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UNUL


La fría noche había caído hace tiempo sobre la ciudad de Cetatea Alba, la lluvia había cesado un poco su intensidad, pero no dejaba de caer. Nada más que la naturaleza perturbaba el silencio terrorífico de esa noche oscura, sólo de vez en cuando un refucilo iluminaba.

Una sombra a toda velocidad cruzó la calle principal para luego doblar en una callejuela hacia la derecha, tomando rumbo hacia el puerto del río Nistru. Nadie la hubiera notado sino hubiera sido que sus perseguidores le estaban pisando los talones.

Se detuvieron sólo unos segundos para ubicar a su objetivo y planear la estrategia para acorralarlo. Ambos iban vestidos de negro y con grandes gabardinas, la única diferencia era que el mayor tenía un sombrero por donde rebotaba el agua de la lluvia y el más joven, en cambio, tenía una capucha que cubría su cabeza.

-Se dirige al puerto- comenzó el más viejo. Su voz sonaba agitada debido al esfuerzo de estar persiguiéndolo hace ya varios minutos- Seguramente planea escapar... debemos impedirlo- intentaba tomar el mayor aire posible para seguir con la persecución. Debían darse prisa o se escaparía.

La persistente lluvia comenzaba a formar una gran cantidad de charcos de agua sobre el piso adoquinado. No sólo haciéndolo resbaloso, sino también te permitía saber si alguien te perseguía. Y fue justamente el ruido de una pisada sobre un charco a lo lejos, lo que los alertó, pero fue justo en ese instante que la oscura ciudad se iluminó por la caída de un rayo, lo que les permitió ver la segunda sombra. Fueron sólo segundos, pero ya la tenían ubicada, ésta se dirigía hacia el lado contrario de la primera. Debían separarse para cazarlas.

-Tú ve tras ese, yo me encargo del otro- soltó rápidamente el más joven. El mayor le dedicó una mirada penetrante.

-Está bien, pero cuídate- soltó un poco preocupado, pero no dejo que se notase, después de todo ese era su trabajo.

-Lo haré, padre- y sonrió para desaparecer rápidamente por las calles oscuras tras la primera sombra.

El mayor soltó un suspiro y sacó rápidamente su espada, para luego seguir a la segunda sombra.

Corrió varias cuadras, pero no había rastros de él. Había perdido demasiado tiempo hablando con su padre, sólo esperaba que no haya logrado escapar. Estaba con la espalda contra la pared, su presencia no se notaba debido a la oscuridad de la noche mientras intentaba recuperar el aire y encontrar a su presa. Lo vio, venía del lado este y se dirigía directamente al puerto. Sonrió, era astuto, seguramente había tomado otro camino para despistar y por eso recién llegaba. Lástima, no se le iba a escapar.

Tomó su arco, sabía manejar las espadas pero esas eran más del estilo de su padre. Colocó la flecha en su lugar y tiró de la cuerda apuntando a su objetivo, se había asegurado de remojarla muy bien en agua bendita antes. Soltó la cuerda que sus dedos sostenían, la flecha viajó a una velocidad sorprendente hasta que se incrustó en su brazo izquierdo.

El sujeto gritó de dolor junto con un par de maldiciones, no sólo por ser sorprendido sino porque seguramente ahora el agua bendita estaba quemando la parte afectada. Pudo haberle disparado directo al corazón, pero no era lo que quería.

La víctima se recostó contra la pared y fue bajando hasta quedar sentado, mientras se sostenía la herida e intentaba sacar la flecha, pero volvió a soltar maldiciones y hacer una mueca de dolor. No sólo la punta estaba impregnada en agua bendita, también el resto.

Salió de las sombras y con cautela fue caminando hacia el cuerpo caído, que enseguida notó su presencia. Sus ojos destilaban rabia y sonrió con arrogancia.

-Demasiado lento, strigoi...- dijo con petulancia y frenando a tres pasos del hombre, pero sosteniendo con su brazo derecho su arco.

-¡Maldición Ruxandra! ¡Esto duele como el demonio!- la nombrada comenzó a reír y luego bajó la capucha que la cubría, dejando que la fina lluvia moje su cabello castaño y corto, igual que lo llevaría un hombre.

-Tú eres el demonio- dijo con una sonrisa, pero ya no riendo de forma escandalosa. Se agachó hasta su altura y clavó sus ojos oscuros como la misma noche en los verdes de él.

-¡Sácame esto ya! No estoy para tus juegos- dijo un poco impaciente y molesto porque la chica no le hacía nada de caso.

-Ya, ya. Cálmate-dirigió su mano a la flecha y apenas sintió un pequeño escozor- A la cuenta de tres- él otro asintió- Uno...- y tiró de la flecha con todas sus fuerzas.

-¡Diablos! Dijiste a la cuenta de tres... No sé porque no me extraña, al final así eres tú- la otra soltó una pequeña risa mientras guardaba la flecha ensangrentada junto a las demás.

-Ya deja de maldecirte a ti mismo. ¿Te ayudo?- preguntó con burla mientras se ponía de pie y le extendía la mano. El otro la miró mal y se paró solo, apoyándose en la pared para impulsarse.

-¿Era necesario herirme?- ella lo miró inocente.

-Quería probar si seguía teniendo buena puntería- el otro bufó y rodó los ojos al escucharla. Pero era tiempo de ponerse serios- Debes irte, ya te han descubierto.

-Lo sé- dejó todo enojo atrás y la miró preocupado- ¿Nadie te ha seguido? No quiero que te expongas y...

-Nicusor, soy una cazadora experta. Tranquilízate, nadie me ha seguido- él se permitió sonreír.

-Lo sé. Eres la mejor- la tomó de las mejillas con sus frías manos y sin esperar nada la besó. Fue corto y apenas un roce de labios, pero sirvió para apaciguar la preocupación y el miedo. La miró con ternura, algo extraño en un ser como él, pero sólo ella lograba sacar esa parte. Sus manos seguían acariciando su rostro hasta dirigirse a su corto cabello, ahora todo mojado- Me encantaría verte con el cabello largo.

-Sabes que eso no puede ser, yo no puedo ser una mujer de clase, ir a reuniones, conocer a caballeros y usar vestidos. No fui educada y tampoco nací para eso- el otro la miró entendiendo la situación.

-Sólo dije que me gustaría. Aunque tampoco fuiste entrenada para estar conmigo- soltó con chulería. Ella golpeó su brazo herido y él hizo una mueca de dolor bastante exagerada.

-Debes irte. Te han descubierto- dijo otra vez seria, no le gustaba nada la situación a la que se estaban enfrentando.

-¿Cómo se enteraron?- dijo intrigado y también con un poco de rabia. Ella suspiró.

-Tu padre-él cerró los ojos cansado. Debió imaginarse algo así- Los franceses lo enjuiciaron por sus robos y crímenes, y cuando lo iban a matar descubrieron su naturaleza.

-Y ahora vienen por mí porque soy su hijo- ella sólo asintió- ¡Ese viejo estúpido! Sólo sabe arruinarnos la vida. Al menos ahora ya no nos molestará más- dijo con ironía.

-¿No te duele ni un poco su muerte?

-No. Hace siglos que no lo veo y nunca fue un buen padre- ella asintió sin ninguna expresión en su rostro. No le importaba ese hombre, era mejor que haya muerto, un vampiro menos. Había sido entrenada para no tener sentimientos ni apatía por ningún ser de la noche, y ella no los tenía. Salvo por el que tenía parado frente a ella. Él era su excepción.

Ambos se quedaron perdidos en sus propios pensamientos o tal vez, pensando en una posible solución al problema en el que se encontraban.

-¿Han descubierto a Vlad?- rompió el silencio en el que se habían sumergido. Ella volvió a centrarse en él.

-No. Sólo a ti y a Razvan- él asintió. El otro vampiro no le terminaba de caer muy bien, pero no le deseaba a ninguno de los de su raza ser descubierto.

-Pero no creo que tarden mucho en descubrirlo- él la miró interrogante- Yo no abriré la boca sobre su identidad, pero tampoco me negaré a cazarlo si me dan la orden- dijo seria y un poco ofendida por la desconfianza del otro. Al ver que Nicusor se mantenía en silencio, se calmó un poco y continuó- Mi padre ha ido tras Razvan, no creo que el niño sobreviva.

Razvan no era ningún niño, ya tenía un poco más de un siglo, pero a comparación de muchos vampiros y frente al mismo Nicusor que ya llevaban a cuestas varios siglos, Razvan seguía siendo un niño.

-Y a ti te ha tocado cazarme y matarme a mí, esa fue la orden ¿no?- dijo ya más relajado y en broma. Lo sentía por Razvan, pero ya le había advertido varias veces que tenga cuidado. Pero el chico seguía chupando sangre de cualquier humano cuando tenía sed, y eran cuerpos que se iban acumulando. Los cazadores sólo tenían que seguir las pistas para dar con él, era cuestión de tiempo y ese tiempo había llegado hoy.

Él también mataba humanos, pero eran personas que nadie iba a extrañar o notar su ausencia, como asesinos, ladrones, vagabundos, entre otros. No era porque le dieran pena las personas inocentes, claro que no, sino porque como a nadie le importaban esas personas, nadie lo buscaría. Solo era una estrategia para pasar desapercibido.

-Nunca podría matarte- dijo muy seria. Él sonrió de una forma dulce, como si estuviera hablando con un niño y estaba a punto de decirle algo obvio.

-Nunca digas nunca. No sabes lo que depara el futuro- ella iba a volver a protestar, pero él la calló con otro beso- No quiero pelear.

-Entonces no me lleves la contra- él soltó una carcajada y ella se relajó- ¿A dónde irás?- no quería separarse, pero no quedaba otra. Si seguía en la ciudad lo matarían.

-Mis hermanos me contactaron hace unos días, están teniendo problemas y necesitan mi ayuda- soltó un suspiro, sabiendo que saldría de un problema para meterse en otro- Así que me iré a América.

-Entonces vete, ya hemos perdido demasiado tiempo- dijo un poco dura.

-¿Qué harás tú? ¿Qué dirás?- estaba preocupado. No quería irse y dejar a la chica expuesta y con los problemas en la puerta. Ella sonrió con chulería, como si fuera una tontería la posibilidad de que la descubrieran.

-¿Preocupado?- él la miró serio- Tengo todo controlado, para cuando amanezca, tú ya estarás muerto.

-Eres la persona más extraña, insoportable, odiosa e increíble que he conocido durante este último tiempo- dijo muy tranquilo y seguro, mientras volvía a acariciar su rostro.

-Tú también me gustas- dijo irónica y él sonrió para volver a besarla. Pero esta vez mucho más pasional, de esos besos que te dejan sin aire. De la misma forma que se besaban durante sus noches de pasión, cuando se unían de la forma más íntima y sincera que se conocía. A veces sólo era sexo, cuando ambos necesitaban desahogar sus frustraciones y buscar un poco de liberación, cuando ella volvía de un día de caza o cuando pasaban mucho tiempo sin verse. Y otras veces, todo era lento y dulce, donde cada uno se tomaba el tiempo de recorrer el cuerpo del otro con caricias y besos, sólo para memorizarlo aunque ya se conocían de memoria.

-Vete- dijo ella apenas se separaron. Sonaba brusca pero ella no demostraba sus sentimientos, así había sido criada.

-Cuando todo esté solucionado allá, podrás ir. Empezaremos de cero, alejados de todo- ella sonrió. Aquí y siendo quienes eran, su relación era imposible- À plus, mi bella dhampir- dijo con dulzura. Ella sonrió sincera, sin un rastro de burla.

-¿Y eso que significa? No sé si recuerdas, pero yo aún no sé francés- él volvió a besarla con alegría, sólo fue un beso casto.

-Sería algo así como un "nos vemos pronto".

-Au revoir- le contestó ella. No sabía francés como Nicusor, ella era rumana a diferencia de él, pero a lo largo de esos tres años sabía una que otra palabra que él le había enseñado, y otras que le había escuchado decir cuando le pedía que le hablase en francés. Intentó imitar el acento pero había fracasado.

-No repitas eso nunca más- parecía molesto y ella no lo entendía, ¿acaso se había equivocado en la pronunciación? Él notó su desconcierto y suavizó su tono- "Au revoir" significa adiós. No debes decir adiós, porque significa que te irás lejos y si te vas lejos, significa que me olvidarás- dijo triste- Es mejor decir À plus, una promesa de que nos volveremos a encontrar- esta vez fue ella quien lo besó.

-À plus- dijo intentando ocultar los sentimientos de vacío y miedo que la invadían.

Su tiempo se había terminado, era hora de despedirse y esperar el próximo encuentro. Tras un último beso y sin decir palabra porque no era necesario, ambos tomaron su camino sin mirar atrás.


+++


Llegó a su casa a la hora del amanecer, al entrar encontró a su padre quien ya estaba guardando sus armas. Éste la miró severo como siempre.

-Tardaste demasiado- podía sentir el tono de reproche.

-El muy maldito se había escondido bien, me llevó tiempo encontrarlo pero ya me encargué de él- dijo con arrogancia.

-¿Lo mataste?

-¿Dudas de mí?- el negó sonriendo, ya más calmado. Ahora sí parecía contento- Sí, pero tuve que quemarlo, ya estaba amaneciendo y no me dio tiempo de enterrarlo. Corría el riesgo que alguien me viera- era mentira, pero sus compañeros cazadores serían capaces de ir al lugar y desenterrarlo. Y descubrirían que no había cuerpo. En cambio, una incineración no dejaba rastros- Quería escapar en el barco que salía esta mañana.

-Desgraciado- escucharon los cañonazos del barco a lo lejos, signo de que acababa de zarpar. Su padre soltó una carcajada- Ya no podrá hacerlo- dijo con burla y se marchó a dormir. Toda la noche persiguiendo vampiros era cansador.

Ella sonrió y fue hacia la ventana y miró tras ella. Ésta justo daba hacia el río Nistru.

-Bon voyage, mi strigoi.


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La imagen pertenece a la verdadera ciudad de Cetatea Alba.

"UNUL" es uno en rumano.

"Bon voyage, mi strigoi" está en francés y rumano, y traducido al español sería: "Buen viaje, mi vampiro".


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