TREI
-Estoy orgulloso de ti- su padre señaló la flecha que aún estaba ensangrentada y la cadena que portaba el símbolo de la familia Montmorency-Laval, que todavía descansaban en el centro de la mesa.
Ruxandra sintió como la embargaba la culpa. Después de ese momento revelador y sincero con su padre, el primero que tenían, se sentía una traidora. Estaba engañando a su padre, el mismo que le había abierto su corazón sobre una parte de su pasado. Sobre el momento más doloroso, ¿y qué hacía ella? Le mentía.
Nicusor no estaba muerto, lo había herido para tener la flecha como prueba y también le había robado la cadena familiar por el mismo motivo. Era la mejor cuartada, aunque ahora ya no le parecía tan buena idea. No quería engañar a su padre, pero las cartas ya estaban echadas, debía seguir el curso del destino.
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-¿Dónde estabas?- la voz de Nicusor lo sacó de sus pensamientos. Su hermano estaba parado frente a él, con los brazos cruzados y una mirada que no permitía mentiras.
-Salí a caminar- la respuesta de Bastián fue simple y rápida. Encogió los hombres para restarle importancia y siguió caminando hacia la casa.
Nicusor frunció el ceño y sujeto el brazo de su hermano cuando éste pasó a su lado. Su mirada era severa, su hermano estaba mintiendo y aunque era lo único que quedaba de su familia, no confiaba totalmente en ellos. Llevaban siglos sin verse, hace trescientos años atrás los tres habían dejado Francia y tomado rumbos diferentes. Querían alejarse de su padre, él había estado en Italia, Portugal, Alemania hasta que había llegado a Maldovia. Decidió quedarse a vivir ahí y al poco tiempo conoció a Ruxandra.
En cambio, sus hermanos habían tomado un rumbo diferente y no le dijeron donde, él tampoco había preguntado, no le importaba. Lo que no entendía es cómo lograban llevarse bien y estar juntos por tanto tiempo, aunque estaba seguro que era por la personalidad de Bastián. El chico tenía una paciencia infinita y una actitud relajada, como si nada le importaba.
-No me mientas- dijo severo- No voy arriesgar mi vida por ustedes sino estoy al tanto de todo lo que sucede- Bastián lo miraba curioso, como si la amenaza no le importara o no la entendiera del todo.
-Bastián siempre sale a caminar. Este lugar no es muy divertido que digamos- Mireia defendió a su hermano, mientras salía de la casa y se dirigía a ellos.
Nicusor miró una vez más a su hermano menor y luego, lo soltó lentamente. El chico seguía con la misma mirada curiosa de antes.
-No toleraré mentiras o engaños. No quiero que se les olvide que son ustedes los que me llamaron y son ustedes los que me necesitan- soltó duro y arrogante.
Mireia no se dejó intimidar, era la hija mayor y su padre la había elegido como futura líder, aún por sobre su hijo varón.
-Es verdad, pero nadie te obligó. ¿Por qué viniste realmente?- le devolvió la pregunta cómo quien tiene un as bajo la manga. Nicusor se relajó y esbozó una pequeña sonrisa.
-Ahora entiendo porque padre te eligió como la futura líder. No se te escapa nada- ella sonrió arrogante, mientras Bastián parecía no entender de que hablaban. Pero sólo parecía, el chico no era ningún tonto, solo no intervenía porque no ganaba nada haciéndolo- Creo que será una charla interesante, mejor pongamos cómodos y preparen café- ambos lo miraron como si estuviera loco.
La copa con sangre descansaba sobre sus dedos largos y finos. Sus hermanos no tomaban café y se negaron a buscarle sólo para él, tal vez se había acostumbrado demasiado a las costumbres de Rumania. Lo que le ofrecieron fue sangre, aparentemente de la última ofrenda humana que los nativos les habían dado. Obviamente no la iba a rechazar, la prefería antes que al café, sólo había sido una sugerencia.
-¿Y?- y su hermana no destacaba por su paciencia. Aún no entendía como sus hermanos siendo tan diferentes podían convivir.
-Me descubrieron- ambos hermanos lo miraron sorprendidos- Mataron a padre y descubrieron que era un vampiro, y al tener su mismo apellido y ser su hijo, los cazadores franceses dieron aviso a los rumanos. Y no me quedó otra más que huir- resumió todo con sencillas palabras.
-Vaya, pensé que tu mujerzuela se había cansado de ti y decidió matarte- dijo burlona. Bastián cerró los ojos, su hermana no tuviera que haber abierto la boca. Ahora se desataría una guerra.
Nicusor la miró con un odio profundo, si las miradas matasen, ella ya estaría tres metros bajo tierra.
-No vuelvas a hablar sobre ella. No la conoces. Ella jamás haría algo así- dijo con una voz que denotaba peligro. Ella rio como si todo fuera un juego.
-Está bien, está bien. No saques tus colmillos- una sonrisa surcaba sus labios- No volveré a hablar mal de la dhampir- pero estaba claro que todo era una mentira. Nadie controlaba a Mireia, ella solo fingía y manipulaba.
Nicusor se había percatado en ese momento de por qué seguían juntos sus hermanos. Los dos se complementaban a la perfección, Mireia era la líder, voz de mando y tenía una gran inteligencia y poder de manipulación y engaño. Mientras que Bastián era la fuente, él le brindaba toda la información para que ella tenga todas las cartas sobre la mesa antes de empezar el juego. No podría creer que ellos supieran lo de él con Ruxandra, nadie lo sabía. Lo ocultaron por tres años, ningún cazador los había descubierto, pero Bastián estando al otro lado del mundo, sí lo había hecho.
Debía cuidarse de ese par. Estaba seguro que su hermano ocultaba algo.
-Bien. Regresemos a lo importante. ¿Cuál es el plan?- Bastián no soportaba la tensión del ambiente, era mejor desviar la conversación hacia otros rumbos.
-Lo primero es lograr la alianza con los Trelke Wekufe, y ya tengo una idea de cómo hacerlo.
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Bastián tenía razón, era imposible engañar a los Trelke Wekufe. Pero Nicusor no los iba a engañar, sólo contar una situación que podía suceder en un futuro muy cercano. Él no mentía, pero tampoco estaba seguro que sucediera.
-Tenemos información de que planean atacarnos. Nosotros tres no podemos con ellos, son demasiados, por eso le estamos pidiendo que nos ayuden- terminó de decir Nicusor.
Mireia no había ido al territorio del otro grupo, ella era buena para engañar, manipular y extorsionar. Pero eso no funcionaría con los Trelke Wekufe, a éstos había que hablarles con la verdad y convencerlos, y para esto ella no servía. Tenía un temperamento muy fuerte y explotaría a la primera.
-Pero eso no nos da la certeza que nos atacarán a nosotros-soltó el líder. Nicusor y Bastián lo miraron, el hombre no era nada tonto.
Los Trelke Wekufe eran una familia conformada por cinco integrantes, el líder y padre Nehuen; su hijo mayor que fungía como consejero, Aukan; su primera hija, Amaru quien aún seguía callada y no había intervenido ni hecho gesto alguno en ningún momento, pero parecía que analizaba todo. Ambos hermanos mayores tenían la apariencia de jóvenes de veintitantos años. Por último estaban los gemelos, la chica de nombre Suyan y Tahiel, su hermano. Los dos aún parecían unos adolescentes, pero sus miradas, posturas y expresiones denotaban lo curiosos e inquietos que eran.
Los cuatro eran casi iguales, cabellos rubios y lacios, y unos ojos tan azules como el lago donde vivían. Era obvio que a su padre no habían salido, el hombre era morocho y de ojos marrones.
-Es verdad, no puedo asegurar que los ataquen, pero sólo piénsenlo. Un grupo tan numeroso acaba de llegar, habiendo tanto lugar libre prefieren el nuestro y eso denota la ambición que tienen. Cuando nos venzan, ¿creen qué solo se conformarán con eso? Ellos seguirán siendo más que ustedes, y no puedo negar la belleza de su territorio. Un hermoso claro donde los árboles sólo son arbustos y las hierbas no tienen gran altura, y no nos olvidemos del lago, el único en muchos kilómetros- Nicusor también sabía manejar la información que Bastián brindaba.
-Somos muy buenos peleando, es difícil vencernos- soltó arrogante Tahiel.
Aukan se inclinó hacia su padre y le susurró algo al oído, el hombre asintió y los miró.
-Está bien, pueden contar con nosotros. ¿Cuál es el plan?- inquirió el líder. Nicusor sonrió.
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La joven vampiro corría desesperada, los altos pastos dificultaban un poco su huida, pero no podía parar sino sería su fin.
Miró hacia atrás, pero no veía a su perseguidor. Suspiró un poco aliviada, pero fue cantar victoria antes de tiempo porque frente suyo estaba el sujeto. Frenó de golpe y cayó hacia atrás. El hombre sonrió cínicamente mientras sacaba una daga.
-Por favor... por favor, no me hagas nada- suplicó mientras se arrastraba lejos del hombre y evaluaba todas sus posibilidades de escape.
-Lo siento mucho, pero me sirves mucho más estando muerta- dijo sin dejar de sonreír. Ella tembló de terror.
-Te lo suplico...- el miedo la invadía y se puso de pie a una gran velocidad y estuvo a punto de escapar, pero el hombre fue mucho más rápido.
-Disfrutaré asesinarte- y gritó de pánico y dolor al sentir la navaja desgarrar su cuello. Cuando cayó al suelo no era más que un cuerpo frío y sin vida.
Nicusor tiró la navaja un poco más lejos y miró el cadáver una vez más. No era nada contra la chica, pero era la más débil y fácil de cazar. Se dio la vuelta y se fue corriendo, el resto de la manada de la joven no tardaría en llegar al escuchar el grito. Y él no tenía intenciones de que lo descubran.
La primera y segunda fase del plan ya estaban completas. Ahora sólo quedaba atacar y que se desate la guerra.
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