Clap

Clap

Clap

Lluvia. Un evento meteorológico.

Mucha gente huía de esta, considerándola no más que una molestia. La lluvia es un simbolismo de purificación y limpieza, llevándose consigo todo lo que tormente a la madre tierra.

Para la joven Jean Grey la lluvia era imperceptible.

Sus ojos se encontraban rojos de tanto llorar, su cabello era un desastre y sus ropas se encontraban arruinadas, pero no por el agua. El líquido que las salpicaba era uno carmesí.

Era la sangre de una amiga.

No había pasado ni un día desde su confrontación con sus antiguos compañeros, donde la verdad de su infancia fue revelada.

-Donde TU mataste a Raven- una voz, la suya propia, le recordaba constantemente a Jean en su mente, más esta misma se empezaba a convertir en ruido blanco junto al resto del mundo.

Parecieron horas en lo que el diluvio continuó, sin ningún indicio de detenerse siquiera.

-¿Quieres morir?-

Por primera vez desde ayer la expresión de tristeza de parte de Jean abandonó su rostro, una de sorpresa pura remplazando la.

Parado en frente de ella, su cuerpo igual de salpicado por la lluvia, un hombre de un inusual cabello blanco se encontraba parado.

Inmediatamente Jean trato de usar sus poderes para ingresar a la mente de este extraño, solo para encontrarse con un muro impenetrable.

-No lo recomendaría, Jean Grey- comentó el hombre en voz solemne.- Gente con más experiencia que tu lo han intentado en el pasado...a día de hoy siguen sin recuperar la cordura de lo que han visto- reveló.

-¿Q...Quien eres?- preguntó con un hilo de voz la joven Mutante. Con su reciente aumento de poderes, ni siquiera el Profesor podía bloquearla de esa manera.- Y el mismo dijo que gente más experimentada lo ha intentado- pensó para si con sorpresa.

-El quien soy no tiene importancia Jean Grey- afirmó el hombre, su voz no detonando emoción alguna.- Te preguntó nuevamente, quieres morir?

Hace una semana Jean hubiera contestado de manera inmediata que no a esa pregunta, pero con los eventos recientes...

-No lo se- contestó en voz quebrada la pelirroja. Por un momento, fisuras se presentaron en su rostro, poder irradiaba de estas.

La lluvia continuó, pero a ninguno de los dos le molestaba en lo más mínimo.

-Has obtenido un poder sin igual, Jean Grey- dijo en tono solemne el hombre.- Un poder que admito, en el pasado habría matado a todo aquel que se hubiera puesto en mi camino para conseguirlo- no había necesidad alguna de sondear la mente del extraño para comprobar si estaba diciendo la verdad, su tono era el mismo que alguien adoptaba cuando recitaba algo sacado de un texto.- Un poder que te convierte en un peligro para tus seres queridos- dijo, señalando a la camiseta ensangrentada de la joven.

Jean se removió incómoda en su lugar. No podía defenderse de esas acusaciones, eran ciertas todas y cada una de ellas.

-Pero debes de entender, el poder que obtuviste no es uno de destrucción y muerte- continuó como si nada el hombre de cabellos blancos.- Es uno de vida y renacimiento. Un poder necesario para lo que vendrá- finalizó el hombre, antes de empezar a marcharse de ahí.

-¿Lo que vendrá?- musitó Jean, antes de ver al hombre con urgencia.- ¡¿A que te refieres?! ¡¿Que es lo que viene?!

-Las Incursiones se aproximan Jean Grey- comentó de manera tranquila el hombre al otro lado de la calle, antes de voltear ligeramente su cabeza y ver a Jean por el rabillo del ojo.- Y tú serás una pieza clave para la supervivencia de los tuyos.

Justó en ese momento un autobús pasó silbando por ahí, cortando la vista que Jean tenía del extraño.

El hombre ya no se encontraba ahí cuando el autobús ya hubo pasado.

Jean se quedó sola ahí mismo, las palabras del hombre calando en lo más profundo de su ser.

XxXxX

Y corte.

Bueno, SPARDA no asesino a nadie ni salvo la vida de alguien más, solo estuvo ahí para darle un consejo a la persona que más lo necesita.

A veces las palabras logran más que las acciones.