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ᴡᴇ ᴡᴇʀᴇ ꜱᴇᴀʀᴄʜɪɴɢ ꜰᴏʀ ʀᴇᴀꜱᴏɴꜱ ᴛᴏ ᴘʟᴀʏ ʙʏ ᴛʜᴇ ʀᴜʟᴇꜱ

ʙᴜᴛ ᴡᴇ Qᴜɪᴄᴋʟʏ ꜰᴏᴜɴᴅ ɪᴛ ᴡᴀꜱ ᴊᴜꜱᴛ ꜰᴏʀ ꜰᴏᴏʟꜱ


Me miraba en el espejo más de lo normal y, ese día, el pelo mojado derramaba gotas que se deslizaban por mi piel, especialmente sobre las marcas rojas que estaban desapareciendo en mis pechos. Era una prueba más de que aquel fin de semana fue real y que significó mucho más que solo una pausa en nuestro contrato verbal de amistad.

Esos días, él dijo cosas que era imposible olvidar y yo me sentí como nunca antes lo había hecho a su lado. Deseaba que alguien bajara del cielo y me explicase qué había significado todo eso, porque no me atrevía a cuestionarle la razón de muchos de sus actos y palabras. Y tampoco quería encontrar la razón por la que me sentía de esa forma porque sabía que ello complicaría las cosas.

«Pensar en él está mal. No debe gustarme. Desearle no es lo correcto.»

Desde entonces, eso se convirtió en mi mantra, y cada vez que él se me pasaba por la cabeza de cierta forma, lo recitaba para mí.

Cogí el cepillo tras parpadear al fin y comencé a cepillarme el pelo mojado, rememorando el momento en el que conocí a Reed. Después de todo, él era la razón por la que me estaba arreglando esa noche.

No quise cuestionarle a Kilian quién era y por qué tenía una llave de su casa. Estaba suficientemente cabreado y no pretendía empeorarlo más. Me fui a casa con la duda, con esos ojos helados y esa sonrisa cautivadora. Por otro lado, no lo había visto nunca durante esos meses en los que estuve visitando a Kilian, lo más probable era que no fuese a verle más.

Sin embargo, días después, acudí a Brooklyn cuando Stacie insistió en que me uniese a su quedada de esa noche con los chicos. Una cena y poco más, me prometió. Kilian me dijo que podía ir a su casa antes y partir desde allí juntos, y eso hice. Una vez llegué, llamé a su puerta, pero nadie me abrió. Comencé a ponerme nerviosa, siempre estaba cuando quedábamos y no sabía qué hacer. Probé a llamar de nuevo, si bien no parecía que fuese a funcionar.

—No está —escuché una voz desde alguna parte del rellano. Pronto descubrí que venía de arriba. La planta del apartamento de Kilian era la penúltima y, cuando levanté la cabeza, me encontré con el chico de la sonrisa bonita apoyado en la barandilla de la escalera frente a su puerta.

—Ah. Habíamos quedado aquí —contesté algo avergonzada.

—Supongo que habrá ido al gimnasio o a hacer algo importante. Pero si habéis quedado, no tardará en llegar. —Sonrió deslumbrándome desde allí arriba.

—Sí, lo más probable. —Asentí alineando los labios y desviando la vista. Esperaba que tras decirme eso se marcharía, pero se quedó allí con los ojos puestos en mí. Me apoyé en la pared junto a la puerta de Kilian y alcé la cabeza de nuevo—. ¿Vives ahí?

—Síp.

—¿Y de qué conoces a Kilian? —se me ocurrió preguntar sin pensarlo mucho, tal vez no debía meterme.

—Es mi hermano.

—Ah —dije más para mí, con sorpresa. Kilian nunca me mencionó nada de que tuviese un hermano y mucho menos que viviese en el piso superior, por eso la sorpresa fue mayor.

Quise seguir haciéndole preguntas más por matar el tiempo, pero justo escuché pasos subiendo las escaleras y Kilian apareciendo en ellas. Parecía apurado, lo más probable porque sabía que iba tarde. El corazón me dio un vuelco pues la última vez que nos vimos fue algo frenético y habíamos vuelto a ser solo amigos. Mi cuerpo era traicionero y floreció al verlo con la camiseta de tirantes y los pantalones de chándal que le llegaban por las rodillas.

«Pensar en él está mal. No debe gustarme. Desearle no es lo correcto.»

«Venga, Effie, tú puedes.»

En cuanto se puso a mi lado, me llegó ese aroma suyo y casi pierdo la razón. Estaba recién duchado. Fue a saludarme cuando se percató de quien estaba mirándonos desde las alturas. Diría que no le hizo mucha gracia que estuviese hablando con él.

—¿No tienes nada que jugar a la PlayStation? —espetó a su hermano.

—Por supuesto, pero he escuchado a alguien llamar insistentemente a tu puerta y solo quería ver qué pasaba.

—Ya, pues deja de meter las narices.

Reed lanzó una risa al aire y con ella se metió en el apartamento. Me quedé allí paralizada intentando entender la relación que tenían. Reed no parecía un mal chico, por eso no entendía que a Kilian le molestase tanto. Aun así, decidí no decir nada.

Una semana después, acudí de nuevo. El plan era ver una película, como siempre, y cuando llegué, Kilian me informó de que tenía un trabajo urgente que hacer pero que lo esperase allí en su apartamento.

Durante su ausencia, decidí adelantar algunos deberes que me había llevado a consciencia. Me concentré bastante en el silencio y la tranquilidad del lugar. Entonces escuché la puerta abrirse; lo que no esperaba es que fuese el rostro de Reed al que viese y no el de Kilian. Y por la expresión de sorpresa que puso, él tampoco esperaba encontrarme allí.

—¡Vaya! No sabía que estarías aquí, habría llamado, sobre todo después de la última vez. —Me sonrió y no dudé en responderle de igual forma, aunque algo incómoda. Menuda vergüenza.

Reed llevaba una camiseta negra ceñida a su cuerpo y unos pantalones negros rotos. Gracias a la manga corta, vi los tatuajes dispersos en sus brazos y el izquierdo era el más completo. Vi de nuevo los de su cuello y la cadena con el candado. Se acercó a mí tras cerrar la puerta y, gracias a ello, me di cuenta de un piercing que no vi el día anterior; llevaba un aro en el labio.

—Sí, es que Kilian ha tenido que salir, pero enseguida viene —informé sentada en la alfombra con los deberes sobre la mesita.

—Lo sé, por eso pensé que no habría nadie. ¿Lleváis mucho saliendo? No te había visto antes.

—¡Oh! Em... no estamos saliendo. Solo somos amigos.

—¿Tú crees? —Levantó una ceja elevando una de las comisuras de sus labios—. Lo que vi...

—Ya sé lo que viste —me apresuré a decir—. Pero decidimos no volver a hacerlo.

—Entiendo. ¿Te importa si te hago compañía? —Cambió de tema, cosa que agradecí y caminó hasta sentarse en la alfombra frente a mí, observando la libreta donde escribía y el libro escolar.

—Entonces, ¿te gustan los videojuegos? —se me ocurrió cuestionar por romper el hielo. Me llamaba la atención que fuese hermano de Kilian y quería indagar un poquito.

—Sí, bastante. ¿A ti también? —cuestionó con entusiasmo.

—No, pero quería saber un poco sobre ti y conocerte mejor.

—¡Ah! En ese caso, deberías saber que canto en una banda. —Ensanchó de nuevo los labios mostrándome los dientes con orgullo.

—¿¡En serio!? ¡Hala! —Abrí los ojos asombrada, de pronto quería saber mucho más—. Es la primera vez que hablo con un integrante de un grupo musical.

—Qué honor. —Se puso la mano en el pecho—. También toco la guitarra y escribo algunas canciones.

—Vaya, tu hermano y tú seguro que venís de una familia creativa. ¡Los dos sois artistas! ¿Y qué género tocáis?

—Rock alternativo y heavy rock.

—Y es evidente que compartís gustos musicales —reí.

—Digamos que fue él quien me lo inculcó. Si no hubiese sido por Kilian, no estaría tan interesado en la música.

Me imaginé a Kilian junto a su hermano, compartiendo una infancia y sus gustos con él. Sonreí a consecuencia.

—Debéis de estar muy unidos. Es genial que dos hermanos lo estén y compartan gustos.

—Lo estamos, sí. —Asintió con una leve sonrisa—. Aunque a veces creo que tiene ganas de perderme de vista. Una vez sea mayor de edad, sospecho que dejaré de verlo tan seguido.

«¿Mayor de edad?»

—¿Cuántos años tienes? —pregunté de inmediato.

—Diecisiete. En pocos meses cumpliré dieciocho.

—¡Entonces somos del mismo año! —exclamé con ilusión.

—¿De verdad? ¡Qué coincidencia!

—¿Y dónde tocas con tu grupo?

—En un local, mayormente los fines de semana. No somos un grupo famoso ni nada, pero tenemos nuestros seguidores. Tengo fe en que algún día aparezca un pez gordo de una discográfica y nos fiche.

—Seguro que sí —dije con sinceridad, igual que quise que Kilian fuese tatuador, también que Reed cumpliese sus sueños. Me estaba cayendo bastante bien lo poco que lo había conocido.

Escuchamos la cerradura abrirse de nuevo y los dos desviamos la atención hacia la puerta. Kilian había vuelto antes de lo que pensaba y, en cuanto me vio acompañada, frunció el ceño.

—¿Qué haces aquí, Reed? —cuestionó fatigado.

—Venía a buscar una chaqueta, pero he visto que Effie estaba aquí sola y he querido hacerle compañía. ¿Algún problema?

—Sí. Podías haber esperado perfectamente a que llegase y pedírmela a mí.

—¡No pasa nada! —exclamé queriendo mediar, no quería que lo echase a patadas otra vez por mi culpa—. Me ha gustado tenerlo aquí, estábamos conociéndonos un poco. ¡Me he enterado de que es músico! Y tengo mucha curiosidad por escucharte cantar.

—¿Y si vienes un día a vernos? —propuso como si se le hubiese encendido una bombilla sobre la cabeza—. Este sábado noche estaría bien.

—No —contestó Kilian antes de que yo abriese la boca, sentándose en el sofá a mi espalda. Tuve que girarme para encararle.

—¿Qué? ¿Por qué no? —me quejé, juntando las cejas.

—Sí, ¿por qué no? —me apoyó Reed.

—Porque no.

—Si no me das una explicación, no puedo entender la razón por la que te niegas. —Me crucé de brazos mostrando así mi descontento.

—Effie, hazme caso, ese sitio no es para ti.

—¡Oh, venga! —exclamó Reed—. Ya es mayorcita, no es para tanto.

—No voy a ir sola, iré con mi amiga Cailin —informé por si eso le resultaba una mejor opción y seguro que a ella le haría ilusión acompañarme.

—Claro que sí. Os gustará —contestó el de los ojos más claros.

—No van a ir.

—Kilian, no seas aguafiestas. Quiere ir.

—Me da igual —sentenció, mirando a su hermano con cara de pocos amigos.

—¡Pues voy a ir, te guste o no! Reed tiene razón, ya soy mayor. —Arranqué un trozo de papel de mis deberes y se la tendí a Reed junto a un bolígrafo—. ¿Me escribes la dirección del lugar?

Escuché el suspiro pesado de Kilian a mi espalda, pero no me importó. Reed cogió el bolígrafo y empezó a escribir.

—Vale, pero yo iré con vosotras —habló finalmente con resignación. Seguía sin parecerle buena idea, pero ya había ido a sus fiestas. ¿Qué podía ser peor?

—Trato hecho —sonreí satisfecha.

La verdad es que el concierto me hacía ilusión y a Cailin diría que aún más. Cuando le dije que quería que me acompañase, se puso frenética alegando lo mucho que le apetecía esa nueva experiencia, más aún si era un concierto de un grupo poco conocido. Me di cuenta de que ni siquiera conocía el nombre de la banda. De todas formas, me alegraba de haber conocido al hermano de Kilian y que me hubiese invitado a verlo.

De pronto, la puerta del baño se abrió y Lia entró sin remordimientos. Me apresuré a coger una toalla y taparme al menos las marcas de los pechos; ella no era tonta y sabría qué significaban. Lo último que quería era un interrogatorio.

—¿¡Pero qué haces!? ¿No podías esperar?

—¡Estabas tardando mucho! Y me estaba meando —dijo mientras se sentaba en el inodoro, a ella nunca le importaba hacer sus necesidades en compañía—. ¿A dónde vas hoy?

—Con Cailin.

—Ya, pero ¿a dónde?

—Pues a un sitio.

—Effie, si te pregunto a dónde, no me sirve esa respuesta. ¿Cómo se llama el sitio?

Me giré, manteniendo la toalla sobre mi cuerpo con una mano y peinándome con la otra. Me estaba retrasando.

—¿Se puede saber cuándo te ha importado a ti a dónde voy?

—Curiosidad. —Levantó los hombros mirándome con sus ojos claros.

—Ya, claro.

—Bueeeeno, puede que papá me haya pedido que le diga a qué sitios sueles ir. Por lo visto está preocupado. Supongo que será a raíz del vídeo de Dexter.

—Esto es increíble —mascullé, recogiendo mis cosas para irme a mi habitación y terminar de arreglarme allí—. ¡Ni se te ocurra decirle nada, Lia!

—¡Tampoco me has dicho nada! —la escuché gritar una vez salí del baño y me refugié en mi habitación.

Me resultaba increíble la sobreprotección de mi padre. Entendía sus razones, pero ¿no confiaba en mí? Sabía perfectamente que no tenía nada que ver con el vídeo, pero claro, Lia no sabía de la existencia de Kilian. Primero me seguía no una, sino dos veces y después conspiraba con mi hermana para mantenerme controlada. Y no lo hacía él mismo porque sabía que estaba de viaje de nuevo.

Suspiré e intenté centrarme en que tenía que vestirme y maquillarme antes de que el coche de Cailin llegase. Sabiendo que el concierto iba a ser de rock, decidí ponerme un atuendo lo más apropiado posible. Lo único que encontré fue un vestido de tirantes negro, corto y sencillo que se ajustaba a mi cuerpo, unos botines militares con algo de tacón y una chaqueta de cuero que Cailin me había prestado. Me esmeré en el maquillaje, estaba practicando un poco con las sombras y los colores oscuros me habían quedado bien sobre mis párpados, además del eyeliner y la máscara de pestañas. Por último, como siempre, mi pintalabios rojo. Estaba bastante orgullosa por mis avances.

Mi amiga no tardó en llegar y cogí lo necesario metiéndolo en el bolso con prisas. Le di las indicaciones al chófer de la familia Lockwood y éste puso rumbo hasta estacionarnos justo delante. El local se encontraba en Lower East Side, concretamente en la calle Rivington. Siempre fue famosa por la cantidad de bares y clubes, pese a que no era muy agraciada por la clase alta. Los grafitis abundaban y la noche estaba bastante concurrida. Nada más bajarnos del coche, un cartel iluminado nos recibía con el nombre Rebellion, el nombre del local de música en vivo, sobre la puerta doble de un bajo. Ya había gente haciendo cola para entrar, no esperaba que tuviese esa clase de exclusividad.

Y tras observar la puerta, mis ojos fueron directos al chico que fumaba apoyado sobre la pared al lado de las escaleras.

«Pensar en él está mal. No debe gustarme. Desearle no es lo correcto.»

Me repetí para mí al mismo tiempo que se percató de nuestra llegada y se separó de la pared para acercarse a nosotras.

—Effie, ¿dónde está...? —comenzó a cuestionar Cailin, pero supongo que se estaba refiriendo al chico tatuado que se nos había puesto al lado con los ojos puestos en mí.

«No debe gustarme. No debe gustarme.»

Por el amor de Dios, eso era misión imposible.

No me había dado cuenta de lo que le había crecido el pelo por arriba hasta ese momento. Intentaba echárselo hacia atrás, pero algunos mechones siempre le caían por la frente sin remedio. Con su habitual chaqueta de cuero negra, esa vez era una más decorada con pinchos y tachuelas. Debajo de ella llevaba una camisa negra semiabrochada y pantalones oscuros con cadena incluida.

—Hola —dijo con su clásica seriedad y miró también a Cailin.

No había pensado en el detalle de que Cailin iba a conocer por primera vez a Kilian y, de pronto, me puse muy nerviosa. Ella sabía ciertas cosas que él y yo habíamos hecho, pero no le mencioné nada sobre sexo, no me atrevía a hacerlo por alguna razón.

—Hola, ahm... Ella es mi mejor amiga, Cailin. Cai, él es Kilian —me apresuré a decir con rapidez. Me avergonzaban bastante esos momentos y que tuviese que ser yo quien los presentase.

—Un placer —respondió mi amiga con una sonrisa.

—Igualmente. ¿Entramos? —Hizo un gesto con la cabeza para que lo siguiéramos.

Cailin se enganchó a mi brazo de inmediato y dejamos que él fuese delante. Entonces se acercó a mí y susurró:

—Madre mía, Effie. De cerca impone muchísimo más.

—No te preocupes, no muerde. Al menos a nosotras no —respondí con una sonrisa.

Kilian ni siquiera hizo cola, habló con el de la puerta y nos permitió pasar. El interior ya estaba abarrotado y eso que no era demasiado tarde. Aunque bien era cierto que el sitio tampoco podía permitirse acumular a muchas personas por su tamaño. A un lado estaba la barra con los camareros y, al fondo, había un escenario de buen tamaño con un grupo tocando en él.

Las personas estaban moviéndose al ritmo de la música en directo, una chica era la voz que cantaba. Cailin y yo íbamos delante haciendo paso entre las personas que iban con copas en la mano y nos dedicaban miradas de todo tipo, como si fuésemos unas extrañas en aquel lugar. Por suerte, teníamos a nuestro cerbero custodiándonos. Acordándome de él, me giré para comprobar que nos seguía cuando le vi encarándose con un chico hasta empujarlo y volver junto a nosotras.

Tuve un mal presentimiento y podía ser que Kilian tuviese razón.

En cuanto llegamos a la barra y cogimos sitio en ella, él nos preguntó qué queríamos y se ocupó de hacer el pedido, hablando de más con el camarero a quien se le quedó una expresión despavorida. ¿Qué le habría dicho?

—Oye, me gusta este sitio —me dijo Cailin cerca del oído, bastante entusiasmada—. Es diferente y está guay que las bandas pequeñas puedan tocar.

—Sí, es verdad —respondí elevando el tono de voz para que pudiese escucharme. Entendía que no era lo que ella solía frecuentar y la veía mucho más exaltada que cuando íbamos a los clubes elitistas.

Cailin también se había vestido y maquillado completamente acorde al lugar. Ignoraba que tuviese tanta ropa del estilo fuera de la suya de alta costura. Me gustaba verla con el pelo rubio despeinado y salvaje por una vez.

Kilian nos dio las bebidas y nos quedamos allí, observando y bailando con la música que tocaba la banda en ese momento. Él se quedó detrás de mí, apoyado en la barra sin perdernos de vista, y me gustaba saber que estaba ahí.

—¿Cuándo toca tu amigo? —gritó Cailin dándole un trago al vaso de tubo.

Levanté los hombros y sacudí la cabeza, también yo me lo cuestionaba, tenía ganas de verlo. Me giré hacia Kilian.

—¿Cuándo toca Reed?

—Suelen tocar sobre las doce, pronto —contestó con los brazos apoyados en la superficie y con la vista puesta en el botellín de cerveza al que le dio un trago.

Asentí y continué bailando y disfrutando de los conciertos con ella. Entonces, salió el hombre que presentaba a las bandas, cogió el micrófono y lo escuchamos agradecerle al grupo que estaba despidiéndose, además de animar un poco al público.

—¡Os quiero a todos arriba porque se viene grande! ¡Los favoritos de Rebellion! ¡BLACK MASS!

Cuando el hombre se marchó, comenzaron a salir los integrantes de la banda y fue ahí cuando Reed hizo acto de presencia. Era alucinante lo mucho que gritaba el público cuando él y su grupo aparecieron, estaba claro que eran los favoritos.

—¡Es él! —chillé pegada al oído de Cailin—. Es el que va sin camiseta.

Porque sí, Reed salió al escenario solo con los pantalones y zapatos. También llevaba una guitarra colgada sobre uno de sus hombros, cayendo por debajo de los pectorales. Él fue quien se acercó al micrófono y, cuando dejó caer los dedos sobre las cuerdas de la guitarra, el resto comenzó a tocar. Escuchar música en directo siempre lo había considerado un placer, quizás aún más cuando conoces a alguien que lo hace, pero cuando Reed empezó a cantar, sentí hasta el último vello ponerse en punta. Tenía la voz profunda y potente, capaz de llenar toda la sala y a su vez, aterciopelada, cálida y masculina. Combinaba a la perfección con los instrumentos y las canciones no estaban nada mal dentro de mi ignorancia en el género.

Cailin parecía tan sorprendida como yo, incluso fue acercándose cada vez más, todo lo que las personas que los vitoreaban nos permitían. Se movía con soltura por el escenario cuando hacía un solo de guitarra y admiraba que pudiese cantar y tocar al mismo tiempo. Me alegré mucho por él y eso que apenas lo conocía. Kilian debía sentirse orgulloso por su hermano.

Cuando el concierto de los Black Mass acabó, tanto Cailin como yo lo dimos todo animándolos. Jamás había vivido una experiencia similar y me alegré de haber podido asistir. Con esa alegría, me giré hacia Kilian para así poder expresarle lo bueno que era su hermano. Sin embargo, la sonrisa se me esfumó en el momento en el que lo vi, aún en la barra, hablando con dos chicas que no solo lo miraban, se lo estaban comiendo con los ojos.

«Pensar en él está mal. No debe gustarme. Desearle no es lo correcto.»

«Pensar en él está mal. No debe gustarme. Desearle no es lo correcto.»

—¡Effie! —Cailin me zarandeó el brazo y la miré, devolviéndome a la vida, porque no sabía dónde me había metido en esos diez segundos—. ¡Ha sido brutal! ¡Tu amigo es genial cantando!

—¡Sí! ¡En realidad apenas lo conozco, es el hermano de Kilian!

—¿En serio? ¡Qué fuerte!

Asentí ensanchando los labios y volví a mirar en su dirección, volvía a estar solo, aunque había cambiado de postura apoyando la espalda en la barra y me fijé en que se había pedido otra cerveza. Incluso llegué a pensar que me había imaginado lo de antes. En cualquier caso, ambas nos acercamos y dejamos los vasos vacíos sobre la barra. Cailin le pidió al camarero que nos las volviese a llenar.

—Tu hermano es muy bueno. ¿Por qué nunca me lo habías mencionado? —aproveché para cuestionarle.

—Nunca vi importante mencionarlo —contestó con simpleza, echándose un trago de cerveza.

Kilian estaba raro esa noche y no sabía qué era lo que le estaba pasando. Lo noté justo en ese momento porque ni siquiera me miró mientras me hablaba. Me lo quedé mirando unos segundos más y, a pesar de que lo más probable era que notase mis ojos sobre él, no me la devolvió. Me hizo sentir bastante mal.

—¿Te pasa algo conmigo? —salió de mi boca sin remedio.

—No. —Tampoco me miró y me entraron unas ganas inmensas de pegarle—. Mira, allí viene la estrella —desvió el tema y apuntó con el botellín.

Pero no miré, seguí con la mirada puesta en él, esperando a que sus ojos se posaran en mí de nuevo. Necesitaba que lo hiciese.

Un brazo se posó sobre mis hombros y no me quedó más remedio que desviarla hacia el susodicho que me estaba sonriendo de oreja a oreja con su pecho aún al descubierto.

—¡Hola Reed! —exclamé forzando la sonrisa—. ¡Menuda sorpresa ha sido escucharte tocar y cantar! ¡Me ha encantado, de verdad!

—¡Muchas gracias! Me alegro de que hayas venido.

En ese momento, Cailin se giró con los dos vasos rellenos de nuevo, pero se quedó paralizada al ver a Reed a mi lado.

—Ella es mi mejor amiga, Cailin —le dije al oído y Reed sonrió a consecuencia. Después, me acerqué a mi amiga y me aseguré de que me escuchara cuando le dije:— Él es Reed.

Le sonrió, pero le costó arrancar después para decirle un simple "encantada". Me tendió mi bebida y se acercó a él para decirle algo que no logré escuchar por la música.

Una sonrisa estridente llamó mi atención a mi lado y, cuando giré la cabeza, allí estaba Kilian con aquella chica que lo sujetaba del brazo. Lo peor es que ya la había visto antes, estaba segura, era la chica de pelo negro que echó de su casa justo cuando yo llegué hacía tiempo. Le estaba diciendo algo al oído y él le dedicaba miraditas.

«¿A ella sí la miras?»

«Mierda.»

Me lamenté porque no debía estar allí teniendo ese tipo de pensamientos. Ya había hablado conmigo misma convenciéndome de que no debía pensar en él de esa forma. Le di un largo trago a mi bebida y, en cuanto la chica de pelo negro se dio la vuelta para hablar con su amiga, di dos pasos hacia delante posicionándome al lado de Kilian apoyando mis brazos sobre la barra.

Y debo decir que no estaba siendo dueña de mis actos aun sin estar borracha.

—¿Con cuál vas a acostarte hoy? —Sí, eso lo dije yo.

—¿Qué? —Kilian frunció el ceño y me miró un segundo, solo uno.

—Venga, están deseándolo, ¿a quién te vas a llevar a tu casa?

—A ninguna.

—Ay, Kilian. Somos amigos, ¿no? Puedes decirme quién te apetece hoy. ¿Lo hiciste con alguna de esas mientras lo estabas haciendo conmigo? ¿He compartido babas con alguna de ellas? Solo por saberlo. Puede que la del pelo negro, ya la vi salir de tu casa una vez.

Me estaba pasando, lo sé, y recordarlo me genera una vergüenza terrible. Kilian al fin se giró para mirarme más de dos segundos, me agarró de la mandíbula y se acercó con molestia.

—No vayas por ahí.

Le quité las manos de encima y di un paso atrás. Estaba muy molesta por todo, por su actitud conmigo, por esas chicas y por la posibilidad de que también se las estuviera follando.

—Seguro que veneras sus tetas —seguí.

—Effie, para.

—Dime, ¿también has marcado las suyas?

Dicho eso, no le dejé decir nada más. Me llevé el vaso de tubo a los labios y me lo bebí de un tirón. No le miré cuando me di la vuelta y cogí de la mano a Cailin para llevarla un poco más adelante, junto a las personas que estaban bailando al ritmo de la música que habían puesto en el local. Al parecer las bandas terminaron y se convirtió en una discoteca.

Me iba a olvidar de él, de que estaba allí y a dejarme llevar por el efecto que el alcohol estaba comenzando a generar en mí, en la música, en mis movimientos y en Cailin. Las dos nos lo pasamos bien bailando y pronto Reed se unió a nosotras, aun cuando tenía un séquito queriendo llamar su atención.

Resultaba increíble la cantidad de veces que nos habían ofrecido droga, a la que nos negamos como era evidente. Iba bien servida solo con la bebida y eso ya era suficiente.

Cailin y yo siempre lo pasábamos bien bailando, y Reed estaba siendo un muy buen compañero de fiesta. Sin embargo, hubo un momento en el que flaqueé y miré. Ya tenía a dos chicas otra vez a sus dos lados y él hablaba con ellas, dedicándoles sonrisas. Maldije para mí misma y les quité la vista de encima.

Me estaba costando asimilar que estaba celosa, muchísimo. No podía estarlo.

Dudaba de poder seguir bailando al mismo ritmo con que lo estaba haciendo. En ese momento, un chico apareció en mi campo de visión, uniéndose a bailar con nosotros, más bien conmigo. Cailin estuvo a punto de echarlo a patadas, pero le hice un gesto de que estaba bien. No iba a hacerme daño bailar con alguien. O más bien me había venido como anillo al dedo, yo también podía estar con alguien y pasármelo igual de bien. Incluso me sorprendí con pasos de baile que ni yo sabía que controlaba, unos bastante cercanos a la anatomía del chico, que no estaba nada mal, debía decir.

Me giré y mis ojos cayeron de nuevo en Kilian, que continuaba atormentándome, pero para mi sorpresa, lo había pillado con los ojos puestos en mí. Sí, puede que los desviase en ese momento, pero me estaba mirando y me gustó saber que le estaba pagando con la misma moneda. Continué bailando muy pegada al muchacho a mi espalda cuando vi que una de las chicas había colocado una mano sobre el pecho de Kilian y metió el rostro en su cuello.

«Ese cuello es mío», fue lo primero que pensé y no tenía ningún fundamento. No me di cuenta de que había dado dos pasos hacia ellos y parecía bastante decidida a tirarle del pelo a esa tía hasta apartarla de él. Pero frené en cuanto me di cuenta de mis actos, los cuales no habían pasado desapercibidos para Kilian, que se incorporó apartando así a la chica. Si las miradas hablasen, estarían reprochándose de todo. Yo lo atravesaba tanto como él a mí.

Entonces todo estalló.

El chaval que bailaba conmigo volvió a pegarse a mi espalda, solo que esa vez pasó sus manos por mi vientre y parecía decidido a subir a zonas peligrosas. Suficiente para que Kilian diese zancadas hasta que me lo quitó de encima agarrándolo de la camisa y acercándolo a su rostro. Tal vez no pude escuchar todo lo que le decía, pero sí cuando elevó el tono:

—¡Como vuelvas a tocarla te corto las putas manos! ¿¡Me oyes!?

El muchacho no hacía más que asentir tragándose su orgullo y, en cuanto lo soltó, procuró perderse hasta no ser visto. Me quedé paralizada mirando la escena y debatiendo conmigo misma. No estaban bien ese tipo de actos, pero por otra parte me gustó que lo hiciera, porque eso significaba que le importaba.

Él se giró hacia mí y nos conectamos. No sabía qué hacer ni qué decir, me sentí como una estúpida arrepintiéndome de todo lo que le había dicho, había sido muy inmaduro por mi parte. Fui a hablar, pero me interrumpió colocando ambas manos a los lados de mi cabeza sobre mi cabello y se inclinó hasta besarme.

Y aquello no fue solo un beso, me estaba reclamando delante de todo el que nos mirase.

Al principio, todo en mí se contuvo, no respiré ni moví un solo músculo. No hasta percatarme de verdad de que eran sus labios reuniéndose con los míos de nuevo, que era su aroma el que llegaba a mis fosas nasales y que era su piel sobre la mía. Entonces sí, abrí la boca para él y lo besé con todas las ganas que llevaba días acumulando. Lo marqué y lo sellé delante de todo el mundo, aún más para aquellas chicas de las que estaba segura que miraban la escena. Lo sentía por ellas... o quizás no.

Una vez nos metimos la lengua mutuamente unas cuantas veces más, él se separó de mí y liberó mi cabeza de su agarre para envolver una de mis manos con la suya y tirar de mí hacia algún lugar. No me importaba lo que había a mi alrededor, solo era capaz de admirar su espalda viendo cómo me arrastraba porque no entendía cómo habíamos pasado de una situación a otra en tan poco tiempo.

Llegamos a una zona aparte del local, al parecer estaban los baños y alguna puerta más. Apenas había una luz visible, era de color rojo pero suficiente para ver que no estábamos solos. Los gemidos pronto llegaron a mis oídos y había muchas más personas muy pegadas entre sí. Vi algún desnudo y sobre un sofá, a una pareja haciéndolo ahí mismo. Kilian me arrinconó en la pared y volvió a besarme, sin embargo por alguna razón se separó de mí y terminó apoyando la frente sobre la mía.

—Lo siento, Effie. —El corazón se agitó en mi pecho al ver su expresión—. No creo que pueda cumplir con lo que me pediste. Soy incapaz de ser solo tu amigo sin que me vuelva loco. Es verdad que esto no está bien, pero es que no puedo. —Tomó aire y con mucho pesar se alejó de mí—. Así que, si no quieres que sigamos con esto más, vete. Aléjate de mí.

«¿Irme?»

Me estaba dando espacio para que me fuese de allí, que cogiera a Cailin y no volviese a verlo más. Y tal vez era la mejor solución porque estaba claro que él tenía razón: no éramos capaces de mantenernos separados estando cerca y disfrutar de nuestra amistad, no estábamos hechos para eso.

Pensé que sería más fácil, que en algún momento dejaríamos de vernos y tomaríamos caminos diferentes, pero los meses han ido pasando y diría que cada vez nos uníamos un poco más. Intenté mediar para que no siguiéramos haciéndolo, pero era el momento de aceptar que no estaba dispuesta a ello. No estaba bien, nada estaba bien. ¿Pero yo era feliz con lo que estaba bien?

A veces, hacer lo correcto no tenía por qué ser la mejor decisión.

Mis manos viajaron a su camisa, la empuñé y lo atraje, enrollando mis brazos alrededor de su cuello para que no escapase, para atarlo a mí. Y le besé a modo de respuesta.

—Effie —gruñó intentando separarse.

—Quiero esto, ¿vale? Me da igual lo que pase después.

Y lo volví a atraer a mis labios dejándole claras mis nuevas intenciones, que era plenamente consciente de mis acciones. Lo quería a él.

Tenerle así de nuevo, eso era lo que me hacía feliz.







HEEEEEEY🙋‍♀️

¿Cómo estáis?

Yo bien, aquí, chillando🤠

Tenía muchas ganas de que vierais a Reed y lo conociérais🙃

De momento, ¿qué tal con él?

¿Esperábais que fuese el hermano de Kilian?

Ahora pasemos al momento concierto porque es que me ha encantado todo JAJAJAJAJA

Lo que me gusta un buen drama😏

Los celos que iban derrochando estos dos, por favor🤣🤣

Me dio pena que Kilian no mirase a Effie🥺🥺

Pero sobre todo creo que me ha encantado la actitud de ella, quería pegar a quien fuese😂😂

¿Y a vosotrxs?

Bueno, pero es que la noche no va a acabar ahí eh, que en el siguiente capítulo seguimos🤭

Y además, como adelanto, va a haber una escena especial🤭🤭🤭🤭

Nos vemos la semana que viene, publicaré lo antes posible.

Un besillo a todos!!!!!!😘😘😘😘😘

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