Capítulo 6
La cena transcurrió normal, Minato había llegado sano y salvo al rato de que su hijo lo llamó. A la hora en que Sasuke iba a irse, eran casi las nueve de la noche, por lo cual, Naruto decidió en acompañarlo hasta su casa, a lo que ni Kushina ni Minato se negaron.
Como todo en ellos, caminaron en silencio, Naruto en su mente iba ideando la mejor forma de hablar con Sasuke sobre lo ocurrido. No tenía planeado dejar pasar eso así como así, no todos los días topas con alguien que sabe que tu padre puede morir en cualquier momento.
—Sasuke...
—¿Mm...? —lo miró de reojo por unos cortos segundos antes de volver a posar su vista en la oscuridad de la calle.
—Aún quiero que me expliques aquello, yo...
—Hay muchas cosas en mi vida que dudo mucho que puedas entender, aunque dicho de mejor forma, es mejor que nunca las entiendas.
—Pero yo...
—Naruto, por favor, dejemos ese tema ahí. Yo sé muy bien el por qué digo lo que digo y hago lo que hago.
Lo dudó un poco, de verdad quería saber, y Naruto, como muchas personas más, no es de los que les gusta quedar con intriga. No tuvo más remedio que aceptar, así que se despidió de Sasuke una vez llegaron a la puerta de la casa de este, dio media vuelta y se marchó. Haría todo lo posible por ignorar todo.
De camino a su casa propia, sintió una corriente de viento helado proveniente desde sus espaldas. Se giró un poco verificando que no hubiera nada, seguidamente, escuchó unos pasos. Su corazón comenzó a latir con fuerza inmediatamente, hizo de cuentas que no escuchó nada y siguió con su camino. Sus pasos eran largos, deseaba llegar a su hogar lo más rápido posible.
Al verla, su alma volvió al cuerpo. Entró sin dudarlo, sus padres seguían despiertos, muy probablemente esperándolo.
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Los días pasaban, y por los pensamientos constantes de Naruto, Sasuke podía afirmar sin temor a equivocarse, que este tenía unas enormes ganas por preguntarle lo mismo, pero a fin de cuentas, respetaba su decisión y por eso no decía nada. Terminó aceptando poco a poco la compañía de Naruto, más al ver que no pasaba nada fuera de lo normal, además que ha notado otras cosas, como por ejemplo, que ya no hay nada ni nadie que lo esté persiguiendo. La compañía que el Namikaze le brindaba quizá podía traer sus beneficios, aunque él ignorara el motivo por el cual sucedía eso.
Por parte de Naruto, su casa había cambiado un poco, y al parecer, solamente él era consciente de ello. Aún no era capaz de olvidar aquella noche en la cual sintió que alguien le daba piques en el hombro, pensó que era su madre, sin embargo, cuando volteó a ver, no había nada más que la oscuridad de su habitación. Quiso pensar que fue un sueño, de aquellos que se sienten tan reales. O las veces en las que deja su celular en su cama y sale de su cuarto apenas un momento, y al volver, este se encuentra en su mesita de noche. Y nada como las marcas de dedos que encontró al borde de un mueble de su cuarto cubierto de polvo, en su mente quería convencerse que había sido él, pero al poner su propia mano sobre aquellas marcas no había forma de que calzara. Aquellas huellas eran solo un poco más grandes que las suyas, por lo que decidió pensar que fue su padre.
Por lo general, trataba de sacar el lado científico a todas las cosas, pero su temor le convencía de imaginar cosas totalmente terroríficas. No sabía a quién acudir para poder contarle aquello; sus amigos son un tanto extraños, mientras que unos son fanáticos de ello, otros simplemente no les importa. Sus padres viven ocupados en su vida diaria, así que no le gustaría molestarlos con algo así. Su vecino... tan siquiera le habla. El único en quien podía pensar era en Sasuke, pero ya tenía bastante claro que este no quería hablar del tema, y Naruto tampoco era quién para obligarlo a hablar.
Acostado en el sillón de la sala, Naruto miraba su celular en espera de que su madre llegara. Su papá había tenido que viajar a otra ciudad por tan solo tres días, cuestiones de trabajo. Escuchó una olla caerse desde la cocina, el estruendo era bastante obvio. Dejó su celular a un lado y se dirigió a estar con paso seguro.
—Me voy a volver loco... —dijo en voz baja mientras se asomaba un poco por el marco que dividía la cocina de la sala.
En el centro de esta estaba la susodicha olla, caminó hasta esta y la juntó.
—Bien, quizá solamente fue el viento, sí... ¿qué más va a ser? —volvió a colocar la olla sobre el fregadero. —Aunque creo que el viento es incapaz de mover una olla, y sobre todo... cuando todas las malditas ollas están guardadas.
De regreso a la sala, buscó su celular sobre los cojines, pero este no se encontraba allí. Los levantó incluso, pero no había nada. Lo escuchó sonar desde el mueble del televisor, tenía un mensaje nuevo de un número desconocido, el cual, únicamente decía "Hola." Naruto optó por hacer lo típico, preguntar a quién se debía aquel mensaje, sin embargo, no hubo respuesta de vuelta. Tomó bastante aire para relajarse. Decidió ver algo de televisión, por lo que tomó el control y se sentó en su lugar de antes. Encendió la pantalla, y a los segundos, esta se apagó.
—¿Qué rayos...?
La volvió a encender, y esta se volvió a apagar. Al tercer intento, la pantalla no se apagó, sino que los canales empezaron a cambiar rápidamente.
—¡N-no, ya está!
Admitía que estaba bastante asustado, así que tomó su celular y las llaves para salir lo antes posible de su hogar. Su madre aún tardaría más de una hora en llegar, por lo que solo tenía a una persona para acudir. Su mismo miedo le hacía creer que estaba siendo perseguido, por lo que sus pasos aumentaban a cada segundo hasta el punto de comenzar a correr. Agradecía desde que sabía que solo tenía que caminar más de 10 cuadras para llegar a su destino, y a la velocidad que iba, mas el miedo, fue incapaz de darse cuenta el largo del camino. Al llegar a aquella residencia, tocó la puerta con insistencia.
—Vamos... abre. —volvió a tocar.
La puerta se abrió dejando ver a un azabache con la mirada bastante molesta, pero al ver de quién se trataba, se suavizó un poco.
—¿Naruto? ¿Qué haces en mi casa?
—¡No hay tiempo de responder eso, quiero que vengas a mi casa ahora mismo!
—¿Qué dijiste? —frunce el ceño. —¿Y qué te hace pensar que lo haré?
—¡Pues que yo mismo te voy a llevar!
Tomó la mano del muchacho para sacarlo de un tirón de su casa, luego cerrar la puerta y comenzar a jalarlo por el camino en que llegó. Ignoraba las quejas de Sasuke al intentar liberarse del agarre, solamente quería verificar que no era el único que podía ver todo lo que sucedía en su casa. En un determinado momento, el azabache dejó de poner resistencia al hallarse lejos de su casa, ¿qué más podía hacer?
Llegaron a la casa de los Namikaze, Naruto fue el primero en ingresar en esta, siendo seguido por Sasuke.
—¿Ya puedes decirme qué bicho te picó? —pregunta al cruzar sus brazos.
—Escucha, no me tomes por loco, ¡pero últimamente me están pasando cosas muy raras!
—¿Cosas raras?
—¡Sí! A veces dejo algo de cualquier lugar, y cuando vuelvo, ¡está en otro! Antes de ir a tu casa, los canales de la televisión empezaron a cambiarse solos... ¡solos!
—Quizá seas algo despistado, por eso no te das cuenta de dónde dejas los objetos. Sobre la televisión, no sé... ¿alguna falla?
—¡No solo es eso! También por las noches siento que me tocan el hombro, pienso que es mamá, pero no lo es... no hay nadie en mi habitación. Si acudí a ti es porque sé que me vas a creer, Sasuke.
—Naruto, no creo que...
—Sasuke, por favor, confía en mí... yo no te voy a juzgar.
Al ver la mirada indecisa por parte de Sasuke, el pequeño problema que Naruto tenía en su hogar pasó a ser segundo plano. Caminó tan solo dos pasos hacía el azabache tomándolo por los hombros, lo miró fijamente antes de volver a hablar.
—No es como que veas cosas paranormales, ¿no? —sonrió, pero al ver la aún inexpresiva mirada de Sasuke, supo que no estaba tan mal en su suposición. —...¿cierto?
—Yo... es cierto... —tomó algo de aire antes de bajar un poco su mirada, rompiendo el contacto visual —No soy un chico normal de dieciséis años, ¿te queda claro? Todos los malditos días tengo que soportar el mirar cosas para nada agradables al ojo humano, todos los días tengo que aguantar lo que esas cosas hacen, nunca estoy solo... ¡siempre hay otra alma alrededor mío! ¿Estás contento de que te haya dicho? ¡Si nunca quise hacerlo fue por tres simples razones! Primero, porque esto es algo que no se pueda comentar con libertad. Segundo, no te incumbe, ¡y te lo dije muchas veces! Tercero, eres una niña que se asusta con la mínima. Si quería mantenerte lejos de mí es porque quise evitar que esto te pasara, ¡y sí, esto te está pasando por mi culpa! Todo lo que sucede alrededor mío no es más que... desgracias. —levanta nuevamente la mirada, esta vez con un gesto molesto. —¿Ya estás feliz?
—Sasuke, yo... no entiendo...
—Pues claro que no vas a entender, ¿sabes qué? Dejemos las cosas como están, olvida todo esto... me voy. —da media vuelta.
—¡No, espera!
Al agarrarle la muñeca para detenerlo, Sasuke, como un movimiento brusco, deshace el contacto.
—Déjame en paz.
Como si sus pies se hubiesen pegado el suelo, solamente miró como Sasuke salió de su casa cerrando la puerta tras de sí.
A los pocos minutos, su madre llegó al ser casi las diez de la noche. Para esa hora, ya Naruto estaba encerrado en su habitación, Kushina únicamente ingresó para desearle las buenas noches. Al ir cerrando los ojos, no tardó mucho en dormirse.
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Al abrir los ojos, se encontraba en un lugar totalmente iluminado, pero no lo suficiente como para cegarlo aunque fuera un poco. Naruto comenzó a caminar sin ningún rumbo fijo, teniendo en cuenta que todo se veía exactamente igual.
—¿Hola?
Se le hacía bastante extraño ese sueño, nunca antes había tenido uno así... o alguno que se pareciera. Pensó en pellizcarse, pero nada sucedió.
—Así hagas eso, no vas a despertar, al menos no todavía.
Naruto volteó inmediatamente al escuchar aquella voz, había otro muchacho allí parado. Su cabello y ojos eran negros, también un poco más alto que él.
—¿Qué rayos es esto?
—No hagas preguntas, ¿te queda claro? —el rubio asintió sin dudarlo, la mirada fría de aquel muchacho le generaba escalofríos. —Quiero que conozcas un poco más de la vida de Sasuke.
—¿Yo? ¿Por qué? Y a todo esto, ¿quién eres tú?
—Dije que no hicieras preguntas, y tengo mis motivos para querer que lo conozcas a fondo.
—Pero al menos podrías...
—Cállate.
—Está bien, está bien.
En un parpadeo, ambos muchachos se encontraban en el pasillo de un hospital. Detrás de una de las puertas, podía escucharse los quejidos de una mujer dando a luz. El compañero de Naruto le hizo la señal de que ingresara al cuarto, aunque este lo dudó un poco, solo bastó un contacto con aquellos ojos para obedecer sin reclamos.
Al entrar, pudo escuchar el llanto de un bebé. Posó su mirada sobre la mujer pelinegra que lo sostenía sobre su pecho. Se veía agotada y débil, apenas si podía escucharse lo que decía.
—Sasuke...
—¿Sasuke? —repitió Naruto. —Ese bebé es...
Antes de sacar su conclusión, una enfermera tomó al bebé en brazos una vez aquella mujer pelinegra había cerrado los ojos, quedando muerta allí mismo.
—Un momento, se supone que esa mujer es su madre, pero la que yo conozco no se parece en nada a...
—Sígueme.
Salieron de la habitación y caminaron por el pasillo, pasaron de lado por unas sillas donde había un hombre con expresión preocupada y un niño a un lado suyo. Al ver a ese niño y seguidamente al muchacho que caminaba frente a él les encontró cierto parecido. Al siguiente parpadeo, se encontraban en media vía pública. Naruto miró a su alrededor tratando de reconocer el lugar, sin embargo, nunca lo había visto.
—¿Y qué hacemos aquí?
—Solo presta atención.
Volvió a callar, miraba en varias direcciones, hasta que a lo lejos pudo divisar un automóvil que se acercaba poco a poco. Mientras que en la dirección contraria, se iba acercando otro, ese iba un tanto rápido. Naruto y el pelinegro se quitaron de la calle, posicionándose en la acera.
—Oye, aquel auto viene muy rápido, ¿acaso el tipo está borracho?
Más el muchacho no respondió, el mismo auto que él había mencionado antes, perdió el control y así provocó que cambiara al mismo carril que el otro auto.
—O-oye, ¡van a...!
Un auto chocó con el otro.
Por instinto, Naruto se acercó al afectado, topando con el mismo hombre y niño que vio en el hospital anterior, además de un bebé que lloraba sin control. El bebé permanecía en brazos de el niño, quien lo protegía a pesar de estar débil.
—Ese bebé es Sasuke... ¿cierto?
—Camina.
No podía dejar de pensar en aquella escena, ¿de verdad aquel pequeño era el Sasuke que conocía?
Seguidamente, estaban a las afueras de un gran edificio. Por el letrero que tenía en frente, estaban en un orfanato. Una pareja iba ingresando a este, y como el muchacho pelinegro los seguía detrás, Naruto hizo lo mismo.
—¡Eh! ¡Esa es la mujer que yo conozco! Solo que se ve más joven.
Aquella pareja hablaba con una de las encargadas, era bastante evidente lo que hacían en ese lugar. Naruto quiso pasar de largo por aquella conversación e irse por los pasillos del edificio. En un gran ventanal, podía verse a unos niños jugando, y cerca de las paredes, unas cuantas cunas. Entró en esa habitación, teniendo cuidado de no chocar con algún niño, a pesar que sabía que no podían verlo.
Caminó hacia una cuna al azar, topando con un bebé de ojos negros, al igual que el poco cabello que tenía.
—Con solo verte, puedo saber que sí eres el Sasuke que conozco. Yo... no sabía que eras adoptado, mucho menos lo que le pasó a tus padres, y supongo que hermano.
Una joven entró a la habitación directo hacia él, ignorando al rubio, tomó al bebé en brazos mas unas cuantas cosas y volvió a salir. Naruto la siguió por detrás, volviendo a la sala en donde estaban la pareja y el pelinegro. El bebé pasó a brazos de su nueva madre.
—No tenía idea...
El pelinegro dio media vuelta y comenzó a caminar a las afueras del edificio. Naruto, al igual que las veces pasadas, lo siguió en silencio. Al abrir la puerta y cruzarla, se encontraban en una casa.
—Espera, esta es la casa de Sasuke.
A unos cuantos pasos, podían escuchar un alboroto. El rubio siguió aquel ruido, encontrando a la misma mujer bastante enojada tomando la muñeca de un niño de unos seis u ocho años, aquel niño era Sasuke.
—¡Estoy harta de ti!
—¡¿Por qué le va a...?!
Calló al ver como un cuchillo se clavó en la mesa, llamando la atención de la madre adoptiva del menor, que rápidamente lo soltó.
—¿Qué es todo esto?
—Tal cual él te dijo antes de irse de tu casa, le pasan este tipo de cosas desde niño. Todos los días puede ver las entidades que son invisibles para muchos humanos.
—¿E-en serio?
—Yo soy quien siempre anda con él, lo protejo de todo lo que pueda.
—¡Entonces tú eres la otra alma que él dijo!
No hubo respuesta, seguidamente, Naruto vio varios de los sucesos en la vida de Sasuke. Desde las noches en las cuales sufría rasguños u otras cosas, hasta los problemas que tenía en distintas escuelas o colegios. Al llegar al final, todo se volvió a tornar de un color blanco.
—¿Por qué me muestras todo eso?
—Porque no siempre podré estar con él, además de que no siempre permite que yo interceda en sus problemas. Quiero que tenga a alguien en quien pueda confiar, alguien que le enseñe a vivir y a amar, que sepa vivir sin mí. Si estoy confiando en ti, es porque sé que vas a poder, a pesar de que eres un cobarde.
—¡Oye!
—Es muy probable que en cualquier momento sus problemas vuelvan, es solo cuestión de tiempo. Quiero pedirte que estés ahí.
—Yo... —aquella mirada fría había cambiado por completo, a una con preocupación. —Lo haré.
—Apenas despiertes te vas a olvidar de todo esto.
—¡¿Qué?! ¡¿Entonces de qué me sirve haber visto todo esto?!
—Aunque no lo recuerdes, estas cosas estarán en tu memoria. Llegará el momento en el cual Sasuke confíe en ti y te lo diga con sus propias palabras, de todos modos, tú ya lo sabrás.
—Entiendo... oye, ¿al menos puedo saber tu nombre?
El cuerpo del pelinegro comenzó a desaparecer poco a poco, al igual que todo lo que rodeaba a Naruto.
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—¡Waa!
Naruto se despierta de un brinco, miró en ambas direcciones dándose cuenta que estaba en su habitación, al borde de la cama. Giró su cabeza un poco a la izquierda para mirar su reloj sobre la mesita de noche, eran casi las 4 de la madrugada.
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Al otro día en la institución, topó con Sasuke en la entrada de esta, pero el azabache simplemente lo ignoró. Naruto sí recordaba perfectamente lo que él le había dicho antes de irse de su casa, no obstante, tampoco quería sofocarlo. Teniendo en cuenta su miedo, le daba pavor el saber más de aquello, sería algo masoquista, ¿no? Pero al provenir de Sasuke, quería saber más, sin importarle nada.
Sasuke, por su parte, se lamentaba mil veces por haber sido tan estúpido y hablar tan fácilmente sobre aquel tema, lo había guardado durante muchos años y a las únicas que les había contado con confianza eran Hinata y Sakura, ¡a nadie más! Pero ahora viene y habla de todo esto con total libertad con un idiota que, para colmo, le tiene miedo a todo eso. Por las miradas que a veces captaba en Naruto, mas los pensamientos, el chico estaba indeciso en si acercarse o no. Sasuke prefería mil veces que no lo hiciera, pero le extrañaba que en lugar de querer alejarse de él, quisiera saber más. ¿Cómo es que no le ha contado a sus amigos que él es un raro? ¿de verdad podía confiar en él? Pues sinceramente, no estaba muy seguro.
—Oye, Sasuke, ¿sucede algo? —le pregunta Hinata, sentada a su izquierda.
—No, nada importante.
—Pues tu mirada dice otra cosa totalmente distinta, ¿es muy grave?
Sasuke soltó un suspiro, sabía que él no era muy bueno para ocultar lo que siente, y mucho menos con una chiquilla que en tan solo un día supo toda su vida.
—Le dije a Naruto cosas sobre mí.
—¿De lo que te sucede y todo eso? —el muchacho asintió. —Ohh... ya veo, pero no encuentro el problema. A pesar del miedo que él pueda tener, es bastante curioso, posiblemente quiere saber más, pero no se atreve a acercarse.
—De hecho, es así.
—¿No has pensado en confiar en él? Estoy muy segura que no te traicionaría.
—No lo sé, preferiría dejar las cosas así... ya sabes lo que pienso sobre eso. Supongo que es mejor así.
—Mmm... bueno, a fin de cuentas, la decisión es tuya, pero créeme cuando te digo que puedes confiar en él.
El profesor entró al salón cortando la conversación, claro, que las palabras dichas por Hinata seguían rondando en su cabeza.
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