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28

Lo primero que hago el jueves treinta de octubre tras desayunar es comprobar la hora de París para cerciorarme de que no es demasiado tarde ni demasiado pronto. Son las cinco de la tarde, por lo que imagino que Megan estará descansando antes de empezar con los desfiles de hoy. Para asegurarme aún más de que está disponible para comunicarme con ella y tener una llamada más larga de lo normal, ya que su trabajo suele impedirnos tener conversaciones como Dios manda.

Hoy es mi aniversario con Megan y siempre estoy muy emocionado cuando llega esta fecha, pero hoy me siento algo extraño. No sabría decir exactamente qué es lo que me ocurre por mucho que lo piense. Tengo la sensación de que no estoy haciendo algo bien, ¿pero el qué? ¿Es que mis regalos no son suficientes? ¿Tal vez este año debería haber hecho algo más grande para Megan? No, eso no es lo que ha provocado el nudo en mi estómago. Creo que todo esto no es por mí, sino por... ¿ella?

¿Por qué no quiero hablar con Megan?

En cuanto he entrado en el comedor para tomarme el desayuno, mi mayordomo me ha dado un sobre rosa muy grande con un corazón como sello para mantenerlo cerrado. Escrito con una caligrafía pulcra y preciosa en su dorso, he visto que el remitente era Megan e inmediatamente lo he abierto. Lo que he encontrado en su interior me ha dejado de piedra, en parte por la ilusión, y en parte al aumentar esa extraña e incómoda sensación que albergo en mi interior. En primer lugar, había unas entradas para ver El sueño de una noche de verano en el Shakespeare's Globe de Londres, lo cual ya de por sí casi me hace llorar, pero lo mejor ha sido la carta que acompañaba a las entradas.

«Mi amor, ¡feliz aniversario!

Nunca sé qué regalarte en este día para demostrarte lo mucho que te quiero y siempre siento que lo que te doy no es suficiente, pero voy a seguir intentando demostrártelo cada vez que pueda. Eres el mejor novio que alguien podría tener y soy increíblemente afortunada de poder llamarte "mío".

Sé lo mucho que te apetece explorar el mundo del teatro y pensé que sería buena idea invitarte a uno de los mejores lugares para ver una de las obras de Shakespeare. Espero que te guste mi sorpresa, ¡estoy deseando disfrutar de esta experiencia contigo!

Te quiero mucho, mi amor.

Megan».

Mentiría si dijera que no me han caído unas lagrimitas por mis mejillas al leer la carta. Megan nunca me ha escrito nada y dudaba que siquiera que se hubiera parado a escucharme cuando le he hablado de mi gusto por el teatro alguna vez. Es todo tan bonito que no parece real... y ese pensamiento es el que ha estado sobrevolando mi cabeza como un ave carroñera a punto de abalanzarse sobre un cadáver. Estos dos detalles tan bonitos no le pegan a Megan, especialmente la carta. Nunca había leído nada tan hermoso de su puño y letra, ni siquiera me ha escrito nunca una carta.

¿Y si todo esto parece demasiado bonito para ser verdad porque... no es verdad?

Aparto los pensamientos negativos de mi mente negando con la cabeza y le envío un mensaje a Megan preguntándole si ahora puede hablar por FaceTime o Skype. Tarda unos minutos en responderme y su mensaje me deja un poco fuera de juego: «sí, ahora tengo cinco minutos. ¿Por qué?»

Como respuesta, pulso el botón de llamada en mi ordenador y cojo el ramo de rosas que he comprado para simbolizar que se lo entrego, ya que no puedo hacerlo físicamente. De todas maneras, he encargado un ramo para ella que le entregarán a lo largo de este día, así que tal vez lo haya recibido ya. A pesar de todo lo que he hecho, sigo sintiendo esa incomodidad en la boca de mi estómago, como si mi interior estuviera tratando de decirme que nada de esto es suficiente.

—¡Hola, mi amor! ¡Muchas felicidades! —exclamo en cuanto veo a Megan aparecer en pantalla, mostrándole el ramo de rosas con una gran sonrisa.

Su expresión neutral se vuelve confusa cuando frunce el ceño, mirándome como si me acabase de crecer otra cabeza en el hombro izquierdo.

—¿Felicidades? Axel, mi cumpleaños fue hace dos meses y ya lo celebramos, ¿recuerdas?

—¡Ay, cariño, deja de hacerte la tonta, que ya lo he recibido! —digo entre risas, imaginando que no quiere decirme nada para gastarme una broma—. ¡Feliz aniversario a ti también, amor!

Megan me mira confusa un segundo, en silencio, hasta que en sus ojos se enciende una chispa de entendimiento y sonríe.

—¡Feliz aniversario, cariño! Ya veo que te han gustado las flores que te he enviado, ¡sabía que querías rosas rojas!

—No, Megan, estas flores no son... Son mi regalo para ti, tú me has regalado otra cosa... ¿No te acuerdas?

—¡Pues claro que me acuerdo, tonto, era broma! ¿Te ha gustado mi regalo? Me ha costado una millonada, pero ya sabes que me gastaría lo que fuese por ti.

Tal vez tenga fama de ser tonto y corto de miras, pero Grace ha debido de contagiarme algo de su extraordinaria inteligencia porque no le compro ni una palabra a Megan. Está claro que no tenía ni idea de nuestro aniversario y que no sabe nada de su supuesto regalo. No le importa qué día es hoy y tampoco yo parezco importarle un mínimo. No sé quién me habrá mandado un regalo con tanto significado, pero está más que claro que no ha sido ella. Solo alguien que me quisiera y me escuchara de verdad me habría regalado algo así y pienso quitarle la careta ahora mismo, destapar todas sus mentiras para ver la realidad de una vez por todas.

—Me ha encantado, Megan. ¿Cómo sabías que ese reloj era lo que quería? —pregunto con una sonrisa falsa.

—¡En cuanto te vi haciéndole ojitos a través del escaparate hace tres meses lo encargue inmediatamente! Ya sé lo mucho que te gustan los relojes, así que...

—Corta el rollo, Megan —interrumpo en cuanto se mete de lleno en la trampa que le he tendido—. El regalo que me ha llegado hoy supuestamente de tu parte no era un reloj y está claro que ni siquiera sabías que era nuestro aniversario. ¿Por qué me sorprendo? ¡Si no te has acordado nunca de estas fechas importantes para mí! Además, tú nunca me has regalado algo que realmente me gustase y mucho menos nada que significase tanto para mí. Nunca te he importado lo suficiente.

—¡Vale, no me he acordado de nuestro aniversario, pero tampoco es para tanto! Solo es una fecha tonta y te puedo comprar lo que quieras cuando vuelva. Subiré una foto a Instagram para felicitarte hoy, no te preocupes. ¿Por qué haces tanto drama?

—¡Porque el amor no se demuestra de cara al público, Megan, sino de cara a la persona a la que amas! Me da igual lo que subas a Instagram, los regalos caros y lo mucho que dices quererme cada vez que te apunta una cámara. Si me quisieras, me lo demostrarías de tal forma que no me cabría duda alguna, sin necesidad de darme nada material que respaldase tus sentimientos.

—¡¿Cómo puedes dudar de lo mucho que te quiero después de todos estos años?!

—¡Porque nunca nadie me había enseñado lo que es apreciar y querer realmente a alguien hasta ahora! —estallo, hablando en piloto automático, pero diciendo todo lo que mi corazón alberga—. ¡Porque tú no me quieres a mí, quieres lo que represento y porque, hasta ahora, el único que me había querido de verdad ha sido Tyler!

Megan bufa y abre los ojos como platos, mostrándose indignada como mecanismo de defensa pobre y ridículo.

—¡Si no te quisiera no habría estado contigo estos últimos años! ¡Tyler es un falso, lo que quiere es librarse de mí y ahora te ha comido la cabeza para conseguirlo!

—¡Tyler no ha dicho más que verdades durante estos años y yo no quería creerle como un tonto, pero ya he despertado y sé qué es lo que quiero y merezco!

—¡¿Ah, sí?! ¡¿Y qué te ha dicho ese gran despertar?! ¡¿Qué es eso que quieres?!

—¡Terminar con todo esto! —clamo, sintiendo las lágrimas acumulándose en mis ojos, aunque no estoy seguro de si son fruto de la tristeza, del dolor, del sentimiento de liberación, de entender por fin qué es lo que siento y lo que quiero... De lo que sí estoy seguro es de que ya no quiero seguir con Megan—. Esta relación se ha terminado, Megan. Cuando vuelvas a Los Ángeles avísame para recoger tus cosas, pero yo no quiero volver a verte.

Sin esperar a cualquier cosa que me pueda decir, empiezo a bajar la pantalla del ordenador, negándome a seguir con esta conversación.

—¡Axel, no, espera! ¡¿Cómo que me de-...?! —Antes de escucharle terminar la frase, cierro mi portátil y este se apaga, sumiendo la habitación en un silencio abrumador.

Y es entonces cuando rompo a llorar.

Un huracán de sentimientos me azota y dejo las rosas a un lado, cubriéndome el rostro con las manos mientras lloro. Tras mi llanto se esconde el dolor de la ruptura, la estupidez que siento tras tantos años ignorando la realidad, la liberación de saber por fin cómo me siento realmente... Mis padres siempre me enseñaron a reprimir mis emociones, a no dejar que nadie viese mis momentos de debilidad y a evitar que esos incómodos sentimientos influyesen de manera negativa en mi trabajo, y por eso ahora me siento tan abrumado. Por primera vez en mucho tiempo, estoy descubriendo emociones hasta ahora enterradas en lo más profundo de mi ser y necesito tiempo para procesarlas.

Megan no me quiere y yo no quiero a Megan. Llevo tres años creyendo saber lo que es el amor, convencido de que eso era lo que sentía por ella, pero estos últimos dos meses he vivido mucho, lo suficiente para darme cuenta de que estaba equivocado.

Tal vez sí estoy enamorado, pero definitivamente no de Megan.

No sé si han pasado minutos u horas cuando mi cuerpo deja de convulsionarse por el llanto y mis mejillas por fin se secan. Siento mi interior más ligero, como si me hubiera quitado un peso de encima, e incluso sonrío. Sí, el dolor sigue ahí, pero sobre él, mucho más notable, se encuentra esa paz que encuentras cuando por fin sales de una gran mentira y conoces la verdad, como salir del agua para poder tomar aire de nuevo. También sigo abrumado y siento la necesidad de hablar con alguien, de que me den un abrazo, y Tyler es el hombre perfecto para ello. Apenas quince minutos después de enviarle un mensaje, mi mejor amigo ya está en mi salón abrazándome como un koala.

—Lo siento mucho, tío. Yo... Solo puedo decirte que lo siento.

—No te preocupes, Ty, no es tu culpa. Además, sé que tienes mucho más que decir y necesito escucharlo —le digo, sabiendo que quiere hablar sobre Megan pero no se atreve por miedo a hacerme daño.

—Pues..., sinceramente, me alegro de que por fin haya pasado esto por mucho que sienta el daño que estás sufriendo. Ya sabes lo que siempre he opinado de ella y de lo que decía sentir por ti y supongo que un golpe tan duro como este era necesario para salir de ahí.

—Yo solo puedo darte las gracias, tío, y también pedirte perdón. Estuviste avisándome tanto tiempo y yo solo te ignoraba, así que gracias a ti me he dado cuenta, pero demasiado tarde.

—¡No digas tonterías, tío! —responde él, dándome un par de palmadas en la espalda antes de separarse—. Un hermano está ahí para ti incondicionalmente y si tengo que repetirte mi opinión hasta que cumplamos ochenta años, eso haré. Nunca me cansaré de estar a tu lado.

—Lo mismo te digo, ya lo sabes. En fin, ahora que todo ha terminado... ¿nos echamos una Xbox?

—¡Eso ni se pregunta, colega!

Tyler salta por encima de uno de mis sofás para sentarse en él y al acercarse a coger uno de los mandos, veo cómo sus ojos se paran durante unos instantes en la carta abierta que supuestamente me había enviado Megan. Pienso que me va a preguntar por ella, especialmente teniendo en cuenta lo que le he contado, pero parece ignorarla deliberadamente. Entonces caigo en la cuenta de que aún no sé quién me envió este regalo y las opciones son escasas, tanto que creo que la única opción está sentada a mi lado ahora mismo.

—Tyler, ¿te suena ese sobre rosa que hay encima de la mesa?

—¿Cuál? —pregunta, encendiendo la consola mientras finge indiferencia—. ¿Ah, ese? No, ¿qué es?

—Bueno, supongo que tendré que preguntártelo directamente para no tirarnos media hora haciendo el tonto: Tyler, ¿me has mandado tú este regalo de aniversario de parte de Megan?

Mi mejor amigo me mira, valorando en un segundo si merece la pena tratar de mentirme cuando ya sé la verdad, y termina por suspirar y esbozar una sonrisa inocente.

—Puede que tuviera un regalo preparado en caso de que Megan no se acordase de tu aniversario y puede que fuese a decírselo a ella para salvarle el culo pero no me haya dado tiempo...

—¡Lo sabía! —exclamo antes de romper a reír, imaginándome a mi mejor amigo pensando en qué sería lo más romántico para regalarme, incluso mientras odiaba a mi novia—. Pues fíjate, tu carta me ha tocado el corazón. He llorado un poquito y todo leyendo todo lo que me quieres.

—¿Qué carta? Yo no he escrito ninguna carta, Axel. El regalo eran unas entradas para el teatro.

—Va, Tyler, deja de hacerte el tonto que ya te he pillado —digo entre risas, convencido de que sigue intentando reírse de mí, pero al ver que parece genuinamente confuso, mi sonrisa desaparece y cojo la carta—. Espera, si no la has escrito tú, ¿entonces quién...? —Mis palabras mueren en mis labios al fijarme de nuevo en la carta, reconociendo la caligrafía tras haberla estudiado tantas veces para la universidad—. Grace. Esta es la letra de Grace.

Cuando alzo la mirada, Tyler sonríe al comprenderlo y asiente, confirmando mis sospechas.

—No iba a decírtelo porque ella no quería que lo supieras, pero ahora que lo has descubierto por tu cuenta... Todo esto fue idea suya, ¿sabes? Ella me llamó, pensó en lo que más ilusión podría hacerte y compró las entradas. Supongo que escribió la carta cuando me fui porque no sabía que iba a hacerlo. Y, si quieres saber mi opinión... creo que lo escribió todo de corazón.

—¿A... qué te refieres? ¿Qué quieres decir con eso?

—Que creo que Grace siente algo por ti, Axel. Cada vez que habla de ti, lo veo en sus ojos, que sé que suena muy cliché, pero te lo juro. Te defiende con uñas y dientes, me pide ayuda para poder hacer lo mejor para ti, adora verte feliz... Solo he visto ese tipo de sentimientos en otra persona y creo que es amor.

Su confesión me hace enmudecer, boqueando como un pez al tratar de encontrar las palabras que han huido de mi boca. Escuchar que Grace siente algo por mí desata ese nudo que se había instalado en mi estómago, dejando libre una horda de mariposas que revolotean sin control por mi interior. De repente, me siento como un adolescente enamorado, deseando preguntarle a mi amigo cien veces si de verdad cree que ella puede sentir algo por mí. Sin embargo, mi mente parece centrarse en su última frase.

—¿En quién has visto también esos sentimientos? ¿Cómo puedes estar seguro de que siente algo por mí?

—¡Porque lo veo también en tus ojos, tonto! —ríe, dándome un par de palmadas cariñosas en el hombro con una amplia sonrisa—. A mí no me engañas, ¿sabes? Estás colado hasta las trancas por esa chica, lo sé desde que te vi leyendo un libro por primera vez en tu vida. Dejaste de hablar conmigo de Megan para hablar sobre ella, sobre lo mucho que quieres cuidarla y defenderla de todo aquello que le hace daño, y es como si os pusierais de acuerdo para decirme lo mismo el uno del otro. Estáis enamorados, Axel. Lo vería cualquiera que os mirase durante más de cinco segundos.

Al escuchar a Tyler describiendo cómo ve que me siento, no me sorprendo ni un ápice, ya que tiene razón. Tal vez no me haya parado a pensarlo por miedo a estar enamorado de una mujer que no era mi novia, pero no admitirlo era ignorar el gran elefante que había en la habitación. Ahora que por fin me he permitido sentir todo lo que estaba guardando en lo más profundo de mi ser, puedo reconocerlo libremente.

Estoy enamorado de Grace Everly.

—¿Sabes qué, tío? —digo, dejando que una sonrisa se abra paso libremente entre mis labios—. Tienes que ayudarme a elegir un buen disfraz para mañana. Axel Maddox tiene que presentarse en una fiesta y declararse a la mujer a la que ama.

¡HOLITAAAA!

Bueno, pues empieza la parte de la novela que yo siempre imagino como un vaso que empieza a desbordarse después de haberlo estado llenando a lo largo de muuucho tiempo... La cuestión es... ¿desbordará para bien o para mal?

¿Qué creéis que pasará en la fiesta de Grace?

Os leo! ❤️

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