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ɪꜱ ᴛʜᴀᴛ ᴛʜᴇ ʀɪɢʜᴛ ᴛʜɪɴɢ ᴛᴏ ᴅᴏ?


Con los años nuevos siempre suelen venirse propósitos nuevos. Bien pues yo me puse algunos también. Quería completar mi diario cinéfilo y comenzar uno nuevo, superar mi récord de películas vistas en un año, graduarme con buena nota, entrar en una buena universidad, encontrar qué quería hacer con mi vida, independizarme e intentar olvidarme de Dexter Lexington para siempre.

Lástima que la gran mayoría no llegase a cumplirse.

Y sí, después de que celebráramos Nochevieja, un nuevo año entró y por ello me propuse algunos objetivos. Comencé limpiando a fondo mi habitación, tirando ropa que ya no usaría y usando el dinero que mis padres me dieron para comprarme nueva de una página web con precios asequibles. También fui a la peluquería para un retoque necesario, dejé que Cailin practicara la manicura conmigo, aprendí a hacerme el eyeliner en condiciones y conseguí superar los primeros días de la vuelta de vacaciones. Ah, y también había aprendido el bello arte de evitar encontrarme con Dexter por los pasillos y me aseguraba de llegar justa a la clase de historia para que no pudiese sentarse a mi lado. Y como predije, a la gente ya se le había olvidado el tema, o puede que tampoco hubiese sido para tanto como yo pensé que sería.

De cualquier forma, traté de hacer cambios y ser una nueva yo.

Para empezar, si veía a alguien vendiendo drogas en alguna otra fiesta, iba a mirar hacia otro lado y hacer como si no hubiera visto nada. Y gracias a Kilian, había adquirido conocimientos y cultura sobre el cine clásico, algo que antes era impensable. Bueno, él era un cambio en mí en general. Quien iba a decirme a mí que me codearía con alguien como Kilian. Absolutamente nadie.

Ese año también suponía algo importante, y es que iba a ser mayor de edad.

Mi cumpleaños llegó más pronto que tarde, el nueve de enero para ser más exactos. Cailin estaba entusiasmada con la "fiesta" que había organizado en mi honor en una discoteca. Aunque estaba convencida de que eso terminaría siendo ella y yo en un reservado bebiendo champán. Tampoco necesitaba nada más.

No es que me entusiasmaran mucho mis cumpleaños, a veces incluso se me olvidaban hasta que mi amiga me lo mencionaba. Y no esperaba que ese año fuese a ser distinto.

Estaba tumbada en mi cama viendo una película cuando llegó el mensaje de Cailin a mi teléfono, lo que significaba que habían dado las doce y mi cumpleaños quedaba oficialmente inaugurado, aunque no fue hasta la una del mediodía que llegué al mundo dieciocho años atrás.

Los mensajes que Cailin y yo nos enviábamos cada cumpleaños eran los únicos textos largos que nos dedicábamos al año, en ellos nos recordábamos por qué éramos amigas, lo mucho que nos queríamos y hacernos saber que estábamos la una para la otra durante un año más, entre otras miles de bobadas que solo nosotras entendíamos. Siempre conseguía sacarme una lagrimita, se le daba bien escribir.

Cuando terminé de mandarle una respuesta con miles de stickers y gifs incluidos, me sorprendió la vibración que el propio aparato desprendía. Entonces me fijé en la notificación entrante, era una llamada y en ella podía leer bien claro "Kilian".

«¿Me está llamando?»

Me cundió el pánico. Era la primera vez que me llamaba y por ello el corazón comenzó a acelerárseme en un estado de nervios.

Con un dedo algo inestable, le di a descolgar y me llevé el teléfono a la oreja impaciente por escuchar su voz.

—Hola —contesté para posteriormente morderme el labio inferior.

—Feliz cumpleaños, Euphemia —escuché su voz a través del aparato. Me fue imposible no sonreír.

—¡Gracias! Te has acordado —dije con admiración.

—Cómo no hacerlo, alguien me lo recordó varias veces.

—No exageres, solo lo mencioné dos veces.

—Fueron más.

—Lo que tú digas —me rendí sonriente. Me puse de lado en la cama manteniendo el teléfono pegado a mí, no quería que la conversación terminase por lo que me apresuré a decir: — ¿Qué haces?

—Acabo de llegar a mi casa.

—¿Estabas vendiendo?

—Distribuyendo.

—Ajá... —Entendí que se refería a repartir los sobres entre los que se encargaban de vender las pastillas.

—¿Y tú? ¿Qué hacías?

—Estaba respondiendo a la felicitación de mi amiga, para nosotras es tradición enviarnos un texto eterno en cuanto dan las doce.

—Qué bien. ¿Eso quiere decir que soy el segundo en felicitarte?

—Me temo que sí.

—Mierda. —Solté una risa natural, controlando el tono para no despertar a nadie en casa—. ¿Te... te apetece hacer algo?

Algo se me encasquilló en el pecho.

—¿Ahora? ¿A las doce de la noche?

—Sí.

Parpadeé un par de veces olvidándome de seguir aspirando aire.

—Bueno... Mañana tengo clase.

—Ya. Pero según sé, duermes tres horas cada noche. Llegaremos a tiempo para que las duermas.

Era una idea muy tentadora, demasiado. Aunque también una locura. Jamás había salido de mi casa a hurtadillas pasadas las doce para irme con alguien y mucho menos con un chico como él.

—Vale —salió como si alguien lo hubiera hecho en mi lugar.

En cuanto la conversación concluyó, di un salto de la cama y abrí el armario buscando algo que ponerme. No me había dicho a donde iríamos, por lo que no tuve muy clara la etiqueta que debía llevar. Opté por unos vaqueros, botas y una sudadera calentita. Me peiné el cabello alborotado por culpa de la almohada y decidí ponerme algo de rímel. Cuando estuve lista, bajé al piso inferior siendo todo lo silenciosa que era capaz de ser. Abrí la puerta que daba al exterior y salí obteniendo éxito en mi misión de ser un fantasma.

Me sentí como las chicas de las películas para adolescentes en las que se escabullen por la ventana para ir a una fiesta universitaria utilizando carnets falsos. Lo que estaba haciendo no estaba bien, pero ¿qué de malo había en saltarse las reglas por una noche? Tampoco es que fuera a importarle a alguien mi paradero, aunque era posible que a Lia le hubiese gustado que la avisase por si me ocurría algo.

Esperé unos minutos inquieta, caminando de un lado para el otro hasta que al fin conseguí ver el coche de Kilian apareciendo por la calle y deteniéndose en mi puerta. Con un cosquilleo, corrí a meterme en el interior y lo primero que hice fue dedicarle una sonrisa que apenas pude mostrar a causa de la bufanda que llevaba puesta. Una vez me la devolvió, un aleteo me azotó el vientre recordándome lo mucho que me gustaba que lo hiciera. Como también lo malditamente bien que le quedaban las sudaderas.

«¿Hay algo que no le quede bien a este chico?»

—¿A dónde vamos? —cuestioné después de unos minutos al darme cuenta de que no conducía dirección Brooklyn.

—Nueva Jersey.

—Eso veo, pero, ¿dónde? —No tenía buenos recuerdos de la última vez que pisé esa zona, pero también era cierto que las cosas habían cambiado bastante.

—Ya lo verás.

—¿Es otra fiesta de esas? —Necesitaba estar preparada de alguna forma para el lugar al que íbamos.

—No.

Me lo quedé mirando esperando a que me diera alguna pista, pero solo se limitó a ser increíblemente apuesto al volante. Las luces de la ciudad lo iluminaban y las sombras a veces le daban un aspecto más duro del que acostumbraba a mostrar. Me sorprendió cuando giró la cara buscando mis ojos y por supuesto que me desvié comenzando a sentir cómo se me subían los colores.

Decidí entonces coger mi teléfono para por lo menos poner algo de música que me distrajera y tras pinchar en una playlist, los altavoces comenzaron a resonar en el interior una canción de Gorillaz. Y así entre canciones y miradas instintivas, llegamos a una zona cercana al río Hudson, pero que no parecía celebrarse fiesta alguna.

Los alrededores eran naturales decorados con árboles y pasto entre otros vegetales. Entre un parque limpio y acogedor con mesas de picnic, había una zona donde se permitía dejar el coche. Las vistas me dejaron sin palabras. Estas daban al puente "George Washinton" y a los rascacielos de Manhattan que brillaban reflejándose en las aguas del río, generando un paisaje realmente bello que no había tenido el placer de ver antes.

Y que poco duró puesto que la posición en la que Kilian había aparcado el coche me impedía seguir presenciándolas.

No pensé que quisiera que saliéramos con el frío que había ahí fuera, por eso estuve a punto de preguntar cuando Kilian apagó el motor y salió del vehículo. Lo seguí con la vista desde el interior sin entender muy bien cuales eran sus intenciones y lo vi bastante decidido a abrir el maletero para trastear algo en él.

—¿Vienes? —Me sorprendió cuando hubo terminado lo que estuviera haciendo ahí atrás. Giré el cuerpo para verlo a través del maletero abierto, y allí estaba de pie esperándome con las manos metidas en los bolsillos de su sudadera negra.

Bajé del coche aferrándome al abrigo. El frío al lado del río era bastante mayor que en la ciudad o eso me pareció. Alcancé la zona trasera del coche y cuando me fijé en ella, no esperé ver aquello.

Había patatas de bolsa, de mis favoritas. Un par de latas de refresco de lima. Unos cojines que supe enseguida que los había visto por su casa y una manta.

—Pero ¿qué has hecho aquí? —cuestioné con la risa floja.

—El sofá. —Señaló con un gesto de cabeza el maletero abierto y después ladeó dirección al puente—. Y la televisión de esta noche.

—Vaya. Qué bien te lo montas. —No supe muy bien qué decir ante tal acto, jamás habría imaginado que se le ocurrirían planes como aquel. Y me gustó, mucho, además.

Le brindé una sonrisa ladina, demostrándole que la idea me había parecido de lo más ingeniosa, entonces extendió una mano hacia el interior, invitándome a subirme. Mis pies actuaron antes que mi consciencia, comenzando a subirme para acomodarme sobre los cojines y apoyar la espalda en la parte trasera de los asientos. Kilian no tardó en unirse a mí, sentándose a mi lado y preocupándose de que la manta nos tapara las piernas de ambos.

—Bueno, ¿te gusta?

—¿Bromeas? —cuestioné con una ceja levantada y una media sonrisa.

—Todavía puedo buscarte una fiesta si es lo que querías.

—No —reí. El ambiente se había convertido en algo cálido a pesar de que aún nos entraba la brisa fresca de la noche. Saqué las manos de la manta para dejarlas reposar sobre ésta y añadí: — Así está bien, me gusta mucho este plan.

—Todo por la cumpleañera. Al menos he ganado a tu amiga en cuanto a la celebración.

—Sin duda. —No dejé de toquetearme las manos inquieta mientras cavilaba en que todo eso lo había preparado para mí. Me gustó la sensación de tener a alguien que pensaba en mí, que me tenía presente, además de Cailin—. ¿He visto unas patatas de queso?

Me tendió la bolsa y me permití abrirla para dejarme embriagar por el gustoso aroma que solo se podía disfrutar recién abiertas. Me metí un par en la boca cuando me alcanzó una lata de refresco que acepté con gusto. De fondo se podían escuchar los sonoros sonidos de la ciudad, el movimiento de las aguas y si prestabas atención, los insectos y animales de la zona haciendo su vida. Bajo la manta, el calor estaba reuniéndose a causa del que nosotros mismos desprendíamos, aportándonos la calidez justa en contraste con la baja temperatura. Me encontraba en paz, y podría haberme pasado los días allí junto a él observando eternamente el puente que conectaba la zona con la isla y dejando el ajetreo a un lado.

—Me gusta esta tranquilidad —me atreví a pensar en voz alta. Kilian le dio un largo trago al refresco y después puso la vista sobre mí—. Gracias.

—No hay de qué. Por cierto, te traje algo.

Alargó el brazo hacia los asientos traseros y elevó un sobre grande hasta tendérmelo. Con ambas manos lo acepté muerta de curiosidad. ¿Era un regalo? Después del de Navidad seguro que estuvo pensando en la forma de devolvérmelo. Le sonreí en agradecimiento y comencé a abrirlo expectante. Atrapé y deslicé una hoja del interior hasta darme cuenta de lo que se trataba.

Ahogué un grito.

—No puede ser —dije con los ojos bien abiertos sobre lo que estaba sujetando— ¿Cómo...? ¿Cómo lo has sabido?

Era un dibujo, uno suyo. Si ya de por sí me habría sorprendido al ver que me había regalado uno de sus dibujos, más aún lo hice al comprobar qué me había dibujado.

—Leí tu reseña, y me quedó claro que "Kill Bill" era tu película favorita.

—¿¡Qué!? Ay Dios... Vale, qué vergüenza. Creo que escribí lo primero que se me vino a la mente sin tener en cuenta la armonía del texto.

—Pues creo que así expresaste tu opinión de la forma más pura. Me gustó lo de "es una puta pasada" tras describir una de las escenas.

Me ruboricé una vez más y apreté los labios.

Volví a admirar su dibujo. Estaba dibujado en blanco y negro, y comparándolo con el anterior que vi, me di cuenta de que su estilo de dibujo era muy característico. En el centro estaba La Novia, el personaje que interpreta Uma Thurman en la película. Ella tenía una aureola de hombres trajeados con katanas y debajo estaban Gogo entre cadenas y su katana, junto a O-Ren. Para rematar, ponía el título de la película con una tipografía increíble y concluía con lo que sabía que era sangre derramándose. Sobre todo, me gustaba cómo jugaba con los blancos para que resaltasen sobre lo dibujado en negro. Para mí, una obra maestra que sin duda me dejaría tatuar.

—¡Me encanta! En serio, pienso colgarlo en la pared —comenté entusiasmada sin dejar de admirarlo. Lo había imprimido en un papel de calidad, pensé incluso en enmarcarlo.

Luego caí en la K y la B delineada a modo de firma que había en la esquina abajo.

—¿Es tu firma? —Él asintió una vez—. ¿Qué es la B?

—Brown. Mi apellido.

«Kilian Brown.»

Realicé una mueca de aceptación. No había caído en que no conocía su apellido hasta ese momento y me resultó extraño escucharlo así. A fin de cuentas, era una persona como yo y se suponía que tenía familia en algún lugar de la que había heredado ese apellido. «¿Cómo será su familia?» Me cuestioné. Aunque yo más bien lo imaginaba como un niño huérfano que se crio en orfanatos sin cariño alguno.

Está bien, sí. Veía muchas películas.

Comencé a guardar ese majestuoso dibujo en el sobre de nuevo a buen recaudo y mientras él se encendió un cigarrillo procurando echar el aire fuera.

—Bueno, ¿qué opinas tú de "Kill Bill"?

Soltó el humo y me miró de reojo, estimulando una descarga eléctrica que me recorrió todo el cuerpo.

—No está mal.

—¿Y ya está? —Parpadeé varias veces.

—A ver —se lleva el cigarro a los labios, aspirando de la boquilla y sacando el humo que se pierde gradualmente en el entorno—, es Tarantino y nadie puede cuestionarse que sea buen director o no, porque lo es sin duda alguna. La historia bien, aunque sabes desde el principio que logrará cumplir con su objetivo. La acción es lo que más destaca y es original, aunque para mí un poco pesada. Aun así, disfruté de la película, pero no es la mejor que he visto.

Tenía mucho que decir, quería defender mi película favorita a toda costa. Pero tampoco la había criticado, solo estaba dándome su opinión y aunque sabía que probablemente tendría mucho más que decir, prefirió no ofenderme con ella. Era evidente.

—Vale. Está bien, lo entiendo. No podemos estar de acuerdo en todas las películas, a mí me va más la violencia por lo que veo.

—Sí, eres un poco sádica —bromeó con una sonrisa de medio lado.

Estiré los labios en una sonrisa y volví a centrarme en mis manos mientras él se fumaba el cigarro en silencio. Aún seguía sin creerme que hubiese tenido preparado toda esa escena solo porque era mi cumpleaños, mucho menos que me hubiese hecho un dibujo de mi película favorita.

Todo eso se sentía distinto. Era algo cálido, que me sacaba una sonrisa involuntaria. Como un lugar seguro donde podía estar tranquila, a pesar de que todo en él gritaba peligro, que su mundo no era para nada bueno para mí. Y me daba la sensación de que solo sacaba esa parte sensible para mí, o puede que me lo estuviera imaginando.

Aun así, me gustaba imaginar que era alguien especial para él, que no había preparado un salón en el maletero de su coche a nadie más. Lo había visto con otras chicas y lo más probable era que siguiera quedando con ellas, pero no quise pensar en ello. Esa noche estaba conmigo.

Esa noche quería permitirme ser egoísta y pedirle que solo me mirase a mí.

—Bueno, has cumplido los dieciocho. Ya eres mayor de edad, puedes hacerte un tatuaje o un piercing. Solicitar una tarjeta de crédito, irte de tu casa, votar, apostar... ¿Qué es lo primero que vas a hacer? —interrumpió mis pensamientos e hizo la pregunta mientras apagaba el cigarrillo y echaba la colilla en el interior de la lata vacía de refresco.

«¿Que qué es lo primero que voy a hacer?»

Sinceramente, tampoco es que tuviera pensado hacer algo. Para mí no era más que un año que me añadía, salvo que como bien dijo, podía hacer cosas que antes no. Ya no era una menor, se me catalogaba como mayor de edad y eso me daba algunos privilegios, si bien no todos los que quisiera.

Aunque en realidad... sí que había algo que pensé hacer cuando fuese mayor de edad, incluso lo consulté en una ocasión. No es que fuese un requerimiento, pero me hacía sentir mejor que siendo menor.

Miré a Kilian tras recapacitarlo por un momento. Él ya tenía esos ojos del color de las profundidades del océano sobre los míos esperando mi respuesta. Y quería decirlo, pero no sabía cómo.

Ni si quiera tenía claro que estuviese bien.

—Yo... —Tragué saliva, estaba nerviosa y el corazón comenzó a latirme con rapidez, más de lo que acostumbraba. No podía creer que estuviese intentando pronunciar algo así y todo cuanto pude decir, salió en un casi susurro—: Yo quiero besarte.

Finalmente había sido capaz de soltarlo. No dejé de mirarlo, no quería perderme su reacción. Dejó esa leve sonrisa con la que formuló una pregunta simple y comenzó a transformar la expresión a una seria a la par que asombrada. El silencio se nos echó encima de nuevo, pero era muy pesado y solo podía oír a mi corazón que continuaba bombeando sin freno.

Bum bum.

¿En qué momento había decidido que mi primer beso tenía que ser de Kilian? En ese mismo instante. Lo tenía muy claro y no me importaron el resto de personas del planeta.

Bum bum.

Estaba guapísimo, me gustaban sus tatuajes, sus piercings, su forma de vestir, su olor, ese pelo ondulado y alborotado, sus ojos, su boca, su sonrisa, su voz, su forma de ser... Era perfecto.

Nos habíamos conectado mediante la mirada y resultaba insólito, porque me era imposible desviarla.

Bum bum.

Y al ver que mi confesión se había quedado en el aire sin respuesta, decidí volver a pronunciarme aún más nerviosa si cabía. Si iba a responder en negativo, no sabría dónde meterme y era posible que jamás pudiera mirarle a la cara.

—Tú... ¿Tú quieres?

—Sabes que sí —respondió de inmediato pisando mi cuestión anterior.

Bum bum.

Solo con esa respuesta sentí un hormigueo especial en mi estómago y un palpito en mi zona íntima. Me costaba respirar con normalidad, mis sentimientos se estaban saturando, golpeándose los unos a los otros. Y volví a tragar saliva mientras bajaba la vista por un segundo.

Bum bum. Bum bum.

Asentí recordando sus palabras al comprobar que estaba esperando. Era yo quien debía dar el paso, me dejaba toda la libertad de hacer lo que quisiera y sabía que tenía a la ley conmigo. No había nada de malo en eso, podía estar tranquila.

¿Qué si era lo correcto? Pues no lo sabía con certeza, lo único que tenía en mente, era besar esos labios y saciar mis deseos de una vez por todas. Cumplir con mis fantasías. Quería que fuese él y nadie más, cada vez estaba más convencida de ello.

Lo pensé durante un instante, en cómo sería la mejor forma. Comencé a moverme deshaciéndome de la manta sin saber muy bien qué hacía. Me acerqué a él, que seguía con atención cada paso que daba y terminé por levantar una pierna por encima de las suyas. Conseguí como pude colocarme a horcajadas sobre su cuerpo y me atreví a poner mis manos sobre su pecho. Estas se deslizaron con paciencia sobre su ropa hasta que alcanzaron la zona de la nuca, esa que tantas veces me había imaginado acariciando. Me pegué a él de tal forma que mi pecho rozaba el suyo cuando se hinchaban a causa de la agitada respiración.

No era la primera vez que sentía su cuerpo en contacto con el mío, pero en aquel momento sí me lo pareció. Estaba firme y me gustó de sobremanera aventurarlo con mis manos. Mis pulgares acariciaban los dibujos de su cuello mientras los admiraba. Sus ojos me observaban sin perder detalle alguno. Ambos desprendíamos calor, tanto que no me parecía que fuera estuviéramos a casi bajo cero.

No era un sueño, estaba allí y estaba sucediendo de verdad.

Me estremecí al notar su tórrida respiración paseándose sobre la piel de mi rostro. Ya estábamos cerca, pero podíamos estarlo más. Los tatuajes de su cuello bailaron cuando tragó saliva y casi estaba segura de que también estaba nervioso, pero estaba más que preparado para recibirme.

—Kilian... Tengo un problema. —Me relamí los labios y mordí el inferior antes de continuar hablando—: No sé cómo se hace.

—Yo tampoco lo sé —contestó con una voz ronca y varonil.

—¿Qué? —balbuceé desconcertada.

—No sé cómo es besarte —aclaró con tranquilidad, alternando la vista entre mis ojos y mis labios—. Estamos en las mismas.

Consiguió que sacase una pequeña sonrisa y relajara, aunque fuese un poco, mi cuerpo.

—Solo hazlo como tú consideres que se hace —murmuró después.

No muy segura, bajé la vista a sus labios y ahí estaban, tan a mi alcance. Había visto muchos besos de formas distintas, tanto en películas como en la vida misma y frente a mis ojos. Aun así, no tenía claro cómo debía proceder. Nadie te explica cómo se debe besar a alguien, y la gente simplemente se lanza sin preocupaciones. Así que pensé que no debía de ser algo complicado.

Intenté recuperar el control de mi respiración y relajé medianamente el cuerpo. Fui acercándome con sutileza centrándome en sus labios y después doblé levemente la cabeza. Él esperaba y yo me debatía aun en si lanzarme o ir despacio. Pensé que la mejor era ésta última.

Poco a poco, mis labios buscaron los suyos hasta que el roce se hizo presente. Cerré los ojos y los acaricié mientras su olor llegaba a mis fosas nasales, deleitándome por completo. Finalmente, estiré mis labios y se tocaron hasta el final. Era suaves y húmedos. Me buscaron también y no fue nada más que un virtuoso beso superficial que me hizo sentir extraña y llena a la vez. Jamás me había sentido así antes; el calor me subió como una mecha preparada para arder hasta explotar de forma violenta mientras nos estrechábamos más en un espacio inexistente.

Fue estupendo, bonito y mágico, hasta que un pensamiento me removió, torturándome con la idea de que estaba haciendo algo mal. No era más que un casto beso de esos que los niños se dan con inocencia y quizás no era eso lo que él buscaba de mí.

Me separé del él y cerré los ojos con fuerza avergonzándome por ello.

—Lo siento, no lo he hecho bien.

—No —dijo de pronto dejándome atónita—. Lo has hecho estupendamente.

Sus manos, que hasta ese instante estaban caídas a sus lados, subieron a la parte trasera de mis pantorrillas y me acercaron aún más a su cuerpo. Se incorporó poniendo la espalda recta y unió nuestros labios de nuevo, pillándome por sorpresa con ellos entre abiertos. Pellizcó el inferior con los suyos y comprendí al momento el juego.

Mis brazos se apretaron más alrededor de su cuello, queriéndolo todo de él. Comencé a entender cómo eran sus labios y los estudié al milímetro. Sus movimientos eran lentos pero hambrientos y yo le daba justo lo que querían.

Kilian inclinó la cabeza y consiguió que el beso fuese más profundo, más ansioso, más apasionado, más y más. Nuestros labios estaban húmedos en cuestión de segundos y enseguida comprendí cómo era comerse a besos, porque a eso me recordaban nuestros movimientos. Él me mordía con suavidad y yo hacía lo mismo de forma torpe, fruto de la inexperiencia. De igual forma, no me hizo sentir como una novata de besos, fue paciente y me enseñó de la mejor manera posible.

Mientras mis manos estaban ocupadas acariciando el pelo rasurado de su nuca, y las suyas realizando movimientos cercanos a mis glúteos, lo único que se escuchaba en aquel parque de Nueva Jersey era el choque de nuestros labios, alimentándose.

Definitivamente no había nada que no me gustara de él, porque besarle fue lo mejor que me había pasado en mucho tiempo.

—Mierda... —musitó junto a un gruñido, pero se preocupó por no frenar el beso.

—¿Qué pasa? —cuestioné con algo de temor, separándome un poco para poder entender qué le había pasado. «¿He hecho algo mal?»

—¿Puedo...? En realidad, quizás sea pronto.

—¿Qué quieres decir? Dilo —insistí con la ambición de conocer mi error y poder solventarlo.

—¿Puedo meterte la lengua? —Me miró ansioso por conocer la respuesta y preocupado por si me molestaba. Lo supe porque enseguida añadió—: Si no quieres, no importa, está bien así.

Casi me hizo gracia lo apurado que se le veía y eso solo me dio más ganas de besarlo, por todas partes. Y lo hice, le di un pico en sus inquietos labios y sonreí.

—Puedes. Y disculpa si yo no lo hago bien...

Me interrumpió. No dejó que siguiera hablando. Sabía a qué me refería, porque por mucho que intentara no compararme, sí lo hacía. Los besos que le vi darse con esas chicas eran mucho más intensos y seguramente le satisfacían más que el que yo le estaba dando.

Sin embargo, el beso que me dio después disipó todo tipo de pensamientos, de hecho, me dejó la mente en blanco. Consiguió que abriera la boca y su lengua se coló en ella buscando la mía. Se me cortó la respiración por un segundo, no esperaba que fuera a ser así. El beso con lengua era algo extraño, pero placentero al mismo tiempo y entendía que fuese adictivo.

No supe bien cuánto tiempo estuvimos allí, pegados el uno al otro sin dejar los labios y las lenguas quietas. Lo único que tengo claro es que fue el mejor recuerdo de mi cumpleaños en toda mi vida.

Nos separamos por tercera vez para poder respirar y recargar fuerzas. Kilian ya se había acomodado y yo hice lo mismo sobre su cuerpo en un momento dado.

—Deberíamos irnos —susurré contra sus labios muy a mi pesar, él los apretó y asintió.

Me separé un poco sin dejar de mirarlo a los ojos, justo como él estaba haciendo. Entonces sentí su mano apartar un mechón de mi pelo y aprovechó para acariciar mi piel con la yema de sus dedos, observándome como si fuese de cristal.

Y murmuró:

—Espero que tu primer beso haya sido como imaginabas.











QUE NO ME CREO QUE ESTO YA ESTÉ PUBLICADO AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

Esto SÍ es real. Ni sueños ni nada.

Es oficial: Kilian y Effie se han besadoooo👏👏👏👏👏👏👏👏

De verdad que ganas tenía de que poder llegar a esta parte. Si es que lleva escrita MESES jajajajajajajaj

Decidme, ¿os ha gustado?😳😳

Que yo sé que había ganas, como para no heheheheh

Bueno, pues aquí acaba la historia, espero que os haya gustado...

QUE NOOOOO

Madre mía, si esto comienza aquí 😌😏

Ahora que todo ha cambiado de alguna forma, ¿qué teorías tenéis sobre qué va a ocurrir a partir de ahora?

En otro orden de cosas...

Debo decir, así como dato extra, que me quedé alucinada cuando salió la canción "Oral" de Bjork y Rosalia, porque LITERAL, que son estos dos. Estaba escrita para ellos. Lo digo por si queréis ponérosla.

Espero de verdad que os vaya gustando todo y muchísimas gracias por estar aquí, por ser pacientes con las publicaciones, por votar y comentar. Gracias, joo💜💜

Veremos que sucede en el próximo🧐

Cuídense y beban aguita💕✨️

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