Lucia.

Mentiras.

Fueron puras mentiras.

Cuanto entre al convento me aseguraron qué estaría bien. Qué ahí no tendría que estar asustada, de que mi madre y mi padrastro me siguieran vendiendo.

Bueno, les debo dar el crédito de que así había sido hasta ahora, estuve a salvo de todo, techo, comida y tranquilidad.

Dios había estado de mi lado, hasta que me dejo en manos del diablo…

Es mejor que dejes de moverte, podrías lastimarte y yo tendría que lastimar a mis hombres, por no saber como traerte sin hacerte daño.

Soy San De Luca, a partir de ahora soy a lo único que le rendirás devoción.

Estaba en posesión de la mano derecha del capo, todos sabían quien era él, incluso nosotras en el convento teníamos noción. Sus donativos siempre han sido generosos para la iglesia.

Ahora estaba en una habitación, sola. Con una amenaza de volver.

Me trajeron ropa, pero no me dejaron replicar de nada. Todos tenían igual o más miedo que yo.

Dios se apiade de mi alma