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✧c.-037

N/A: Este capítulo es (¡sorpresa!) otro de mis favoritos, je je je xD

Cap dedicado a  ltomatito_cherry ♡♡

Hoy os recomiendo 'I Love You, I'm Sorry' de Gracie Abrams, la amo como no tenéis idea.

[...]

Conseguir el caliender prensado había sido tan sencillo que el propio TaeHyung se culpaba a sí mismo por todo lo que habían tardado hasta obtenerlo. El señor Hank les hizo sentir como dos completos inútiles sin siquiera pretenderlo, pero fue tan amable que no pensaban en guardarle rencor por ello. Simplemente optaron por despedirse de él con un fuerte abrazo y marcharse de allí mientras alzaban la mano en el aire.

TaeHyung quería llorar.

"¡¿Te lo puedes creer?! Hemos tardado cuarenta y ocho horas, ¡cuarenta y ocho horas, Jungkook! Subiendo y bajando la montaña, a punto de perder nuestra vida por culpa de un beringal y todo para conseguir... ¿esto?" Señaló los trozos del mineral, cuyo tamaño no alcanzaba ni al de una uña. Era ridículo. "Es absurdo..."

"Bueno, lo importante es que ya lo hemos conseguido y no tenemos que seguir preocupándonos por eso, mosquito. Tranquilízate, ¿quieres? Ha sido divertido, al menos."

"Divertidísimo, sí..." Bufó.

Jungkook le miró con el ceño fruncido y la mirada apagada. "¿No te estás divirtiendo conmigo?"

"¡¿Qué dices?!" Se mostró horrorizado sólo con aquella pregunta. "¡Pues claro que me estoy divirtiendo contigo! ¿Qué pregunta es esa? Este es el mejor viaje que haré en probablemente toda mi vida, Jungkook, pero odio que las cosas se pongan difíciles cada cinco minutos. Eso no me divierte, me pone de los nervios."

"Ya, bueno..."

"Nos ha intentado atacar una tribu, nos hemos llevado al cerdo mascota de su mentora fallecida." Dijo, tras su mención, Nuka lloriqueó. "Eso no es un inconveniente, cariño, tranquilo." Le dijo al cerdo, quien se tranquilizó. "Después casi nos quedamos sin sitio para dormir, conseguimos llegar a lo alto de la montaña y un beringal no nos arranca la cabeza de milagro. Nos topamos con un pobre hombre ahogándose en un lago helado y eso nos lleva a pasar otra noche más aquí.

"Ya..."

"Y sólo llevamos una semana. Una maldita semana, Jungkook, con sólo dos destinos y yendo hacia el tercero... ¿Qué nos esperará?"

Este se encogió de hombros. "A saber, mosquito... Hay que estar siempre preparado para todo y, sobre todo, juntos. No podemos separarnos ni entre nosotros ni de Maoi-lee o Nuka, eso quiero que lo tengas en cuenta."

"Créeme, lo tengo muy en cuenta." Aseguró, recibiendo una sonrisita por su parte.

Dejando escapar un suspiro, totalmente agotado sólo de pensar, el pelirosa se echó hacia atrás sobre Maoi-lee, recostándose en su lomo aprovechando todo el espacio que tenían allí. Tener como mascota un cerdo gigante —para él, claro—, cariñoso y tan dócil como lo era su preciado Maoi-lee, debería contar como una de las maravillas del mundo.

Jungkook se recostó a su lado, dejando que Nuka permaneciera tumbado en su abdomen.

"Ahora que lo pienso, será bastante raro volver a Ae-Dexian-Thee después de este viaje." Le oyó murmurar, en un tono de voz suave. Él le observó con atención. "Quiero decir, no es que no me guste donde vivo, me encanta, pero... No sé, todos estos lugares son tan diferentes que me encantaría conocerlos más a fondo."

"Te entiendo muy bien."

"¿Sí?"

El azabache asintió. "Sí, claro. Como ya te he dicho muchas veces, Suraek Dee Bhadam es increíblemente distinto a esto. A todo, en general. Tu región, esta, Qyopsae y probablemente cualquiera de las cuatro restantes que nos queden por visitar. No hay nada ni un poquito parecido a lo que estoy acostumbrado y eso se me hace tan raro, pero a la vez tan increíble... Que cuando me vaya siento que veré las cosas diferentes."

"¿Qué cosas?"

"Todo." Él se encogió de hombros. "Ya no veré a los mosquitos del mismo modo. Cuando vuelva, tendré miedo de golpearlos por si acaso resulta ser uno de vosotros." Bromeó, oyéndole bufar.

"¡Oye! Eso es muy ofensivo teniendo en cuenta que tú también eres uno ahora."

Una carcajada abandonó sus labios. "Ya, ya, lo sé... A lo que me refiero es que mi perspectiva de la vida ha cambiado mucho desde que llegué aquí. No seré capaz de ver a dos personas físicamente iguales sin pensar en los mellizos, ni a un doctor sin recordar al doctor Choi."

"Ow, ya... Entiendo."

"Tampoco podré volver a comer cerdo en mucho tiempo, o tal vez nunca." Murmuró aquello, acariciando la cabeza del que descansaba sobre su pecho. "Si veo a cualquier pájaro volando, pensaré en Jaspito y su ala herida. Recordaré todas esas veces que fuimos juntos al bosque y nos bañamos en el lago cuando no tenga sitio al que ir..."

Los ojos de TaeHyung se llenaron de lágrimas aún si una sonrisa relucía en sus labios.

"Será difícil ver comida, olerla y no pensar en vosotros, en Yim. Cuando entre en una taberna se sentirá como estar en su casa pero sin que él esté presente." Susurraba, la sensación de algo presionándose contra su pecho robándole el aliento por unos segundos. "Me costará mucho adaptarme de nuevo a la vida que llevaba, a seguir adelante solo, siendo... Eso, lo que soy. Gigante."

"Podrás hacerlo, ya lo verás. Te adaptarás rápido."

"No, no lo creo..." Musitó, tragando saliva. "Ya nada será lo mismo. Yo tampoco lo seré, en realidad..."

Su respuesta preocupó a TaeHyung.

"¿Por qué no?"

Y, encogiéndose de hombros, no supo que respuesta darle, incluso si podía gritar su razón principal a los cuatro vientos sin quedarse afónico.

No sólo todo sería diferente cuando volviese a Suraek Dee Bhadam. Las casas, los edificios, los alrededores, la gente. No eran diminutos, como los mosquitos que le habían acompañado durante los últimos meses, aquellos que le habían hecho sentir vivo otra vez. En una familia. No existían lagos en los que pasar el tiempo nadando, ni acantilados de los que saltar a la hora de acudir a un cumpleaños. Tampoco existían los cumpleaños porque no tenía a nadie con quién celebrarlos. La única persona disponible ni siquiera podía recordar en qué día había nacido ella misma. Él tampoco sería el mismo Jungkook que abandonase aquel mundo para volver al suyo propio.

Porque ese Jungkook, el que aterrizaría de nuevo en ese lugar al que una vez llamó hogar, jamás podría mirar a nadie más como miraba a TaeHyung. No se sentiría de esa forma. Nunca.

Jamás podría volver a ser el mismo si dejaba a la persona que tanto quería atrás.

TaeHyung interpretó su silencio como algo positivo, por lo que simplemente esbozó una sonrisita, aventurándose a recostarse más cerca del cuerpo ajeno. Jungkook tenía los ojos llenos de lágrimas, es por eso que no le devolvió la mirada incluso si podía sentir la suya sobre él.

"Supongo que hay un poco de cada uno de nosotros en ti."

Él asintió. "Sí, claro que lo hay." Sobre todo, de ti. Quiso decir, pero se mantuvo callado.

"También hay un poco de ti en nosotros, así que será complicado por aquí también. Los chicos y yo nos hemos encariñado muy rápido, lo sabes."

"Sí..."

"Pero aun así, encontraremos la forma de recordarte siempre. Y sé que tú harás lo mismo."

Viéndose obligado a devolverle la mirada porque no podía seguir haciéndose el fuerte, apretó los labios, acariciándole las mejillas mientras negaba. "No quiero olvidarme de esto nunca, mosquito."

La sonrisa que TaeHyung le dio a continuación fue suficiente para que quisiera arrancarse el corazón con sus propias manos, notando el brillo tan característico de las lágrimas reluciendo en aquellos ojos que siempre le hacían sentir seguro. A veces, se decía a sí mismo que debía memorizarlos y así no ser capaz de olvidarlos nunca, pero sabía que no era necesario. Necesitaría mil vidas para olvidar cualquier cosa relacionada con TaeHyung.

Catorce horas más tarde, con tan sólo dos de sueño por cabeza y todavía manteniendo la euforia de haber sido atrapados por la lluvia cuando cruzaban fronteras, viéndose obligados a refugiarse inmediatamente en un campamento para turistas situado en las afueras, llegaron a Baehmsue agotados, con TaeHyung lloriqueando y cabeceando contra el hombro de Jungkook, quien luchaba del mismo modo por mantenerse despierto.

"Con un poco de suerte, Baehmsue será el destino perfecto para descansar." Podía recordar las palabras del pelirosa unas cuantas horas antes, cuando salían de Nama Ann hacia su siguiente localización.

"Claro que sí... Con un poco de suerte, cómo no..." Recalcó él esta vez, junto a un bufido.

A TaeHyung se le olvidaba el pequeñísimo detalle que ellos no contaban con suerte, sino que directamente la repelían.

"Maoi-lee, detente aquí, por fa." Le dijo al cerdo más grande, golpeando su costado con suavidad para que hiciera lo pedido. Así mismo, este lo hizo, quedándose quieto a un lado del camino y agachándose para que Jungkook pudiera bajar. "Gracias, campeón."

El cerdo emitió un sonidito feliz, meneando su cola rizada de un lado a otro en señal de que lo estaba. Jungkook dejó escapar una risita mientras se giraba hacia TaeHyung, quien descansaba (o al menos, hacía el intento) contra su hombro.

"Mosquito, despierta, ya hemos llegado." Le dijo, frotando su espalda baja con suavidad. Este lloriqueó. "TaeHyung, vamos, levanta. Ya estamos aquí."

TaeHyung levantó la cabeza con un puchero adornándole los labios. "¿Que levante de dónde? Si no me ha dado tiempo ni a echar una cabezadita, Maoi-lee se mueve como si estuviera en medio de un terremoto el desgraciado..." Se quejaba en un llanto que carecía de lágrimas, lamentándose profundamente.

"Lo sé, lo sé."

"Dios, estoy tan cansado..."

Por su parte, el azabache bajó de un saltito, alcanzando el suelo y poniendo las manos sobre los muslos ajenos, dándole pequeños golpecitos.

"Ven, ven aquí, baja."

Él así lo hizo, alargando los brazos hasta rodearle el cuello. Las manos de Jungkook rodearon su cintura medio segundo después, sosteniéndola e impulsando todo su cuerpo hacia delante. Una vez TaeHyung alcanzó el suelo de la misma forma, se giró frente a él tras darse la vuelta.

"Sube." Indicó, una petición que fue acotada inmediatamente después, cuando sintió al pelirosa subirse a su espalda. Incorporándose con el susodicho aferrado a él, suspiró. "Ahora sí, vamos. Maoi-lee, ten cuidado con Nuka, ¿vale? No des saltos o corras demasiado, sino se caerá."

Maoi-lee tan sólo movió su cola a modo de respuesta.

"Tengo tanto sueño, estoy tan cansado, Jungkook..." Se quejaba TaeHyung, pegando la mejilla contra el hombro ajeno, conforme este avanzaba en dirección a la ciudad.

"Lo sé, apenas hemos podido dormir por la dichosa lluvia esta noche, es normal que tengas sueño." Murmuró, impulsándolo hacia arriba para acomodarlo en su espalda. "La madre de Jimin dijo que esta región era famosa por sus especias, tal vez encontremos algo que nos ayude a mantenernos despiertos en algún puestecito."

Un pequeño suspiro sonó. "Eso espero... No quiero que tengas que cargar conmigo todo el día, soy bastante pesado."

"¿Quién dice que eres pesado?"

"Yo lo digo."

"Pues es ridículo." Le hizo saber, escuchando su bufido inminente.

"¡Oye!"

"Es la verdad, mosquito. No eres pesado en absoluto y mucho menos debes estar preocupado por mí, tengo la capacidad suficiente para llevarte a cualquier lado sin importar el tiempo." Prácticamente le regañó. "Me parece que has olvidado cómo era antes de esto."

Un escalofrío recorrió el cuerpo de TaeHyung de pies a alas. "¿Bromeas? Claro que no lo he olvidado, Jungkook... Sólo no quiero ser tu mochila durante todo el viaje, eso es todo."

"¿Por qué no?"

"Porque no es agradable."

"Pues, sinceramente, no lo entiendo, a mí me parece que eres una mochila bastante cómoda y bonita. Como portador no puedo quejarme." Dijo, logrando que el susodicho se sonrojara hasta las pestañas. "Lo único medianamente trágico es que estás aplastándome las alas, pero eso es algo que tiene solución."

TaeHyung se removió de inmediato. "Ow, tus alas..."

"Estate quieto, mosquito, acabo de decir que no pasa nada y tiene solución. No enloquezcas."

"Se pueden romper..."

"Eso no quiere decir que lo harán, así que deja de moverte." Pidió, sosteniendo sus muslos traseros para que se estuviera quieto.

De nuevo estremeciéndose por el tacto ajeno, cálido, suave, pero demandante en su piel, suspiró, asintiendo. "Bueno, vale..." Susurró, incapaz de encontrar su voz incluso si eso le molestaba.

Odiaba no tener la energía suficiente para ser una criatura funcional y útil, cuya autonomía le permitiera hacer cosas con normalidad. Era algo que no soportaba y por lo que se culpaba constantemente. Y es que los dexianees tenían una particularidad que TaeHyung encontraba bastante negativa. La resistencia física.

Una criatura normal y corriente podría sobrevivir las horas necesarias sin aparente descanso, viéndose obligados a sobreesforzarse para conseguirlo, pero al fin y al cabo, eran capaces. Ellos no. Si el nivel imaginario de estamina en sus organismos estaba bajo, era inexistente o siquiera estaba a la mitad, no podían ser funcionales en absoluto. Sus articulaciones permanecían flojas, sus alas apenas eran útiles y sus pequeños cerebros se encontraban adormecidos. En ocasiones incluso respirar resultaba dificultoso, pues sus pulmones no recibían estímulo alguno, la fatiga apareciendo en el mejor de los casos.

"Estamos adentrándonos en la ciudad." Avisaba Jungkook, dándole unos cuantos golpecitos en la pierna para que abriese los ojos momentáneamente.

Él así lo hizo, a pesar de que una fuerza externa empujaba sus párpados hacia abajo.

Admiró el puente inmenso de piedra rugosa que conducía hasta Baehmsue, conocido como una de sus mejores obras, pues había sobrevivido al gran hundimiento ocurrido algunos siglos atrás. Era tan hermoso como lo describían.

"Qué puente tan bonito, me encanta..." Dijo, su voz pausada.

Jungkook asintió, estando de acuerdo. "Es precioso, ¿verdad?"

"¿Sabes que Baemhsue fue la región menos afectada tras el hundimiento? Gracias a que sus estructuras eran en su gran mayoría de piedra, no tuvieron que lamentar demasiadas pérdidas." Le hizo saber.

"¿De verdad? No tenía ni idea."

TaeHyung cabeceó con dificultad, chocándose sutilmente contra el hombro de Jungkook. "Sí, este puente es una de sus antigüedades más famosas. Soportó todo, sólo una décima parte necesitó ser reconstruida. Quedó casi ileso." Explicó, escuchándole silbar. "Para que luego digan que en Psayd viven adelantados por la tecnología..."

Una risita abandonó los labios del azabache. "Sí que la odias, ¿eh?"

En respuesta, simplemente se encogió de hombros.

"Considero que no la necesitamos, estamos bien como estamos. Creo que la tecnología corrompe demasiado y puede volverse perjudicial con el paso del tiempo... No me gusta."

"Todo en exceso es perjudicial con el tiempo, mosquito."

"Ya, bueno..." Su gesto se torció, pues por desgracia, eso también era cierto. "Pero si juntas dos potencias mundiales como la magia negra y la tecnología, las posibilidades son infinitas. Y hay gente con mentes demasiado podridas capaz de hacer cualquier cosa."

"Huh, lo cierto es que no había pensado en eso..." Masculló, apenas recayendo en aquel detalle.

Sólo de pensar en el abanico de posibilidades catastróficas se estremecía, pues la primera persona que se le venía a la cabeza era Sounik y él ni siquiera parecía tener tecnología en su poder. De ser así, no sabía cómo lograría enfrentarse a él sin morir en el intento.

Avanzó por unos cuantos minutos más, siendo consciente de que TaeHyung se encontraba profundamente dormido sobre él, su cuerpo volviéndose algo más pesado debido al bajo nivel de energía y la insoportable fatiga. Estaba noqueado por el cansancio. Eso no era un problema, pues como le había dicho al propio TaeHyung (y no mentía), contaba con la capacidad suficiente para cargar con su cuerpo el tiempo necesario. Sin embargo, sabía mejor que nadie que TaeHyung no querría perderse ni un solo detalle de aquel viaje.

"¡Especias, especias de todo tipo! ¡Clavo, jengibre, cúrcuma! ¡Plantas analgésicas, para el dolor de cabeza, antiinflamatorias, todas las que necesitas y más, ahora en oferta! ¡Pasen y vean, pasen y vean!" La voz de una señora en una tienda diminuta sonó, logrando captar la atención del azabache.

Jungkook se le acercó sin dudarlo, rezando porque ella pudiera darle la solución que buscaba.

"Hola." Saludó, esbozando una sonrisa amable que le devolvieron al instante. "Estoy buscando alguna planta o especias que contengan cafeína. Mi amigo lleva muchas horas sin dormir y está demasiado cansado."

La mujer asintió. "Creo que tengo justo lo que buscas, dame un momento..." Pidió, girándose hacia las bandejas metalizadas donde guardaba sus especias, cubiertas por mantos hechos a base de crepé, rugosos, que las protegía de la humedad en el ambiente.

Destapó una de las bandejas, leyendo los nombres hasta que poco después agarró una cuchara de bambú, sacando un puñado para mostrárselo.

"Aquí está. Esto es extracto de guaraná, la planta con mayor cantidad de cafeína en su interior." Le explicó, tendiéndosela para que pudiese verla. "Ayuda a combatir la fatiga y a mejorar el rendimiento, entre otras muchas de sus propiedades."

"Jungkook..."

El lloriqueo ajeno en sus espaldas hizo que Jungkook sostuviera más fuerte a TaeHyung. "Tranquilo, tranquilo, estoy aquí." Le susurraba, queriendo tranquilizarlo, devolviendo la vista hacia la mujer poco después. "¿Cuánto cree que necesitaré? Lleva doce horas sin dormir y apenas tiene fuerza para hablar."

"Pobrecito, eso es demasiado para cualquiera de nosotros... Que pueda respirar es casi un milagro." Hizo una mueca, horrorizando al azabache. "Te recomendaría unos cinco gramos, ya que su tiene una acción estimulante más progresiva que cualquier otra planta, incluso que el café. Podrá parecer que inicialmente no surte efecto, pero con el paso del tiempo empiezan a notarse. También tiene mayor duración."

Jungkook miró la cabeza de TaeHyung apoyada en su hombro otra vez, pensativo a la vez que angustioso.

"Me llevaré una bolsa mejor, todavía nos queda mucho camino por delante y no quiero arriesgarme a que ocurra de nuevo sin estar preparados." Le dijo, viendo como asentía. "¿Tiene algo con lo que pueda medir las cantidades, por favor?"

"Claro, en seguida te lo doy."

"Muchas gracias." Dedicándole una sonrisa, escuchó nuevamente al pelirosa quejarse, mientras sacaba algunas monedas de sus bolsillos.

"Jungkook..."

"Tranquilo, mosquito, ya verás como dentro de nada estás dando saltos de nuevo. Esta señora tan amable nos ha salvado el viaje." Su voz dulce decía, afianzando el agarre en él para acariciarle el muslo, buscando que se tranquilizara cuando notó lo nervioso que se encontraba. "Cálmate, ¿vale?"

"Odio sentirme inútil... ¿Por qué tiene que pasarme esto a mí?"

"Eh, no digas eso." Mascullaba, a modo de regaño. El pelirosa lloriqueó, frotando la nariz contra su ropa. "No eres un inútil, ¿de acuerdo? Sólo estás indispuesto, pero se solucionará en cuanto tomes esto y descanses un poco."

La mujer rio, entregándole la bolsa con su respectiva cuchara medidora. "Toma, cielo. Espero que le sirva a tu novio y mejore pronto."

Jungkook abrió la boca para corregir cuál era realmente su relación con TaeHyung, pero todo lo que hizo al final fue sonreír, asintiendo a modo de agradecimiento.

"Se lo agradezco mucho, ¿cuánto es en total?"

"Nada." Ella negó, limpiando el mostrador. El azabache se mostró confundido. "Cuando se trata de una emergencia, como en este caso concretamente, estamos obligados a ofrecer nuestros productos de manera asequible y, por lo tanto, gratuita. La alcaldía nos recompensa las pérdidas que eso causa, así que no tenéis que pagar nada."

"Wow... ¿En serio?"

Asintiendo, le dedicó la última sonrisa. "Sí, por supuesto."

"Pues muchísimas gracias, señora. Nos ha salvado el viaje."

"No es nada, tranquilo. Dentro de la bolsa llevas un pequeño envase además de la cuchara medidora, te servirá para que mezcles directamente el agua con la guaraná. Hay una fuentecita de agua potable junto a la entrada, aprovéchala."

Él asintió, colocando la bolsa en el lomo de Maoi-lee, que se encontraba a su lado. "Perfecto, muchas gracias otra vez. Que tenga un buen día."

"Igualmente, gracias."

Jungkook se apresuró hacia la fuente que aquella amable mujer le había señalado, deteniéndose una vez llegaron y depositando con cuidado el cuerpo de TaeHyung en un banco de piedra cercano. Todo allí parecía estar hecho de piedra rugosa, áspera. Le encantaba. Tras eso, corrió hacia la fuente con el envase en sus manos, llenándolo de agua hasta donde tenía la marca indicadora, volviendo con TaeHyung poco después. Usó la cuchara medidora, recordando los cinco gramos que debía echar y mezclándolo, el dulce olor tan aparentemente característico de aquella planta impregnando sus fosas nasales. Era agradable.

"Jungkook, socorro..." Se quejaba TaeHyung, sintiéndose tan débil como para no poder llorar siquiera.

"Esto ya casi está, no te preocupes." Dijo, mezclando el contenido del envase. "¿Puedes incorporarte un poco? No quiero que te atragantes bebiendo."

TaeHyung emitió un quejido. Maoi-lee, agachado a su lado, mordió la parte trasera de su ropa, incorporándolo cuidadosamente, pues Jimin le había entrado con anterioridad para esos casos, ya que no era la primera vez. Probablemente, tampoco sería la última. Él conocía a su dueño.

"Muy bien hecho, Maoi-lee, gracias."

Una vez listo aquella mezcla, Jungkook se acercó al pelirosa, sosteniendo su barbilla y empujando la abertura contra los labios ajenos, indicándole que bebiera. TaeHyung comenzó a recibir el líquido frío, dulce, tanto que incluso resultaba empalagoso a pesar de no poder distinguir su sabor real. Tragó con dificultad, demasiado cansado para mantenerse en esa postura por más tiempo.

"Ya está, ahora sólo queda esperar a que haga efecto." Dijo el azabache. TaeHyung asintió, notando como tomaba asiento junto a él. Luego, el modo en que ambas de sus manos lo sostuvieron, recostándolo en su regazo. "Ven aquí, mosquito."

Sin dejar de lloriquear, este cerró los ojos, suspirando.

Jungkook mantuvo una mano en su cabeza, acariciándola mientras se dedicaba a mirar alrededor. Los ciudadanos pasaban junto a ellos sin inmutarse siquiera, yendo de aquí para allá, de un lado a otro, recorriendo toda la plaza y deteniéndose en los puestecitos, tiendas. Algunos probaban comida de los muestrarios, otros simplemente charlaban, reían, encontrándose con sus conocidos.

Quince minutos más tarde, con la agradable brisa veraniega del ambiente chocando en su rostro, Maoi-lee y Nuka —que recientemente había despertado— a la izquierda, TaeHyung todavía en su regazo y la muchedumbre pasando frente a ellos, el pelirosa comenzó a incorporarse con lentitud, suspirando.

"Ay..."

"¿Cómo te encuentras?" Quiso saber, dándole toda su atención al instante.

"Bien, muy bien, me siento más despierto... Con energía."

El azabache le dedicó una sonrisita. "Eso es genial, me alegro mucho."

TaeHyung se acurrucó contra él, abrazándolo. "Gracias por cuidar de mí, grandullón. Odio cuando estas cosas pasan y no puedo hacer nada para evitarlo, pero afortunadamente has sabido reaccionar mejor que yo... Te lo agradezco."

"Sabes que no hay nada que agradecer, TaeHyung." Le dijo, acariciando su espalda. "Cuido de ti igual que tú has cuidado de mí y lo sigues haciendo. Es mutuo."

"Ya..." Asintió, conforme con su respuesta. Tanto, que ni siquiera lo dudó cuando acortó la distancia que los separaba, depositando un casto pero sonoro beso en sus labios. Luego, sonrió, separándose y saltando fuera de su regazo como si nada. "Vamos a dar un paseo por el centro, seguro que de camino encontramos alguna licorería que tenga ese famoso Hamut Lampo."

Suspirando, Jungkook asintió, poniéndose en pie también.

El pelirosa tomó su mano, jalando de él una vez atrapó a Nuka en sus brazos, esperando a que Jungkook tomara las riendas de Maoi-lee para avanzar entre los demás civiles.

"Me encanta este sitio." Dijo felizmente, sintiéndose pleno al tener la energía suficiente para recorrerse toda la región volando sin cansarse. "Estoy deseando ver el muelle."

"¿En serio? ¿Hay muelle?"

"Baehmsue es conocida por sus famosas especias y por su muelle pesquero. Es la única localidad en todo Idexium que cuenta con uno, así que sí. Y es impresionante..."

"Vaya... Pues tengo muchas ganas de verlo, el puerto pesquero de Sudaek es precioso también, tiene un faro gigantesco, los barcos entran y salen a todas horas. Una vez conseguí subirme a uno con mi padre cuando estaba varado. Fue inolvidable..."

Como cada vez que Jungkook hablaba de su familia, tenía esa sonrisa triste, pero dulce en los labios, que no fallaba en contagiar a TaeHyung.

"Qué divertido suena. Vuestros barcos deben ser enormes comparados con los nuestros..."

"Bastante, sí, aunque ahora mismo no soy capaz de ver las diferencias." Bromeó, haciéndole reír.

"Mi padre, el señor Park y el padre de Choi San, junto con su hermano, padre de Yeonjun, venían a menudo en temporada de pesca, siempre tenían nuevas anécdotas que contarnos. Un día le pediré a mi padre que nos cuente alguna para que puedas escucharla también, le encanta hablar de ello."

Jungkook se mostró emocionado sólo con pensarlo. "Y a mí escucharlo, te lo aseguro. Aunque no he tenido la oportunidad de hablar mucho con tus padres, las pocas veces que nos hemos cruzado han sido súper agradables conmigo. Me gustaría conocerlos más."

"Ellos te aprecian mucho, igual que Taevin ahora que os habéis vuelto amiguitos. Estoy seguro de que podrás conocerlos mejor cuando volvamos."

"Eso espero, sí." Su sonrisita se volvió más grande y dulce.

Llegaron al puerto pesquero poco después, el olor del mar impregnando las fosas nasales del azabache, para quien resultó un shock algo fuerte, no estando demasiado acostumbrado. Tanto, que incluso retrocedió en sus pasos, sobresaltando al pelirosa.

"Ay, ¿qué te pasa?" Se preocupó de inmediato. "¿Estás bien?"

"El olor... No recordaba cómo de fuerte era."

"¿A qué huele?"

Este se mostró pensativo. "Huele a... Mar. A sal, mucha sal, arena mojada, pescado... No sabría cómo describirlo, la verdad. Te diría que usaras una píldora activadora, pero dudo mucho que quieras desperdiciar una para olerlo. Es bastante fuerte, no te gustará."

Su gesto se torció. "¿Tú crees?"

"Sí, aunque en el fondo depende de ti. No huele precisamente bien."

"Me abstendré de curiosear, entonces. Prefiero quedarme con la duda a perder desperdiciar una de mis preciadas píldoras... En caso de que vea algo por aquí cerca que quiera probar, aprovecharé."

Jungkook asintió, pasando un brazo por sus hombros. "Bien pensado, mosquito inteligente."

"¡Y dale!" Se quejó inmediatamente, dándole una mirada furibunda.

De sus labios brotó una carcajada, inclinándose para besarle los labios y así evitar que continuara quejándose.

"Por ahí parece haber un puesto de frutas exóticas, ¿quieres que nos acerquemos?" Le dijo poco después, tras unos minutos más caminando entre barcos pesqueros y puestecitos donde vendían abalorios, mariscos, frutas marinas y utensilios de pesca.

TaeHyung ni siquiera respondió verbalmente, jalándole del brazo para acercarse. Otra risa abandonó los labios del azabache.

"¡Buenas tardes!"

"Buenas tardes." Saludaba al señor detrás de su correspondiente puestecito, quien le sonrió de oreja a oreja. "Qué apetecible se ven esas frutas, ¿cómo se llaman?"

"Pues mira, esa de ahí se llama «peniola», es tres veces más ácida que una toronja." Señaló un cesto donde se encontraban unas pequeñas frutas amarillas, peludas y con manchas moradas. Luego, otras que tenían un color azul claro. "Esa otra un poco más grande, se llama fante. Es súper dulce, sin semilla y muy jugosa. Normalmente la compran para hacer zumos naturales o batidos."

"Wow, qué ricas se ven..."

"Y estas gigantes de aquí son «sandías de calierre». Se les llama sandía porque tienen el mismo tamaño que una, pero saben totalmente diferentes. Son ácidas, sin semillas y de textura casi gelatinosa, mis favoritas sin duda."

"Oh, yo quiero un trozo... ¿Cuánto cuesta?"

"Doce mil el kilogramo, están de oferta." Explicó, mirando a su alrededor en busca de alguien. "¡Namjoon, ven!"

"¡Voy, jefe!"

Tan pronto como el segundo grito, perteneciente a una voz más gruesa, masculina y a alguien que definitivamente se veía tan grande como en realidad era, sonó. Tras eso, un muchacho alto, con el pelo rapado y músculos gruesos apareció, usando un delantal diminuto en comparación a sus proporciones corporales.

"Córtame un trozo de esta sandía de aquí, por favor."

"En seguida, jefe." Asintió, ocupando el lugar junto al dueño del puestecito y agarrando una de las navajas que tenía más a mano.

Sostuvo aquella inmensa sandía (la cuál medía lo mismo que siete cabezas de TaeHyung unidas entre sí) entre sus manos con algo de dificultad, posándola sobre una tabla de cortar y la apuñaló sin compasión hasta que esta se partió en dos. El interior era morado, efectivamente sin semillas y gelatinoso. Los ojos de TaeHyung se volvieron corazones, antes de escuchar a Nuka y Maoi-lee chillar.

Observó a sus mascotas con una sonrisa. "¿Vosotros también queréis?"

"Es buenísima para los animales." Le dijo el señor que estaba atendiéndoles.

"Cierto, doy fe. Tengo cuatro cerdos igual de grandes que el tuyo y siempre que voy a visitarlos a la granja de mis padres, tengo que llevar por lo menos dos como estas." El chico, cuyo nombre era Namjoon, dijo, sonriendo. Su sonrisa, sin duda alguna, no le hacía justicia al porte tan intimidante con el que contaba. "Puedo cortar dos pedazos más para ellos, si quieres."

"Sí, dáselos como regalo. Hay que mimar a nuestros mayores compañeros peludos."

"Los cerdos no tienen pelo, jefe."

El jefe fulminó a Namjoon. "Tu corta y calla." Le dijo, haciéndole reír.

"¡Eh, mi bolso!" Una voz femenina sonó no muy lejos, obligándoles a girarse en su dirección. "¡Oye, vuelve aquí, chiquillo! ¡Te llevas mi bolso!"

TaeHyung frunció el ceño, en busca de dónde provenía aquella voz, sólo para encontrarse en el puesto junto a ellos a una señora de mediana edad, tirada en el suelo con un bastón que hasta el momento del ataque sostenía su peso. A unos metros de ella, alguien encapuchado corría con lo que parecía ser un bolso, huyendo a toda prisa. Su bolso.

"Ow..."

"Jungkook, ve a ayudar a esa señora. Yo voy detrás del desgraciado ese." Le dijo inmediatamente, casi sin pensarlo.

El azabache se mostró confundido, no logrando procesar la información correctamente. "¿Qué...?"

Sin embargo, ya era demasiado tarde. TaeHyung había salido disparado tras aquel individuo que corría muelle abajo, esquivando a todo aquel con el que se cruzase, dirigiéndose hacia las piedras. Él suspiró, haciéndole caso al susodicho y corriendo en dirección a la pobre mujer.

TaeHyung echó a volar nada más ver que sus piernas no estaban yendo a la velocidad que quería, aumentándola mientras esquivaba a los ciudadanos que se encontraban en su camino y se giraban para ver lo que sucedía, completamente confundidos. Aquel delincuente parecía tener una buena resistencia física, incluso si corría dando tumbos, como si estuviera mareado. TaeHyung sentía que no lo alcanzaría nunca.

"¡Detente, ladrón!" Le gritó, moviendo sus alas lo más rápido que podía. Como era de esperar, este ni siquiera pensó en acotar su orden, por lo que frunció el ceño. "¡Que pares, te digo!"

Una vez más, ni caso. TaeHyung bufó.

"Desgraciado..." Apenas masculló, deteniéndose en seco tan pronto como en el suelo interceptó lo que parecía ser una de esas sandías que estaba comprando momentos antes, cortada a la mitad. Probablemente se había caído.

Sin dudarlo siquiera, bajó hasta agarrarla, teniendo que sobreesforzarse dado que era mucho más grande que él y apenas tenía la fuerza suficiente para cogerla sin producirse una hernia discal en el intento. Aún así, se encontraba furioso y molesto, por lo que realmente no fue demasiado difícil, alzándose en vuelo inmediatamente después.

"¡Te he dicho que te estés quieto!" Chilló tras recuperar los metros que había perdido y lanzando aquella dichosa sandía.

Aquel ladrón fue alcanzado por una fuerza pesada y externa, que golpeó su espalda hasta hacerle caer al suelo en mitad de las piedras, casi al borde de un pequeño acantilado que conducía a la playa más cercana. El bolsito robado salió volando por los aires, siendo atrapado por un muy —en serio, muy— molesto TaeHyung, quien corrió en su dirección al instante.

"¡¿No te da vergüenza hacer eso?!" Gritó tan pronto como llegó a su lado, mirándolo desde arriba. "Robarle a una pobre mujer que sólo está comprando... Vergüenza tendría que darte."

Furioso, sostuvo la túnica que el individuo sin vergüenza alguna llevaba puesta, obligándole a incorporarse. No tardó en sentir cómo se le detenía el corazón al ver su estado. Era alto, estaba delgado, tanto que los huesos de la cara se le marcaban como si no tuviera piel siquiera. Pálido, con grandes y oscuras ojeras bajo los ojos. Tenía heridas en las manos, moretones en los pómulos y raspones en todas partes. El chico no dijo nada. TaeHyung tampoco, ni siquiera necesitando escucharle hablar para saber cuál había sido su razón.

"¡Mosquito!"

La voz de Jungkook sonó a lo lejos, girándose para ver como este se acercaba, acompañado por Nuka, Maoi-lee y la señora que iba montada en el cerdo más grande. Luego, sus ojos viajaron al muchacho, quien apenas era visible debido a las rocas que lo tapaban.

"Márchate." Le indicó, con los dientes apretados.

Sorprendido, ni siquiera mencionó algo cuando siguió sus indicaciones, girando y corriendo cuesta abajo hacia la playa, desapareciendo entre las rocas.

Jungkook, los cerdos y la señora llegaron junto a él poco después, el azabache mostrándose preocupado y demostrándolo tan pronto como llegó, sosteniendo su rostro para inspeccionarlo. TaeHyung podía notar su nerviosismo.

"¿Estás bien? ¿Te has hecho daño? ¿Lo has atrapado?"

"Estoy bien, sí... Se me ha escapado, pero al menos he logrado recuperar el bolso..." Dijo, dirigiéndose a la señora esta vez. "Tome, creo que no ha podido llevarse nada."

Ella le dedicó una sonrisa dulce, sosteniendo el bastón que anteriormente soportaba su peso. "Muchas gracias, hijo, te lo agradezco de todo corazón." Obteniendo su bolso de vuelta, apretó la mano de TaeHyung entre las suyas.

"¿Usted se encuentra bien?"

"Sí, muy bien, no pasa nada. Sé que ese chico no quería empujarme, me aferré a mi bolso y entonces caí. Ha sido un accidente."

Jungkook mantuvo los labios apretados. "Aún así debería ir a que le hicieran una revisión, señora, para descartar lesiones. Y también notificarle a los agentes de la autoridad para que hagan algo."

Ella negó inmediatamente.

"No es necesario, de verdad. Estoy bien, sólo ha sido un susto y tengo mi bolso conmigo que es lo más importante." Su sonrisa seguía siendo dulce, restándole importancia.

"Pero..."

TaeHyung puso una mano en el brazo de Jungkook, queriendo que se detuviera. Una vez miró a los ojos del pelirosa, supo que había algo más detrás de lo sucedido. Algo que sólo TaeHyung y aquella mujer sabían, y simplemente accedió, asintiendo.

"De acuerdo." Masculló al final, mostrándose confundido.

Un tiempo más tarde, tras acompañar a la señora Dong a su casa y pasearse por el centro en busca de algo que comer, TaeHyung seguía manteniéndose pensativo, en silencio, logrando que Jungkook se sintiera confundido y sin saber lo que realmente sucedía. Tampoco tenía muy claro si debía preocuparse, preguntar o simplemente continuar caminando detrás de él en dirección al puerto otra vez.

TaeHyung había comprado comida, tanta comida que Jungkook dudaba incluso que fuera para él, pero tampoco preguntó.

"¿Estamos yendo otra vez al puerto?"

"Sí, quiero ver algo." Le dijo, viéndole asentir.

"Vale..."

Llegaron al puerto poco después, bajando las rocas que anteriormente el pelirosa había sobrevolado y encontrando la sandía que estrelló contra la espalda de aquel individuo. Jungkook rio al ver los restos, los cuales Maoi-lee atacó, devorándolos con ayuda de un Nuka al que el propio azabache ayudó a bajar, quedándose atrás en cuanto TaeHyung avanzó, sin ser consciente siquiera.

"Eh, mosquito, espérame." Pidió, corriendo tras él.

"Lo siento, no me había dado cuenta de que te habías quedado atrás." Se disculpó, sonriendo. De sus labios brotó una risita tan pronto como vio a sus pequeños cerdos comiendo sandía. "Ya tienen cena, qué bien."

"Sí... Pero, ¿adónde vas con tanta prisa?"

"Quiero ver algo, simplemente." Respondió, manteniéndose ocupado con las rocas que bordeaban aquella playa. Se acercó a ellas, siendo seguido por Jungkook. "Por aquí, ven."

Confundido, este fue tras él. No entendía nada.

"TaeHyung, ¿qué sucede?"

Este, en lugar de responderle, mientras analizaba las rocas más grandes a fondo, sólo se detuvo frente a una de ellas, rodeándola hasta que esbozó una sonrisa. Una sonrisa que no estaba dirigida al azabache, sino hacia alguien más.

"¿Qué...?"

"Hola otra vez." Este habló. Jungkook rodeó la roca, queriendo ver a quién se estaba dirigiendo.

Entonces, no tardó en entender lo que sucedía. Tras dicha roca, el mismo muchacho al que TaeHyung había seguido, atacado y posteriormente dejado ir, se encontraba. Este les observaba con asombro, miedo y desconcierto. El corazón del azabache se detuvo, viendo su estado. Ni siquiera hizo falta preguntar o escucharle decir algo para saber lo que le pasaba, pues fue demasiado fácil verse reflejado en él.

"No sé si vas a aceptarlo, pero por si acaso te hemos traído comida." Siguió diciendo el pelirosa, sin obtener ni una palabra por su parte. Le tendió la bolsa llena de comida que llevaba consigo, esperando que la tomara.

El chico así lo hizo casi arrancándosela de las manos.

"Me llamo TaeHyung y este de aquí es Jungkook." Señaló al muchacho que lo acompañaba. "Espero que con eso tengas suficiente para unos cuantos días, me he encargado de seleccionar cosas que no vayan a caducar pronto y sean deliciosas. O lo parezcan, al menos, ya que no puedo saborearlas..."

Él se aclaró la garganta, sus ojos brillantes inspeccionando el contenido de la bolsa.

"La próxima vez que necesites dinero o comida, pídela." Volvió a sonar la voz del pelirosa. "Esa mujer a la que ibas a robar antes, hubiera estado encantada de ayudarte si se lo pedías."

Agachando la mirada, no dijo nada en absoluto.

"Bueno, eso es todo. Ojalá encuentres un buen lugar en el que quedarte esta noche y que comas bien... Espero que mi elección sea de tu gusto y que al menos me hagas caso." Le miró con los labios apretados en una mueca. El chico permaneció en silencio aun así.

TaeHyung suspiró, meneando la cabeza y mirando al azabache, para acto seguido ir junto a él.

"Vámonos, grandullón... Tenemos que volver con Maoi-lee y Nuka."

"Claro, vamos." Asintió.

Ambos se dieron la vuelta, alejándose a paso lento de allí, con un peso extra en sus respectivos pechos.

"Gracias." Susurró una voz gruesa detrás de ellos, casi inaudible de no ser porque estaban en completo silencio. Girándose al instante, vieron la cabeza del chico asomada tras la roca. "M-Muchas gracias por esto..."

TaeHyung le dedicó una dulce sonrisa, asintiendo. "No es nada."

"Me... Me llamo Minsu." Volvió a susurrar.

"Encantado de conocerte, Minsu."

Parecía temeroso, inseguro, pero aun así sonrió también, apenado.

"Seguramente haya un albergue por aquí cerca, Minsu, un lugar en el que puedas quedarte por tiempo ilimitado. Búscalo." Jungkook le dijo, tratando de sonar amable. "De no ser el caso, entre las ruinas no hace frío cuando anochece. Busca alguna casa abandonada o edificios que veas que no vayan a derrumbarse contigo dentro. Los animales también protegen del frío, hazte amigo de alguno..."

"Mañana por la noche saldremos de aquí rumbo a Li-Minn-Kwest, por si quieres unirte a nosotros. Hay sitio de sobra para uno más."

"Sí, en ese cerdo caben quince como nosotros. Eres bienvenido."

Minsu asintió, sus ojos llenos de lágrimas. "Gracias..."

"Vendremos a buscarte a este mismo lugar, ¿vale? Piénsatelo, al menos."

Asintiendo también, Jungkook se dio la vuelta, caminando incluso si TaeHyung no estaba a su lado. Tenía los ojos de lágrimas, una presión dolorosa en el pecho y el alma llena de angustia. TaeHyung lo alcanzó poco después, sosteniendo su mano para darle un apretón. Él lo empujó más cerca, besando su cabeza.

Ojalá hubiera conocido a alguien como TaeHyung cuando su vida tomó el mismo rumbo que la de Minsu. Todo hubiese sido mucho más fácil y menos doloroso.

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