Advertencias: Abuso físico a menores.

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Akutagawa estaba confundido, se suponía que se le mostrarían cosas tristes de su pasado, no el de terceros importantes para él. El viento azotaba en una lámina de metal produciendo un sonido escabroso.

"¡Que me lo des!" El grito masculino lo hizo avanzar hasta el callejón donde un adolescente rubio pateaba a su hermana "¡Suelta ese pan, idiota!".

"¡Es de mi hermano!" Respondió antes de quedarse sin aire unos segundos, comenzó a toser débil, cosa que el agresor aprovechó para arrebatarle el pedazo de pan y morderlo frente a ella.

"Ahora es mío" murmuró con una sonrisa.

Ver a Gin sangrando después de ser abusada lo hacía sentir impotente, ignoró la presencia del tigre para correr a sostener a la niña de ojos llorosos, ni siquiera sabía si ella podía sentirlo pero trató de rodearla con sus largos brazos. Fue inútil.

“¿Qué le ocurrió?” pensaba Atsushi, quien no dijo nada, solo permaneció inmovil ante tal escena.

El mayor apretó los labios al ver a su versión más joven invocar a la bestia negra para asesinar a el adolescente que golpeó a su hermana, todo por quitarle una hogaza de pan y eso le costó la vida. Pudo recordar la sensación de la sangre contra su piel cuando lo salpicó, el calor que se abrazaba a su mejilla de manera asquerosa.

—¿Puedes levantarte? —preguntó el Akutagawa que aparentaba mayor edad entre ambos niños.

La niña llorando asintió, solo para ser sostenida por su hermano, él le susurraba cosas mientras acariciaba su espalda “No dejaré que nadie te dañe nuevamente, antes de eso prefiero vender mi alma”. Entonces Gin habló—. Me quito lo que era para tí, hermano.

—Déjalo así, comeremos otra cosa —respondió ignorando el frío en sus piernas. La pequeña pasó sus dedos por la sangre fresca.

Atsushi se acercó al joven de abrigo tratando de posar su palma sobre su hombro, pero su mano se detuvo en el aire—. No tenía idea que pasaron por todo eso solos.

—No estábamos solos, nos teníamos el uno al otro y eso nos bastaba —por alguna razón su habla fue más fluida que antes—. Yo nunca he podido cuidar a Gin adecuadamente, esa es una de mis razones para ser fuerte, tan fuerte que nadie se atreva a hacerle daño.

El de cabellos grises terminó por recargar su extremidad sobre Akutagawa—. Estoy seguro que ella es fuerte para cuidarse ahora.

Ryunosuke negó antes de voltear a verlo—. Su corazón es frágil como la porcelana cuando cae, debo sostenerla.

El detective sonrió a medias—. También pienso que lo sabe y espera a su hermano mayor en casa. Por eso debemos terminar con esto y alertar a la ciudad cuanto antes.

Ambos intercambiaron una mirada extraña, se podría decir que Akutagawa tenía la nariz roja por su acción, pero lo negaría siempre, diría que fue el frío.

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—¿Por qué es otro sobre mí? —cuestionó el mayor, pero no hubo respuesta.

Nakajima observaba de cerca como su versión más pequeña distribuía el pan a los niños que “cuidaba” en el territorio mortero. Su boca formó una mueca al ver sus manos vacías después de darle el último trozo a Gin—. ¿Te quedabas sin comer?

El otro asintió—. La comida era escasa, y mi hermana dependía de mí al igual que los otros. Prefería escuchar mis tripas moviéndose, me pesaba menos que los gemidos de dolor de los otros.

Nakajima lo juzgó mal, si hacía cosas terribles pero incluso Akutagawa entendía el cariño y responsabilidad. Sonrió deslumbrantemente—. Hubiera querido tener un hermano mayor igual a tí.

El silencio pareció durar horas, quizá fueron minutos, ninguno lo sabía con certeza.

—¡No quise decir que te quería a tí de hermano! —sus balbuceos lo llevaron a sonrojarse de vergüenza—. ¡Quiero decir que-

Ryunosuke interrumpió su habla—. Lo entiendo, tigre —siguió su camino en quietud hasta la pequeña puerta al fondo del recuerdo.

Traté de que esto no fuera tan terrible como los anteriores capítulos, me gusta mantener estabilidad emocional.
Está medio corto porque era muy explícito y el maltrato a niños me destroza totalmente, los niños merecen una vida llena de alegría.
-Honey