✧Especial.
N/A: Ahora sí que sí, se termina Dexian y con ello, como siempre, una pequeña parte de mí que nació durante la historia. En concreto, Dexian ha sido muy especial para mí ya que ha sido mi primer contacto directo con un género distinto y con el que nunca antes me había animado. Y, debo decir, que me ha encantado escribir sobre haditas diminutas y gigantes adorables que por amor lo dejan todo. Así que, terminando esta última nota con un agradecimiento general a todos los que me apoyaron durante el proceso de la historia, me haría muy feliz que nos viésemos en mis próximas historias. Concretamente, si es posible, la semana que viene en Let Out The Beast, mi primer omegaverse. Mil gracias a todos por leerme y soportarme, os quiero mucho!! xD
Hoy os recomiendo 'M.A.I' de Milo J, porque me acompañó durante este último pero bonito final.
[...]
Un año había pasado oficialmente desde la llegada de Jungkook a Idexium. Un año caótico, lleno de emociones mezcladas, desgracias, altibajos y sentimientos encontrados. Y, sin duda, hoy era el día más especial de todos. El cumpleaños de TaeHyung. Su cumpleaños número veintidós.
Jungkook estaba ansioso porque todo saliese como lo previsto, pues la última vez que quiso darle una sorpresa a TaeHyung, las cosas se torcieron tanto que aún le pesaba el corazón al recordarlo. Quizás, era algo que iba a perseguirlos de por vida y nadie podía culparles por nada. Habían sufrido mucho en tan poco tiempo; aunque ahora estaban bien, viviendo con aquel trauma por delante, sobreviviendo a él de algún modo u otro.
"¿Cuánto queda? ¿Viene ya?" Como siempre, en estos casos siempre era Jimin el que permanecía histérico, sacando la cabeza de su escondite todo el tiempo aún cuando le habían dicho mil veces que mantuviese la calma. Él no podía hacer algo como eso, estaba claro.
"Está de camino, te lo he repetido como ciento cincuenta veces desde que estamos aquí." Wooyoung le dijo, casi fulminándole. Una vez más, era él quien debía soportar semejante cambio de personalidad. No podía ser otro, no... Jimin retorció su pie en la arena, desesperado. "¿Puedes calmarte? Estoy volviéndome loco hasta yo."
El peliazul negó. Pues claro que no podía calmarse, ¿qué pregunta tan tonta era esa?
"No, no puedo, ¿cómo voy a poder? Habéis puesto la tarta donde os ha dado la gana, los vasos en cualquier parte y probablemente los bocaditos de queso se hayan llenado de arena porque no os ha salido de las narices seguir el plan como lo acordamos." Escupió, enervándose por segundos y enrojeciendo, furioso. Wooyoung incluso temía por su vida, temblando frente a él. "¡¿Cómo quieres que me calme, Wooyoung?!"
"B-Bueno..."
"¡Si es que no me hacéis ni puñetero caso!"
Los ojos de Wooyoung prácticamente se salieron de sus órbitas, tratando de alcanzarle con la mano al ver el modo en que enrojecía más y más conforme hablaba. "Jimin..."
"¡Luego las cosas salen mal y la culpa es mía por ser tan exigente!"
"No, claro que no, y-yo..."
"¡Tú cállate!" Lo silenció de tal modo que ni siquiera se atrevió a abrir la boca. "Todo el tiempo pidiendo que me calme, que me tranquilice o no me vuelva loco, ¡pero no hacéis una mierda por evitarlo!" Chilló. "¡Y ya no puedo más! ¡Estoy harto, Wooyoung! ¡Harto!"
Sólo entonces y, siguiendo su instinto de la vez anterior, cuando Jimin casi explotaba frente a él durante los preparativos del cumpleaños de Yim, Wooyoung le cruzó la cara de una bofetada que sonó a golpe en seco, convirtiendo todo a su alrededor silencioso por los próximos cinco segundos, en los que claramente el cerebro de Jimin (y Jimin en general) estaban asimilando semejante golpe.
Convencido de que había funcionado, Wooyoung suspiró. "¿Mejor?"
El problema es que, en lugar de haber calmado a la bestia, esta parecía haberse duplicado.
"¡Te mato, Jung Wooyoung!"
Y, exactamente diez segundos después, el susodicho corría por su vida de un lado a otro, sus pies escarbando en la arena mientras gritaba, pidiendo clemencia frente a alguien que parecía querer verle muerto.
"¡Socorro! ¡Auxilio, que alguien me ayude!" Suplicaba, casi sollozando.
"¡Ven aquí, desagraciado! ¡Te voy a matar!"
"¡Mamá!" Wooyoung lloró más fuerte, rezando porque la energía de Jimin se agotase pronto. Para ser tan pequeñito, corría como una puñetera lagartija. Era alucinante... "¡San! ¡Que me quiere matar, ayudadme!"
El doctor Choi, quien junto con Tutor y Minsu se encontraban escondidos tras una roca, le vio pasar corriendo frente a ellos despavorido y frunció el ceño.
"¿Pero qué...?"
"¡Auxilio!"
Los hermanos se miraron entre sí, por último, compartiendo una mirada con San. "¿Y eso...?"
Este simplemente se encogió de hombros. "A mí no me preguntes."
"¡Que alguien me ayude, por la mismísima Aethee!"
"¡Vuelve aquí, sabandija!" Jimin prácticamente se abalanzó sobre él, lanzándolo al suelo. "¡Te tengo!"
"¡No, no, socorro!"
Minsu silbó. "Vaya golpe..."
"¡Ayuda! ¡San, ayúdame!" Buscando al susodicho, alargando el brazo mientras luchaba con la presión de tener a alguien diminuto pero rabioso sobre él, queriendo que el doctor fuera en su rescate. Por su parte, San retrocedió en sus pasos y miró hacia otro lado, haciéndole sentir traicionado. "Serás... ¡O vienes y me ayudas ahora mismo, o a partir de hoy vuelvo a estar soltero, Choi San! ¡¿Me oyes?!"
Como era de esperar, San se puso pálido, no dudando ni por un segundo en acudir a su rescate, correteando por la arena hasta alcanzarlos y quitándole a Jimin de encima.
"Basta chicos, parad." Pedía de forma amable, no queriendo dañar al peliazul. Seguía siendo un doctor, después de todo. Aunque Jimin parecía querer desafiarlo también, pues se opuso. "¡Que pares, coño, Jimin!" Dijo, acto seguido lo lanzó a la arena.
"¡Ay!"
"Joder..."
Wooyoung se puso en pie con rapidez, suspirando, aliviado. "La madre que parió al enano rabioso..."
Medio segundo después, Jimin hizo el intento de lanzársele encima, casi atravesando al doctor en el acto y siendo sostenido exitosamente por él. Menos mal.
"¡Te voy a matar!"
"Que pares, Jimin. Estate quieto."
"¡No, déjame, voy a matarlo! ¡Me ha dado una bofetada!" Chilló. San miró al pelimorado como si quisiera regañarle, un poco sorprendido también. "¡Suéltame, doctorucho de pacotilla!"
Wooyoung entrecerró los ojos. "¡Oye, que ese insulto sólo puedo usarlo yo!"
"¡¿Se puede saber qué está pasando aquí?! ¿Qué hacéis?" Yim llegó corriendo, las manos en forma de jarras y un ceño fruncido, incapaz de creer que estuvieran teniendo tal discusión en un momento como ese. Hasta se veía decepcionado. "TaeHyung va a aparecer en cualquier momento y vosotros dos jugando a la lucha libre como si fueseis dos gorilas en celo. ¿Os podéis comportar por una vez en la vida?"
Poniéndose en pie, Jimin agachó la cabeza, del mismo modo en que Wooyoung lo hizo.
"Perdón." Dijeron a al vez, únicamente levantando la barbilla para fulminarse.
"Perdonados. Ahora todos a esconderse otra vez, vamos." Indicó. "TaeHyung no ha muerto y revivido para que dos tontos le arruinen su primer y vigésimo segundo cumpleaños. Par de cabezas huecas."
Sus ceños se fruncieron, un poco enfadados.
"¿No crees que te estás pasando con los insultos?" Wooyoung cuestionó.
Y, ofendido, Jimin estuvo de acuerdo con él. "Sí, a mí me parece que con el primero era más que suficiente. Te estás excediendo."
"Bastante."
"¡Que os escondáis ya, coño!"
E inmediatamente, como crías siguiendo las indicaciones de su alterada madre, estos hicieron lo pedido, yendo de vuelta a su piedra como si segundos antes no hubiesen querido matarse mutuamente. Wooyoung incluso se llevó al doctor Choi cual obsequio.
Yim dejó escapar un suspiro, zarandeando la cabeza de un lado a otro. Hasta que una mano diez veces más grande que su cuerpo lo alcanzó, haciéndole chillar mientras era transportado de forma repentina hasta la parte trasera de la roca más grande. Tutor, junto a él ahora, volvió a sus medidas normales, sonriéndole de oreja a oreja.
"Hola."
"¡¿Por qué has hecho eso, Tutor?!"
"No sé, quería que te escondieras conmigo y estabas muy lejos para pedírmelo." El pelinegro se encogió de hombros al mismo tiempo en que Yim, sonrojado hasta las cejas, descubría que no había rastro alguno de Minsu allí con ellos.
"¿Y tu herman..."
"¡Ay, Minsu, qué susto!" La voz inconfundible de Woongki sonó, alterada. "¡¿Por qué tienes que aparecer así, transformado en un pez?! ¡Que estás en la tierra, te vas a ahogar, pedazo de inconsciente!"
La risa del susodicho traspasó seis rocas de diferencia.
Sólo entonces, Yim asintió. "Ya veo, ya... Cómo se nota que sois hermanos." Dijo, comprendiendo hasta el punto de esbozar una sonrisita tímida, pues en el fondo le encantaba cuán habilidoso Tutor podía llegar a ser cuando quería sorprenderle o progresar en su relación con él.
Hacía tiempo que salían juntos como una pareja oficial, pero eso no era ningún impedimento para demostrar lo mucho que Yim le gustaba. Nunca lo sería.
Tutor sonrió aún más, orgulloso de las similitudes e inclinándose para besarle en los labios. El sonrojo del castaño se potenció ante tal acción, escuchando a Wooyoung, quien se encontraba en su respectiva roca a pocos metros, silbarles. Y, bufando, se separó, apenas pudiendo decir nada cuando divisó a TaeHyung en la lejanía, acompañado por Jungkook a través de la piedra.
"¡Ya viene!" Siseó, haciéndoles una señal a los demás que podían verle. "¡Todos a sus puestos, rápido!"
"¡...es que sigo sin entender por qué este dichoso cerdo tiene que desaparecer todo el tiempo!" Un enfurruñado TaeHyung se quejaba, apareciendo entre los árboles. "¡Y peor aún, llevarse a su hermano!"
Jungkook, quién había planeado aquello a la perfección, asintió. "Ya, ya..."
"¡Nuka es pequeño! No puede estar por su cuenta demasiado tiempo, necesita cuidados. Comer, beber, bañarse, descansar en su cama... ¡¿Cómo voy a saber si les pasa algo, si ni siquiera tengo información de dónde han ido?!" Negaba, absolutamente irritado. "Son los cerdos más irresponsables que he conocido en mi vida..."
"¿Es que acaso has conocido a otros?"
"No." Masculló. "Y tampoco me hace falta."
Una risita abandonó los labios del azabache, que no podía encontrarse mas entretenido por la situación. Era el cumpleaños de TaeHyung, aunque por alguna razón, la "desaparición" (sí, en comillas) de sus queridos cerdos, había logrado opacar aquél día tan importante. Y eso era, de hecho, justo lo que Jungkook buscaba.
El plan era fácil y sencillo, pero tan elaborado que había necesitado la colaboración espontánea de sus más fieles amigos: Nuka y Maoi-lee, claramente con la participación extra de Jimin, ya que todo dependía de él y su habilidad tan ocurrente.
Nuka y Maoi-lee habían decidido "escaparse" (de nuevo, comillas) del taller durante la madrugada, causando una inmensa preocupación en su dueño, quién no tenía ni idea de que todo estaba fríamente calculado y, en realidad, ambos se encontraban teniendo un festín para cerditos tras la roca más grande junto a Jimin y Wooyoung, ignorando sus peleas mientras todos los demás, siguiendo con una tradición que TaeHyung se negaba a romper de antemano, estuvieron a cargo de los preparativos, acto seguido escondiéndose en sus respectivos puestos.
Siendo sacado de su burbuja por un pequeño sollozo, Jungkook levantó la cabeza para ver a TaeHyung sorbiendo por la nariz y dejando escapar algunas lágrimas. Aquello lo descolocó.
"¿Mosquito?"
"Ay, mis pobres bebés..." Lloriqueaba, limpiándose las lágrimas. "Sólo espero que ese monstruo no los encuentre antes que nosotros..."
Su ceño inmediatamente se frunció. ¿De qué estaba hablando?
"¿Monstruo? ¿Qué monstruo?"
"Un oso pardo... Minsu dijo que había divisando muchos por la zona últimamente y debía darme prisa en venir si no quería que les pasara algo muy malo." Explicaba sin dejar de emitir pequeños quejidos, su pecho subiendo y bajando de manera irregular.
Jungkook no tardó en llevarse una mano al rostro, repentinamente sofocado. Meter miedo en ese cuerpecito no era lo que habían planeado, eso seguro. Su pobre mosquito no había vuelto de entre los muertos para que lo matasen de un disgusto el día de su cumpleaños.
"Dios bendito, Minsu..." Mascullaba para sí mismo, todavía escuchando a TaeHyung quejarse.
"Mis hijos..."
Poniendo una mano en su hombro, lo acarició. "Tranquilízate, ¿vale? Seguro que Minsu vio mal y confundió una roca cualquiera con un oso. Jimin siempre ha dicho que no hay animales salvajes por la zona, así que eso que dices es prácticamente posible, no te agobies." Le dijo. TaeHyung asintió.
"Vale..."
"De todos modos, bajemos a la playa en caso de que hayan decidido venir aquí."
"¿A la playa?"
"Sí, claro. Debemos buscar en todos lados. Conociéndolos, podrían estar en cualquier parte. Además, a Maoi-lee le encanta tener las pezuñas frías y la arena es su mejor amiga, no me resultaría raro que estuviesen ahí abajo."
Lentamente, el pelirosa asintió, levantando los brazos para que Jungkook lo atrapara y así poder bajar juntos. Le rodeó la cadera con ambas piernas.
"Date prisa, por fa..."
"Descuida, será tan rápido que no te vas a dar ni cuenta." Jungkook le dio una sonrisita mientras rodeaba su cuerpo con una cuerda y la unía al suyo propio, anudándola con tanta fuerza que su espalda se rompería en dos antes de TaeHyung caer al suelo. Una vez terminó, le observó. "¿Estás preparado?"
Y, como siempre, él negó.
"No..."
Su sonrisa se volvió más amplia. "Perfecto, pues allá vamos, precioso."
Comenzando a sudar frío solo con pensar en bajar aquel acantilado, TaeHyung cerró los ojos fuertemente, respirando hondo por la nariz y dejando salir todo ese aire por la boca varias veces mientras sentía al azabache comenzar a bajar. Lo habían hecho antes y siempre salía todo a la perfección, pero su miedo no era racional por mucho que él se esforzase.
Aún así, a Jungkook le tomó menos de cinco minutos exactos llegar abajo, dejando que los pies descalzos de TaeHyung tocaran la fría arena para hacerle saber que estaban sanos y salvos. Sólo entonces, sus ojos, cerrados con fuerza, se abrieron de par en par.
"¿Ya estamos?" Apenas pronunció.
"Ya estamos, sí. Te dije que sería rápido."
Él le dedicó una sonrisita, despojándose de la cuerda y suspirando. "Vamos a buscar a esos dos desgraciados..."
Jungkook rio, yendo tras el pelirosa.
"Claro, vamos."
Le resultaba enternecedor como, a pesar de los años y las tradiciones que rodeaban a su grupo de amigos, ninguno realmente veía venir las sorpresas y todas surgían el efecto deseado. Era como si su sentido del razonamiento estuviera apagado durante todo el proceso. A excepción Joowan, claro.
"¡Maoi-lee, Nuka!" Jungkook comenzó oficialmente con su parte final del plan. "¡Maoi-lee! ¡Nuka!"
Uno...
TaeHyung miró a su alrededor. "¡Maoi-lee, Nuka, volved aquí!"
"¡Maoi-lee! ¡Nuka!"
Dos...
"¡Cerdos del demonio, apareced de una vez por todas! ¡Me tenéis harto!" La irritación de TaeHyung volvió a robarle una carcajada.
"¡Maoi-lee, Nuka!"
Y tres.
Siguiendo el plan a la perfección tan pronto como la voz del azabache llamó a los cerdos una tercera vez, Jimin, junto a ellos y Wooyoung, golpeó muy suavemente el lomo del más grande para hacerle saber que debía estar atento. Y, tan pronto como eso sucedió, Maoi-lee reconoció la alterada voz de su dueño, gruñendo de felicidad y meneando la cola erráticamente. No pasó demasiado tiempo hasta que salió corriendo con Nuka encima de su espalda y saliendo al exterior.
TaeHyung, que se inmediato reconoció el sonido que hacían las patitas de Maoi-lee al chocar contra el suelo, se giró, su corazón acelerándose al verlos aparecer antes de correr hacia ellos.
"¡Ay! ¡Maoi-lee, Nuka, estáis aquí!"
Tan pronto como se encontraron en el camino, el pelirosa se tiró de rodillas al suelo, abrazando a Maoi-lee, quién le frotaba con su hocico. Nuka saltó inmediatamente sobre él, la pequeña colita ajetreada moviéndose de un lado a otro y golpeando a su hermano en la cara.
"¡¿Sabéis el susto tan grande que me habéis dado, par de irresponsables?!" Chillaba, siendo incapaz de aguantarse la risa ante tantas cosquillas. "¡¿Dónde os habíais metido?!"
Jimin emitió un sonidito que sólo ellos dos alcanzaron a oír. Y, en lugar de responder (algo que no iban a hacer por obvias razones), ambos cerditos salieron corriendo hacia donde estaban anteriormente. Confundido, TaeHyung se incorporó.
"¿Dónde van...?" Susurró, mirando al azabache.
Jungkook, que claramente sabía todo, se encogió de hombros. "No sé, vamos a seguirlos a ver." Dijo, antes de hacer justo eso, avanzando y, al igual que los cerdos, dejándole atrás.
"Eh..." TaeHyung apenas reaccionó. "¡E-Espera, espérame!"
Corrió tras el azabache y los cerdos, sintiéndose fuera de lugar pensar que, tal vez, estaba perdiéndose de algo muy importante. No sólo el hecho de que, durante todo el trayecto hasta el acantilado, Jungkook se había mostrado despreocupado por los cerdos, sino que llevaba consigo esa sonrisita pícara, señal de que había algo atrás.
E inmediatamente avanzó un poco, siguiéndoles hasta una roca gigantesca, fue sorprendido por doce cabezas coloridas que aparecieron de forma repentina, al grito de «¡Sorpresa!» y con sonrisas resplandecientes en el rostro. TaeHyung, aún si tenía sus sospechas, permaneció perplejo, con los ojos llenos de lágrimas y una expresión de incredulidad. Estaban todos allí, incluidos Yeonjun y Soobin, quienes recientemente habían vuelto a pasar las vacaciones de Navidad con la familia Choi.
"¿Q-qué...?"
Los mellizos saltaron sobre él, besándole las mejillas. "¡Feliz cumpleaños, TaeHyung!"
"Pero, pero..."
"¡Felicidades, mi TaeHyungie, ya eres un año más viejo!" Yeonjun lo apretó entre sus brazos tan pronto como los mellizos le dejaron el camino libre, riendo debido al modo en que se veía. "¿Por qué tienes esa cara, hombre?"
Él tragó saliva con dificultad. "Porque he venido aquí creyendo q-que mis cerdos iban a ser la cena de un oso pardo..."
"¡¿Un oso pardo?!" Todos chillaron a la vez, buscando al único culpable, quien apartó la mirada al instante, haciéndose el desentendido. "¡Minsu!"
"¿Qué? Vosotros mismos dijisteis que era complicado atraerlo sin que sospechase nada y pensé que mi primera opción, que era poner a Jungkook falsamente en peligro, sería demasiado considerando todo lo que el pobrecito ha vivido hasta ahora... No quería excederme tampoco." Explicó, apretando los labios. "Además, no dije que hubiese ningún oso cerca, sino que me pareció ver alguno."
"Ah, bueno, entonces..." Hyeongjun fue a decir, restándole un poco de importancia al ver que Minsu empezaba a sentirse culpable. Sin embargo, su hermano mellizo azotó la cabeza pelirroja con un golpe seco.
"¡Ay!" Se quejaba este, mirando hacia abajo, a Woongki, con el ceño fruncido. "¡¿Por qué me pegas?!"
"¡Por idiota! ¿Cómo se te ocurre asustar a TaeHyung así?" No dudó en regañarlo. "Sabes lo sensible que es cuando se trata de sus mascotas, ¿en serio no se te podía haber ocurrido nada menos dramático para sorprenderle el día de su cumpleaños?"
Un repentino tic apareció en el rostro del más alto. "Eh, b-bueno..." Trató de decir, incluso si Woongki seguía regañándolo como a un niño pequeño.
"¡No tienes corazón!"
Aclarándose la garganta al ver que la situación había trascendido y ahora Minsu parecía a punto de llorar ante los reclamos de alguien inofensivo y diminuto como Woongki, a quien además le había profesado su ''cariño especial'' (así lo llamaban ahora, parecía ser) tan sólo unos días antes, TaeHyung decidió que era momento de actuar.
"Oye, chicos..."
"¡Insensible!" Volvía a gritar un muy, muy molesto (en serio, muy) Woongki, señalándolo con su dedo acusatorio.
"Woongki..." TaeHyung hizo el intento de llamarle, aunque no tuvo éxito alguno.
"¿Cómo se le puede ocurrir a alguien un plan tan nefasto como ese?"
Entonces, Minsu pareció algo ofendido. "Oye..."
"Woongki, basta, ya está bien. En serio." Pedía el pelirosa. "No me he enfadado yo para que lo quieras crucificar tú ahora. No pasa nada, eso fue lo único que se le ocurrió y terminó funcionando, ¿qué vamos a hacerle? Ha sido cruel pero efectivo, punto para él."
"Gracias." Murmuró el último mencionado, aclarándose la garganta después de pensar mejor en sus palabras. "Creo..."
TaeHyung golpeó su hombro amistosamente. "No, está bien, tranquilo." Le dijo, viéndole asentir, ahora más tranquilo. Él dio una palmada, respirando hondo. "Bueno... Se supone que es mi cumpleaños, pero estamos hablando de cualquier cosa menos eso, ¿por qué no vuelvo a ser el protagonista sin que crucifiquemos a alguien más? Como en los viejos tiempos, ya sabéis."
Los demás dejaron escapar una risita, aunque Minsu fue el primero en asentir casi desesperadamente. "Yo estoy de acuerdo con eso."
"Y yo." Yim dijo. "He preparado mucha comida deliciosa para todos que probablemente ahora se esté enfriando con tanta charla. Jimin se ha encargado una vez más del pastel y tiene un aspecto súper apetitoso, Yeonjun dice que huele como tal. No creo que debamos desperdiciar el tiempo hablando."
El estómago de Tutor no tardó en rugir, haciéndole sonrojar. "Voto por que comamos ya..."
Como era costumbre, TaeHyung y su pequeño rugido estomacal le siguieron segundos después, terminando rojo cual cereza. "Voto lo mismo."
Y, riendo a carcajadas, todos estuvieron silenciosamente de acuerdo, inmiscuyéndose en una carrera repentina por ver quién llegaba antes a las mantas que habían colocado de forma estratégica en la arena, colocando sobre estas toda la deliciosa comida y aquella tarta que, con el paso de las nuevas incorporaciones al grupo, había subido un piso y medio más.
Quedándose atrás del todo, con la compañía de Jungkook, TaeHyung dejó escapar un suspiro, caminando más lento mientras observaba a los demás avanzar. Jungkook tomó su mano, apretándola para así llamar su atención.
"¿Te esperabas la sorpresa, precioso?"
Él se encogió de hombros. "Bueno... En parte sí, pero vuestro plan fue tan creíble que incluso terminé olvidándome de que hoy era mi cumpleaños, para enfocarme en el posible peligro que podían estar corriendo mis cerdos... Woongki ha sido muy cruel con Minsu, fue ingenioso."
"Es que meterte miedo no formaba parte del plan."
"No, pero funcionó y probablemente lo hizo mejor que cualquier estrategia. Seamos honestos." Le dijo, escuchando su risita y sonriendo.
"La verdad es que sí, hay que ser realistas... Eres muy cabezón."
"¡Oye!" Riendo también, el pelirosa golpeó su hombro a modo de queja. "Pero bueno, qué palabras son esas hacia mí, el amor de tu vida, tu primer y único novio hasta que la muerte nos separe..."
Jungkook rio más fuerte, pasando un brazo por sus hombros esta vez y pegándole más a sí mismo. "Por muy cabezón que seas, te amo así. No cambia nada. Siempre vas a ser tú."
Y él, aunque se sonrojó, mantuvo la compostura.
"Ya... Más te vale, grandullón."
"Sabes que es así, TaeHyung." Aseguraba, mirándole a los ojos para hacerle saber que estaba hablando en serio. "Ambos desafiamos a la muerte y el destino nos unió a pesar de todo. Incluso siendo dos especies diferentes y proviniendo de mundos opuestos, encajamos a la perfección... Si no eres tú, no será nadie más."
El corazón del pelirosa se aceleró. "Bueno, claramente soy yo." Burlándose para evitar sonrojarse otra vez, dijo, oyendo su risa. "Y claramente eres tú."
"Por supuesto que lo soy, precioso."
TaeHyung le dedicó una sonrisa, recostándose en su hombro mientras avanzaban con lentitud. No podía ser otra persona más que él. Jungkook, su Jungkook. Su grandullón. Aquel que apareció en su vida de la manera más caótica posible, cambiándola y dándole un nuevo sentido, un nuevo significado a todo lo que él conocía. Que le hizo conocer el verdadero significado del amor y le permitió demostrar que sabía cómo amar a alguien si se trataba de la persona correcta. Porque él era la persona correcta, y para alguien que lo perdió todo, incluso a sí mismo, aquello sonaba, era y se sentía más que suficiente.
Jungkook había renunciado a todo por aquel al que tanto amaba. Y todos los días, a lo largo de su vida, tendría el placer de convivir con la recompensa que tanto merecía: TaeHyung. Y una familia que lo acompañaría para siempre.
"¡Vosotros dos, venid o a este paso os quedáis sin comida!" La voz de Yim lo sacó de sus pensamientos.
Emitiendo un chillido, TaeHyung se apresuró a correr hacia donde todos se encontraban. Jungkook, por su parte, se quedó atrás, mirando hacia arriba, al cielo oscuro y lleno de estrellas. Las dos más grandes parpadearon en cuanto él las observó, sintiéndose como un guiño hacia su persona. Entonces, una sonrisa apareció en sus labios, sabiendo lo que aquello significaba. Y es que, tal vez, nunca estuvo solo. Sus ángeles de la guarda siempre estarían ahí para él.
Pequeñas lágrimas se agolparon en las esquinas de sus ojos, apretando las lágrimas antes de dejarlas ir.
"Gracias, mamá, papá..." Susurró, todavía mirando al cielo. Una tercera estrella brilló, acelerando su corazón tras ser consciente. "Abuela Binna... Gracias, gracias por todo. Os echaré mucho de menos, siempre..."
"¡Jungkook, date prisa, que nos quedamos sin tarta!"
Esta vez, fue la voz de TaeHyung quien lo sacó de su burbuja, devolviendo la vista al frente sólo para encontrarse al pelirosa parado a unos metros por delante de sí, con una mano estirada, señal de que estaba esperándole. Mirando de nuevo hacia el cielo, sonrió por última vez.
"Podéis estar tranquilos y descansar... Soy feliz ahora, tengo alguien a quien amo y una familia maravillosa que os hubiera encantado conocer." Susurró en la intimidad de su soledad, sabiendo quiénes lo escuchaban. Inevitablemente, rio. "Aunque supongo que vosotros me enviasteis con ellos, ¿verdad? Algo así sólo pudo ser obra de quienes tanto me cuidaron... Os lo agradezco mucho."
"¡Jungkook, ¿por qué sigues aquí parado?!" TaeHyung correteó hacia él de vuelta cuando no tuvo respuesta por su parte. Se veía confundido, levantando la cabeza en busca de eso que tan ensimismado tenía al azabache. "¿Qué estás mirando? ¿Has visto algo?"
Él negó, antes de eliminar las pocas lágrimas que habían mojado sus mejillas. "No, nada... Sólo me parece que el cielo está más bonito que nunca."
Frunciendo el ceño, ladeó la cabeza sin apartar los ojos de este. Parecía un cielo normal y corriente bajo su perspectiva, lleno de estrellas brillantes como cada noche. Nada nuevo o fuera de lo común. Hasta que tres de ellas se iluminaron con mayor intensidad y aquello le hizo sentir una extraña sensación de calidez en el pecho, obligándole a soltar un jadeo.
"Oh..." Susurró, llevándose una mano al centro del pecho. "Tienes- tienes razón... Es precioso."
"Lo sé." Mirando al pelirosa esta vez, su sonrisa dirigida a él, quien le devolvió la mirada. "Volvamos con los demás antes de que nos dejen sin comida."
TaeHyung asintió, aquella sensación cálida e inusual todavía habitando en él. "Claro, vamos."
Sin embargo, antes de tan siquiera dejar que se alejara, Jungkook le sostuvo el rostro con ambas manos. "Oh, pero antes..." Murmuró. Acto seguido, acortó la distancia y besó sus labios castamente, no tardando demasiado en separarse, encontrándose con aquel par de ojos que tan loco le volvían. Jungkook acarició sus mejillas con parsimonia. "Feliz cumpleaños, precioso. Te amo."
Una risita abandonó los labios del susodicho, acurrucándose entre sus manos y volviendo a besarlo. "Te amo mucho, Jungkook."
"¡Dejaos de besitos y venid ya, que me como toda la tarta!"
Y, como no podía ser menos, a lo lejos, la voz de Wooyoung sonaba, obligándoles a separarse. Ambos soltaron un bufido, seguido de una carcajada.
Esa misma noche, mientras Jungkook celebraba uno de los días más felices de su vida, acompañado por la gente que más quería, aquellas tres estrellas tan significativas se apagaron para siempre, permitiéndole despedirse de ellas cuando el peso extra en sus hombros desapareció completamente. Jungkook volvía a ser libre. Libre de culpa, de amargura, de soledad. Le esperaba una nueva vida, rodeado de amor y dosis diarias de felicidad que se presentaban frente a él como diminutas criaturas habilidosas, de colorines y volátiles. Su familia.
Hasta siempre, Jungkook, nuestro pequeño, pero gran tesoro. Mamá y papá descansan felices por fin.
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