It's the time...

Seonghwa limpió sus lágrimas mientras salía de la habitación de su hermano menor, se había quedado junto a él hasta su último latido.

Park San, su hermano y primer amor había nacido en sus brazos cuando apenas tenía diez años, lo recordaba a la perfección, el anhelaba tener a un menor al cual cuidar, pero tal vez su amor fue demasiado, porque cada vez que el pequeño San crecía su amor por él también iba en ascenso. Cuando San daba besos inocentes en sus mejillas, él no podía evitar imaginarse cómo se sentirían aquellos delgados y suaves labios sobre los suyos.

El pequeño San tenía ocho simples años cuando le había robado su primer beso y en su cumpleaños número diez le confesó su amor, lo había tomado como una simple broma pero los años y el tiempo no planeaban detenerse y el amor entre ellos tampoco tenían esos planes.

Sin notarlo se encontraron a sí mismos en un callejón sin salida, donde su único consuelo se encontraba entre ellos.

Era tan malo para la sociedad misma pero tan satisfactorio y necesario para sus vidas que hicieron un pacto, ellos juraron luchar y enfrentar lo que sea que se les interpusiera en el camino.

Y así lo habían hecho, cuando sus padres se enteraron de lo ocurrido, Seonghwa estaba muy lejos como para proteger a su pequeño angelito, San se había llevado la peor parte al recibir múltiples maltratos tanto físicos como verbales de parte de su padre, era por ello que le odiaba con todo su ser y a su madre aún más quien no hizo nada al respecto por ayudar siquiera a su hijo menor.

Debido a eso, Seonghwa no había visto otra opción, si en este mundo jamás podrían ser felices, tal vez en el más allá si lo serían.

Park Seonghwa, hijo mayor y mero orgullo de sus padres, había visto morir a su hermano entre sus brazos, sólo para salvarlos a ambos del cruel destino que se desencadenaría.

O tal vez no era así, tal vez Seonghwa debió pensar mejor las cosas.

Tal vez realmente debió ver el gabinete de su habitación cuando su madre de lo pidió, de ser así, ahora no estaría llorando sin consuelo alguno mientras leía aquella carta una y otra vez, mientras rogaba por uno de esos milagros divinos por los que pedía su hermano cada noche.

La carta dada por su madre dictaba qué ella saldría del país junto con el señor Park y que así mismo podría tomar provecho de ello para irse muy lejos junto a San y construir una vida desde cero junto a él, sus indicaciones fueron claras, le dejó el dinero de los ahorros de su vida, con ello podrían cambiar sus nombres y apellidos, además de arrendar algún departamento pequeño.

Al final de la nota ésta pedía perdón por cada día en el que no pudo hacer nada por ellos, dejó claro que les amaba sinceramente.

Y así mismo la carta había llegado a su fin, al igual la vida de Park Seonghwa, quien no dudó ningún segundo más para sacar el arma que mantenía escondida en su último gabinete y así terminar su vida de una vez por todas.

No podía soportar tanta culpa y dolor en su pecaminoso ser.

En serio amo ese separador 😔

-Gxmit- gracias por recordarme actualizar esto.