CAPÍTULO 17
Al día siguiente el azul del cielo le pareció más brillante a Paula; incluso los pájaros cantaban más alegres. Hacía un día fantástico y su estado anímico había pasado de gris a arco iris.
Se fue a trabajar sin creerse aun del todo el giro que habían tomado las cosas en su relación con Jorge. Aunque todavía no había pasado nada serio, tenía esperanzas que pronto se abriera a él y se dieran esa oportunidad tan deseada y anhelada por ambos.
—Paula, hay una chica que dice que es amiga tuya ¿La hago subir a tu consulta?
—Sí, claro, que suba. Estoy a punto de hacer el descanso de mediodía. Necesito un café urgentemente.
—De acuerdo, ahora le digo que suba.
La administrativa le dijo a Leyre que subiera a la primera planta. En la puerta de su consulta la esperaba Paula.
—Hola, Leyre, menuda sorpresa. Qué raro verte a ti por aquí sin ninguna víctima tuya.
—Ya, esto... ¿podemos ir a la sala de descanso de personal?
—Sí, vamos, allí podemos tomar un café.
Las dos amigas entraron en la sala y se sentaron con un café cada una entre las manos.
—Tenías razón, Paula. Tienes un ojo para esas cosas... Como me gustaría a mí darme cuenta como tú de cómo son las personas en realidad. Me evitaría muchos disgustos.
— ¿De qué o de quién me hablas, Leyre?
—Esta mañana iba a hacer una visita a un cliente; temas de trabajo que por teléfono no se pueden resolver. La cuestión es que pasé por al lado de la iglesia que hay aquí cerca y vi como entraban una pareja al despacho del párroco.
—Claro, es lo normal. La gente entra, habla con el párroco... Ya sabes, esas cosas ¿Me puedes explicar ya de una vez quiénes eran y por qué vienes a contármelo?
—Eran Jorge y la chica embarazada que tú sospechabas que era su pareja.
—Sigue —Paula iba cambiando por momentos el semblante relajado y feliz con el que se había levantado.
—Conozco al párroco de esa iglesia, por cuestiones que ahora no vienen al caso, y al volver de mi visita me dejé caer por el despacho parroquial como si fuese una pura casualidad.
—Estoy que exploto, así que aligera la narración, por favor te lo pido.
—Para no parecer muy descarada, no le pregunté a qué habían ido ese par allí. Me inventé que los conocía y que les queríamos preparar una sorpresa. Le pregunté que cuándo sería la celebración. Tienen fecha dentro de dos meses.
—No, no puede ser. Ayer mismo me confesó que solo me desea a mí, que quiere apostar por nuestra relación, y que él y Coral jamás han sido pareja.
—Lo siento, Paula. Siento ser yo quien te haya traído tan malas noticias. No quiero que sufras. Estas cosas mejor ahora que más adelante.
—Estoy bien, tranquila. Me las va a pagar. No voy a dejar que le arruine la vida a esa pobre chica. Este no se casa. Voy a dejarlo en ridículo.
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