Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

✧Dexian.

N/A: Estoy ansiosa, muy ansiosa. Este género es completamente nuevo para mí y no puedo sentirme más emocionada por explorarlo y adentrarme. Aunque me muero un poco del miedo también, no os voy a mentir xD

Dedicado a deathlakes ♡♡

Espero de corazón que os guste mucho este inicio y esperéis la historia tanto como yo, ¡mil gracias!

[...]

¿Había merecido la pena?

Esa, era la pregunta que Jungkook llevaba días haciéndose. Días largos, interminables, en los que había permanecido observando aquellas cuatro paredes y las rejas del calabozo donde había sido encerrado a modo de castigo. Y la respuesta, sin lugar a dudas, era un gran y rotundo no. No merecía la pena haber tenido un affair con recién casado príncipe, quién acababa de contraer matrimonio con la única y primogénita del rey Ky Syungho.

Jungkook se arrepentía. Claro que se arrepentía; pero no por sus acciones inmorales, sino porque estas habían sido descubiertas y duramente juzgadas por el rey, quién se debatía entre cortarle la cabeza o dejarle morir por inanición en aquella diminuta celda.

"¿Quién me manda a mí a meterme con un hombre casado...?" Se lamentaba para sí mismo, observando el techo que cada vez se volvía más y mas pequeño sobre él.

Un pequeño lloriqueo abandonó sus labios, frotándose el rostro.

"Con el marido de la princesa... ¿Es que acaso soy tonto?"

"Hombre, un poco tonto sí que eres."

La voz desconocida, rasposa y algo gruesa de quien parecía ser un hombre sonó a tan sólo unos metros de distancia. Jungkook saltó debido al susto, poniéndose en pie y mirando a todos lados, creyendo haberse vuelto loco, pues sólo estaba él en aquella celda.

"¿Q-Qué...?" Titubeó, su voz acongojada. "¿Quién ha dicho eso?"

Alguien tosió. "Yo." Esa misma persona le respondió. Seguido de eso, unos golpecitos en la pared se escucharon. "Estoy en la celda de al lado. Me llamo Sounik."

Algo más tranquilo esta vez (pues eso significaba que no estaba comenzando a escuchar voces en su cabeza ni tampoco había fantasmas queriendo comunicarse con él), Jungkook respiró hondo, volviendo a tomar asiento en su cama. En cualquier momento moriría de un infarto.

"Tienes una suerte de mierda, ¿eh, amigo?"

Él asintió. "Ya..." Sin embargo, no pudo decir nada más que eso, pues Sounik siguió hablando.

"Aunque también te lo has buscado tú solito, no te lo puedo negar... Tienes menos luces que un barco pirata, eh... ¿Cómo es que te llamas, muchacho?"

"Jungkook, me llamo Jungkook."

"Pues eso, Jungkook, que eres tonto de narices." Le dijo. Los labios del susodicho se estiraron en una mueca disconforme. "Hay que tener huevos para meterte en medio de la princesa y su marido, ¿eh? ¿En qué pensabas?"

"Bueno..."

"¿Acaso eres un suicida, Jungkook? Porque no tienes pinta. Creo que eres demasiado joven para serlo."

Su ceño se frunció, completamente confundido. "¿Cómo...? ¿Cómo sabes tú...?"

"Te vi entrar hace unos días, pero eso no es lo importante ahora. ¿En qué estabas pensando, hombre? ¿Acaso quieres morir entre terribles sufrimientos?"

El corazón se le detuvo por unos segundos.

"¿Cree que voy a morir?"

"Eso es lo mínimo que podría pasarte. He oído por ahí que el rey planea cortarte la cabeza en medio de la plaza principal, aunque también ha pensado en quemarte vivo."

"¿Qué?" Susurró, con apenas un hilo de voz.

Acto seguido, Jungkook necesitó tumbarse en la cama para poder digerir aquella información, respirando hondo conforme sentía una ola de frío recorrerle el cuerpo de pies a cabeza. No podía estar pasando.

"Pero sólo ha sido un error..."

"Claro, igual que lo mío. Entré en una casa que no era de mi propiedad, cuyos dueños no conocía y me llevé un dinero que tampoco era mío por accidente." El sarcasmo era más que evidente en su tono de voz. "Y resulta que eso no se podía hacer, ¿puedes creértelo? Estamos rodeados de injusticias..."

El muchacho negó, desesperado. "Lo digo en serio. Yo no sabía que era el futuro príncipe, Sounik, te lo prometo..."

"Seguro..."

"Es la verdad, no soy un mentiroso que busca problemas. Tienes que creerme."

Las manos comenzaron a sudarle.

"¿Por qué debería? No te conozco. Y siéndote honesto, tampoco creo que vaya a darnos mucho tiempo de entablar una amistad... Te queda menos tiempo que a mí y tengo casi ochenta años humanos, imagínate..."

"Joder, ¿tantos?" Farfulló, incorporándose con el ceño fruncido, aquellas palabras saliendo por su boca sin ser consciente siquiera.

"¡Oye!"

Jungkook se arrepintió al instante. "Lo siento, lo siento... Lo decía porque no pensé que alguien tan mayor pudiera cometer actos vandálicos, pensé que a vuestra edad sólo moríais. Además, tampoco tienes voz de anciano."

"Lo estás arreglando, ¿eh? No me va a dar pena que te maten, y eso que pensaba ayudarte a salir de aquí..."

Con el corazón en un puño, se puso en pie rápidamente, corriendo hacia el muro que le separaba de Sounik, colocando sus manos contra él. Debía cerrar esa boca sin filtros si quería mantenerse con vida.

"No, no, no, Sounik." Sudando frío, dijo, sonando lo más desesperado que sus cuerdas vocales le permitían. "Mis palabras iban de pura admiración hacia ti, no pretendía ofenderte."

Un bufido abandonó los labios del anciano. "Pues me has ofendido."

"Perdóname."

"No."

Sus ojos se llenaron de lágrimas. "Sounik, por favor, debes ayudarme. Te lo suplico."

Aferrándose a aquella pared, e incluso cuando podía escuchar la respiración ajena a través del muro, el silencio reinó por unos cuantos segundos. Segundos que para Jungkook se hicieron eternos.

"Bueno... Puedo ayudarte a salir, pero, ¿qué me ofreces a cambio?"

"No sé, no- no tengo nada... ¿Qué quieres?"

"Dinero."

Observándose a sí mismo, negó. Tan sólo llevaba consigo mismo un collar del que por nada del mundo pensaba deshacerse, pues era lo más parecido a un amuleto de la suerte. Un regalo cuyo valor era incalculable, que había pasado de generación a generación.

"No tengo dinero, Sounik."

"¿Ahorros?"

"Tampoco. Nada de nada." Se lamentó, forzando la voz para causar lástima. "Soy un joven huérfano, super huérfano que trabaja en el mercado gracias a la ayuda de una vecina. No tengo casa propia, joyas, ahorros... Nada."

Si pudieran verse cara a cara, estaba convencido de que pudiera convencerle sólo con mirarle.

Era un adulador por naturaleza, un pequeño bufón cuya personalidad encantadora le hacía conseguir todo lo que quería. A excepción de libertad, claro, pues los guardias parecían ser demasiado leales a su rey. Pobres imbéciles.

"¿Seguro?" La desconfianza en la voz de Sounik rompió sus esquemas repentinamente. "He visto ese collar que tienes en el cuello."

Jungkook se llevó una mano al pecho, sosteniéndolo con angustia.

"Ese que estás tocando."

Aquello le hizo sobresaltarse, apartándose de la pared tan rápido como reaccionó. Observó el muro aterrorizado. "¿Cómo...?"

"Hice un agujero en la pared hace tiempo." Respondió, como si nada. "Paso tanto tiempo yendo y viniendo de los calabozos a la calle, que casi siento este lugar como mío. Me gusta observar a mis vecinos de vez en cuando, nada malo. No soy un pervertido."

Tragando saliva, asintió, buscando aquel agujero.

"C-Claro que no..."

Tan pronto como descubrió dicho agujero y pudo ver un ojo a través de él, sudó aún más frío.

"Hola, vecino." La voz de Sounik volvió a sonar. Jungkook movió la mano torpemente en el aire, saludándolo de vuelta. "Bueno, ¿estás dispuesto a negociar o no?"

"Negociar... ¿De qué forma?" Se atrevió a preguntar.

"Pues una muy sencilla. Tú me ofreces ese colgante y yo te ayudo a salir de aquí sano y salvo." Explicó, sonando demasiado convincente. "¿Qué te parece?"

Jungkook respiró hondo. "Eh... No lo sé, Sounik. Es complicado."

"¿Más complicado que morir decapitado por nuestro propio rey?"

El corazón del azabache dio un vuelco, observando aquel collar. Incluso si la oferta era justo lo que buscaba, su pase directo a la libertad que tanto ansiaba para sobrevivir (literalmente), no había forma de que ese colgante estuviera en juego. Era lo único que le quedaba.

Abrió la boca entonces, dispuesto a rechazar aquella oferta, cuando una bombillita se encendió sobre su cabeza. Y es que realmente no tenía por qué entregarle nada a nadie. Sounik era un anciano de ochenta años humanos y él acababa de entrar en los veinte. Tenía mil maneras de escabullirse una vez estuviera fuera sin ser alcanzado. Debía ser, por lógica pura, mucho más ágil. Estaba en ventaja.

Sus labios se estiraron en una pequeña sonrisita, aceptando el trato consigo mismo y tomando la decisión final. "Tienes razón, sí."

"En ese caso, ¿aceptas?"

"Acepto." Asintió. "Te daré el collar."

Jungkook pudo notar la sonrisa del hombre incluso a través del muro.

"Perfecto, pues lo haremos de esta forma. Estate atento. Mis amigos vendrán por mí esta misma madrugada, cuando todos estén durmiendo. Ya lo hemos hecho otras veces, no te preocupes. Les pediré que vuelvan a buscarte para no levantar sospechas y una vez estés libre, nos reuniremos al este del bosque Fhinadynn. ¿Sabes dónde está?"

"Sí."

"Pues allí te estaré esperando." Le dijo. "No te quedes dormido por nada del mundo, ¿eh, Jungkook? De lo contrario no podré hacer nada para ayudarte, debes estar despierto."

Él volvió a asentir. "Así lo haré, descuida. Pero, ¿por qué en el bosque?"

"Una vez salgas de aquí, las alarmas se activarán y con ello la franja protectora. No podrás llegar a otro sitio que no sea el bosque, ya que es donde está la frontera abismal, allí no hay límites."

Esa respuesta no le dejó mucho más tranquilo. "¿Frontera abismal? ¿Qué se supone que es eso?"

"El abismo."

"¿Y eso qué es? Nunca he oído hablar de eso."

Sounik soltó una risita. "No quieras saberlo..."

"¿Por qué no?"

"Porque del abismo es imposible salir. Es como un portal a otra dimensión, si caes no sabes dónde aterrizarás ni tampoco si lo harás alguna vez." Explicó, usando un tono de voz perezoso.

A Jungkook le recorrió la espalda un escalofrío.

"No suena muy seguro..."

"Es la única forma de que no nos encuentren si nos escapamos, pero estaremos a salvo. Sólo nos quedaremos allí por unos días, hasta que cancelen la orden de búsqueda."

Él asintió, a pesar de que el plan inicial no le resultaba demasiado atractivo. "¿Y qué haremos después?"

"Tú no lo sé, yo me trasladaré al norte. Tengo un amigo que practica magia negra y puede modificarme las facciones con algunos conjuros inofensivos, lo suficiente como para pasar desapercibido hasta que me muera... Planeo retirarme de la mala vida. Te invitaría a acompañarme, pero prefiero hacer las cosas solo."

"Ya veo..." Murmuró, pues tampoco planeaba ir con él, aunque no tenía ni idea de lo que haría cuando saliera de allí. Su vida había cambiado completamente. "Y, ¿quiénes son tus amigos? Para reconocerlos."

"No te preocupes por eso, sabrán cómo llegar a ti sin problemas."

Su ceño se frunció, no pudiendo evitar sentir desconfianza. "¿Seguro?"

"Claro que sí, hemos hecho esto miles de veces."

Y es que, entrando en prejuicios ofensivos a morir, para Jungkook era complicado entender que alguien tan mayor como Sounik o sus amigos, fueran tan ágiles para hacer todo eso sin ser descubiertos. Él apenas pudo escapar de la guardia real cuando tuvo oportunidad."

Sin embargo, esa misma noche, Jungkook se preparó para seguir el plan a rajatabla. Los guardias llegaron con una bandeja de comida a su celda, pasándola por debajo de la puerta. Habichuelas verdes, sopa amarilla con un olor a pescado podrido y trozos flotando. Su mueca se torció en un gesto de desagrado. Ni de coña iba a comerse eso.

"Buenas noches. Hasta mañana."

"Buenas noches." Repitió, escuchando la puerta cerrarse, mientras dejaba la bandeja en una mesa, guardándose el tenedor de plástico en los bolsillos.

"Hasta mañana, señor agente." La voz de Sounik sonó junto a él.

Jungkook respiró hondo, pues el turno de los guardias estaba por terminar y eso significaba que todo comenzaría pronto.

Pasó las siguientes dos horas tumbado bocarriba en la cama, escuchando únicamente el sonido de su respiración y los leves ronquidos de su compañero, que sí se había quedado dormido. Debía ser la práctica, pensaba Jungkook, quien no veía la hora de que llegaran en su rescate. Estaba desesperado.

¿Y si salía mal? ¿Y si nunca llegaban a por él? ¿Y si lo descubrían en el intento? ¿Y si terminaba decapitado en medio de la plaza principal?

Tenía miedo, sintiéndose impaciente, intranquilo, conforme su corazón se aceleraba más y más, únicamente pudiendo escuchar los pensamientos apabullantes en su cabeza. Tanto, que ni siquiera fue consciente del momento en que había dejado de oír a Sounik y sus ronquidos leves, indicando que ya no se encontraba allí.

"No te duermas, no te duermas..." Se repetía a sí mismo, obligándose a mantener los ojos abiertos.

Respiró hondo, animándose a contar las manchas por humedades en el techo para entretenerse con algo, pues las manos habían empezado a sudarles otra vez y pensar en ello le repugnaba, simplemente limpiándoselas en la camiseta agujereada que llevaba.

"Uno, dos, tres, cuatro, cinco..." Comenzó, respirando hondo cada cierto tiempo, pues los ojos amenazaban con cerrársele. "...quince, dieciséis, diecisiete, dieciocho, diecinueve, veinte..."

Frotándose los ojos con algo de presión, meneó la cabeza. No podía quedarse dormido por nada del mundo.

"...cincuenta y siete, cincuenta y ocho, cincuenta y nueve, sesenta..."

Antes de poder señalar la mancha número sesenta y uno, un golpeteo leve por el suelo le hizo extrañarse, colocándose alerta para que segundos después, una pequeña explosión de humo azul tuviera lugar, convirtiendo los barrotes en polvo. Jungkook se incorporó de inmediato, tosiendo bruscamente.

"¿Qué demonios...?"

El sonido de las alarmas de seguridad lo aturdió momentáneamente, viéndose obligado a taparse los oídos, mientras se ponía en pie.

Acercándose a la puerta conmocionado por la explosión, confundido y asustado, supo que era el momento de salir cuando vio una fecha en el suelo que señalaba hacia la puerta. El corazón se le puso de corbata, no dudando ni un segundo en salir corriendo lo más rápido que sus piernas entumecidas le permitían.

No halló rastro alguno de guardias, mucho menos de aquellos amigos a los que Sounik había hecho alusión, pero ni siquiera se paró de más a investigar, no cuando los pájaros policía (sí, pájaros policía) habían comenzando a sobrevolar la zona en su búsqueda.

La franja protectora, formada por líneas rojas fluorescentes que parpadeaban, se formó alrededor del campo por el que corría, limitando su acceso del mismo modo en que Sounik le había advertido que lo haría. Ser consciente de ello hizo que su corazón se acelerase del mismo modo en que sus piernas temblorosas, avanzando aún más rápido.

Realmente estaba huyendo.

No tardó demasiado en reconocer a lo lejos los árboles del bosque Fhinadynn, el más extenso, frondoso e inhabitable de la ciudad. Sólo de ese modo, mientras corría por su vida, buscando adentrarse, es que recordó las palabras de su madre fallecida, pidiéndole que por nada del mundo pisara aquel lugar. Si pudiera verlo ahora, estaría tan aterrorizada que Jungkook casi sentiría vergüenza. Sin embargo, no tenía otro lado al que ir.

Tan sólo quince minutos después (o una eternidad para él) entró en el bosque, con las piernas aún más entumecidas y perdiendo el equilibrio cada pocos segundos, chocándose contra los árboles y buscando estabilizarse de esa forma.

Miró a su alrededor con los ojos llenos de lágrimas y la saliva escapando torpemente de su boca. Inmediatamente, el inconfundible sonido de rugidos, agua, hojas cayendo y aullidos provenientes de las especies más carroñeras heló su sangre.

"Dios..." Jadeó, habiendo dejado atrás a los pájaros policía y dejándose caer contra el tronco medio seco de un cedro milenario. "Dios mío..."

Quería echarse a llorar.

"Sounik." Susurraba, buscando al susodicho con la mirada como si fuera encontrarlo entre la maleza, o como si este tuviera la capacidad de llegar a él teletransportándose. "¿Dónde coño te has metido, joder?"

Avanzó como pudo, notando el corazón en los oídos y sintiéndose aturdido. Había pasado tanto tiempo encerrado en aquella celda, sin poder andar más de dos metros (que era lo que medía), que ahora todo se sentía demasiado amplio a su alrededor y caminar más de cinco metros suponía una tortura.

"¡Sounik!" Lo intentó otra vez, tragando saliva cuando el aullido de las hienas se volvió más cercano. Quizás ni siquiera eran hienas. "¡Sounik, soy yo! ¡Jungkook! ¡Traigo el collar!"

Avanza. Una voz conocida resonó en su mente, sobresaltándolo.

"¿Sounik?" Susurró en esta ocasión.

Agua. Sigue el sonido del agua. Un riachuelo. Llega hasta allí.

"Qué cojones..."

Todavía aturdido, confundido y con el corazón en la garganta, avanzó en dirección al oeste, tal y como su vecino de celda había indicado.

Cuando llevaba aproximadamente diez minutos caminando, el sonido del agua corriendo llegó a él. Una sonrisa de oreja a oreja cruzó por sus labios, corriendo en dirección a dicho sonido.

"¡Sounik!"

Detente.

Tan pronto como llegó al riachuelo que, para su sorpresa se encontraba seco, esa misma voz resonó en su cabeza. Un escalofrío le recorrió la espalda.

¿Dónde había ido el agua?

Gírate.

Con su corazón latiendo todavía más rápido (si es que eso era posible siquiera), Jungkook así lo hizo, encontrándose a un pequeño animal que parecía atento a sus acciones, observándole desde lo alto de una roca. Medía alrededor de cincuenta centímetros y tenía la misma forma que un ratón cualquiera, pero no estaba ni siquiera cerca de serlo.

Jungkook dio instintivamente un paso hacia atrás. "¿Qué demonios es esto...?"

Por fin has llegado.

La misma voz que llevaba tiempo escuchando en su cabeza, esta vez sonó como un susurro contra su oreja, girándose inmediatamente para encarar al dueño, sus ojos chispeantes, encontrando que no había nada allí.

"¿Eh?"

Antes de siquiera poder emitir otro sonido, algo saltó desde atrás hacia su cuello, siendo incapaz de verlo. El collar que llevaba consigo siendo brutalmente arrancado por aquella rata gigantesca, la cual salió corriendo hacia el norte.

"¡No, mi collar!" Exclamó, yendo tras ella sin pensárselo. "¡Vuelve aquí! ¡Vuelve!"

Sin embargo, algo, una fuerza extraña, desconocida, le empujó tan fuerte por el pecho que le hizo volar hacia atrás, su espalda chocando contra la rasposa corteza de un árbol. Jungkook no entendía nada. Nada en absoluto.

"Mi collar, no..." Su voz salió en apenas un susurro, luchando por ponerse en pie.

Tanteó el suelo con sus manos llenas de heridas, encontrando que a su lado estaba aquel tenedor de plástico que como obsequio se llevó del calabozo.

Lo siento.

Reconociendo esa voz inmediatamente, levantó la mirada. Un señor de mediana edad, alto, delgado y con el cabello por los hombros se encontraba frente a él. Su rostro era peculiar, como si se hubiera realizado demasiados retoques estéticos y ninguno de ellos fuera adecuado para su cara. Era casi tétrico observarle.

"¿Sounik?"

El hombre dio un paso hacia él.

Jungkook se puso en pie de inmediato, furioso, acortando los pasos que le separaban.

"¿Me has tendido una trampa? ¿Dónde está mi collar?" Quiso saber, manteniendo la mandíbula apretada hasta llegar a su altura. "¡Devuélvemelo!"

Sounik esbozó una sonrisa macabra. Y del mismo modo que antes, cuando seguía a aquel bicho, una fuerza desconocida le empujó hacia atrás, haciéndole volar por los aires y caer estrepitosamente contra un árbol otra vez. Jungkook gruñó, sintiéndose adolorido y conmocionado tras aquel golpe.

"Es una pena, Jungkook, me caías bien."

Para cuando pudo recuperarse, aquella voz sonó directamente frente a él. Levantó la cabeza para encontrar a su vecino de celda delante de sus narices.

"¿Por qué pretendías engañarme? Creí que eras más listo, muchacho..." Su voz lamentándose le causó arcadas.

Tras eso, una mano fina, con dedos extrañamente largos y uñas afiladas, pero fuertes, le rodeó el cuello. Jungkook fue levantado con suma facilidad, jadeando al sentirse asfixiado.

"¿Qué- qué haces...?"

"Fui considerado contigo, me propuse ayudarte incluso si no te conocía... Hasta pedí a mis amigos que te ayudaran..." Murmuró, sus ojos de cristal llenos de falsas lágrimas observándole.

Jungkook fue empujado por tercera vez, chocando contra una roca, sin tener tiempo siquiera de responder o siquiera reaccionar cuando volvió a notar esos fríos dedos alrededor de su garganta, elevándolo.

"...y aún así decidiste engañarme, creerte más listo que yo."

"No, claro que no, Sounik, yo no..."

Cállate.

Él meneó la cabeza. "No, por favor... Por favor, perdóname."

Mira a tus pies.

Temblando, así lo hizo, mirando a sus pies que colgaban en el aire. Bajo estos, no había nada. Literalmente nada. Un inmenso vacío oscuro.

El abismo.

"Uno debe aprender a ser agradecido con lo que le toca, Jungkook." Los dedos en su garganta apretaron más fuerte. "No porque seas más ágil la vida será más fácil contigo."

"Sounik..."

Sus labios esbozaron una sonrisa macabra de nuevo. Sounik no tenía dientes reales, sino piedrecitas en las que habitaban algunos gusanos saliendo de su boca.

Gracias por el collar.

"Ha sido un placer hacer negocios contigo, vecino."

"¡No, suéltame!" Chilló, moviendo las piernas y zarandeando los brazos.

De algún modo, el tenedor que continuaba entre sus dedos acabó incrustado en el hombro exageradamente blando del hombre, quien acto seguido lo soltó.

"¡No!"

Jungkook sintió que flotaba por menos de un segundo antes de caer al vacío sin retorno, gritando y dejándose la voz mientras su cuerpo caía y caía, dejando de ver el frondoso bosque o cualquier tipo de luz cuando todo se volvió completamente negro. Ni siquiera al viejo de Sounik, quien le perseguiría en sus próximas pesadillas.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro