Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

✧c.-084

N/A: Escribir todo este drama está siendo una montaña rusa de emociones que, para sorpresa de absolutamente nadie, me encanta xD

Cap dedicado a  MinGloomy35 ♡♡

Hoy os recomiendo 'I Told You Things' de una artista con la que me estoy obsesionando bastante, Gracie Abrams. La amo.

[...]

La puerta del taller se cerró a sus espaldas emitiendo un sonido seco, la madera rechinando con fuerza. El ambiente era silencioso aún así y las paredes a su alrededor se sentían pequeñas incluso si se trataba de un lugar demasiado grande para él.

Joowan miró a los cuadros que TaeHyung había colgado con tanto esmero, a pesar de su baja estatura. Las cortinas que él mismo confeccionó y todos sus diseños amontonados en una esquina, justo dónde él los había dejado esta mañana. Algunos estaban sin terminar, otros completos y los demás listos para ser comercializados, pero aquello nunca pasaría.

"¿Quién ha llegado?" La voz de Yim sonó, apareciendo por la puerta del sótano donde se encontraban, suspirando nada más reconocer al peliverde. "Ay, eres tú, Joowan, menos mal."

Él no respondió, sino que caminó hacia Yim con pasos lentos, pesados.

"¿Habéis encontrado a TaeHyung? ¿Está bien? ¿Y los demás?"

Joowan se quedó todavía en silencio, entrando en el sótano donde Tutor y Minsu permanecían. Tutor, aún en cama, había recuperado la consciencia y ahora hablaba con su hermano. Yim siguió al peliverde de cerca, confundido.

"¿Joowan? ¿Qué sucede?"

El par de hermanos levantó la cabeza, viéndose inmediatamente preocupados ante la falta de brillo en su rostro. Y es que Joowan se encontraba pálido, con una mueca de angustia irremediable y los ojos inundados en lágrimas. Lágrimas que no podía dejar escapar, incluso si estas lo hacían por sí solas.

"¿Ha pasado algo? ¿Están todos bien?" Tutor quiso saber. "¿Encontrasteis a TaeHyung?"

Él asintió, tragando el inmenso nudo en su garganta.

"¿Y qué tal? ¿Se encuentra bien?"

Finalmente, un sollozo brotó de sus labios sin que pudiera hacer nada para evitarlo. Yim inmediatamente puso una mano en su hombro, luciendo preocupado, con el corazón encogido.

"Joowan..."

"Lo... Lo ha m-matado..." Sollozó de nuevo. "E-Ese monstruo ha matado a TaeHyung..."

El rostro de Yim se desfiguró ante una mueca de incredulidad, procesando aquella noticia mientras las palabras de Joowan se reproducían una y otra vez en su mente. Tutor, movido por la conmoción, se incorporó, dejando escapar un jadeo. Minsu tuvo la necesidad de sentarse en el colchón junto a él.

"¿Qué...? ¿Que TaeHyung qué...? ¿Qué estás diciendo?"

"Ha muerto." Susurró. "Nuestro TaeHyung ha muerto, Yim..."

Finalmente, sus ojos oscuros se llenaron de lágrimas brillantes, que cobraron vida y desbordaron hasta empaparle toda la cara. Joowan se escondió en su cuello, sollozando hasta quedarse afónico.

El castaño negó, devolviéndole el abrazo incluso si las palabras en su cabeza no tenían sentido. "No, p-pero... ¿Cómo ha pasado? No estás hablando en serio, ¿verdad?"

"Sí, sí que lo hago." Sollozando más fuerte, dijo. "TaeHyung se ha ido..."

Sólo entonces, con aquella información resonando en su cabeza una y otra vez, Yim pudo comprender que, incluso si no quería que fuese cierto, Joowan estaba diciendo la verdad. Y su corazón se detuvo, piernas fallándole antes de caer a los pies del colchón, abrazado a Joowan como si la vida le dependiera de ello.

"No puede ser, no... TaeHyung no..." Él negó otra vez, mirándole a los ojos conforme los suyos propios se llenaban de lágrimas. "¿Cómo...? Sounik debía estar muerto, lo vimos caer al vacío y morir, ¿p-por qué TaeHyung ahora?"

Aguantándose las lágrimas al no verse en el derecho de soltarlas, Tutor tragó saliva, observando a su hermano que se encontraba conmocionado por la noticia, con manos temblorosas luchando por calmarse. Luego, buscó su mirada de algún modo, queriendo encontrarse con ella, pero fallando en el intento. Minsu parecía otra persona completamente distinta, lleno de miedo, inseguridad y culpabilidad. Tutor lo sabía porque conocía a su hermano pequeño como la palma de su mano.

Entonces, todo pareció cobrar sentido en su cabeza.

"¿Lo salvaste?" Susurró, incrédulo. Minsu se giró a mirarle, del mismo modo en que Joowan y Yim lo hicieron.

"¿Q-Qué...?"

"Te marchaste en cuanto me salvaste a mí, Minsu... ¿Acaso fuiste a por Sounik y le salvaste la vida?" Volvió a repetir, tragando el inmenso nudo que le ocupaba gran parte de la garganta. Minsu retrocedió, rompiendo el corazón de su hermano en el acto. "¿Lo hiciste?"

Lentamente, el menor de ambos negó. "No, no, c-claro que no, Tutor..." Aseguró, aunque él sabía que estaba mintiendo.

"Lo hiciste..." Sus ojos se llenaron de lágrimas con una rapidez apabullante, mirándole como si no pudiera reconocerlo en absoluto. "Después de todo lo que nos hizo, lo que te hizo y me hizo a mí, tú fuiste a salvar a ese puñetero monstruo, Minsu..."

"Tutor..."

"Y ahora él ha matado a TaeHyung." Sentenció, dándole una mirada que Minsu jamás esperaría ver provenir de sus ojos. Rechazo. "A TaeHyung, la persona que te dio un hogar, comida y cama para dormir. El primero en confiar en ti aún cuando ni siquiera te conocía, sólo porque eras mi hermano y sabía lo importante que era para ambos." Dejan do escapar aquellas lágrimas, lo señaló. "¡¿Sabes lo que significa eso, Minsu?! ¿La gravedad de lo que has hecho?"

Retrocediendo inmediatamente, el pelirrojo también estaba llorando a estas alturas.

"No, no, Tutor, yo no..."

"Lárgate de aquí." Sin permitirle explicarse siquiera, este escupió, echándose hacia atrás cuando el menor hizo el intento de acercarse a él, acentuando su rechazo con tal acción.

Minsu negó, casi desesperado. "Tutor..."

"No quiero volver a verte en lo que nos queda de vida, Minsu, me da igual el tiempo que signifique eso." Decidido a expulsarlo definitivamente, buscó sus ojos. "A partir de hoy tú y yo ya no somos familia. Los lazos que nos unían se han roto para siempre."

De sus labios brotó un sollozo, rompiéndole el corazón nuevamente cuando lo vio asentir, aceptando lo que había determinado. Aun así, Tutor no titubeó.

"E-Está bien, me iré si es lo que quieres."

"Hazlo."

"Pero yo no lo hice." Susurraba, pues necesitaba decirlo en voz alta para no sentirse culpable. "Jamás salvaría a la persona que quiso matar a mi hermano incluso si se trataba de quien una vez me dio un hogar y al que llamé padre. Cuando ambos caísteis al vacío, te elegí a ti porque eras la única persona sin la que no podía vivir."

Los ojos de Tutor se desbordaron ante tantas lágrimas.

"Lo único que hice fue devolver su cuerpo a Íldara como se lo prometí, ya que ella convenció a Sounik para no salir a buscarte y permitirte vivir tu vida cuando saliste del refugio. Él quiso matarte, pero madre se lo impidió todas esas veces. Y-y yo estaba en deuda con ella." Limpiándose las lágrimas bruscamente, dijo, mirando a los otros dos. "Nunca pondría en peligro a quienes confiaron y cuidaron de mí aún si no tenían motivos para hacerlo."

Acto seguido y tal y como su hermano mayor había ordenado, Minsu salió del taller sin mirar atrás, rápidamente adoptando la forma de aquel ave gigantesca a la que una vez salvaron la vida.

"Él estaba diciendo la verdad..." Susurró Joowan, mirando a Tutor y asintiendo.

Este se tapó el rostro con ambas manos, sintiéndose tan débil que podría volver a desmayarse en cualquier momento. No podía creer todo lo que estaba pasando. Que TaeHyung se había ido para siempre. Que lo habían perdido a manos del hombre al que alguna vez llamó padre.

El cántico de los pajarillos sonando a su alrededor parecía triste, apagado, como si la ida de TaeHyung hubiese afectado a todo su entorno, más allá de las personas que lo amaban.

Jungkook, sentado en aquella silla de madera, observando los distintos cuadros que la familia Choi tenía como decoración en la pequeña consulta, simplemente no podía hacerse a la idea de que el amor de su vida ya no estaba. Incluso cuando todos habían dejado de llorar, buscando calmarse los unos a los otros como podían, él seguía sumergido en un llanto silencioso, doloroso, del que no parecía querer salir jamás.

Dolía tanto que él también quería morirse. No lo soportaba.

"Cuando vuelvas, te llevaré a Psayd para que podamos ver el santuario de las ballenas, dicen que es una experiencia inolvidable que debes vivir al menos una vez." La vocecilla de TaeHyung se reprodujo en su cabeza como si el sufrimiento que lo invadía no fuera suficiente.

Le encantaría viajar atrás en el tiempo, atesorar cada minuto con él y guardarlos en una caja fuerte para que no pudieran desvanecerse aún si el tiempo pasaba. Proteger a TaeHyung, evitar aquella desgracia. Mantenerlo a su lado eternamente.

Si sólo el Jungkook del pasado supiera que no era él quien terminaría marchándose primero, las cosas hubiesen sido muy diferentes.

Una mano amiga y suave se posó en su hombro, sacándolo de los recuerdos que ahora mismo le rasgaban el alma. Se giró, encontrándose con un par de ojos que, preocupados, le observaban. Jimin permanecía a su lado, dándole una sonrisita dulce que ni siquiera podía sentir correcta. Su llanto se volvió más profundo ante aquella imagen.

A él le habían arrebatado al amor de su vida, pero los demás habían perdido a su mejor amigo. Taevin había perdido a su hermano pequeño y el señor y la señora Kim acababan de perder un hijo.

"Lo siento..." Susurró como pudo. "Lo siento mucho, chicos..."

"¿Por qué te estás disculpando exactamente?" Yim, que junto con un aún muy malherido Tutor llegaron tan sólo unos minutos antes, acarició sus hombros. El llanto de Jungkook era tan desgarrador que le producía escalofríos.

"Por tener que consolar a alguien que debería estar consolándoos a vosotros." Apenas fue capaz de decir. "Acabáis de perder a vuestro mejor amigo y-y yo..."

"Tú has perdido a la persona que querías." Le recordó Jimin, aquellas palabras siendo más que suficientes para que Jungkook llorase con más fuerza. "Tanto para ti, como para los chicos y para mí, TaeHyung era, es y será lo que más queríamos en el mundo. Nos conocíamos desde niños, por eso mismo es que te estoy consolando; porque sé que es lo que TaeHyung querría."

Negando, se limpió las lágrimas con manos temblorosas. "E-Es que no puedo creer que él realmente se haya ido, Jimin... No quiero."

"Lo sé, lo sé muy bien, Jungkook, nadie quiere creerlo todavía. Acaba de pasar, ha sido todo muy trágico y repentino para que podamos procesarlo siquiera..." Esbozando una sonrisa triste, dijo. "Es más, creo que yo mismo no soy capaz de asimilarlo aún, ¿sabes? Es tan extraño..."

Asintiendo, Wooyoung sucumbió ante sus lágrimas. "Muy extraño, de verdad..." Susurró, eliminándolas como pudo. "Cuando TaeHyung y yo caímos en esa trampa para serpientes, le conté que en ocasiones me sentía inseguro por cosas que... bueno, creo que todos sabéis. Siempre he pensado que no puedo destacar por mí mismo."

"Woo..." Hyeongjun lo abrazó inmediatamente, antes de que siguiera hablando.

"Entonces él- él me dijo: «¡Eso es ridículo!»" Chillaba, imitando su tono de voz y haciéndoles reír a pesar del llanto. "«Destacas por ti mismo aún estando en una habitación llena de personas, pero no lo notas porque te empeñas en ser invisible.» Sonaba tan, pero tan enfadado mientras me halagaba..."

"Él es así." Asentía Yim, limpiándose algunas lágrimas esporádicas. "Cuando hice mi primer pastel de patata picante, TaeHyung fue el primero en aparecer por la tienda para probarlo. Me había pasado demasiado con el chile y él no tolera el picante por nada del mundo... Yo me quejé, expresé que estaba muy decepcionado aunque era mi primera y claramente le recomendé que no lo tocase por nada del mundo. No me hizo ni caso y se comió todo el pastel."

Todos volvieron a reír, incluido el propio Jungkook.

"Tenía toda la carita y el cuerpo rojo, pero el muy cabezón seguía y seguía comiendo, sólo para convencerme de que lo había hecho bien..." Suspirando junto a una sonrisita triste, murmuró. "Terminó ingresado dos semanas en la consulta del doctor Choi, las dos peores semanas de mi vida. Pensaba que se moría por mi culpa... Desde entonces apenas cocino platos picantes, y si lo hago, no dejo que entre en la tienda por, al menos, tres o cuatro días."

"Lo mismo me sucede cuando salimos al bosque. Desde que caímos, voy mirando siempre al suelo para evitar que eso suceda otra vez. Él no, él camina como si el suelo fuese de algodón, el muy desgraciado..."

"Y los árboles."

"Y los acantilados." Añadió Jungkook, entre pequeñas risitas. "A pesar de ser un llorón, nunca le temió a nada, sólo cuando implicaba a uno de nosotros en peligro."

Los mellizos sollozaron en voz baja, sorbiendo por la nariz de inmediato.

"Va a ser complicado seguir adelante sin él." La voz suave de Woongki dijo.

Su hermano estuvo de acuerdo, asintiendo. "Mucho..."

"Sí, va a ser lo más difícil que nos toque vivir jamás." Jimin trató de controlar sus lágrimas al decir: "TaeHyung siempre decía que no tener habilidades especiales era una mierda, p-pero lo cierto es que él aportaba luz allá donde iba. Esperanza, calidez... Hacía que los demás se sintieran bien sólo con su presencia."

Jungkook sonrió, pues eso era tan cierto que dolía. TaeHyung nunca necesitó una habilidad especial, ni mucho menos un don para extorsionar, pues su esencia natural era lo mejor que tenía. Su encanto era ser tan precioso como para que nadie pudiera evitar quererlo.

"...y no tenerlo va a ser duro, muy duro, procesar que se ha ido, que..." Jimin siguió diciendo, antes de ser interrumpido por alguien más.

"¡¿Dónde está?!" La voz de Taevin sonó tras el ruido de una puerta abriéndose y cerrándose con fuerza. El pelirosa apareció por el pasillo, siendo seguido por Joowan quien lucía verdaderamente angustiado. "Mi hermano, ¿dónde está mi hermano...?"

"¡Taevin, espera!"

"¡TaeHyung! ¡TaeHyung, ¿dónde estás?!" Gritó, mirando a todos lados en búsqueda de su hermano. "¡No tiene gracia, mocoso, sal ahora mismo!"

Nada más verlo llegar, Jungkook sintió como se le paraba el corazón, teniéndolo frente a él y siendo incapaz de mirarle a la cara.

"Jungkook, aquí estás, dime dónde está mi hermano, por favor." Pidió, sonriente, como si no pudiera asimilarlo siquiera. "Joowan es un bromista, dice que ha sufrido un accidente y no ha podido sobrevivir, pero yo sé que está riéndose de mí."

Joowan puso una mano en su hombro, sorbiendo por la nariz. Poniéndose en pie, Jimin tragó saliva, buscando la manera de confrontarlo.

"Taevin..." Susurró. Sus ojos fueron inmediatamente hacia él.

"Tú sabes dónde está mi hermano, ¿verdad? ¿Se ha escondido en algún lado? ¿Está por aquí cerca?"

"No, Taevin, escucha..." Lo intentó de nuevo, sosteniéndole ambos brazos. "TaeHyung no está aquí, no está en ningún lado... Se- él se ha ido."

La sonrisa del mayor de los Kim se quebró tan sólo un poco, viéndose confundido.

"¿Ido? ¿Ido a dónde, Jimin? ¿Qué dices?" Cuestionó, demasiado aturdido como para ser racionable en absoluto. "No me ha dicho nada, no... no puede haberse ido así como así sin avisar, ¿no?"

Sin embargo, tan pronto como vio los ojos de Jimin llenarse de lágrimas, entendió que aquello no era parte de una broma pesada. Entonces, lentamente negó.

"No..." Y sus ojos se inundaron de lágrimas con una rapidez abismal, sacudiendo la cabeza tan pronto como la realidad le golpeó con la fuerza de un ciclón. "No, no, no, ¿cómo...?"

Joowan se aferró a él desde atrás, usando todas sus fuerzas para abrazarle.

No pasó demasiado tiempo hasta que Jimin le contó cómo había sucedido todo, necesitando ayuda por parte de los demás, quienes permanecían en completo silencio, viviendo el duelo individualmente a su manera.

Taevin lloró durante varios minutos, tal vez incluso horas, sollozando en voz alta y llamando a su hermano como si eso pudiera traerlo de vuelta, suplicando que lo dejasen verlo, necesitando que Wooyoung le tendiera una taza caliente de té para calmarse, pues su agonía era tan grande que le costaba incluso respirar, abrazándose a Joowan con todas sus fuerzas y alcanzando el suelo cuando las piernas le fallaron.

En su cabeza no entraba la posibilidad de perder a su hermano pequeño, de tener que despedirlo primero. Mucho menos el verse obligado a comunicarle a sus padres que habían perdido a TaeHyung.

¿Cómo podría decírselo? ¿Cómo miraría a sus padres a los ojos y le diría que TaeHyung había muerto por culpa de un monstruo del que nunca habían oído hablar.

"Fue... Fue mi culpa." Susurró Jungkook al cabo de un rato, aún incapaz de mirarle a los ojos.

No podía levantar la cabeza, encarar a Taevin y decirle que el hombre que lo trajo hasta ahí, al que quiso encontrar con tanta efusividad, había matado a su hermano pequeño. A su persona favorita en el mundo, aquel a quien siempre buscó proteger y, por primera vez en la vida, no pudo.

"¿Tu culpa...? ¿Cómo es tu culpa?" Quiso saber, dirigiéndose a él. "¿Acaso tú le hiciste eso?"

Lentamente, el azabache sacudió la cabeza. "No... Pero yo lo provoqué, Taevin, f-fue mi culpa que le pasara eso."

Para su propia sorpresa, Taevin también negó.

"De eso nada, Jungkook. Y ni se te ocurra volver a repetir algo así, ¿de acuerdo? No quiero oírte decir las palabras que mi hermano hubiese odiado escuchar de tu boca." Escupió, sonando como un regaño. Jungkook agachó la cabeza, sólo para sentir como Taevin abrazaba sus hombros. "Le conozco, sé que él... Mi hermano probablemente creería que te culparía por algo así, pero no. No puedo. No después de saber todo lo que estabas dispuesto a sacrificar por él y lo que hiciste. De saber que odiaría ver qué te señalo a ti cuando desde el primer momento buscaste protegernos a todos."

Él sollozó más fuerte. De algún modo, necesitaba escuchar las palabras que nunca nadie antes le dedicaron, especialmente de alguien como Taevin.

"No fue tu culpa, Jungkook. No lo fue." Sentenciaba, acariciándole la espalda.

"Gracias, Taevin, m-muchas gracias..."

"No me agradezcas, eres mi familia también, lo sabes." Mirándole a los ojos para que supiera que estaba siendo honesto, le dijo. "Nunca te hubiese aceptado como mi cuñado si fueras perjudicial para él, pero no lo eres."

Jungkook continuó asintiendo, lloriqueando y atesorando aquellas palabras por el resto de sus días. Porque escuchar que no era una amenaza para la persona que tanto amaba y acababa de perder, se sentía tan irreal a oídos de ese niño de apenas siete años que lo perdió todo por primera vez.

"¡Mamá, por favor!" La voz del doctor Choi sonó a lo lejos, mientras una puerta se abría y este aparecía tras su progenitora. "Debes considerarlo al menos, sabes- sabes que es lo correcto..."

"No, ya te he dicho que no, San." Ella casi le gruñó, como si no pudiera creer lo que estaba pidiéndole. "Es tu padre de quien estamos hablando. Mi marido. ¿Cómo siquiera tienes la decendia de pedirme algo así?"

"Porque es lo que él hubiese querido."

"Eso tú no lo sabes."

"Ni tú, mamá, no tienes ni idea de si él querría volver o no." Gruesas lágrimas empaparon sus mejillas. "Sabes mejor que nadie que, si no lo hubiese matado ese desgraciado, hubiera muerto por su enfermedad. No había nada que pudieras hacer para impedirlo."

Ella parecida tan dolida que ni siquiera podía manejar su tono de voz.

"¡Cállate, San!"

"¡No, mamá, no puedo! TaeHyung está muerto, mamá. Muerto."

"¡Ya lo sé!" Gruñó, logrando que su hijo retrocediera. Se arrepintió al instante, pues jamás le había alzado la voz de esa manera. "¿De verdad... De verdad crees que me gusta esta situación, hijo? Salvaría a ese chico sin pensarlo si no existiera nadie más, pero es tu padre de quien estamos hablando."

"¿Acaso piensas que yo no lo elegiría si pudiera pasar muchos años más de mi vida a su lado, mamá?" Apenas susurró, lágrimas empapándole el rostro sin tener oportunidad de eliminarlas. "También era mi padre, p-pero ese no sería el caso."

Su madre hizo el intento de limpiarlas por él, siendo totalmente en vano cuando otras caían, reemplazándolas. Le miró a los ojos, desolada, mientras zarandeaba la cabeza suavemente. Por más que doliera, sabía que su hijo tenía una razón que no le gustaba oír. Y ese era el problema.

"Mamá..." Lo intentó de nuevo, su voz más suave esta vez, casi suplicante, aprovechando el silencio. "Por favor, sabes que lo que quieres hacer no es lo que a papá le gustaría. No podría estar con nosotros mucho tiempo, se iría tarde o temprano. Sería muy infeliz viéndose a sí mismo en esa situación, por eso es que tomó una decisión hace tiempo... Tenemos que respetar eso, tienes que respetarlo."

Las lágrimas mojaron el rostro de Garam, quien violentamente las eliminó, negando. "No, no, cállate."

"Piensa en sus padres, en lo que prometiste. En lo que él también prometió." Le recordó, alcanzando sus manos. "Se lo debéis."

Varios pares de ojos rojizos se miraron entre sí, confundidos.

"¿D-De qué está hablando?" Susurraba Taevin, recuperando un poco el aliento.

"Sanie... No me hagas esto, cariño, por favor..."

Ante su llanto, el susodicho trató de mantenerse fuerte. "Piensa en mi también, te... te lo suplico, mamá, p-por favor... No quiero pasar por la muerte de mi padre otra vez, sabes que no podría soportarlo de nuevo... No cuando ahora su entierro sería en el mismo cementerio donde tuve que despedir a TaeHyung."

Su madre permaneció en silencio, con un nudo en la garganta que le impedía hablar y los ojos suplicantes de su primogénito inundados en lágrimas.

Wooyoung, con el corazón en un puño y haciendo su propio dolor a un lado, se levantó, acercándose a ellos y poniendo una mano sobre él hombro del doctor. Nunca, en todos los años desde que conocía a aquel hombre, lo había visto de esa manera, mucho menos a Choi Garam.

"San, ¿t-te encuentras bien...?"

Dándose la vuelta al instante, este le observó, sus ojos suavizándose cuando vio a Wooyoung ahí parado, mirándole con suma preocupación.

"Bien, sí..." Asintió, sorbiendo por la nariz, tratando de darle una sonrisa. "No te preocupes, cariño."

La pequeña campana situada en el marco de la puerta sonó, indicando que alguien había entrado nuevamente. Varios pares de ojos miraron hacia allí, conforme el señor y la señora Kim hacían acto de aparición. Taevin se puso en pie.

"Mamá, papá... ¿Q-Qué hacéis vosotros aquí?"

Ambos tenían los ojos llorosos, la cara roja e hinchada, como si hubiesen llorado durante horas y horas. El señor Kim miró a su hijo mayor.

"Hemos venido porque queremos ver a tu hermano, Taevin." Susurró, al mismo tiempo en que su esposa dejaba escapar un sollozo. Luego, miró a la doctora Choi. "¿Podemos hacerlo, Garam? Por favor, doctora, queremos ver a nuestro hijo."

Ella, que ni siquiera tuvo el valor de aguantarles la mirada por más de un segundo, se tragó las repentinas ganas de vomitar.

"Vengan... vengan conmigo, por favor." Tomando la palabra al ver que su madre no podía hacerlo, San murmuró, haciéndoles una señal para que fueran tras él.

Los demás se pusieron en pie, siguiendo al matrimonio y a Taevin, quién junto con Joowan y el azabache iban delante. No pretendían perturbar el momento familiar, pero ellos también necesitaban despedirse de su amigo. Un último adiós antes de tener que aprender definitivamente a vivir sin él.

Entraron en una sala pequeñita, diminuta, donde sólo había una cama y algunas estanterías. Sobre aquella cama, el cuerpo de TaeHyung yacía, pálido, con los labios aún conservando su tono rosáceo y los ojos cerrados. La señora Kim cayó al suelo nada más acercarse a él, sumida en llanto y sintiendo como su corazón se partía en mil pedazos. Su marido hizo un vano intento por levantarla, apenas teniendo fuerzas para sostenerse a sí mismo.

"¡No!" Sollozó, aferrándose a la mano de Jaejoong. "Mi niño, mi bebé, no..."

Él también sollozó, agachándose junto a su mujer y abrazándola como pudo. "Cariño, Yurin, respira..."

"¿Por qué él? ¿Por qué han tenido que hacerle esto a mi pequeño? Mi angelito..."

Taevin se escondió en el hombro de Joowan, víctima de un llanto silencioso, mientras las manos ajenas lo atrapaban con fuerza y le acariciaban la espalda.

"¿Qué vamos a hacer sin ti, TaeHyung...?"

Choi Garam miró a su alrededor, viéndose envuelta en un bucle del que no parecía poder salir. Todos lloraban, la angustia de unos padres que acababan de perder a su hijo, un hermano, un novio, amigos, calando en su pecho y obligándole a revivir el peor momento de su vida.

Podía escuchar su respiración agitada, el corazón latiéndole rápido y veloz, todo aquello mezclándose con un llanto silencioso del que ni siquiera era consciente.

"Gracias por invitarnos al cumpleaños, Yurin, Jaejoong... Nuestro Sanie se lo ha pasado genial." La voz de un Hakmo mucho más joven se reprodujo en su mente, aquel recuerdo vívido haciéndole estremecerse. "¿Verdad, grandullón?"

"¡Sí, ha sido muy divertido! Y la tarta tenía una textura deliciosa." San, en brazos de su padre, zarandeó la cabeza con efusividad. "A TaeHyung le ha gustado mucho mi regalo."

Yurin esbozó una sonrisa gigante. "Le ha encantado, cielo, te lo aseguro. Y le ha gustado aún más que hayas podido venir a su fiesta."

El pequeño rio.

"Muchísimas gracias por lo de hoy, Yurin." Ella misma dijo, usando un tono de voz suave. "Y por lo de siempre, en general... Hakmo y yo hemos perdido la cuenta de todas las veces que habéis hecho algo por nosotros."

"No hay nada que agradecer, tranquila." Jaejoong se dirigió a ella. "Aquí estamos para ayudarnos y apoyarnos entre nosotros siempre que alguien lo necesite, así que lo hacemos con muchísimo gusto."

Ambos sonrieron, asintiendo.

"Muchísimas gracias, aún así."

"¡Papá, mamá! ¿Ya se ha ido San?" La vocecilla de TaeHyung sonó, antes de verle aparecer por la puerta corriendo. Una mueca de alivio apareció en su carita diminuta cuando vio al otro niño allí. "¡Aquí estás, San, menos mal!"

"Hola, ya casi nos íbamos."

"¿Qué pasa, cielo?"

TaeHyung no respondió, sino que alzó el brazo y le tendió a su amigo un pequeño peluche hecho de lana. "Toma, es para ti, lo he hecho yo. Todos mis amigos tienen uno y faltabas tú."

"Ow..."

«Acéptalo, por favor. Lo he hecho con mucho cariño para ti.» Tan pronto como los Choi interceptaron aquella vocecilla que no sonó en alto, se miraron entre sí, mientras veían como su hijo agarraba el peluche felizmente sin titubear y esbozaba una sonrisa inmensa.

"¡Qué bonito, TaeHyung, muchas gracias! Me encanta."

La sonrisa del pequeño pelirosa también se volvió más grande, brillante. "Me alegra mucho que te guste, San... Oh, y por cierto, pasado mañana iremos de expedición por el bosque con el padre de Jimin. Iremos todos, los chicos y yo, así que sería muy divertido si te unes a nosotros."

"Oh..." San miró a sus padres con rapidez. "¿Puedo...?"

«Por favor, señor y señora Choi, dejen que venga con nosotros. Será divertido. Y yo protegeré a San si algo malo pasa...»

Y, de algún modo, la voz suplicante del pequeño pelirosa, hizo que Hakmo riera suavemente, viéndose enternecido por aquello que acababan de descubrir. Garam se mostró confusa al ver que su marido no lucía horrorizado en absoluto, sonriendo aún así.

"Claro que puedes."

Ambos niños celebraron con un chillido al unísono.

"Eso está perfecto, seguro que lo pasan genial." Yurin dijo. "Minhee siempre es muy cuidadoso con los niños y hace que todo sea súper divertido, además de que Chopra hará comida para todos, así que no hay nada por lo que tengáis que preocuparos."

El matrimonio asintió. "Bien. Gracias otra vez."

"Un placer."

Así mismo y tras San despedirse de TaeHyung alrededor de diez veces seguidas, Garam y Hakmo caminaron rumbo a casa.

"¿Has escuchado lo mismo que yo?" Pronunció ella tras un corto silencio.

Hakmo asintió. "Esa voz, ¿verdad? Sí que la he escuchado, aunque no me parece que el chiquillo sea consciente de ello, parece que lo hace sin darse cuenta. Como si no pudiera controlarlo."

"Yo también lo he notado, sí... Y debo decir que me pone los vellos de punta."

"¿Por qué?"

"Porque si es lo que pensamos, ese niño se volverá increíblemente poderoso con el paso de los años, Hakmo... Y sabes lo que eso significa, ¿verdad?"

Lentamente, él asintió. "Que su nombre será el siguiente en la lista de padre..."

"Exacto... Y ya hemos visto lo que hace cuando eso sucede, no podemos dejar que vuelva a ocurrir. Es- es un niño, por el amor de Dios..."

Dejando escapar un suspiro, Hakmo pasó un brazo alrededor de los hombros de su esposa, quién parecía claramente angustiada.

"No pienses más de la cuenta, Garam, cariño. Sabemos cómo funciona todo y ahora estamos aquí, ¿verdad?" Viéndola asentir, sonrió. "Entonces no hay que preocuparse por nada, nosotros dos nos encargaremos de que Sounik nunca pueda llegar hasta él. Lo protegeremos sea como sea."

Ella torció el gesto. "¿Crees que vamos a ser capaces?"

"Hemos sido capaces de formar una familia, un hogar y una vida lejos del hombre que nos creó... Claro que podemos, tonta." Le recordó con voz jocosa, causándole una risita.

"¿De qué os reís?" San quiso saber, mirando hacia arriba para poder verlos.

Ambos negaron. "De nada, mi amor, no es nada. Papá está diciendo tonterías otra vez."

El niño ni siquiera pareció inmutarse.

"Ah, pues como siempre..."

"¡Oye!" Quejándose en voz alta, Hakmo también hizo reír a su hijo a carcajadas, siendo seguido por su mujer y finalmente él.

Con la risa de su marido reproduciéndose una última vez en su cabeza, miró aquella escena, limpiándose las lágrimas y zarandeando la cabeza como si realmente no pudiera soportarlo por más tiempo. El dolor era tan grande que opacaba todo lo demás, pero por nada del mundo podría darle desleal a la promesa que el amor de su vida una vez hizo. No si eso significaba que estaría traicionando su memoria.

Permitir el sufrimiento de aquel niño, aquella familia, no es lo que Hakmo hubiese querido.

Sollozando en silencio, buscó algo en sus bolsillos con manos temblorosas. Una vez dio con el pequeño botecito cuyo líquido había terminado recientemente, tomó la mano de su hijo que se encontraba junto a ella, dándoselo sin poder mirar siquiera.

"Encárgate tú, yo no puedo."

"¿Qué...?" Le escuchó murmurar, antes de darse la vuelta y caminar lejos de allí. "¡Mamá!"

San, que sabía lo que tenía entre sus manos, lo observó una vez ella desapareció de su campo visual, tragando saliva y mirando una última vez el lugar por donde su madre se había marchado.

Ahora todo dependía de él.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro