Capítulo 6
- Eso es Ayleen, ya lo tienes. Aprendes muy rápido.
- Creo que todo se me hizo mucho más fácil desde que Shawn me dijo que debo imaginar como quiero que salga el hechizo.
- ¿Shawn dijo eso?
- Sí, su consejo fue de mucha ayuda.
- ¿De quién has aprendido más?
- De ambos, los dos me enseñan cosas diferentes.
- Pero... si tuvieses que elegir a alguno, el que te enseña mejor ¿A quién escogerías?
- No pienso participar en sus juegos de niños, ambos son buenos maestros.
- Lamento la pregunta, es solo que siempre competimos, ambos estamos acostumbrados a que nos digan quien es mejor.
- Creo que los dos son excelentes magos.
- Cambiando de tema ¿Pensaste en mi propuesta?
- ¿Cuál? - Pregunta intrigada.
- ¿Quieres que sea tu cita para la feria?
- ¡Ah! Sí, eso.
- ¿Qué dices?
- Si, creo que eso estaría bien.
- Genial, nos vemos mañana luego de tu introducción al mundo mágico.
Es viernes por la mañana, la concejal Baylis llegó desde muy temprano al castillo para indicarle a Ayleen como debe vestir y su agenda para ese día, como primer punto coronarán a su padre en una ceremonia en el jardín frente a todos los que asistan a la feria, también le darán a ella formalmente el título de princesa, también hablará con el dragón más viejo y sabio de todos luego de la coronación. Posteriormente asistirá a la actividad de inicio de la feria, concurso señorita mágica, donde cualquier criatura puede concursar, ella será la jueza del concurso, después de eso tiene todo el día libre para estar con Noah, luego por la noche será el banquete y el baile.
Cuando Ayleen se encuentra sola en su habitación se coloca el anillo de la verdad del rey Waid, quizás le sea de utilidad, abre la gaveta donde están guardados los objetos mágicos, toma la caracola, la admira por un momento, piensa en ponerla devuelta, pero tiene algunas preguntas.
- ¿Lograré controlar mi ira? - Pregunta con temor a la respuesta.
- Probablemente no.
- ¿Seré una buena maga?
- No.
- ¿Por qué no seré una buena maga?
- Serás la hechicera más hábil y poderosa de todas, pero puede que no seas buena.
- ¿Quieres decir que cederé ante mi lado malvado?
- Probablemente.
- Princesa. - La concejal Baylis toca la puerta.
Ayleen guarda bajo llave la caracola antes de salir de su habitación.
- Se ve absolutamente radiante el día de hoy alteza.
- Gracias, pero llámame, Ayleen. ¿Dónde están mis padres?
- Su padre está esperándola abajo, su madre ha decidido no asistir, está en la habitación de su hermano.
- ¿Me permite un segundo? Quiero hablar con ella.
- Bien, pero debe apresurarse, la ceremonia comienza pronto.
La habitación de su hermano está al otro lado del pasillo, unos metros más alejada de las escaleras, toca la puerta levemente antes de entrar.
- ¿Qué pasa hija? - Pregunta su madre muy sorprendida al verla.
- Quería hablar contigo.
- Siéntate. - Dice dándole unas palmaditas al borde de la cama donde Dustyn aun duerme.
Ayleen se sienta junto a su madre, quien la observa aun de pies a cabeza por su vestimenta.
- ¿Qué sucede amor? - Arregla el cabello de Ayleen detrás de su oreja.
- Quiero preguntarte algo.
- Adelante.
- ¿Por qué estás escondiéndote siempre? Digo, cuando vinieron aquellas criaturas a visitarme ni siquiera apareciste y hoy haces lo mismo. ¿Por qué lo haces?
- Es por Dustyn, no quiero que se sienta agobiado por todo esto.
- Lo entiendo, es solo que me gustaría que pasaras más tiempo conmigo, desde que llegamos solo te he visto tres veces al día, mientras desayunamos, almorzamos y cenamos, eso es todo.
- Lo siento. - Dice cabizbaja. - Te prometo que haremos cosas juntas después de todo esto ¿Está bien?
- Sí. - Dice sonriente. - Ya debo irme.
- Diviértete mucho.
- Lo haré.
Al salir de la habitación aún está la concejal esperándola para escoltarla a dónde está su padre.
- Alibi deferatur. - Dice la concejal tocando su brazo.
Pronto aparecen junto a su padre, ella pierde el equilibrio, cae sobre uno de los sofá que hay en el recibidor.
- Ya aprenderá a conservar el equilibrio, es normal incluso sentir un poco de mareo al principio.
- Ya lo creo. - Dice recuperando la compostura.
- Bien, ahora mismo será la coronación, luego de eso la princesa irá a ver al dragón más antiguo y sabio de todos.
- ¿Para qué?
- ¿Recuerdas los objetos mágicos de los antiguos reyes? Fueron un obsequio del dragón hacia ellos, te dará lo que más necesites.
- Estoy muy ansiosa por saber que va a obsequiarme. - Se dirige a su padre.
- Bueno princesa, es hora.
La concejal Baylis abre la puerta para dejarlos salir al jardín, hay muchísimas criaturas allí afuera, ambos ven boquiabiertos a la multitud, nunca creyeron que hubiera tantas criaturas en la isla. Clive camina al lado de su hija, al verlos la multitud comienza a aplaudir, continúan haciéndolo hasta que llegan a donde se encuentran los demás concejales.
- Queridos habitantes de Blare Island, el regreso de los McHall es un hecho, por ello celebramos la coronación del nuevo rey, el rey Clive McHall, de rodillas por favor.
Clive se arrodilla ante el concejal, él toma una corona de oro con incrustaciones de rubíes, antes de ponerla en su cabeza continua con su discurso.
- ¿Promete velar por el bienestar de los habitantes de la isla hasta con el último aliento de su vida como una vez lo hizo el rey Blare McHall?
- Lo prometo.
- ¿Promete hacer cumplir la ley y cumplirla incluso usted mismo?
- Lo prometo.
- Siendo así ¿acepta los deberes y responsabilidades que conlleva el ser rey de Blare Island?
- Acepto.
- En ese caso, en nombre del gran concejo lo corono como rey de Blare Island. ¡Viva el rey Clive McHall! - El concejal coloca la corona en la cabeza de Clive finalmente, en ese momento se pone de pie.
- ¡Larga vida al rey! - Gritan desbordando gozo todos los presentes.
- Princesa Ayleen, por favor de rodillas.
Se arrodilla frente al concejal, él toma una tiara plateada, tiene un gran diamante en el centro y pequeños zafiros en el resto de la banda.
- Ayleen McHall ¿Acepta usted el título de princesa heredera de Blade Island?
- Acepto. - Dice entre dientes un tanto insegura.
- ¿Puede hablar más alto?
- Acepto. - Da un pequeño suspiro antes de responder.
- Siendo así, la corono Ayleen McHall, princesa de Blare Island.
La multitud comienza a aclamar su nombre, el concejal coloca la tiara sobre su cabeza, Ayleen se pone de pie para poder ver a cada una de las criaturas presentes.
- Ahora, su majestad, la princesa Ayleen tendrá el honor de tener audiencia con el gran dragón, luego se unirá a la celebración.
El concejal abre un portal, del otro lado hay un dragón posado sobre una piedra, sin esperar un segundo más entra allí, al mirarla el dragón hace una reverencia, como cortesía ella hace una también.
- Es un placer conocerla joven princesa. He esperado por este momento durante muchísimo tiempo, debo decir que me sorprende que la maldición durase tanto tiempo, sin duda una magia muy poderosa.
- ¿Como sabe de la maldición?
- Los dragones podemos ver muchas cosas joven princesa, tienes mucho que aprender aún.
- Eso me han dicho.
- Acércate más, te aseguro que no muerdo ni lanzo fuego.
Ella da unos cortos pasos hasta encontrarse de frente con el dragón.
- He visto mucho en ti, he visto incluso la maldad que llevas dentro, eres peligrosa, una bomba de tiempo. Por otro lado, eres la bruja más poderosa que jamás haya visto, eres excepcional mente habilidosa, vas a aprender muy rápido. ¿Lo único que no logro comprender sobre ti es por qué te tienes miedo?
- No me tengo miedo, tengo miedo de lastimar a los demás.
- Tienes miedo de expresar todo tu potencial, es por eso que muchos hechizos que haces salen mal, no debes temer, mientras más le temas a tus poderes menos podrás controlarlos, deja que tus poderes fluyan, tu solo debes guiarlos, piensa en lo que quieres, ellos harán todo lo demás, eres tan poderosa que algún día no necesitarás decir encantamientos, simplemente lo pensarás y se hará realidad.
- Debes estar muy equivocado, ni siquiera puedo controlar una flama ¿Como voy a hacer hechizos sin encantamientos?
- Ten más fe en ti misma princesa, eres más capaz de lo que crees, como dije, solo deja de tenerte miedo y deja fluir tus poderes. Como último consejo, no reprimas tus emociones si no quieres estallar en ira como en previas ocasiones, exprésate, expresa tu alegría, tu temor, tu entusiasmo, incluso tu enojo, no dejes que este se acumule, por eso te enojas tanto que el demonio en ti controla tu ser, sigue mi consejo y no volverás a lastimar a nadie nunca.
- Gracias por el consejo, creo que... creo que tienes razón, acumular mi enojo me lleva a hacerle daño a las personas que quiero.
- Me alegra haber sido de ayuda su alteza. Ahora, has venido a mí por el obsequio de los reyes, he visto muchas cosas incluso tu futuro, es por eso que mi obsequio para ti joven princesa son estas dos perlas.
El dragón sopla, de él sale un polvo brillante formando un arco iris hasta una bandeja puesta sobre el tronco de un árbol, luego de que se dispersa el polvo puedo ver dos pequeñas perlas negras sobre la bandeja.
- Cada una de esas perlas te protege de la magia oscura, lleva una de ellas siempre contigo, la otra guárdala, cuando llegue el momento sabrás a quien debes dársela.
- ¿Alguien va a atacarme con magia oscura?
- Lo hará, pero no te podrá hacer daño gracias a esta perla, por eso es importante que siempre la lleves contigo.
- ¿Qué pasa si no funciona?
- Le aseguro que funcionarán muy bien princesa. Creo que nuestro tiempo juntos ha llegado a su fin, la están esperando en el palacio. - Dice al ver que un portal se abre.
- Si necesito algún consejo ¿Puedo venir a verte?
- Sería un honor servirle princesa, puede venir aquí cuando lo necesite.
Ayleen camina hacia el portal, antes de cruzarlo voltea a ver de nuevo al dragón.
- ¿Cómo te llamas? No me lo dijiste.
- Soy Arcalor.
- Gracias Arcalor, fue un gusto conocerte.
- No hay de qué princesa, espero escuchar muy pronto de usted.
Ayleen cruza el portal sin decir nada más, de pronto está de nuevo en el jardín del castillo, la multitud aplaude su regreso.
- Declaro como iniciada la feria de la coronación. -Dice Clive cortando un listón rojo en la entrada de la feria.
El inicio de la feria es el concurso de señorita mágica, las participantes son una gigante, una elfo, una sátira, una hada, una vampiresa y una maga. Todas ellas las más hermosas de sus especies, el concurso se divide en tres partes, concurso de talentos, una ronda de preguntas y la última parte es de modelaje con un traje que represente a su especie. La ganadora escogida por Ayleen es la hada, ya que su talento fue revivir un par de flores marchitas, algo muy difícil de hacer para las hadas, es algo que practican mucho y toma años lograrlo y el vestido con el que modeló es de pétalos de flores moradas, muy hermoso y esplendoroso. Luego de coronar a la señorita mágica Ayleen es libre de todas las actividades planeadas para ella. Noah la encuentra junto a la tarima donde fue el concurso.
- Te ves muy hermosa hoy. - Dice Noah a sus espaldas.
- Gracias, pero quisiera quitarme este vestido ya.
- Te enseñaría un hechizo para cambiar tu ropa, pero puede salir mal y quedarías desnuda frente a todos, si quieres puedo hacerlo por ti.
- Eso sería de mucha ayuda.
- Mutatio vestumentum.
El vestido de Ayleen cambia a unos jeans, una blusa de tirantes roja y un par de tenis negro, lo único que no cambia es la tiara en su cabeza.
- Gracias, ahora me siento más cómoda.
- Sus deseos son ordenes alteza. - Hace una corta reverencia.
- No me digas así Noah.
- Está bien. - Sonríe. - ¿Qué quieres hacer?
- ¿Que tal un par de juegos?
- ¿Qué tal esos de allá?
- Claro, se ve divertido.
Ambos pasan la tarde jugando a reventar globos con dardos, encestar pelotas en un aro, jugar a pegarle al topo con el martillo, los aros en botellas y llenar globos con pistolas de agua, ahora mismo están en la rueda de la fortuna, la rueda para cuando ellos están en lo más alto para poder apreciar el atardecer, luego de eso el juego continúa su funcionamiento normal.
- ¿Te estás divirtiendo?
- Sí, este día ha sido maravilloso, gracias por pasarlo conmigo.
- Gracias a ti por aceptar mi invitación.
Aprovechando aquel momento íntimo entre ambos, estando uno junto al otro Noah intenta aproximarse a Ayleen para besarla, ella al ver la intención mira hacia otro lado.
- Que hermosa se ve la feria de noche. - Intenta romper aquella tensión que se creó.
- Así es. - Suspira un tanto decepcionado.
Al bajar de la rueda de la fortuna la concejal Baylies la está esperando ya que, el banquete está a punto de comenzar.
- Alteza, tenemos que apresurarnos, la están esperando en el banquete y aún no se ha vestido para la ocasión. - La observa de pies a cabeza - Mutatio vestimentum.
De la nada Ayleen viste un hermoso vestido azul, con algunos toques de piedras brillantes, su cabello está totalmente recogido para que luzca mejor la tiara, también tiene algo de maquillaje en su rostro y unos sorprendentemente cómodos tacones plateados.
- Alibi deferatur. - La concejal transporta a los tres al salón del banquete.
- Ahora con ustedes su alteza real, la princesa Ayleen McHall.
Todos en el salón le dan un fuerte aplauso a Ayleen mientras se dirige a sentarse en la mesa junto a su padre, Noah como su acompañante se sienta junto a ella.
- ¿Quiénes son todas estas criaturas? Le pregunta discretamente a Noah.
- Son los integrantes de los diferentes concejos de las criaturas mágicas o representantes de la realeza, incluso muchos los mismos reyes, reinas y herederos de las diferentes criaturas mágicas.
- Entonces ¿Hay más reyes aquí?
- Sí, pero solo gobiernan a los de su tipo, no toda la isla como tu padre. De hecho, ellos le deben rendir lealtad a tu padre, al igual que todos los concejos. Ustedes son la máxima autoridad aquí.
Varios meseros aparecen con charolas, las ponen en la mesa y las destapan dejando sobre la mesa el plato con la comida, las copas de vino se llenan solas.
- Un brindis por el regreso de los McHall a la isla. - Dice el presidente del concejo de magia. - Que su reinado sea próspero y duradero.
Todos chocan sus copas con los de al lado, posteriormente comienzan a comer. Al terminar de comer todos los invitados se ponen de pie, la inmensa mesa desaparece al igual que las sillas, aquel comedor es ahora un salón de baile, la banda comienza a tocar música de fiesta, algunas criaturas aprovechan para bailar, muchas otras para hablar sobre sus tierras y negocios o simplemente a murmurar chismes sobre los McHall u otras criaturas. Lo que es seguro es que casi todos observan cada movimiento de Ayleen, ahora está con su padre charlando con el rey de los elfos.
- Majestad me gustaría hablar con usted sobre expandir nuestras tierras.
- ¿Cuál es el problema con las tierras que poseen ahora?
- Somos demasiados en nuestro reino, nos gustarían más tierras para cultivos y casas.
- Creo que podemos llegar a una solución conveniente para su pueblo, pero necesitamos reunirnos con el concejo de magia ya que, por ahora no puedo tomar decisiones solo, pero será un gusto hablar de esto con el concejo el lunes.
- Gracias majestad, nos vemos entonces.
El Rey de los elfos se retira junto con sus guardias, Ayleen queda a solas con su padre.
- Las criaturas vendrán toda la noche a hablar sobre política ¿Por qué no vas a divertirte?
- Noah acaba de irse, dijo algo sobre su padre necesitándolo o algo así.
- Hay muchos muchachos aquí ¿Por qué no bailas con alguno? Ya has rechazado a muchos con excusas tontas.
- Sabes que no me gusta bailar.
- Vamos Ayleen, inténtalo. Mira, allí viene Shawn, iré a hablar con esa gárgola de allá.
- No papá, no te...
Sin cruzar una palabra más, su padre huye de allí para hablar con la gárgola, Shawn llega en ese instante notando la huida del rey.
- ¿Pasa algo? - Pregunta con curiosidad.
- No, solo está impresionado por aquella gárgola quería hablar con ella antes de perderla de vista de nuevo.
- Las gárgolas son un tanto calladas, además no hablan nuestro idioma, quizás debería ayudarle.
- No. - Lo detiene. - Deja que se dé cuenta por sí mismo, ya le dirá a alguien más que lo ayude.
- Está bien. - Dice un tanto extrañado.
- ¿Me buscabas para algo?
- No, bueno sí, mi madre cree que es una buena idea que te saque a bailar, dice que has estado sola desde hace mucho tiempo ¿Dónde está Noah?
- Su padre lo necesitaba, no sé para qué.
- Asuntos familiares supongo.
- Así es. Entonces... - Dice un tanto incómoda. - ¿Vamos a bailar?
- Claro, solo no pises mi pie.
- Voy a intentarlo.
Shawn extiende su mano para que Ayleen la tome y así lo hace, la guía hacia el centro del salón para bailar aquel vals que está tocando la orquesta, Shawn guía el Vals y Ayleen se deja llevar, para sorpresa de ambos los dos bailan muy bien.
- ¿Que tal estuvo la feria?
- Me la pasé muy bien, fue muy divertido.
- Me alegro de que te la pasaras bien.
- ¿Fuiste a la feria?
- No, la verdad no me gusta las ferias, pero fui a la coronación, puedo preguntar ¿Qué te dio el dragón?
- Me dio unas perlas, dice que son contra la magia negra, que debo usarlas diario.
- Deberías hacerle caso, si te las dio es por una razón.
- Sí, pero no sé cómo voy a llevarlas siempre, quizás en una pulsera.
- ¿Por qué no un par de pendientes?
- Es buena idea, pero solo debo usar uno, el otro dijo que debo dárselo a alguien más cuando llegue el momento.
- Seguro vio algo en tu futuro y quiere ayudarte.
- Es lo más probable ¿Te molesta si pregunto algo?
- No, adelante.
- ¿Es verdad que tu madre te envió?
- No, yo te vi sola y quise bailar contigo.
Shawn para de pronto de bailar para ver la mano de Ayleen.
- Eso fue un golpe bajo, estas usando el anillo de la verdad.
- Sí. - Sonríe ampliamente. - Lo lamento, tenía curiosidad.
- Hola Shawn. - Dice alguien detrás de Ayleen.
Detrás de ella hay un chico que aparenta tener la misma edad que ellos, sus ojos son azules como el mar, su cabello rubio cenizo, su tez es clara, un tanto bronceada, es tan alto como Shawn y de la misma complexión semi atlética.
- ¿Leith? ¿Eres tú?
- Claro que sí Shawn ¿Quien más podría ser?
- Pensé que no vendrías.
- ¿Cómo podría perderme el baile de coronación? Usted debe ser la princesa ¿Ayleen? ¿No es así?
- Así es. - Estrecha su mano.
- Yo soy Leith Black, el primo de Shawn.
- ¿También eres parte del protectorado?
- Sí, estaba en una misión secreta, acabo de volver.
- Como ves Leith, la princesa tiene el anillo de la verdad.
- Eso veo. - Dice mirando el anillo un tanto asustado. - Bueno, me voy antes de que diga cosas que no quiero que sepan.
- Lo siento, él siempre ha sido así de extraño. Necesito aire ¿Quieres salir un momento?
- Sí por favor, sácame de aquí, es mi primer baile y lo detesto.
- Pensé que era el único, esto es espantoso, odio usar traje formal.
- Detesto usar estos vestidos ¿Me ayudas?
- ¿Qué quieres usar?
- Lo que sea.
- ¿De verdad lo que sea? - La mira fijamente. - mutatio vestimentum.
El vestido desaparece convirtiéndose en un traje de payaso.
- Muy gracioso. - Dice seriamente. - Solo falta la peluca.
- Eso puede resolverse. - Chasque los dedos haciendo que aparezca una peluca naranja en su cabeza - ¿Mejor?
- Al menos es mejor que el vestido. - Aprieta la nariz de payaso para que haga ruido.
- Bueno ya, ahora sí.
- Mutatio vestimentum.
El traje de payaso es reemplazado con un pantalón azul, botines negros y una playera verde.
- Esto está mucho mejor, gracias.
- No hay de qué ¿Vamos a dar una vuelta por el laberinto?
- ¿Hay un laberinto aquí?
- Si, está por allá.
Señala unos arbustos muy altos que están del lado este del castillo.
- Vamos. - Dice entusiasmada.
En el centro del laberinto hay muchas luciérnagas, junto con una pérgola y unas bancas dentro, ambos se sientan para apreciar aquella hermosa vista.
- Es un lugar muy hermoso, es muy tranquilo.
- Sí, lo es. Aquí vengo cuando necesito pensar, casi nadie sabe cómo encontrar la salida del laberinto, dice la leyenda que el camino solo lo conocen los nobles de corazón, los que no lo son se pierden y jamás encuentran la salida, a menos claro que puedan transportarse usando magia, o saltando los muros del laberinto.
- ¿Crees que pueda encontrar la salida?
- Estoy muy seguro de que sí. - Le ofrece una dulce sonrisa.
- De igual forma nunca vendré sola aquí, no quiero perderme.
Ambos ríen por aquella respuesta, Ayleen frota su brazo ya que, hay algo de frío ahora.
- Toma mi saco, de todos modos, tengo mucho calor. - Se lo coloca a Ayleen sobre los hombros sin esperar la respuesta.
- Gracias.
Ayleen mete sus brazos en las mangas para calentarse mejor, el aroma de Shawn rodea a Ayleen, huele demasiado bien, así que Ayleen da una profunda respiración para llenar por completo sus pulmones con su aroma. Unas ramas a unos metros de ellos comienzan a moverse, es como si algo hubiese pasado por allí, prestando un poco más de atención se dan cuenta de que algo los está observando entre las sombras, de pronto se escucha un bufido muy fuerte. Hay un minotauro en el laberinto, estas criaturas son muy temperamentales y sumamente agresivas, al darse cuenta Shawn de lo que es se coloca frente Ayleen para protegerla.
- Sal de aquí, yo te daré tiempo para que escapes.
- ¿Por qué no nos transportamos fuera de aquí?
- Porque tengo que detenerlo o va a salir de aquí para atacar a los que están en la fiesta.
- No va a poder encontrar la salida.
- Saltará los muros Ayleen, luego va a atacar la feria o el baile. Debes irte ahora.
- Pero... no sé cómo salir. - Dice muy asustada.
- Sabrás como hacerlo ¡Corre!
El minotauro corre hacia ellos con mucha velocidad para tratar de embestirlos, Ayleen corre hacia el laberinto, corre lo más rápido que sus piernas le permiten, mientras tanto Shawn evade el ataque del minotauro, mientras el minotauro sacude la cabeza por golpear la pérgola Shawn busca su barita, pero recuerda que la puso en el saco que le dio a Ayleen. Aunque puede usar sus hechizos estos no serán tan fuertes, no serán suficientes para detener el minotauro, debe pensar en algo y debe ser ahora, mientras tanto tendrá que seguir evadiendo los ataques.
Ayleen logra encontrar la salida rápidamente, al salir choca con Leith quien transitaba por el lugar.
- ¿Ayleen? ¿Qué pasa? ¿Estás bien?
- Hay un minotauro en el laberinto, tienes que ayudar a Shawn. Están en el centro.
- Está bien, vuelve al castillo, yo me encargo.
Leith corre hacia el laberinto, Ayleen se queda sentada en el césped recobrando el aliento. Ahora tiene calor, así que, se quita el saco, al doblarlo se da cuenta de que hay algo dentro, es la barita de Shawn, sin ella no podrá usar sus hechizos.
- ¡Demonios!
Ayleen corre de vuelta al laberinto, tiene que darle su barita a Shawn, ella se guía por el ruido hacia el centro del laberinto, al llegar ve que Shawn está tirado en el suelo, Leith está atrayendo al minotauro para que no lo vuelva a embestir, este al ver a Ayleen se dirige a ella, lo primero que se le viene a la mente es el hechizo de fuego.
- Ignis est in manu mea. - Dice sin siquiera titubear.
El fuego en su mano lo dirige hacia el suelo frente al minotauro para evitar que siga corriendo hacia ella, este al ver el fuego se asusta y cambia el rumbo hacia Shawn quien aún está recuperando el aliento en el suelo. Al ver a Shawn en peligro los ojos de Ayleen se tornan negros, dirige la palma de su mano hacia donde está el minotauro, este comienza a levitar hasta detenerse diez metros sobre el suelo, al llegar allí Ayleen lo deja caer, al tocar el suelo se siente un pequeño temblor y se escucha un enorme estruendo, el minotauro no se mueve más, está aturdido por la caída. Leith y Shawn observan detenidamente a Ayleen cuyos ojos vuelven a la normalidad.
- ¿Lo maté? - Pregunta Ayleen un poco temerosa.
Leith se acerca al minotauro, pone su mano frente a su nariz para saber si aun respira.
- Está vivo, voy a llevarlo a la prisión. - Dice sin dejar de ver incrédulo a Ayleen. - Alibi deferatur. - Leith desaparece con el minotauro sin dejar rastro.
- ¿Estás bien? - Ayuda a Shawn a ponerse de pie.
- Si, solo un poco adolorido ¿Tú estás bien?
- Si, totalmente. Tu barita estaba en el saco.
- ¿Cómo hiciste eso? Ni siquiera usaste un hechizo.
- No lo sé, lo único que sé es que estabas en peligro e imaginé como detenerlo para salvarte, solo pensé en hacerlo levitar y así pasó, el dragón dijo que un día podría usar mis poderes sin siquiera usar hechizos, creí que tardaría más tiempo en lograrlo.
- ¿Puedes hacer algo más?
- No lo sé ¿Cómo qué?
- Congela esa planta.
Ayleen dirige su mano hacia la planta, piensa en congelarla, pero no sucede nada, mueve sus manos en diferentes ángulos tratando de congelarla, aun así, no funciona.
- No, no puedo. - Se encoge de hombros.
- De igual forma fue impresionante. Alibi Deferatur.
Ambos se transportan hacia afuera del laberinto, allí ya están reunidas muchas criaturas quienes los observan con curiosidad.
- ¿Qué pasó? Escuchamos un enorme estruendo. - Pregunta el concejal Pregona
- Un minotauro nos atacó en el laberinto.
- ¿Un minotauro? ¿Qué hacía un minotauro allí?
- Seguramente vino a la feria. - Dice la concejal Woods.
- ¿Para que vendría un minotauro a una feria? No tiene sentido.
- Seguramente se sintió atraído por el ruido de la feria y se perdió en el laberinto, por infortunio ustedes lo encontraron y los atacó. - Dice el concejal Pibet.
- No lo creo, alguien lo atrajo hasta aquí o lo hechizó, pareciera como si quisiera atacar a Ayleen todo el tiempo.
- Seguramente la princesa no es de su agrado, hay muchas criaturas que no están de acuerdo con el regreso de los McHall.
- Todos sabemos que los minotauros no son inteligentes, alguien orquestó este ataque en contra de Ayleen.
- Cómo dije antes, pudo ser solo una coincidencia, el minotauro pudo estar perdido en el laberinto y sentirse amenazado por ustedes. - El concejal Pibet parece estar cien por ciento seguro de que eso fue lo que pasó.
- Si les hace sentir mejor mañana investigaremos lo que pasó. - Dice finalmente el concejal Pregona. - Por ahora vamos todos a nuestras casas, este ha sido un largo día.
Es así como la feria y el baile acaban, cada uno se marcha a su casa, menos Shawn quien acompaña a Ayleen hasta su habitación.
- Ayleen, antes de irme quiero hablar contigo.
- ¿Sí? - Pregunta intrigada. - ¿Qué pasa?
Shawn suspira profundamente, mira a Ayleen a los ojos antes de contestar.
- Yo soy tu protector, mi única tarea es mantenerte a salvo, la siguiente vez que te diga que corras para ponerte a salvo simplemente hazlo, no regreses por nada, ni siquiera porque te hayas quedado con mi varita, yo sé pelear, para eso he entrenado toda mi vida, yo sé que hacer en cualquier situación, mi prioridad eres tú y si muero moriré protegiéndote.
- Solo di gracias. - Pone una mano sobre el hombro de Shawn. - De no ser por mi ese minotauro te habría asesinado.
- Si, probablemente lo habría hecho, pero estarías a salvo al menos. Mi vida no importa, la tuya es sumamente valiosa. Promete que la siguiente vez harás lo que te pida.
- ¿Me proteges porque es tu deber o porque te preocupas por mí?
- Ambas. - Dice sin siquiera pensarlo. - Ese tonto anillo. - Dice entre dientes un tanto molesto. - Me voy antes de que me hagas decir algo más. Alibi deferatur.
Shawn desaparece en un santiamén, Ayleen antes de dormir se pone su pijama y hace el hechizo de protección, luego de eso cae rendida en su cama.
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