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Diesciseis


San

Ha hecho lo que ha querido con nuestra boda no me he metido para nada, de hecho fue bastante interesante, pensó en que tendríamos muchos invitados, pues es lógico que si un De Luca contrae matrimonio es un evento digno en La cosa Nostra.

Vaya que nadie olvidara nuestra boda. Ella camino al altar con un precioso vestido rojo, con encajes en el escote, su velo del mismo color carmesí cubría su bello rostro. Era la escena misma de la lujuria caminando por ese pasillo, mas de uno de mis aliados quedaron hipnotizados por su belleza, por su figura, por su presencia.

Toda la congregación de monjas estuvo presente, mi mujer quería específicamente a la madre superiora en primera fila, observe como la miro con una enorme sonrisa mientras la madre parecía que el rostro se le caería.

Todo esto solo provoco que la recepción de nuestra boda fuera corta para nosotros, saludamos, les dimos su puto banquete y deje a Mingi a cargo, solo quería llegar a casa y follarme a mi ahora esposa como nunca.

—¿Qué haces? —ella me rodeo para empujarme contra la cama —¿planeas llevar el control?

—No —se mordió los labios —me gusta que tengas el control, pero quiero mostrarte algo —se quito un par de horquillas de su cabello haciendo que este se soltara —este vestido lo mande diseñar pensando en ti.

Desanudo un pequeño moño en la parte del frente, haciendo que el faldon cayera con facilidad al piso, quedando solo un pedazo de tela rojiza transparente, podía haber reparado en sus medias altar atrapadas con el par de tirantes que se jalaban de una parte de encaje mas arriba.

Pero lo interesante de su vestido era lo que llevaba debajo.

ABSOLUTAMENTE NADA.

—¿Me estas diciendo que desde el altar hasta la recepción...

—Nunca traje ropa interior, no llevo sostén, solo el lindo negligee que vez.

Rompí mi camisa quitándomela como si me quemara, al tiempo que el sonido de mi cinturón saliendo de los pantalones lleno la habitación, estaba tan duro, tan excitado.

—Ven aquí maldita sea.

Mi polla salió de entre mis pantalones siendo recibida por su coño húmedo y caliente, se deslizo de manera deliciosa, pues su coño estaba amoldado para mi. Ate el cinturón a su cuello jalando hasta que esa mirada de fuego apareció.

—Mi linda y hermosa Lucia, has forjado tu camino hasta ser esta mujer, la que me domina, la que me tiene rendido —hice que chupara mi pulgar mientras me seguía montando —podre dominarte en la cama, podre ser un maldito capo, pero tu me tienes a mi en tus manos, por lo que te hace mucho mas poderosa que cualquier otra persona.

—San —trago saliva como pudo, senti como su coño se apretaba a mi alrededor —te amo.

—Lo se mi amor, aunque no tanto como lo hago yo —la bese metiendo mi lengua casi hasta su garganta, apretando su culo haciéndola rebotar tan rápido, que el primer orgasmo de la noche nos golpeo al mismo tiempo.

Ese maldito atuendo se hará trizas en un minuto, pero quiero besarla un poco mas antes de volver a hacerla gemir..

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