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Capitulo 10 (parte dos)


Continuando con la pelea entre Nero y la Francotiradora Fantasma, el chico corrió por el callejón, la proyección de su brazo demoniaco extendido hacia la francotiradora, que esquivó con facilidad el ataque. Sus ataques no parecían presentarle un reto para ella.

—¡No jodas! ¡No puedes esquivar todo! —gritó Nero, pero la mujer no respondió. A través de sus googles oscuros, lo podía localizar como un objetivo y su pistola creaba balas teledirigidas, que buscaban encontrar un hueco en la defensa de Nero.

El peliblanco decidió dejar de valerse por ello y ir a por sus terrenos. Sacó nuevamente a Blue Rose, apuntandole directamente.

—¡Vamos a ver cómo te gusta esto! —dijo, disparando una ráfaga de balas hacia la francotiradora. Ella esquivó con facilidad, su cuerpo moviéndose con una velocidad y agilidad sobrenaturales.

La francotiradora creó una ametralladora con su mano y comenzó a disparar balas teledirigidas hacia el joven, que esquivó con habilidad. Las balas teledirigidas buscaban encontrar un hueco en la defensa de Nero, pero él evadia con facilidad, su cuerpo moviéndose con una velocidad y agilidad impresionantes.

Nero se acercó a ella, disparando con Blue Rose, pero la francotiradora esquivaba cada bala con facilidad.

—¡¿Qué diablos eres?! Maldita sea... —gritó Nero, frustrado. La francotiradora se acercó a él, su pistola creando balas teledirigidas que buscaban encontrar un punto débil en su defensa.

La pelea continuó, con ambos combatientes moviéndose a una velocidad increíble. Nero esquivaba y disparaba con Blue Rose, pero la francotiradora seguía adelante, implacable.

—¡Ya di algo! Andas bastante callada ¿Acaso eres tímida? —el se burló levemente, pero la francotiradora no respondió. Solo siguió atacando, sus movimientos rápidos y precisos buscando encontrar un punto débil en la defensa de Nero.

La lucha era intensa, con ambos combatientes dando todo de sí. El peliblanco comenzaba a sentir el cansancio, pero la francotiradora parecía no tener límites.

En un tiro de suerte. una de las balas de Nero, logró acertar en sus gafas oscuras. Ella se quitó dichos googles para ver mejor a su oponente. Ella le recordaba un montón a Emma.

Rápidamente, la mujer de cabellos rubios opacos volvió a disparar, está vez sin mostrar signos de detenerse en sus ataques. En el proceso, Nero tuvo muchos percances con las balas impredecibles que lo alcanzaban y le rozaban, hasta una le dió en el brazo demoniaco, inhabilitandolo.

Pasaron algunos minutos para que las balas teledirigidas y los disparos cesaran, y la pelea llegó a un punto muerto. Nero y la francotiradora se enfrentaron cara a cara, ambos jadeando. La tensión era palpable, pero ninguno de los dos parecía dispuesto a rendirse. Ni siquiera Nero, quien ya le llegaba factura de su brazo inhabilitado.

Ambos quedaron cerca, apuntándose a la cabeza el uno al otro con una pistola.

—Tú pareces cansada... Pero no hay recesos. —El la apunta más cerca. —Ya has causado muchos problemas a mis amigos...

La mujer parecía enojada con dicha declaración, estaba a nada de jalar el gatillo. La punta de su pistola tocó levemente la frente de Nero. Al instante, un escalofrío corrió por las venas de la fémina.

A su mente vinieron varias imágenes, unas difusas, otras inentendibles. Pero, todas eran confusas. A su memoria venían muchas cosas, entre ellas, los momentos vividos en la infancia con una chica que era bastante familiar, de ojos verdes y cabello rubio. También fue un breve vistazo a los recuerdos borrosos de un chico de traje azul y cabello blanco, y por último, un bebé envuelto en mantas negras. Al despertar de dicho trance, sacudió la cabeza con total confusión.

—¡¿Que es esto?!...—su voz estaba distorsionada por la mascarilla, notandose su confusión.

La francotiradora dió unos pasos atrás, su mente aún confusa por esa información dada de golpe. Nero quedó extrañado ante su reacción.

El momento se interrumpió debido a una flecha que cayó cerca de ella. Haciéndola retroceder por los rayos que liberó.

—¡Nero, retrocede! —Ragen le advierte, estaba volando y apuntándole a la mujer con su arco y flecha. Disparando varias flechas que ella esquivaba a duras penas por el aturdimiento momentáneo.

En un parpadeo, ella desapareció del rango de vista, justo cuando se iba a disparar otra flecha. Nero miró alrededor, intentando ubicarla, pero había desaparecido.

Nero se apoyó en la pared del callejón, exhausto. Su pecho subía y bajaba con cada respiración, y su brazo demoniaco colgaba inerte a su lado. Blue Rose yacía en el suelo, descargada y silenciosa.

Ragen descendió del aire y fue rápido al lado de Nero, para revisar que estaba bien.

—¿Estás bien?

—¿No les dije que se pusieran a salvo? —el peliblanco lo miró, exhausto. A lo que Ragen negó con la cabeza.

—No. Sabes que mientras podamos, te ayudaremos.

Nero se enderezó, recogió Blue Rose y se dirigió hacia la salida del callejón. Sin saber, que había sucedido, y al mismo tiempo, frustrado por no haberle dado un tiro cuando pudo. Pero sintió que no iba a poder de todas formas.

—Por más que quise, no pude hacerle daño...

—Hey, está bien... —lo tranquilizó Ragen.— Ya lo hablaremos luego. Por ahora vamos a volver con los demás. Están lidiando con los demonios restantes.

—De acuerdo. —él estaba demasiado cansado como para percatar que lo estaban observando desde arriba.

La mujer de cuernos largos demoníacos, observaba con atención al joven. No tenía idea de que tan poderoso podría llegar a ser. Percibía dos líneas de sangre conocidas en el ser del muchacho, era uno de los tantos talentos que ella posee.

Ya había visto mientras estaba dentro de Emma. Le pareció bastante curioso que mientras todos caían en la fachada de la de lentes, él simplemente desconfió de ella. Y no estaba alejado de la percepción general. Sobre todo cuando descubrió los cadáveres en el sótano. Tuvo que admitirlo, estaba bastante hambrienta en el breve momento que se apoderó del cuerpo de Emma, hace días.

—¿Será acaso...? —Ella estaba a nada de decirlo.

Hubiera terminado la frase, de no ser por que alguien le apuntó con un par de pistolas. Diablos, estaba tan absorta en sus pensamientos... Y no podía ser nadie menos que ese molesto legendario cazador de demonios.

—Bueno, bueno, bueno... ¿Qué tenemos aquí?

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Salem se encargó de los demonios con armas implementadas. Lanzándoles dagas demoníacas rojas, y se cuidaba la espalda con escudos creados a base de esas mismas dagas.

No fue tan difícil acabar con los demonios. Aunque luego, una horda se acercó detrás de ella para atacarle. Sin embargo, un destello rojo paso rápido, dejando aturdidos a los demonios, que empezaron a desmoronarse en pedazos.

Kaege se había unido de último momento, como pensó que llegaría. Rápidamente se levantó del suelo, de dónde estaba arrodillado y de un movimiento con su brazo, la cuchilla roja de su antebrazo volvió a meterse.

—¡Llegaste! ¿y el auto? —Cuestiona Salem, deshaciendo sus cuchillas.

—No lo estacioné muy lejos. —Respondió brevemente, mirando a todos lados. —¿Y los pendejos suicidas?

—Oye, no les digas así... —Ella trata de defenderlos, pero Kaege levantó una ceja, no creyéndoselo. —Bueno, medio lo son...pero...¡Ragen está con él, así que no creo que hayan salido lastimados!

Justo cuando dijo eso, Ragen vino sosteniendo a Nero del brazo. Salem los vio preocupada y fue a ayudar a sostener a Nero del otro brazo.

—Dios santo... —él se acerca a ellos y le da un zape a Nero y Ragen. —A uno por suicida y al otro por no llegar a tiempo.

—¡Hey! ¡Al menos si llegué a ayudarlo! —Ragen se queja. —No me culpes si mi instinto demoniaco no esta agudizado para saber exactamente dónde estaba.

—Ugh... —Nero se queja, tal vez exageró al pensar que podía encargarse de eso solo. Pero sabía que esto era demasiado diferente a lo vivido anteriormente. —¿Ahora si podemos ir al maldito auto? Ya me duele el jodido brazo...

—De hecho, Emma espera que lleguemos. —Agrega Salem, haciéndoles recordar que tenían un tiempo exacto para llegar. De otro modo serían multados. Con esto en mente, regresaron al auto, guiados por Kaege.

—Si, debe estar demasiado tranquila tomando cafecito mientras ponemos nuestros culos en riesgo. —Nero murmura entre dientes. Por dentro no pudo sacarse la imagen de esa mujer francotiradora, que viera por donde lo viera, se parecia mucho a Emma...

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