cuatro
Lucia
El miedo inicial había disminuido, no he querido mirar más allá de lo necesario. Se que esta no es una habitación vacía, pues los productos con los que me he duchado con productos de caballero.
La ropa he tenido qué cambiar del habito lavarlo en el lavamanos. Esperando que seque usando lo que me han traído.
No he dejado de hacer mis oraciones, que aunque no me encuentro en libertad, quiero pensar que es lo que me mantiene a salvo aun.
Escuche como abrían la puerta, me pareció extraño, la hora de la cena ya había sido servida, vinieron por los platos y se retiraron como estos últimos días.
—Buenas noches —siento que su voz es más gruesa de lo que la recordaba —Creo que es momento de hablar q Lucía, perdón por la espera.
—¿Para que me tiene aquí?
—No es mi intención asustarte —note que se quitaba la chaqueta —pero desde la primera vez que te vi quede fascinado, encantado, tu eres perfecta para mi.
—Soy una monja.
—Te convertiste en una, también puedes dejar de serlo, pero una cosa si te digo —No se en que momento se me acerco tanto que al inclinarse para que sus labios se quedarán cerca de los míos —Soy muy convincente —me cerro la boca con el dedo —Iré a ducharme, porque esta también es mi cama…
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