
•2•
TaeIl se despertó a las 9 de la mañana del día siguiente. 3 de octubre de 2502.
Su celular estaba sonando, recibiendo un montón de mensajes y llamadas.
Se frotó los ojos y con pesadez se acercó al aparato.
Estuvo a punto de tomarlo cuando un pequeño ronquido hizo que diera un respingo y contuviera la respiración.
Se volteó lentamente y su corazón se detuvo por unos momentos al ver, tendido en la alfombra del laboratorio, a un joven semidesnudo.
Su cabello era naranja con reflejos amarillos, su piel estaba tostada por el sol, su rostro tenía pequeñas pecas casi imperceptibles y su cuerpo tenía varios lunares repartidos estratégicamente que formaban — La osa menor — susurró anonadado.
El pequeño chico empezó a removerse mientras se tocaba el rostro con sus pequeñas manos. Hacia pequeños soniditos con su boca y murmuraba cosas inentengibles mientras de a poco abría sus ojos. Estos eran color amarillo y sus pupilas estaban un poco alargadas, dándole a su aspecto un toque felino.
TaeIl no se percató de que el chico también lo empezó a observar si no hasta que la voz de la computadora le dió los buenos días.
Sacudió su cabeza y saludo con un — ¿Hola? — bastante inseguro al joven.
— Hola — le contestó lentamente. Las pupilas de TaeIl se dilataron completamente al escuchar lo aterciopelada y suave que era la voz del... ¿Intruso?
Se acercó al chico despacio, decidido a no asustarlo ya que, lucía tan o más confundido que él mismo.
— ¿Pasaste toda la noche aquí? — preguntó y el chico se sonrojó un poco.
— No lo se... Lo lamento — le respondió bajito y desviando la mirada.
El mayor negó — No te disculpes, no me molesta — le dijo. El laboratorio estaba acondicionado y totalmente cerrado, por lo que por dentro era bastante frío... Y el chico solo llevaba una manta dorada que tapaba su intimidad. — ¿Puedo tocarte? — formuló y los ojos del chico se abrieron en demasía — Es para sentir tu temperatura, no me gustaria que estuvieras enfermo por haber pasado la noche al descubierto en un lugar frío como este — se excusó rápidamente.
El chico asintió un poco mas relajado mientras se enderezaba. TaeIl posicionó sus manos sobre los delgados tríceps ajenos y se sorprendió al notar que su temperatura estaba en perfecto estado. Su piel ni siquiera se encontraba fría en lo absoluto. Su piel, su suave piel. Su suave y morena piel. Tersa. Como seda.
Se encontró a si mismo con sus manos aún acariciando los brazos del menor mientras este estaba a punto de cerrar sus ojos.
— Señor — la voz de la computadora lo llamó y se apartó rápidamente del menor, quien abrió bruscamente sus ojos.
Suspiró pesadamente — Lo siento, no quería incomodarte —
El pelinaranja sonrió sin mostrar sus dientes — No te preocupes, no me molestó — y ahí estaba de nuevo su delicada voz. Esa voz que hizo que TaeIl sonriera — ¿Hay algo mal en mí? — preguntó tímidamente.
TaeIl abrió la boca para decir algo pero nuevamente fue interrumpido por la computadora — Señor —
Frunció el entrecejo y sin cuidado preguntó — ¿Qué quieres, Daisy? —
— Señor, tres de las estrellas del Messier 31 desaparecieron anoche. Chocaron entre sí creando una explosión que las extinguió — dijo la máquina y la respiración de TaeIl se cortó. El chico en la alfombra bajó la mirada —Entre ellas estaba el DH63 —
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