sorprendí al ver que era todo lo contrario. Su cuerpo entero reaccionó al sentirse en mi boca, lo estaba haciendo enloquecer y me gustaba darle placer.
Me moví en bucle sin profundizar demasiado y jugué con mi lengua como él me había dicho que le gustaba. Poco a poco se me iba a haciendo más fácil que se deslizara y entonces decidí ir un poco más allá. Le chupaba la punta cuando salía, lo lamía y limpiaba lo que de él salía mientras mi mano también ayudaba a estimularlo. Y lo mejor es que le estaba gustado, no dejaba de susurrar, aunque no llegaba escucharlo bien.
Repetía todo una y otra vez, incluso me atreví a succionar varias veces y con cada ida y venida, bajaba un poco más. Los sonidos eran obscenos y se mezclaban con las voces de las chicas que entraban juntas, o con los típicos sonidos de un baño público, tal vez hubo otras personas haciendo lo mismo. Pero yo solo quise centrarme en él y me estaba encantando la experiencia. Me dolían los muslos de apretarlos ante el pálpito que tenía entre las piernas, no esperaba que la situación me excitase tanto.
—No sabes la de veces que me he pajeado imaginándome este momento —murmuró para mí, aunque puede que alguien más lo escuchase. Se preocupó por apartarme el pelo de la cara cuando los mechones se salieron de su escondite y ello me llevó a aumentar la velocidad—. Lo estás haciendo genial, Effie... La próxima vez quiero que lo hagas con el uniforme...
Amaba cuando deliraba, cuando me decía lo que se le venía a la cabeza en esos momentos. Imaginarme así con el uniforme también me excitó a mí y quise tocarme, aunque preferí esperar a que él lo hiciese. En cambio, mi mano libre fue a parar a los huevos que colgaban inquietos por el movimiento de sus caderas y juro que lo sentí crecer en mi boca aun más. Ya no podía seguir bajando, los ojos se me llenaron de lágrimas y entendí que ese debía ser mi límite por ese día, así que continué desde ahí. Subiendo y bajando, chupando, lamiendo y succionando.
Entonces colocó ambas manos sobre mis pómulos queriendo alejarme. Abrí los ojos y cuando me la saqué de la boca lo miré preocupada, ¿había hecho algo mal?
—¿Qué pasa? Todavía no te has...
—Ya haremos eso más adelante, ¿tenemos tiempo no? —Apreté los labios en una sonrisa y asentí, porque sí, teníamos todo el que quisiésemos de nuevo—. Ponte de pie y apoya las manos en la pared.
Cómo le gustaba dirigirlo todo. Y a mí me gustaba él demasiado como para negarme a cumplir sus deseos. Me puse de pie, pero no me giré cuando él esperaba que sí lo hiciera.
—Dame un beso —ordené.
La comisura de sus labios se estiró hacia un lado y pronto inclinó la cabeza para besarme, fui yo la que terminó de unirnos cuando me puse de puntillas. Entonces me di cuenta de algo:
También yo debía gustarle tanto como para satisfacer mis deseos por encima de los suyos.
Me giré en cuanto terminamos y apoyé mis manos en la pared del baño llena de pegatinas de distintas marcas y grupos de rock. Paseó su polla erecta por debajo de la falda del vestido, estaba húmeda por mi saliva. Volvió a bajar los tirantes del vestido y con mi ayuda consiguió que mis tetas quedasen colgando libres.
—No llevas sujetador —dijo como si fuese la respuesta a una pregunta que nadie hizo—. Madre mía, si llego a darme cuenta antes...
—Si llegas a darte cuenta, ¿qué? —la pregunta se quedó perdida cuando comenzó a machacarme los pezones con sus dedos.
—No lo sé. Últimamente no estoy seguro de nada.
Abandonó mis pechos e instaló sus manos en la curva de mi cadera, colocándome a su gusto. Agarró la tela del vestido y la subió hasta mi vientre, mostrándome ante él. También se ocupó de bajar las medias y se demoró en bajar el tanga que llevaba puesto.
—Ábrete más —demandó junto cuando su mano se coló entre mis pliegues comprobando así lo mojada que estaba por él.
Volví a colocarme aún más agachada, apoyándome en la pared y abriendo las piernas todo lo que el espacio reducido me permitía. La gente seguía entrando y saliendo del baño mientras que los dos estábamos ahí dentro de uno de los cubículos en una posición de lo más obscena. Solo de pensar en follar con gente al otro lado de la puerta, me humedecí aún más al mismo tiempo que mi clítoris chillaba rogando que lo mimasen.
Mientras, giré la cabeza para comprobar qué estaba haciendo lo vi pajearse hasta sacar el condón del bolsillo de los pantalones. Aproveché para bajar una mano y trastearme. No dejaba de latir por él, desde que me la metí en la boca y lo estaba necesitando, había pasado demasiado tiempo desde la última vez.
Entonces dobló las rodillas y colocó la punta en mi entrada que esperaba recibirle. Su polla entró con un empujón con el que gemí demasiado alto, estar en esa posición provocaba que estuviese más prieta y lo sintiese aún más. Necesité volver a apoyarme con las dos manos. Había empezado duro como le pedí que hiciera, era justo lo que necesitaba en ese momento. Lo mejor fue cuando empezó a moverse, golpeándome y destrozándome.
—Ay... Dios...
Pasó a rodearme el vientre con un brazo mientras que su otra mano permanecía sobre mi cadera, buscaba ir más profundo y lo estaba consiguiendo. Me estaba volviendo loca. Los pechos no dejan de moverse con cada embestida, me apretaba tan fuerte que pensé que dejaría moratones en mi piel.
Cuando menos lo esperé, salió de mí y él mismo me dio la vuelta hasta que mi espalda fuese la que estuviese contra la pared. Me agarró de una pierna, luego de la otra y buscó el ángulo para volver a entrar en mí, esa vez cara con cara. Me besó antes de volver a moverse y se mantuvo cerca de mis labios para que aspirase sus gemidos. Lo apreté aun más con las piernas cuando sentí que estaba llegando, aferrándome a sus hombros y saltando en la pared.
—Que te quede clara una cosa —habló de pronto contra mis labios, no dejó de entrar y salir, él también estaba a punto de llegar, pero vio conveniente iniciar una conversación en ese momento—. No he estado con nadie más desde el día en el que empezaste a gustarme. ¿Lo entiendes? Con nadie. Dime que lo entiendes.
—Lo entiendo —contesté entre gemidos sin pensar mucho en ello.
—Vale. Y tampoco he adorado ni marcado las tetas de nadie más, solo a ti.
—Kilian... —Ya estaba llegando y que me confesase aquello solo aceleró el proceso y me estrujó el corazón por completo.
—Solo quiero las tuyas, Effie.
—Son tuyaaaas... —gimoteé a causa del aumento de velocidad, la que iba a poner fin a aquello.
Llegué al éxtasis en su boca al mismo tiempo que él lo hizo en la mía. Sus ojos se volvieron blancos cuando yo tenía espasmos y terminó dejando sus labios entre abiertos sobre mi mejilla la cual recibía su agitada y cálida respiración. Nos llevó tiempo recomponernos y me enganché aun más a él, no quería que saliese de mí. Lo estreché entre mis brazos y le dejé besos por todo el rostro hasta que volviese a sus cabales.
Por supuesto que quería eso, lo quería todos los días así.
Kilian y yo salimos de los baños lo más decentemente posible, puede que tal vez se nos notase un poco lo que habíamos estado haciendo. Aun así, solo pude centrarme en la forma en que me cogía de la mano, había entrelazado sus dedos con los míos y no me había soltado en ningún momento. Me lamenté al recordar que había dejado a Cailin sola y se lo hice saber a Kilian quien me pidió que me calmase, asegurándome que estaría bien con Reed. Miré en todas las direcciones mientras atravesábamos a las personas y no había rastro alguno de mi amiga, ahí comencé a preocuparme.
De todas formas, me dejé llevar por Kilian quien me llevó hasta el final de unas escaleras que no se parecían en nada a las de las discotecas a las que había ido, más bien parecían subir al infierno. Estaba claro que era una zona exclusiva, lo supe por el guarda que había delante de ellas, quien se hizo a un lado cuando saludó a mi acompañante.
Una vez llegué arriba, lo que encontré era aún peor que lo que había en el piso de abajo. Era un espacio abierto, no excesivamente amplio, pero sí lo suficiente para todos los que había allí. Estaba oscuro, con muy poca luz, se oía una música diferente a la del piso inferior y olía a cigarro sobre todas las cosas. No sabía decir quiénes eran todas esas personas hasta que vi a Reed pegado a una rubia mientras se fumaba un cigarro. Pero no era Cailin.
El corazón empezó a ir frenético al no verla por ningún lado. Nos adentramos entre ellos y no solo estaban los Black Mass, reconocí a algunos del resto de grupos, por lo que deduje que estarían todos. Y era evidente que habían subido a más personas, entre ellas, a los fans que estaban en primera fila. Kilian saludó a unos cuantos mientras que yo no pude evitar mirar las escenas que se estaban montando sin ningún tipo de pudor. No había visto tantas tetas en mi vida hasta ese instante. Aunque sin lugar a dudas, lo más impactante de la noche fue ver a un chico inyectarse algo en el brazo, el cual hacía presión con una goma.
Sí, quizás ese sitio no fuese para mí después de todo.
Con aún más preocupación, hice un barrido en busca de mi amiga y pensé que tal vez prefería no encontrarla allí, pero entonces la vi al fin. Enganchada de morros con un tío.
Le solté la mano a Kilian sin pensarlo y me acerqué a ella, deteniéndome a medio camino pues pareció notar mi presencia cuando se separó. Se incorporó tras decirle algo al chico que le comía la boca y caminó hasta posicionarse frente a mí con una leve sonrisa.
—¡Cailin! ¿Qué...? —Tenía demasiadas cosas que decir en ese momento, para empezar que estuviera allí arriba como si nada, como si no hubiese un puñado de músicos con sus fans medio desnudos mientras se drogaban. Aun así, decidí no ser tan dura y comencé por lo más ligero—. ¿Acabas de darte tu primer beso con ese?
—¡Sí! —sonrió y mucho, estaba reprimiendo su entusiasmo, pero yo la conocía lo suficiente como para saber que por dentro chillaba. Me agarró del brazo y me acercó a ella para que pudiese escucharla—. Es el batería del grupo de Reed y es sueco, tiene un nombre rarísimo.
—Pero... —Le eché un ojo por encima de su hombro, ambos estaban sentados en uno de los sofás que había distribuidos y allí se encontraba él esperándola. Era un muchacho no demasiado mayor que nosotras, con el pelo corto y castaño peinado hacia un lado. Delgado, alto, de piel pálida y vestido de negro con una camiseta de tirantes. A pesar de pillarlo bebiendo un trago del vaso que sostenía en una mano, pude apreciar la seriedad de su rostro—. ¿Estás segura de lo que haces?
—¡Mucho! —Sacó de nuevo la enorme sonrisa, se la veía feliz. No imaginé que su primer beso fuese a ser con el integrante de un grupo de música que acababa de conocer. Mucho menos en un lugar tan depravado como aquel. Aunque si lo pensaba, era ella la que siempre insistía en que me dejase llevar pero no imaginé que en esas condiciones. Tan solo quería asegurarme de que estaría bien.
—Lo acabas de conocer, Cailin, y sé que te has dejado llevar, pero eso no quiere decir que tengas que tirarte a la piscina. Mira donde estas, piensa bien las cosas antes y, ¡ni se te ocurra drogarte! —La señalé con el dedo.
—Lo estoy haciendo, ¿vale? Ni siquiera estoy tan borracha y no voy a aceptar nada que no haya pedido.
Asentí alineando los labios en una sonrisa forzada, era imposible quedarme conforme en un lugar así.
—Siento haberte dejado sola antes.
—¡No te preocupes! Reed me trajo aquí. Ya me contarás la escenita que habéis montado antes. ¿A la mierda lo de ser amigos?
—A la mierda, sí —reí con ella y levanté los hombros—. Al menos lo he intentado.
—Disfruta, Eff. A ti no tengo que decirte que tengas cuidado, sé que alguien no permitiría que te pasase algo y que eres lo suficientemente responsable. —Besó mi mejilla y con las mismas se giró para volver a sentarse con el batería de nombre extraño.
Me quedé ahí mirándolos por un momento; era tan extraño ver a Cailin en esas condiciones y lo más probable era que a ella le hubiese pasado lo mismo hacía unos minutos. Desperté cuando alguien me agarró de la cintura y tiró de mí hacia atrás hasta quedar sentada de lado sobre las piernas del susodicho, que resultó ser un chico tatuado. Cuando lo miré, me dedicó una sonrisa que amenazaba con derretirme y besó mis labios brevemente.
—¿Crees que ella estará bien con él? ¿Lo conoces? —Señalé con la cabeza hacia la ubicación donde se encontraba Cailin a la misma vez que pasaba mi brazo por detrás de su cuello.
—No recuerdo su nombre, es raro. Pero no sé, no es mal tío. Aunque sí músico en una banda de rock.
—¿Y eso qué quiere decir?
—Solo hay que mirarlos. Les encanta este momento de su vida: tocar en el escenario, fiesta y sexo. Hoy están tranquilos, así que no te preocupes.
Volví a mirar a mi alrededor. Y no fue muy alentador ver a un chico esnifar polvo de entre los pechos desnudos de una chica. Si estaban tranquilos, no quería saber qué harían cuando no lo estuvieran.
—¿Reed también se droga con ellos? —cuestioné al mirarlo, aun fumando en un rincón.
—Más le vale que no. Fuma más que yo y bebe, pero espero que no se le ocurra hacerlo.
Lo miré con atención; iba totalmente en serio por la expresión que mostró. Tras el tiempo que había pasado con él, había aprendido lo poco tolerante que era con las drogas a pesar de dedicarse a venderlas. Y ya me protegió de ellas varias veces, como en aquella fiesta con Stacie.
Besé la comisura de sus labios y cuando le miré a los ojos, todo lo que había sucedido esa noche me atravesó como una espada en el pecho recordando todo lo que había salido de mi boca y mis acciones hirientes. Yo no era así y por ello cerré los ojos con fuerza, humillada, deseando poder borrarlo.
—¿Qué te pasa? —cuestionó colocando una mano sobre mi mejilla.
—He recordado cómo me he comportado esta noche y de verdad que lo siento. He sido muy infantil e inmadura, no tenía derecho a recriminarte nada. Podías estar con quien quisieras y yo...
—No pasa nada —interrumpió—, yo también he sido muy gilipollas contigo, perdona. Pero es que, cuando te he visto con este vestido, la chaqueta y el maldito pintalabios —pasó su pulgar sobre la piel maquillada de mis labios—, joder, se me estaba haciendo muy duro no poder tocarte. Por eso preferí no mirarte demasiado. Y por mucho que tú y yo fuésemos amigos, no ha estado nada bien dejar que me vieses con otras chicas. Ni siquiera quería tenerlas ahí. Lo siento.
Hablaba con sinceridad y lo entendía mejor que nadie, ambos habíamos sentido lo mismo al mismo tiempo.
—Los celos son horribles. Es la primera vez que me he sentido así y ha sido lo peor dejarme llevar por ellos. Tampoco quería nada con el chico ese y lo he metido en esto para herirte. Me siento muy estúpida.
—Mejor vamos a olvidarlo.
Me acercó a sus labios y comenzamos a besarnos sin freno, justo como el resto de la fiesta estaba haciendo. Salvo por los sentimientos que ambos derrochábamos en el proceso.
Reed se nos acercó en algún punto de la noche y poco a poco estuvimos siendo rodeados por el grupo completo de Black Mass junto a sus ligues de esa noche, Cailin incluida. Pude conocerlos un poco más y, aunque intenté retener sus nombres, me fue imposible; no se me daba nada bien recordar tantos al mismo tiempo. Y tenían razón, el nombre del sueco era demasiado extraño como para llamarlo de esa forma. Lo que sí recordé fue el instrumento que tocaba cada uno y ello me ayudó a identificarlos. Era evidente que no estaban en sus plenas facultades, pues no dejaban de reírse por absolutamente todo, menos por el que estaba más preocupado por capturar los labios de mi amiga.
Ni siquiera nos dimos cuenta de que el local se estaba vaciando hasta que fueron a echarnos. Desconocía la hora, pero después de todo por lo que había pasado, era evidente que las horas pasaron sin pensar mucho en ellas.
Uno de los chicos nos ofreció a todos quedarnos a dormir en su casa, a la cual se podía ir caminando desde allí. Quise decirle a Cailin que llamase a su chófer cuando de pronto se apuntó con el resto del grupo. Con las palabras atascadas en mi boca, Kilian aceptó también y no me quedó más remedio que dejarme llevar.
Y era cierto, no tardamos en llegar al bloque de pisos donde el de la guitarra vivía. Me sorprendí al encontrarme con un gran apartamento, bastante bien decorado y ordenado. Tal vez mi imagen de un integrante de una banda de rock había imaginado que sería algo desastroso. Estábamos reunidos en la entrada, a la que también pertenecía la cocina y el salón, al fondo podía verse un pasillo con más estancias.
—Bien, ¿cómo vamos a repartirnos? —cuestionó el dueño del apartamento—. Hay cuatro habitaciones y el sofá. Y siento ser un mal anfitrión, pero yo me quedo en mi cama.
—¡Nosotros queremos cama! —gritó el chico del bajo, quizás el más afectado de todos, llevándose a una chica que lo había acompañado y que iba igual o peor que él. Ambos se perdieron por el pasillo.
—Pues yo me pido la otra habitación —anunció Reed dándose la vuelta para meterse en ella.
—La rubia y yo podemos pillar otra cama —comentó el batería lanzándole una mirada insinuante a Cailin.
—Vale... —contestó ésta con una sonrisa nerviosa.
—Cailin. —Agarré su brazo deteniendo cualquier movimiento. Pensé que estaba loca si iba a darse su primer beso y a acostarse con alguien por primera vez en una misma noche—. ¿Estás segura? Deberías pensar las cosas.
—Effie, no te preocupes. Sé lo que hago y voy a estar bien, ¿vale? —Terminó mostrándome una sonrisa que sobre todas las cosas pretendía tranquilizarme.
—Vale, pero si cambias de idea, avísame y nos iremos. —Asintió con una enorme sonrisa para después engancharse del brazo del batería.
Ambos se dieron la vuelta y caminaron por uno de los pasillos para acceder a la habitación restante. ¿Realmente estaba segura? Porque a mí me parecía una locura y no estaba entendiendo las decisiones que estaba tomando. Apenas conocía a ese tío de unas horas, se había dado su primer beso con él y por mi parte esperaba que no se le ocurriera ir más allá. Podían suceder numerosas cosas que hicieran que se arrepintiese al día siguiente y no le deseaba eso a nadie.
—Pues parece que vamos a tener que compartir sofá —escuché decir muy pegado a mi oído derecho.
Una sonrisa salió de mi rostro cuando caí en la cuenta de que solo quedábamos Kilian y yo. Su respiración provocó cosquillas en mi cuello que provocaron que me estremeciese levantando el hombro. Allí dejó caer sus labios en un beso tierno al mismo tiempo que me rodeaba la cintura por detrás.
—Eso parece. —Incliné la cabeza hacia un lado para dejarle espacio e inmediatamente comenzó a devorarme el cuello—. Y no es precisamente ancho.
—Entonces vamos a tener que apretujarnos.
Me deshice de su agarre para dar media vuelta sobre mí misma y rodear su cuello con mis brazos. Al llevar las botas con tacón, no precisaba de subir altura para tener esos deliciosos labios a mi alcance. Comencé a mordisquearle el labio inferior hasta que él me atrapó junto a su lengua.
Nos acercamos al sofá una vez nos separamos, haciéndonos a la idea de que debíamos dormir ahí. Aunque para Kilian no parecía haber inconveniente alguno, más bien se preocupó por mi cuerpo pues ahí es donde tenía la vista puesta.
—Ese vestido parece incómodo para dormir.
—Bueno, pues no tengo pijama, se me olvidó meterlo en el bolso —bromeé sacándole una sonrisa.
—Ya te invento yo uno.
Se acercó a mí y me ayudó a quitarme el vestido sacándomelo por arriba, dejándome únicamente con la ropa interior y las botas. Me abracé a mí misma como si así hubiese podido taparme algo, temía que alguno saliera justo en ese momento. Pero Kilian de forma inmediata, se quitó la camisa que llevaba esa noche y comenzó a abrochármela no sin antes dejar un beso entre mis pechos. Me quedaba bastante grande y conseguía tapar algo mis zonas bajas.
Kilian se deshizo de sus zapatos, quedándose únicamente con sus pantalones. Se acercó a mí y me instó a sentarme en el sofá, que resultaba bastante cómodo debía decir. Lo vi arrodillarse frente a mí como un auténtico príncipe y agarró una de mis piernas para comenzar a quitarme las botas. Aprovechó para dejar besos sobre mi piel que comenzaba a erizarse. Prosiguió con la otra y tras quitarme las medias, no dudó en subir con besos hasta el interior de los muslos, cerca de mi zona caliente y me estremecí solo de verlo en esa posición ante mí.
—Kilian... —murmuré.
—Lo que me has hecho esta noche ha sido una bendición. Es justo que te lo devuelva.
Separó mis piernas y con su mano izquierda, apartó mis braguitas a un lado. Su lengua lamió toda mi feminidad acalorada y tuve que agarrarme del borde del sofá que apreté con fuerzas. Continuó pasándola de arriba abajo mientras yo dejaba escapar un silencioso gemido, y se detuvo en la zona del clítoris que comenzó a chupar con ganas. Palpité ante su boca, disfrutando de lo que tenía que darme. Me folló con su lengua y me comió con gusto hasta que me desmoroné en otro orgasmo que sumé a la noche.
Cuánto me alegré de haber mandado a la mierda la cláusula de amistad.
Después de ese último show de la noche, se tumbó en el sofá y juntos buscamos la posición en la que ambos estábamos más a gusto. Apoyé la cabeza sobre su pecho y comencé a delinear, como siempre, el tatuaje que tenía en el lado izquierdo, siguiendo las líneas que tanto me recordaban a un laberinto complicado.
—¿Qué significa? —me atreví a cuestionar. Tenía claro que no todos los tatuajes tendrían un significado para él, pero por alguna razón ese me pareció que sí debía tener uno.
—¿El qué?
—Este tatuaje.
Kilian asomó la mirada en dirección a mi dedo y sonrió.
—Ah. Es el karma.
—¿El karma?
—Ajá... la representación.
—No sabía que existiera un símbolo que lo representara. —Me incorporé, apoyando la barbilla sobre mis manos entrelazadas que descansaban en su pecho, y le miré con una sonrisa—. ¿Crees que existe? ¿Que el karma actúa tarde o temprano sobre aquellos que hacen algo mal?
Sacudió su pecho con una sutil carcajada.
—El karma no es un ente castigador —aclaró—. Existe el buen karma y el mal karma. Lo que implica que cada una de nuestras acciones tiene una consecuencia, sea positiva o negativa. Y puede manifestarse en esta vida o en otra. Y sí, de alguna manera, creo en él. Se dice que, si tu vida actual es afortunada, es que en tu vida anterior hiciste muchas cosas bien. Lo mismo ocurre al contrario.
—Vaya... pues mi vida pasada no debió de hacer las cosas bien por cómo me está yendo. Pero me gusta, es una forma de tomarse la vida, una motivación.
—Sí. Hace tiempo que lo aprendí y desde entonces intento seguir los pasos.
—¿Hay unos pasos para el karma?
—El karma es solo una parte, quizás la más importante. Mi objetivo es alcanzar el nirvana.
—¿Eso no es un grupo de música? —Arrugué el ceño con una sonrisa, sabía que era algo más, pero nunca el significado.
—Sí, lo es. Pero fuera del grupo de música significa el cese del sufrimiento y la liberación del samsara.
—¿Y qué es el samsara?
—Nuestro ciclo. Nacimiento, vida, muerte y reencarnación. Imagina estar reencarnando constantemente en una mala vida, porque recuerda que el mal karma se encarga de que tus errores repercutan en la próxima. Con el nirvana, se pretende romper ese ciclo y la oportunidad de volver a empezar.
—¿Y cómo sabes que has alcanzado el nirvana?
—Se dice que lo sabes cuando ya no deseas nada más. Ahí es cuando te liberas. Si no deseas nada, es que eres plenamente feliz y que todo está bien.
Me estaba gustando verlo explicar aquello. Parecía haber pensado demasiado en ello y tal vez por esa razón lo expresaba con tanta claridad.
—Eso no suena nada mal —concluí tras considerarlo, pensé que quizás yo podría unirme a ese objetivo—. Vale, ¿y qué se debe hacer para llegar al nirvana?
—Buscar el dharma. El camino correcto donde comenzar a realizar buenas acciones. El karma es el que conduce por ese camino, el que determina si sigues recto o si te desvías hasta perderte. ¿Lo entiendes? Quizás sean muchos términos, pero no es tan difícil.
—No, diría que sí lo entiendo. A ver, tu objetivo es el nirvana para romper el samsara. Y para ello, debes seguir el dharma, condicionado por el karma.
—Eso es. El problema es que soy incapaz de encontrar mi dharma.
Me lo quedé mirando, analizando cada detalle de la expresión que mostró tras el suspiro pesado. Después de comprender el significado de todo, pensé en él y lo que lo relacionaba con ello. Mi ánimo decayó, pues no podía imaginar qué era lo que había vivido para llegar a verse involucrado en el mundo delictivo del que quería liberarse. Sus sueños eran otros y sus malas decisiones lo estaban llevando por el camino incorrecto.
—Entonces, esto quiere decir que pretendes cambiar, quieres dejar de hacer lo que haces actualmente —dije en un tono más débil.
—Desde hace tiempo. Pero el karma me lo está poniendo muy difícil. —Se señaló el tatuaje.
—Ojalá lo consigas —murmuré para después volver a la postura anterior, abrazándolo con más sentimiento—. ¿Algún día me lo contarás?
—¿El qué?
—Cómo llegaste a tener que hacer lo que haces.
—Tal vez si llega el día en el que todo acabe. Por ahora, duérmete.
Cerré los ojos y, ante las caricias en mi brazo, me quedé completamente dormida. Tuve sueños, pero ninguno agresivo y de esos que se olvidan al poco de despertar. Lo hice cuando el sol que entraba por el balcón me llegó a los ojos. Seguía abrazada al cuerpo semidesnudo de Kilian, quien mantenía un brazo sobre mi cadera. Levanté la cabeza para mirarlo, me encantaban sus facciones, y verle dormir era un privilegio.
Me lo quedé mirando hasta que a él también le llegó el rayo de sol a la cara y arrugó sus cejas hasta abrir los ojos. Al darse cuenta de que lo estaba mirando, sonrió y mi corazón tembló.
—Buenos días, Euphemia —habló con esa voz mañanera mientras se pasaba una mano por el rostro.
—Hola. —Le devolví la sonrisa y me acerqué para darle un pequeño beso en los labios.
Aún nadie se había levantado, pero nosotros tuvimos que movernos puesto que el sol había decidido molestarnos. Una pena, porque aún quería disfrutar un poco más de estar enredada en él y el sofá no es que fuese lo mejor del mundo para pasar tantas horas.
Me estiré como pude y decidí volver a ponerme el vestido, no quería arriesgarme a que alguien despertase y me viese semidesnuda.
—¿Quieres tortitas? —se ofreció alzando las cejas desde la cocina donde ya estaba trasteando la máquina del café.
—Bueno... ¿pero sabes dónde están las cosas en esta casa?
—Ya me he quedado aquí antes —comentó buscando en los muebles hasta poner todo lo necesario sobre la encimera y se dispuso a echarlos sobre un bol.
Me ofrecí a ayudarlo, pero como siempre, se negó insistiendo en que me quedase sentada en la isla de cocina frente a él, observándole. Minutos después tenía una taza de café con leche y unas tortitas con sirope de arce delante de mí. Olía que alimentaba. Él se había servido lo mismo a mi lado, pero se quedó comiendo de pie.
—Deliciosas, como siempre —felicité antes de llevarme otro trozo a la boca.
—Gracias —agradeció levantando la taza de café.
Escuchamos pasos desde el pasillo y poco después apareció el del bajo con los ojos entrecerrados y un aspecto digno de una buena resaca. Se unió a nosotros mascullando un "buenos días" para después echarse el café en una de las tazas que había colgadas.
—¿Y nuestro desayuno? —le espetó a Kilian malhumorado, buscando con los ojos el resto de tortitas.
—Os lo hacéis vosotros con la polla.
—¡Pero tus tortitas no me salen tan bien a mí! Mucho menos a este —señaló al dueño del apartamento con el pulgar justo cuando apareció por el pasillo con la misma expresión que su compañero—. Ha sido pillarse por una chica y perdimos el derecho a probarlas.
«¿Pillarse?»
Miré a Kilian comprobando así su reacción, pero no pareció importarle y tampoco que fuese a negarlo. No pude evitar sonreír para mí misma.
—Hay más masa en el cuenco, gilipollas. Échala a la sartén y listo. ¿O también lo tengo que hacer yo? —respondió el tatuado con molestia, aunque a mí me estaba pareciendo una imagen de lo más cómica.
—¡Uh, tortitas! —exclamó el dueño de la casa, posicionándose a mi otro lado, observando las nuestras.
—¡Eh, no! —el del bajo señaló a su compañero de banda con la espátula—. Yo hago las mías, no soy vuestra puta madre.
—Pero ya que estás, unas cuantas más no te van a hacer daño, ¡que te he dejado una cama, tío! —replicó el de la guitarra cuando llegó a su espalda.
—¡Ni de coña!
Sus disputas no hacían más que hacerme reír. No parecían para nada el grupo de la noche anterior. Continuaron discutiendo y, finalmente, el del bajo les hizo las tortitas a todos. En ese momento, el chico de la batería apareció por el pasillo con los ojos entrecerrados y sin mediar palabra se dispuso a servirse el café. No parecía venir nadie más del pasillo, lo cual me extrañó.
—¿Y Cailin? —le cuestioné, obteniendo su atención.
—No lo sé —contestó con indiferencia levantando los hombros.
—¿Que no lo sabes? Se fue a dormir contigo —le recordé preocupada.
—Sí, pero me dormí enseguida y cuando me he despertado ya no estaba. Se habrá largado.
—¿Qué se ha ido? —cuestioné arrugando el entrecejo. Noté la mirada de Kilian sobre mí.
«¿Cailin se había ido sin mí? ¿Por qué?»
La preocupación estaba cada vez más presente y por mi mente pasaron demasiadas cosas. Tal vez hicieron algo que a ella no le gustó y se iría corriendo sin siquiera esperarme, lo más probable era que no quisiese despertarme, no es usual en mí verme dormir. Podía haberle hecho daño o haber herido sus sentimientos. O...
—¡Buenos días! —la voz de Reed resonó por la habitación, repartiendo alegría.
Todos giraron la cabeza hacia él, pero yo solo podía pensar en Cailin. Pensé en buscar mi teléfono y llamarla de inmediato para comprobar si estaba bien.
—Vaya, vaya... Así que ahí es donde te habías metido —habló el de la batería, con una sonrisa ladina.
Extrañada, me giré y comprobé a lo que se refería. Reed estaba aproximándose a nosotros con su gran sonrisa y, tras él, lo seguía Cailin con el vestido mal colocado y el pelo despeinado. Suspiré al saber que estaba bien, pero entonces apareció la sorpresa al saber que no había pasado la noche con el batería con el que se dio sus primeros besos, sino que la había pasado con Reed.
«¿Qué ha pasado aquí?»
La última persona en aparecer rompió mi estado de conmoción y resultaba ser la chica rubia que había acompañado al del bajo. Cailin se acercó a mí sentándose a mi lado y la forma en la que la miré pedía a voces que me explicase qué había sucedido.
—Luego te lo explico —fue lo que me respondió.
El del bajo, que continuaba haciendo tortitas para todos, le cuestionó a Cailin cuántas quería y desayunamos todos alrededor de la isla de cocina. No presencié ningún tipo de tensión entre los dos chicos que habían estado involucrados, ni siquiera en mi amiga, y la verdad es que me moría por saber qué había ocurrido como para que se pasase a la cama del otro.
Mientras desayunábamos, Cailin avisó al chófer para que fuese a recogernos y, para cuando terminamos, avisó de que estaba esperándonos abajo.
Ella ya comenzó a moverse para ponerse los tacones mientras que yo solo tenía que coger mi bolso. Me levanté del taburete con rapidez, pero tuve que detener mi tarea de búsqueda cuando mi muñeca fue apresada por una cálida mano que la enroscaba. Sorprendida, me giré y me topé con los tremendos ojos de Kilian que me miraban demandantes. Se enderezó y me acercó a su cuerpo.
—¿No vas a despedirte? —murmuró, pero estaba segura de que el resto lo había escuchado a la perfección.
Dejé que me agarrara de la cintura y que agachase la cabeza para que sus labios murieran en los míos en un beso mucho más intenso de lo que debería ser una despedida. Sabía que el resto nos miraba y él probablemente también, pero no le importaba.
En cuanto nos separamos, la voz de Reed resonó en la estancia con cierta guasa que llamó la atención de todos y despertó la verdadera tensión:
—¿Quién quieres que te despida, Cailin? ¿Él... yo? —Sacó esa sonrisa suya de medio lado.
—Vete a la puta mierda, Reed —espetó el batería antes siquiera que mi amiga contestase.
Aunque todos esperaban una respuesta por su parte, todo lo que hizo fue apretar los labios avergonzada y abrir la puerta a la espera de que la atravesase. Entendiendo que debía ponerme en marcha, volví a Kilian para darle un beso rápido y, tras coger mi bolso, me despedí de todos saliendo por la puerta.
Así terminó una noche frenética que abrió de nuevo la extraña relación que mantenía con el traficante de drogas sin conocer lo que ello iba a suponer.
Uyuyuyuyyy
Este chissmeee
😏😏😏
El grupo este jajajajaj
Y Cailin parecía tonta 😂
¿Qué habrá pasado con Reed? 😏
Effie ha tenido su nueva experiencia y bueno yo creo que todo está claro😌
Lo especial del capítulo era que ya le vemos el sentido al título🤭
¿Qué os parece?
Por eso siempre pongo ☸️, esto es la rueda del dharma.
No sé si ya alguien lo había buscado antes en Internet jajajajaja
Por cierto, me he dado cuenta de que esta historia está dividida en arcos donde en cada uno se desarrolla algo y se componen justamente de diez capítulos. Para nada intencionado pero es que es así😂
Por lo tanto llevamos tres arcos.
Y este ha sido el último capítulo del tercer acto, así que a partir de aquí comenzamos con el último 😈 que no sé si serán también diez o un poco más, ya se verá.
También decir que voy a hacer un parón por Navidad, así que tardaré en volver con otro capítulo🙃
Mientras, estructuraré este último arco jejejejejeje
Que paséis unas felices fiestas y os regalen muchas cositas🥰🥰🥰
Bye!!!! 💜✨️☸️
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