✧Epílogo.
N/A: Maratón final doble porque me niego a terminar la historia sin que coincida con el último día de actualización semanal... Mis manías acabarán conmigo xD
Cap dedicado a jkylovee ♡♡
Hoy os recomiendo 'Ice On My Teeth' de mis bebés, ATEEZ. No tengo mucho más que decir a parte de que los amo demasiado.
[...]
"¡Corre, Maoi-lee, más rápido!" Jungkook le indicaba al pobre cerdo, quién intentaba acotar su petición con dificultad. "¡Más rápido!"
"¡Jungkook, no puede ir más rápido!" TaeHyung le regañó al ver a su cerdo sobre esforzándose, casi con la lengua fuera. "Tiene las patas demasiado cortas, está haciendo su mayor esfuerzo."
"¡Pero no vamos a llegar, TaeHyung!"
"Llegaremos."
"¡No!" Insistió, señalando el largo camino que tenían por delante. "Mira todo lo que nos queda..."
"Por mucha prisa que le metas al cerdo, no llegaremos a Ae-Dexian-Thee antes de madrugada. Es un hecho." Aseguraba, incluso cuando sabía que eso no era lo que Jungkook quería oír. Él también estaba nervioso, pero no podía sobreexplotar a su hijo. "Tranquilo, Maoi-lee, tranquilo..." Decía, mientras acariciaba su lomo. Luego, miró al azabache. "Y tú cálmate también, no vas a ganar nada así, cariño."
Lentamente, este negó. "Es que tenemos que llegar cuánto antes..."
"Y vamos a llegar, de eso no hay duda, pero debemos hacerlo con Maoi-lee de una pieza, ¿no crees?" Le observó, viendo su angustia crecer por momentos. El azabache asintió lentamente, dejando escapar un suspiro.
La culpa no tardó en ganarle. El pobre Maoi-lee no tenía por qué sufrir las consecuencias de su desesperación.
"Claro que sí..." Susurró, acariciando el pelaje del animal más grande también, sólo así notando su corazón, que latía demasiado rápido, calmarse. Él volvió a suspirar. "Lo siento, Maoi-lee..."
TaeHyung apretó su mano, obligándole a devolverle la mirada.
"Tranquilízate, ¿vale? Respira hondo." Le dijo, su voz suave esta vez.
Jungkook asintió y, agachando la cabeza, se frotó el rostro con ambas manos, sintiéndose ansioso, lleno de nervios y desesperación, con el corazón acelerado a morir. Él realmente quería volver pronto a casa.
Tan sólo unas horas antes, cuando estaba tranquilo y su corazón latía con normalidad... (qué buenos tiempos...)
"¡Este sitio es increíble!" La vocecilla eufórica de TaeHyung, quien iba continuamente de un lado a otro con una sonrisa de oreja a oreja, hizo a Jungkook reír, simplemente viéndole desde atrás.
"¿Te gusta?"
"Muchísimo, claro que sí. Es como estar subido en lo alto de una nube..." Él asintió. "Conocer el viejo taller de Kyo Ko Tchaine, la mejor diseñadora y modista de todo Idexium, donde mis antepasados aprendieron todas técnicas que hoy en día yo practico, ha sido mi sueño desde que soy pequeño."
"O sea, desde siempre." Se burló, siendo inmediatamente fulminado por aquellos ojos brillantes. Otra carcajada abandonó sus labios. "Es una broma, es una broma, precioso, no me mires así."
Para suerte del propio azabache, TaeHyung lo dejó estar, admirando a su alrededor con los ojos en forma de corazón. Verdaderamente ese era el taller de sus sueños y poder verlo tan de cerca, estar allí, se sentía como uno muy vívido, inigualable.
Un suspiro diminuto abandonó sus labios. "No puedo creer que estoy aquí viendo todo esto, Jungkook... Me encanta."
Su primer viaje sin objetivos fijos, no-caótico y como una pareja oficial, inició tan bien y por todo lo alto, que un único día en Psayd se sentía insuficiente. Para cuando quisieron darse cuenta, la visita al santuario de ballenas había ocupado toda su agenda libre del primer día y todo un carrete de fotos -obligándoles, claramente, a comprar una segunda cámara desechable-, por lo que no pudieron hacer nada más. Y esta vez Jungkook no estaba dispuesto a irse de allí sin que TaeHyung viera el taller de la famosísima Kyo Ko Tchaine en persona. No lo permitiría. No si gracias a ello vería a TaeHyung tan feliz como merecía serlo.
Por ello mismo, decidieron alargarlo un poco más. Un par de días, no demasiado, pues todavía le esperaban obligaciones en Ae-Dexian-Thee y no podían permitirse unas vacaciones demasiado amplias. Y ese era, oficial y desgraciadamente, el último, así que lo aprovecharían al máximo.
"¡Mira, esa fue la primera máquina de coser que se fabricó aquí!" Su dedo índice señaló aquello que mencionaba y correteando hacia la vitrina.
Jungkook miró de inmediato, yendo tras él y observando una tabla de madera vieja como base, que sostenía el mecanismo principal cuya aguja ocupaba la mayor parte de su diseño.
"Mi tatarabuela tenía una igual, exactamente así de bonita... Por desgracia se perdió durante el hundimiento y no hubo forma de sacarla, pero hay montones de fotos de ella usándola." Explicó, torciendo el gesto cuando habló de aquella desgracia. "Me hubiese encantado heredarla ahora que me dedico profesionalmente a ello."
"Es súper bonita... Nunca había visto una maquina de coser así."
"Yo en persona tampoco, hasta ahora. Siempre me dijeron que era difícil de usar, pero yo sé que hubiese conseguido adaptarme sí o sí." Aseguraba, luciendo muy seguro de sí mismo, con una sonrisita orgullosa. "No me rindo fácilmente."
El azabache correspondió de inmediato a su sonrisa, pues él mejor que nadie sabía qué tan cierto eso era. "Eso lo sé, mosquito, créeme."
TaeHyung rio, sonrojándose.
Tras una visita guiada de más de cuarenta y cinco minutos, miles de fotos que prácticamente llenaron el segundo carrete -donde TaeHyung salía tan feliz que su sonrisa ni siquiera cabía en pantalla-, muchos diseños que despertaron su lado creativo de inmediato y un sueño cumplido, abandonaron el taller de Kyo Ko Tchaine con algo más que tachar de la lista de «cosas que hacían muy feliz a Kim TaeHyung, y, por consecuente, a Jeon Jungkook también».
"¿Dónde deberíamos ir ahora?" Preguntaba el azabache, tomando la mano ajena y entrelazando sus dedos tan pronto como salieron de allí. TaeHyung afianzó el agarre, suspirando.
"No sé... ¿dónde te apetece que vayamos? Puedes elegir si quieres."
Jungkook se encogió de hombros. Entonces, el estómago de TaeHyung sonó, provocándole a él un sonrojo y a su acompañante una estruendosa carcajada.
"De acuerdo, en ese caso vayamos a por algo de comer." Propuso, viéndole asentir casi con desesperación y su carita cubierta por la vergüenza. Él se aferró a su brazo, lloriqueando.
"Por favor..."
Este rio más fuerte, avanzando en dirección a la calle más céntrica.
"¿Deberíamos ir a esa taberna donde Tutor nos llevó la primera vez? Dijo que la dueña y cocinera era una muy buena amiga suya, probablemente ella quiera recibir noticias de él."
"Oh, claro que sí. Qué buena idea, Jungkook... Cómo se nota que tienes un corazón muy grande."
En esta ocasión, fue su turno de sonrojarse, agachando la cabeza para impedirle a TaeHyung verlo y soltando una risita nerviosa. "Sólo lo decía porque yo también querría tener noticias de alguien a quien conozco y sé que se ha ido repentinamente a la otra parte de Idexium, nada más..." Murmuró, queriendo quitarse mérito. Por supuesto, el pelirosa no se lo permitió.
"Y eso habla maravillas de ti, Jungkook, no lo niegues." Pedía, tomando su mano con mayor fuerza. "Tienes un corazón tan grande que ni siquiera alcanzando los quince centímetros se ha adaptado a tu nuevo tamaño."
Dicho corazón se aceleró de inmediato, gracias a tales palabras.
"Oh, vaya... Eso es muy dulce, precioso." Sonrojándose aún más -si es que eso era posible, claro-, Jungkook se pasó la mano libre por la nuca, frotándosela para aliviar su timidez. "Gracias por pensar así de mí."
Casi a modo de recompensa, TaeHyung se puso de puntillas hasta alcanzar su mejilla y depositar un casto beso en ellas.
"No lo pienso, es un hecho. Tú mismo te encargas de demostrarlo a diario."
"Bueno..." Susurró, enrojeciendo aún más.
Él no debería sentirse tímido en absoluto alrededor de TaeHyung, lo sabía, pues era su novio y había demasiada confianza entre ellos desde el primer día. Desde que se conocieron, prácticamente (debía ser que aterrizar sobre alguien te daba ciertos puntos extras). Aun así, de algún modo siempre se las arreglaban para avergonzarse mutuamente sólo diciéndose verdades con palabras dulces.
Viéndole de tal modo, el pelirosa sonrió abiertamente, no pudiendo evitar el impulso de lanzarse sobre él y depositar miles de besos en su rostro.
No tardaron demasiado en llegar a la taberna donde tanto TaeHyung como Jungkook tuvieron la mejor cena de su vida meses atrás, acompañados por alguien que, sin saberlo, sería su amigo más fiel. Si el TaeHyung de ese momento se viera a sí mismo en tal situación, apostaría por Tutor siendo un gran amigo; pero si le decías que sería prácticamente un cuñado para él, tras haber logrado enamorar a uno de sus mejores amigos, no se lo creería ni en el peor de los casos. Era increíble cómo habían cambiado las cosas en tan poco tiempo.
"Huele exactamente cómo lo recordaba." Suspiró, conforme se adentraban en aquel lugar. Jungkook le observó con el ceño fruncido.
"Pero si no puedes oler..."
Por supuesto, ante tal comentario, TaeHyung no hizo otra cosa más que fulminarle. "¿Te puedes callar y dejarme disfrutar del momento? Si he dicho que huele tal y como recordaba, es que huele tal y como recordaba. Aguafiestas..."
El azabache dejó escapar una carcajada.
"No, si de hecho es cierto. Huele igual que la última vez que estuvimos aquí. A castañas, mantequilla ahumada y pan recién hecho."
Inmediatamente su pequeño gran estómago rugió en señal de reclamo. Jungkook rio todavía más fuerte, así que TaeHyung volvió a fulminarle, sonrojándose mientras se sobaba el estómago.
"Gilipollas..."
"¡Eh, eh, pero bueno!" La voz perteneciente a una señora de mediana edad sonó muy cerca de ellos, ambos girándose tras reconocerla. Mina, aquella mujer a la que Tutor tanto admiraba, se les acercaba de manera efusiva. "¡Yo a vosotros dos os conozco! Sois esos amigos que trajo Tutor en su última noche aquí, ¿verdad?"
TaeHyung esbozó una sonrisa de oreja a oreja, asintiendo. "Sí, encantado de volver a verla, Mina."
"Encantado."
"Igualmente, chicos. ¿Cómo es que estáis aquí?"
"Digamos que nos hemos tomado unas pequeñas vacaciones." Respondió el pelirosa. "Nos vamos mañana y quisimos tener nuestra última cena en Psayd aquí, ya que Tutor siempre ha recomendado tu cocina."
Los ojos de aquella señora se iluminaron. "¿Al final fue con vosotros?"
Ambos asintieron al unísono. TaeHyung tomó la palabra. "Lleva en Ae-Dexian-Thee desde entonces, sí. Se volvió parte de nuestra pequeña-gran familia muy rápido y vive con nosotros en mi taller. Su hermano pequeño, Minsu, también."
"¡¿Minsu?!" Escuchar aquel nombre fue casi milagroso a oídos de alguien como ella. "¿Ese muchacho se dejó ver al fin?"
"Y tanto, sí."
"Pero eso es maravilloso..." Su sonrisa se volvió más grande, sabiendo lo mucho que aquello significaba para Tutor. "Cuánto me alegro de que se hayan reunido después de tanto tiempo. Mi querido Mai debe estar tan, pero tan contento..."
De nuevo, ambos asintieron. Esta vez, Jungkook fue quien habló. "Mucho, no se hace una idea de cuánto."
"Quisimos venir a verla porque sabíamos que de algún modo estaría preocupada por él, señora Mina. Tutor siempre nos habló muy bien de usted y dijo que era lo más parecido a un familiar fuera de ese infierno que tenía..." Añadía el pelirosa, viendo su sonrisa crecer, pequeñas arrugas marcándosele en las esquinas de los labios.
"Exacto, eso es." Jungkook le dio la razón.
"Pero qué alegría me dais, por el amor de Aethee..." Juntando sus manos, casi soltó una risa eufórica, apenas dándose cuenta el por qué estaban allí y mirando a su alrededor en busca de algo. "Ay, venid, venid aquí. Os voy a poner en la mejor mesa de toda la taberna, seguidme." Pidió, haciéndoles una señal.
TaeHyung tomó la mano de Jungkook inmediatamente, jalando de él sin necesidad de que Mina insistiera. Ambos fueron tras ella, siendo guiados hasta una mesa redonda donde se acomodaron. Y tan sólo quince minutos después de eso, mucha comida deliciosa, grajeas activadoras y bebidas apetitosas fueron puestas frente a ellos.
"A todo esto invita la casa, por darme tan buenas noticias." Decía Mina, colocando un último plato de brotes de soja en salmuera frente a ellos.
"¡¿En serio?!"
"Por supuesto, sí. Qué os aproveche." Señaló, esbozando una sonrisa. "¿Os importa si me siento con vosotros y me vais contando cosas sobre mi chiquillo? Llevo tanto tiempo sin saber de él, que no puedo evitar querer saber cómo le va todo."
Jungkook no tardó en deslizar una silla fuera.
"Adelante, adelante, siéntese. No tiene ni que preguntarlo, Mina."
"Muchas gracias, cielo." Suspirando, ella hizo lo pedido, su sonrisa aún permaneciendo. "¿Y qué hay de él? ¿De su hermano? ¿Cómo están? Han pasado meses desde que lo vi por última vez."
TaeHyung asintió con la cabeza, poniendo comida en el plato del azabache. "Lo cierto es que ha sido todo muy caótico desde que Tutor vino con nosotros a casa, pasaron demasiadas cosas en tan poco tiempo. Nos hicimos muy amigos, nos separamos por un tiempo, volvimos a juntarnos... Luego llegó Minsu y el caos se intensificó, pero al final todo salió bien." En busca de confirmación, él miró a Jungkook.
"Muy bien, sí. Ahora tanto él como su hermano se encuentran en una pequeña misión temporal fuera de casa, nada serio, pero tan pronto como vuelvan, vendremos todos aquí para que puedan verse de nuevo."
"Oh, claro que lo haremos. Nuestros amigos también están deseando venir a probar su comida. Incluso sin tener gusto y olfato, lo mucho que recomendamos su taberna ha sido más que suficiente para crearles necesidades." Bromeó el pelirosa, haciendo a la mujer reír. "Tenemos un amigo cocinero que se muere por conocerla y aprender de usted."
De algún modo, el orgullo pintó su mirada. "Pues que venga cuando quiera, estaré encantada de enseñarle todo lo que sé."
"Y creo que lo estará aún más cuando sepa que es el futuro novio de Tutor..."
Sus ojos prácticamente se lanzaron fuera de sus cuencas sobre TaeHyung.
"¡¿Cómo dices?!" Exclamó, perpleja. Luego, dejó escapar una carcajada. "¿Mi chiquillo tiene un enamorado?"
Mirándose entre sí, ellos asintieron. "En cierto modo, sí. Su nombre es Yim, es un amante de la repostería y cocina en general, todo lo hace bien. Incluso licores."
"Me encantan los licores..."
"Le diremos que traiga algunos cuando viajemos todos juntos, seguro que le encantan. Son inmejorables, exquisitos. Cualquier cosa que Yim haga, va a estar deliciosa." Aseguraba un muy orgulloso pelirosa, viendo la emoción en los ojos ajenos crecer. "De hecho estuvo días perfeccionando una nueva técnica con la que preparar platillos típicos de aquí para que Tutor se sintiera como en casa. Es alucinante."
"Pero usted no se queda atrás, Mina." Jungkook sintió la necesidad de decir. "Este tofu salteado está increíble..."
Ella esbozó una sonrisa dulce, apoyándose en la mesa sin dejar de observarles. "¿Sabéis algo, chicos?" Dijo, ellos levantaron la mirada del plato para devolverle la mirada. "Estoy muy feliz y agradecida de que aparecierais en la vida de mi chiquillo, en serio. Tutor siempre añoró tener una familia unida y gracias a vosotros es que ha podido conseguir una. Eso no es algo que todos puedan decir."
TaeHyung fue el primero en devolverle la sonrisa, mientras Jungkook permaneció en silencio.
"Nosotros también estamos muy felices de haberle conocido, Mina. Tanto él como Minsu eran las piezas del puzle familiar que nos faltaban..."
"Sí, nos alegramos muchísimo de haberles conocido."
"Demasiado."
La puerta de la taberna se abrió de manera brusca, un chico con el cabello amarillo, las mejillas rojas y jadeando como si acabase de terminar una maratón, apareciendo tras ella.
"¡TaeHyung, Jungkook!" Y, tan pronto los divisó, suspiró, aliviado.
Ellos se giraron a mirarle. "¿Yeonjun?"
"Sabía que estaríais aquí..." Celebró, dando un par de pasos hacia el interior. Su nariz se arrugó debido a la cantidad de olores que inundaron sus fosas nasales. "Huh, qué bien huele aquí..."
TaeHyung, preocupado, llegó frente a él.
"¿Qué ocurre, Yeonjun? ¿Por qué apareces así?"
"Oh, eso." Asintió, recuperando el aire que había perdido. "Tenéis que volver a casa. Ahora."
Jungkook acompañó al pelirosa, luciendo confundido. "¿Qué? ¿Por qué?"
"Yim acaba de llamarme desde su local, Tutor y Minsu han vuelto a Ae-Dexian-Thee hace unas cuantas horas."
"¡¿Qué?!"
"¡¿Han vuelto ya?!"
"Sí, eso parece." Él asintió, su atención viéndose opacada por toda la comida aparentemente deliciosa sobre la mesa. "Os he estado buscando por todo Psayd desde entonces, pero no había manera de..."
Jungkook sostuvo la mano del pelirosa. "Tenemos que irnos ya. Deprisa."
Y, tan pronto como dijo aquello, sin siquiera darle tiempo a reaccionar, sacó a TaeHyung fuera de aquella taberna en lo que duraba un parpadeo.
"Pe- pero no hemos terminado de cenar..."
Claramente él no le escuchó, demasiado concentrado en lo que debían hacer.
"Corre, precioso, date prisa. Hay que volver a por Maoi-lee y Nuka." Indicó, siendo seguido por un desolado, hambriento y cabizbajo pelirosa al que todavía le rugía el estómago. Ni siquiera le había dado tiempo a coger algo de comida para el camino...
En la actualidad...
"Tienes que calmarte, Jungkook. Ya casi vamos a salir de Psayd y el camino de vuelta a casa nos tomará menos de ocho horas." Le hizo saber. "Tal vez eso suene demasiado para ti, pero no podemos adelantar el tiempo aunque queramos... Estar así de alterado no será bueno para ti."
"Intento estar tranquilo, te lo prometo, pero simplemente no puedo..." Dejando escapar un suspiro, dijo, frotándose el rostro con ambas manos.
TaeHyung frotó su brazo. "Lo sé, lo sé, yo también estoy deseando volver a casa y saber qué han descubierto esos dos, pero hay que tener paciencia, ¿vale? No sirve de nada estar tan nervioso ni desesperarte, cuando la situación va a seguir siendo la misma."
Jungkook volvía a asentir, pues por mucho que no pudiera controlar el modo en que se sentía al respecto, sabía que TaeHyung tenía razón. Debía calmarse.
"Cierto, sí... Perdóname, mosquito." Se disculpó, recibiendo una sonrisita por su parte y entrelazando sus dedos. TaeHyung no tenía nada que perdonar y eso él también lo sabia. Quiso añadir algo más, cuando un sonidito proveniente del estomago ajeno le sacó de aquella conversación, girándose para observarle con el ceño fruncido. "¿Qué ha sido eso?"
TaeHyung se puso rojo como un tomate. "Mi estómago..." Susurró casi con vergüenza y el ceño del azabache se frunció. "E-Es que tengo hambre..."
"¿Hambre?"
Lentamente, asintió.
"Ni siquiera he podido saborear el primer plato que nos trajo Mina cuando prácticamente me hiciste volar fuera de la taberna..." Susurró, frotándose la barriga.
Sólo entonces y conmocionado por sus propias acciones, Jungkook agarró las cuerdas que sostenían a Maoi-lee, jalando de ellas hasta conseguir que el cerdo más grande se detuviera en seco. Tuvo que sostener a TaeHyung, impidiendo que volase por los aires tras aquel repentino frenazo.
"¡Ay, Jungkook!" Se quejó, como era de esperar, mirándole con el ceño fruncido. "¿Por qué has hecho eso?"
Sin pararse a responderle, Jungkook miró a su alrededor en busca de algo que le sirviera para lo que tenía en mente, mascullando cosas en voz baja que TaeHyung no podía entender, manifestando su confusión todavía con el ceño fruncido, que se acentuó tan pronto como Jungkook esbozó una sonrisa, su mirada fija en un punto concreto a lo lejos.
"En seguida vuelvo." Dijo, y acto seguido bajó de Maoi-lee de un salto.
"¿Qué?"
"Espérame aquí, mosquito."
"Pero, Jungkook..."
Sin decir nada más, tampoco girarse para mirarle una última vez, este desapareció con rapidez de su campo visual. TaeHyung no entendía nada.
"¿Qué bicho le ha picado a esta criatura...?"
Menos de dos minutos después, con la vista fija en el lugar donde Jungkook se había esfumado, este apareció usando la misma velocidad que al inicio, portando consigo dos bolsas gigantes -incluso para él- y llenas de algo que el pelirosa desconocía, además de una sonrisa inmensa.
"¡Ya estoy aquí!" Anuncios, subiéndose de vuelta en lo alto de Maoi-lee cuando el cerdo agachó la cabeza. "Gracias, grandullón. Y... esto es para ti, precioso, toma." Él la acarició a modo de agradecimiento, llegando junto a TaeHyung y dándole las bolsas que casi lo aplastaron.
TaeHyung, aún confundido a morir, miró el interior de dichas bolsas. "¿Qué es todo esto...? ¿A dónde fuiste?"
"A comprar comida para el resto del viaje. He comprado de todo, snacks, platos típicos envasados, bebidas, dulces... Hay hasta comida para ellos." Explicó, señalando a los cerdos e inmediatamente metiendo las manos en la bolsa para mostrarle de lo que hablaba. Un snack a base de algas, semillas y brotes para animales. "¿Ves? Esto les encanta."
El ceño del pelirosa se frunció aún más. "¿Y por qué tan de repente? Pensé que tenías prisa."
"La sigo teniendo, pero no iba a dejarte morir de hambre por muy desesperado por volver a casa que esté. Ya te dije que siempre existirían prioridades, precioso." Explicó, mientras sacaba algunos de esos snacks para mascotas y ponía el más pequeño frente al hocico de Nuka. "Qué mal huele esto, por el amor de Dios..."
Finalmente, una carcajada escapó de los labios del pelirosa, inclinándose hasta alcanzar a Jungkook y besarle en los impropios. Este correspondió con una sonrisa que se agrandó en cuanto TaeHyung se separó.
Sacando otro snack más grande con una clara mueca de desagrado, se lo tendió a Maoi-lee, a la espera de que lo comiera. "Este para ti, grandullón."
Maoi-lee lo engulló como si llevara años sin comer. Él golpeó su lomo.
"Ahora sí, en marcha. Volvamos a casa." Indicó. Y, de ese modo, retomaron el viaje de vuelta.
Las ocho horas que duró dicho viaje discurrieron con tanta tranquilidad, volviéndose largas, eternas, que Jungkook cada vez se veía y sentía más desesperado. TaeHyung durmió bastante, también, acurrucándose en el regazo de aquel que le permitió dormir plácidamente abrazado a él, otorgándole caricias en la espalda y el cabello continuamente, a pesar de que se sentía próxima su muerte.
Llegaron a Ae-Dexian-Thee justo cuando anochecía, Jungkook sintiéndose como en una nube de alivio y confort mientras bajaban de Maoi-lee, no pudiendo creer que finalmente estaban allí de vuelta cuando vio el taller a tan sólo dos metros de distancia. Sus ojos estaban brillantes, el corazón acelerado y un nudo de nervios en el estómago le impedía tragar saliva inclusive.
"¡Jungkook!" Una vocecilla sonó, seguida de otra, ambas sumamente conocidas.
"¡TaeHyung!"
Ambos levantaron la cabeza para ver al par de mellizos sonrientes y eufóricos correr hacia ellos, como si hubiesen pasado meses desde que se fueron. Tan pronto como los alcanzaron y Woongki abrazó a TaeHyung, Jungkook sintió una pequeña fuerza sobre él, encontrándolo subido a su espalda, haciéndole reír.
"¡Por fin habéis vuelto!" Chillaba este, siendo copiado por su hermano que rápidamente se abalanzó sobre el azabache tras besar sonoramente la mejilla de TaeHyung.
"Lo hacéis sonar como si llevásemos meses fuera... Sólo han pasado unos días desde que nos marchamos, chicos." Reía TaeHyung, llevándose a Nuka y Maoi-lee consigo cuando avanzaron en dirección al taller. "¿Están los demás dentro?"
Al instante de cuestionar aquello, Wooyoung salió disparado fuera del taller, atrapándolo en un abrazo tan fuerte que lo levantó del suelo.
"¡TaeHyung!"
"Huh... Sí que estaban, sí..." Quejándose tras el impacto, abrazó de vuelta al pelimorado.
"¡¿Por qué habéis tardado tanto en volver?! Pensábamos que estaríais fuera solo un día, y ya casi ha pasado una semana desde que os fuisteis."
Jimin apareció justo cuando Wooyoung empujaba a TaeHyung dentro de su propio taller. "Pero si Yeonjun nos llamó para avisar de que se quedarían más tiempo, Yim lo ha repetido muchas veces..."
"¿Yim? ¿Dónde está Yim? ¿Y qué hay de Tutor y Minsu?"
Jungkook, que apenas podía quitarse al par de pegajosos mellizos de encima, preguntó, sintiéndose nervioso al verse más cerca de esas respuestas que tanto buscaba y ansiaba.
"Están todos dentro, venid. Tutor quería venir a recibiros, pero no se puede mover."
De inmediato, ambos lucieron preocupados.
"¿No se puede mover?" Adentrándose, Jungkook repitió. "¿Y eso por qué? ¿Qué le ha pasado?"
Por los labios de Jimin cruzó una sonrisa, haciéndoles una señal para que avanzaran. "No, nada... Es simplemente que hay un obstáculo de por medio."
Una vez llegaron al salón, donde los demás se reunían, es que tanto Jungkook como TaeHyung pudieron ver a qué se refería Jimin con exactitud, encontrando a Tutor sentado junto a Minsu en uno de los sofás, teniendo a un muy dormido Yim descansando en su regazo. Ambos suspiraron aliviados, compartiendo una mirada cómplice.
"Con que era por eso..."
"Sí, hola..." Esbozando una sonrisa avergonzada, Tutor ni siquiera se movió, temiendo despertarle. "¿Qué tal?"
"El pobre llevaba sin dormir desde que se fueron, no había manera de que lograse pegar ojo... Ha caído en combate tan pronto como le ha visto entrar por la puerta." Explicaba Joowan, señalando a aquel que dormía plácidamente. "Ahora descansa como un bebé."
"Pobrecito..." TaeHyung dejó escapar una risita, viendo a Tutor sonrojarse. "¿Y qué tal? ¿Cómo ha ido el viaje?"
"Sí, habéis vuelto tan pronto que casi no me lo podía creer."
"Y que lo digas, tendríais que haberlo visto de camino aquí, parecía un maníaco del tiempo. Estaba nerviosismo, no podía reconocerle."
Todos rieron, mientras TaeHyung obligaba a un sonrojado Jungkook a sentarse justo después de que él lo hiciera. Minsu se echó hacia delante al mismo tiempo en que reía, esperando su momento de tomar la palabra.
"Lo cierto es que ha sido un viaje muy entretenido, apenas hemos tenido complicaciones."
"Oh, sí, fue bastante más fácil de lo que pensábamos y también me ha servido de autoexperimento. Gracias a eso he descubierto que soy capaz de mantener una altura exacta por días sin sufrir consecuencias." Tutor asintió, estando de acuerdo con su hermano, mirando al azabache. "Gracias a los vecinos es que pudimos encontrar la casa de la abuela Binna."
Los ojos del azabache inmediatamente brillaron ante la mención de aquella mujer. "¿Pudisteis verla?"
Ambos hermanos se quedaron en silencio durante varios microsegundos, haciéndole saber entonces que no tendría una respuesta afirmativa. Y, de hecho, él se la esperaba más de lo que le gustaría admitir, pero el dolor llegó de todos modos cuando Tutor respondió:
"No, verás... Ella falleció hace un tiempo. Más de un año, en realidad..."
TaeHyung sostuvo su mano al instante, apretándosela.
"Oh."
"Joder..." Alguien masculló en voz baja.
"Lo siento mucho, Jungkook."
Jungkook simplemente se limitó a darles una sonrisa. "E-Está bien, sí... Era algo con lo que ya contaba, en realidad, no pasa nada. Estoy bien, tranquilos."
"Sé que te preocupaba su soledad todo este tiempo que estuviste fuera, por eso preguntamos a los vecinos. Todos dijeron que la abuela Binna nunca estuvo sola, cada uno de ellos se encargaba de visitarla a diario, la invitaban a sus casas a desayunar, merendar, cenar, ya sabes... Siempre estuvo acompañada de gente que la quería mucho."
Una sonrisa cruzó por los labios del azabache en cuanto Minsu mencionó aquello. Triste, melancólico, pero también lleno de alivio por saber que, aquella mujer que tanto lo acompañó sin saberlo en sus peores momentos, no había estado sola.
"Eso me alivia muchísimo, chicos. Gracias..."
"Todos los vecinos coincidían también en algo y eso era que en sus momentos más lúcidos, Binna preguntaba siempre por alguien. Un chico huérfano al que apreciaba muchísimo." Añadía Tutor, siendo plenamente consciente de lo que esa información causaría en Jungkook. "Para ellos fue fácil saber de quién hablaba. Jeon Jungkook, quien perdió a sus padres en un incendio y, según creían, estaba siendo injustamente juzgado por la familia real de Suraek Dee Bhadam."
El corazón del azabache dio un vuelco. "¿Lo sabían?"
"Lo hacían, sí. Incluso nos dijeron que estuvieron meses recogiendo firmas para sacarte de la cárcel, algunos hasta acampaban fuera del palacio real para expresarle su disgusto al rey."
"¿Q-Qué...?"
Escuchar aquello fue similar a ser golpeado con un balde de agua fría. No rociado ni mojado, directamente golpeado. Atacado. En toda la cabeza.
¿En qué momento un pueblo entero se había puesto de su lado?
"Se enfadaron mucho, demasiado... Decían que habías pasado por muchas injusticias para que te tratasen de esa forma cuando tú solo fuiste engañado por alguien que abusó de tu poder cuando se vio con el agua hasta el cuello. Y cuando supieron que te habías escapado de la cárcel y la policía había empapelado toda la ciudad con tu cara, rompieron todos y cada uno de los carteles. Incluso si volvían a colgarlo."
Jungkook se llevó una mano al pecho, negando repetidamente con la cabeza mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Eso no podía ser real. Ni siquiera sonaba como tal. "No..."
Ambos hermanos asintieron.
"Sí, en serio. Cuando mencionamos que veníamos de tu parte y estabas en un lugar mucho mejor, con gente que te quería, todos se pusieron muy felices. Era lo que merecías desde niño, fueron sus palabras exactas."
"Había una mujer que conocía a tu padre, una amiga de la infancia, al parecer. Nos explicó que se acordaba de él, tu madre y de ti todos los años. Siempre que llovía... Ella nos llevó hasta la casa de Binna cuando le explicamos qué vinimos a hacer aquí." Minsu esbozó una sonrisa. "No le tomó por sorpresa saber que tenías esas sospechas desde hace mucho."
De nuevo, su corazón dio un vuelco. TaeHyung le apretó la mano, viendo como el menor de ambos hermanos se sacaba algo de la túnica y se lo entregaba. Un papel grueso, acartonado y rectangular. Una foto.
"Por eso mismo rebuscó y rebuscó en los cajones hasta conseguirnos esto... Dijo que te encantaría tenerla."
Manos temblorosas agarraron aquel pedazo de papel impreso, apenas siendo capaz de verlo cuando las lágrimas producto de un llanto silencioso se apoderaron de él. Pudo reconocer a sus padres de jóvenes en aquella foto casi descolorida, varios años antes de morir, con sonrisas inmensas, acompañados por la abuela Binna, quien a su vez sostenía a un bebé de cabello azabache y rojizo, mirando a cámara como si no supiera qué hacía allí exactamente.
"Ese de ahí eres tú, Jungkook..." Susurraba TaeHyung, reconociendo al pequeño gigante en la foto, sus ojos llenos de lágrimas también. "Ese bebé eres tú..."
Jungkook se cubrió la boca, ahogando un sollozo que salió de todas formas, delatándolo. TaeHyung le abrazó con fuerza, sabiendo más que nunca cuánto lo necesitaba.
"Supongo que tus sospechas eran ciertas y no tan ciertas." Tutor le dijo, sonriendo sin dejar de acariciar la espalda de Yim. "Esa mujer sí era tu abuela, pero la gente con la que convivía no te odiaba en absoluto. Todos te veían con buenos ojos incluso si nunca te lo pareció."
Él sollozó más fuerte. Los mellizos rápidamente treparon por su espalda, uniéndose a un abrazo que no tardó en convertirse en una piña apretada, cuando Wooyoung, Jimin y Joowan hicieron lo mismo. El doctor Choi, que era más reservado, frotó su espalda simplemente.
"Estuvieras donde estuvieras, nunca hubieses estado solo, grandullón." TaeHyung susurró contra su oído, besándole el hombro.
"Pero eso no quiere decir que debas irte, ¿eh?" Wooyoung no tardó en replicar. "Ya que estás aquí, te quedas con nosotros. Yo ya me he encariñado, no te puedes ir ahora."
Todos rieron, incluido el propio azabache, quien tuvo que tragarse las lágrimas.
"Claro que no. Nosotros somos tu familia ahora."
"Lo sé, lo sé, tranquilos... No pienso irme a ninguna parte ahora que os tengo." Aseguró. "¿Sabéis lo que me ha costado conseguir gente que me soporte sin sentirme un lobo solitario? Y vosotros sois el equivalente a una aldea al completo, no puedo desaprovechar esta oportunidad."
De nuevo, los chicos soltaron una carcajada. Su corazón se sintió más cálido que nunca.
"Ya no tienes que preocuparte por eso, Jungkook. No volverás a estar solo jamás."
"Nunca."
Y era cierto, por eso sonrió. "Lo sé." Dijo, pues no le quedaban dudas de que, a partir de ahora, nunca deambularía solo por ahí.
No pasaría hambre, miedo, ni frío. No se sentiría lástima de sí mismo, ni ansiaría sentirse querido, teniendo que mendigar amor como si agua de botella se tratase. Ni siquiera podría reconocer el sentimiento amargo de la soledad, aquel que siempre lo acompañaba a todas partes. Jamás volvería a sentirse solo aún si estaba rodeado de gente.
Mirándolos uno a uno en completo silencio, se preguntó: ¿Cómo podría sentirse solo otra vez? Tenía recuerdos de personas que ya no estaban, pero lo acompañarían siempre. Lazos a los que podía darle nombre, después de tanto tiempo. Una familia maravillosa que lo acogió y cuidó de él desde el primer momento, sin poner trabas y dispuesta a hacer, literalmente, cualquier cosa por él, por su felicidad. Un novio increíble, precioso en todos los aspectos y que le había enseñado, letra por letra, el significado real de la palabra «amor», cómo se sentía amar y ser amado. Dos cerdos caóticos, pero tan amorosos que te derretías por dentro. Sólo un tonto se sentiría solo rodeado de todos ellos: su pequeña, gran familia.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro