Capitulo 4
Al día siguiente
Emma no pegó el sueño durante toda la noche. Sintió ganas de quedarse dormida, pero por alguna razón, eso era imposible. Debido a esto, para mantener su mente distraída, se puso a leer un libro de los que tenía en dicha oficina.
Mientras leía, de reojo podía observar el papeleo muy organizado. Ella sabía que de lejos, podía hacer tal cosa, pero quizás, esa mujer que habita dentro de su mente, era una persona muy maniática con el orden de las cosas.
No pasaron muchos minutos, hasta que algo abrió la puerta de su oficina. Ella se quedó consternada unos segundos, hasta que un perro Doberman, entró con una carta. Dicho canino, dejó la carta encima de la mesa para luego ladrar y quedarse sentado.
—Buen... perrito... —ella dijo con algo de temor. Puesto que nunca había visto perros dentro de su mansión. —Esa otra Emma... —negó con la cabeza, acto seguido, vió dicha carta.
Estimada Emma Swan.
Reconocida por ser una detective de alto calibre, sería un honor tenerla de invitada hoy, a las 3:00 pm, en la mansión en el distrito Lakeside. ¡Se espera su llegada!
Atte, Liam Campbell, multimillonario.
—Asi que... ¿Detective? —ella miró al perro, como esperando encontrar alguna explicación.
Por obvias razones, no pudo hallar alguna explicación lógica para esta situación. Sintió que si faltaba a esa reunión, se metería en más problemas.
—Iré... —dijo levantandose de la silla, y dejando la carta en el escritorio. —Lo último que quiero, son problemas con gente millonaria...
Apenas dió algunos pasos hacia la puerta, esta se abrió, dejando ver a una Salem muy contenta.
—¡Hola, nueva Emma! —saludó con todos los ánimos del mundo y con una sonrisa muy alegre.
—¡Hey, hola! —le devolvió el saludo torpemente. —¿Sabes que no tienes que decirme "nueva Emma" no?
—Supongo que si, pero, a la otra Emma la llamaba por su nombre. Así que no sé cómo decirte a ti. —aclaró un tanto intrigada y confundida. —
—Solo, llámame por mi apellido, Swan.
—¡Eso sí puedo recordar!
Emma sonríe de manera amena. Mientras se dirige hacia la salida, con un saco beige puesto.
—¡Ya me tengo que ir! Si quieres puedes quedarte y leer algunos libros. —oyó que el perro daba un ladrido y ella suspiró. —Y cuida al perro. —luego de eso, ella salió de la oficina.
La rubia de coletas trenzadas, solo se despidió de ella, para luego acariciar al perro y decirle que ya puede descansar.
—¿Sabes perrito? Siento que las cosas se pondrán más difíciles, con Emma teniendo alguna clase de amnesia... —el perrito solo ladró y se fue.
Salem suspira y ve el escritorio, por ende, también la carta. Por curiosidad la lee, y su expresión pasó de curiosa a asustada. Rápidamente intentó alcanzar a Emma.
—¡Emma! No que diga...¡Swan! ¡Swan! ¡Swan! ¡Vuelve aquí! —la llamó desesperadamente, corrió hacia la salida de la mansión, pero en ningún lado encontró a Emma. —No puede ser...
A las 3 PM
Emma se encontraba parada enfrente de una mansión. Nerviosa por dentro, tocó la puerta y puso sus manos en sus bolsillos. Esperando pacientemente a que le abran. Una vez que las puertas se abrieron, pudo entrar con algo de cautela, cuidando de caminar bien y no causar una mala impresión.
Pensó para si misma, cómo iba a arreglárselas con el tema de que ella es detective. Pensó en preguntarle a su yo interior. Sin embargo, eso no le serviría de nada, si su voz en su cabeza, seguía reacia a contarle el por qué está ahí.
El lugar se veía como una mansión común y corriente, parecida a la suya. Lo único que notó fue algunas estatuillas de criaturas antropomorfas.
—Vale, solo es una visita... No te pongas nerviosa... —ella dijo para si misma, esperando que todo saliese bien en su presentación.
En cuanto estuvo en la sala principal, se sentó en un sofá. Luego de varios minutos, pudo visualizar que se abría la puerta, dejando ver a un hombre rubio, con saco amarillento y traje formal.
—Me alegra que haya venido, detective Swan. —dijo el hombre con una sonrisa leve. —Es un placer tenerla aquí, soy Liam Campbell.
—El gusto es mío... —ella dijo mientras lo veía.
El hombre se sentó en un sillón frente a ella, mientras Emma estaba más que nerviosa, sobre como va a responder las preguntas sobre su trabajo de "detective".
—Mátalo.
Aquella voz en su mente, había empezado a hablar. Cosa que la extrañó demasiado. ¿Por qué la persona dentro de su mente, si es una cazadora de demonios, pedía matar a un humano?
—Ahórcalo, hasta que muera...
—¿Sucede algo, señorita Swan? —preguntó el hombre, al ver que ella estaba algo callada.
—A-ah, no, no sucede nada, continúa. ¿A qué debo mi visita? —ella trató de no mostrarse nerviosa o algo así.
—Se ha escuchado en todos estos años, sobre su persona. Ciertamente, usted es una mujer muy trabajadora. —relató.
—Si, eso es cierto...
—Rompele la tráquea...
—Callate... —murmura Emma a su voz interior.
—Disculpe, ¿Ha dicho algo? —preguntó el hombre, levemente confundido.
—¡N-no! Continue, por favor. —dijo ella, para corregir su error. Pues no quería que el hombre piense que ella carecía de modales.
Liam le sirvió algo de té, cosa que Emma no estaba acostumbrada a tomar, pero era tanta amabilidad como para rechazar. Así que decide aceptar la bebida, agradeciendo internamente que no le haya servido alcohol o cosas por el estilo, puesto que no estaba acostumbrada.
—Y...¿Que es de su vida? ¿Está muy sola? —cuestionó el hombre, con una pizca de curiosidad.
—No precisamente... —dijo ella al dar un sorbo al té.
—Entiendo que usted tenga sus contactos...Dígame, ¿Alguno de sus contactos es importante para usted?
—¿Que?... —ella empezaba a sentirse algo mareada. Cómo si tuviese sueño. Tal vez, fue de toda esa noche que no ha dormido. —Ahora que lo mencionas...¿Puedo contarte algo?
—Adelante. —el lo dejó proseguir.
La rubia se consiguió parar a duras penas, intentó restarle importancia a este repentino cansancio. El hombre parecía algo tranquilo ante su comportamiento. Aunque, más que tranquilo, estaba muy intrigado.
—No soy la detective Swan, ¿Quedó totalmente claro? En realidad, solo soy una mujer común y corriente, que está envuelta en un circo de demonios y cazadores. ¿Sabes? Creo que, ya quisiera regresar a casa y nunca volver a salir...Bueno, a no ser que sea para ver a ese hombre de nuevo, no volvería a salir. —ella decía, parecía delirada a los ojos de cualquiera. —Por nada del mundo.
—Ehh...disculpe, señorita, no entiendo de que habla. —dijo, algo confundido.
—¡Eso es lo que digo! ¡Tampoco entiendo nada! —ella alzó la voz, como emocionada y tratando de no caer cansada. —¡Soy básicamente una rehén! ¡De la voz en mi cabeza, que por cierto, me pidió matarte! Realmente no entiendo, como es que mataría a personas inocentes.
Liam estaba muy extrañado con sus declaraciones, Emma parecía, hasta cierto punto, algo ebria. La situación se ponía incómoda en el aire, por lo cuál, el rubio pensó que ya fue suficiente.
—Bueno, señorita Swan, debe descansar un poco. ¿No cree? —trató de ir a ella, para calmarla.
—¡No! ¡Estoy, perfectamente bien! ¡De hecho, ya me voy! Tengo que dormir...no he dormido nada... —dijo ella, llendo a la salida.
—Dejeme ayudarla, debe estar exhausta, y se puede caer.
—¡Nada de eso! Estoy... —bosteza un poco, intentando no caerse. —Bien... —luego, murmuró para si misma. —Si así tratas a la gente que no conoces... creo que ya tengo una vaga idea, de por qué has estado sola... —dijo, refiriéndose a la voz en su cabeza. Puesto que creyó que por eso mismo, estaba totalmente sola en su mansión, por ser grosera. —No puedes ir diciendo que mate a las personas, eso está muy mal, de tu parte.
Cualquiera que la viese, podría pensar que ella estaba regañandole a la nada, sin embargo, ella se estaba reprochando a sí misma. Por suerte, no había nadie alrededor.
A duras penas, pudo salir de la mansión. Aún más cansada y con problemas de respiración, llegó a la salida, estaba por caer dormida. Hasta que alguien la sostuvo.
La persona que la sostuvo, era Salem, la cuál no tardó mucho en ubicarla, debido a aquella carta. En aquella moto en la que vino, subió a Emma en el vehículo, asegurándose que ella estuviese bien amarrada. Para luego, irse de ahí en moto.
—Que bueno que sigas con vida...Lo lamento, debí contarte antes sobre eso... Pero, Ragen y Kaege no quisieron decírtelo tan rápido, enloquecerias con toda la información...Y lo que menos queremos son más problemas... —ella dijo, mientras se dirigía a Emma, la cual ya estaba por quedarse dormida. Sin dejar de mirar la carretera, mencionó lo siguiente. —Por ahora...debes alejarte de los Campbell...
Emma cerró sus ojos, si alcanzó a oír lo último, pero estaba tan cansada que esas palabras solo quedaron vagando en su mente.
Mientras en la mansión, en la que reside Liam. Este recibe una llamada, rápidamente contesta con una expresión neutra.
—¿Si?...No te preocupes, está vez si ha caído y no rompió la carta como siempre... —el se ríe de manera leve. —No ha sospechado, de hecho...creo que tiene una situación problemática que nos puede favorecer.
Luego de un rato de silencio, escuchando atentamente lo que le decían por teléfono. Dijo lo siguiente.
—La fase uno ya no es requerida, ya hace años debimos pasar la fase dos. Escucha atentamente, diles que liberen a la francotiradora fantasma... La situación va a escalar a niveles grandes, si está aliada con el legendario cazador de demonios...
Mientras en la mansión de Emma.
Salem había llegado sana y salva, con Emma en sus espaldas. Dentro de si misma, solo esperaba que ella no haya revelado mucho sobre su situación.
La acostó en el sofá, esperando a que sus otros compañeros, llegasen a verificar el estado de Emma. No sabía que cosa le habían dado, como para terminar dormida.
Luego de unos minutos, Ragen y Kaege entran apresurados, llendo directamente a ver a Emma. Pues Salem, les había advertido en llamada, que la rubia estaba en peligro.
Ragen reviso el pulso de Emma, el cuál seguía intacto.
—Habrá que ver en cuanto despierte, pero por el momento, debe descansar...
—Debimos advertirle antes...Normalmente, suele romper las cartas de ese cretino. Pero está no es nuestra Emma... —Kaege estaba sumamente preocupado por el estado de Emma, y bastante culpable de no haberle dicho antes, sobre no acercarse a los Campbell.
—Los tres tenemos la culpa...Pero, lo más importante ahora, es seguir pese a las circunstancias. Ya nos las arreglaremos. —dice Salem, en un intento de calmar a ambos.
Los tres se miraron entre si, pero se vieron interrumpidos por Emma, la cual ahora tenía su traje de cazadora de demonios, con el cabello casi amarrado, y se ponía sus lentes.
—Nunca más volveré a tomar té. —dice ella, mientras se acomodaba sus lentes. Acto seguido, se levanta y se dirige a su oficina.
Los tres demonios, estaban levemente confundidos, pues, volvió su Emma como si nada.
—¡Emma! ¿Eres tú otra vez? —le cuestionó Ragen. No planeaban seguirla e insistir con las preguntas, pues lo último que quieren hacer, es irritarla y estresarla más.
—Claro que soy yo, lo que haya pasado antes, no tiene importancia. De hecho, debo ponerme al día. —ella se sentó en la silla de su oficina y cruza sus piernas.
Luego, un Doberman, le trae un café. Ella sonrie levemente, toma la taza y bebé un sorbo de su café.
—«Debo reconocerlo, la verdadera Swan me ha estropeado el factor sorpresa. Sin embargo...» —piensa, mientras deja su café en la mesa, para agarrar una libreta. —«Tengo más planes de contingencia.»
La rubia vió aquella carta, la tomó y acto seguido, lo rompió en pedacitos, botando los pedazos restantes a la basura.
—«Me da tiempo para una misión.» —sonrie levemente, su bastón de acero apareció en una mano. Y procedió a levantarse de su silla, llendo con los demás. —¡Es hora de trabajar!
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