Lucia.

Calor.

Es todo lo que siento en este momento, la ansiedad de que me toque, de que me siga besando como lo hace, es la única manera en que me han besado y no creo que pueda querer experimentar otras.
Habia una de metal, que cuando me coloco ahí el frio me erizo la piel, metió las manos debajo de mi vestido jalando mis bragas haciendo que el elástico quemara un poco la piel. Separo mis muslos pellizcando la piel mientras me acariciaba  las cicatrices siseando totalmente excitado.

Mire su bulto en los pantalones, mira mis heridas y eso no le importa, quiere tomarme a mi, me desea de una manera tan intensa que me gusta. No debería, pero me gusta.

Desabroche sus pantalones, metí la mano para acariciar la dureza caliente, él me observo con ese poder que despide, se mordió el labio cuando masturbe un poco.

—La desconozco pequeña Lucia —pellizco mi labio —estoy demasiado ansioso, pero pronto me la mamaras y se que será delicioso, ahora solo quiero enterrarme en ti y poseerte como un animal.

Bajo sus pantalones y ropa interior, la parte de arriba de ambos estaba cubierta, lo que por alguna razón hacia todo aun mas morboso. Su miembro me pareció enorme y temí por un momento, tenia mucho que no…NO. No es lo mismo. Esta vez yo quiero hacerlo.

Sentí la punta mojarse con mi humedad, empujo haciéndome gemir, separo su cadera y volvió a embestirme.

—OH MI DIOS.

—Blasfema.

Me beso cuando el bombeo subió de nivel, abrí los ojos un segundo mirando el suelo donde estaba el cadáver de la mujer que me dio la vida. Pensé que eso me molestaría, pero el hormigueo en mi clítoris aumento, me sujete a su fuerte espalda, jadeando en su oído haciendo que se volviera mas salvaje.

—Puedo escuchar el sonido de tu humedad, nunca me equivoco, tu eras para mi.

Fue así como me hundí en un orgasmo tan fuerte e incorrecto, que mordí mis labios hasta hacerlos sangrar para que San atrapara las gotas en un beso llenando mi ser de su semen caliente…