Capítulo 2
Al desembarcar aquellos humanos normales comienzan a convertirse en extraordinarias criaturas, un par de centauros, unos elfos, un gnomo y una ninfa. Ayleen y Clive ven aquella escena pasmados, pero después de ver tanto en los últimos dos días creen que todo es posible, lo único que les falta por ver es un unicornio y un dragón. Clive rodea los hombros de su hija con su brazo, posando su mano en su hombro como el padre protector que es.
- ¿Ahora a dónde vamos? - Pregunta Ayleen.
- No lo sé, el chico no especifico que debíamos hacer al llegar.
- ¿Crees que deberíamos pedir indicaciones para llegar a la mansión que mencionó el abuelo?
- Si, eso creo, le preguntaremos a aquel hombre de allá, parece ser un policía o algo parecido.
Al desembarcar buscan a aquel oficial que vieron desde la cubierta, está hablando con un sátiro que transitaba por el lugar.
- ¿Iras a jugar a las cartas luego?
- No lo sé, le prometí a Chellane que repararía su carruaje hoy.
- ¿Que no puede usar su magia?
- Si puede, pero cree que es una manera de que este más en casa, trabajo muchas horas y casi no nos vemos, siente que nos estamos distanciando.
- Brujas. - Se mofa. - Siempre quieren tenerte bajo su control.
- ¡Ja! Si, así parece.
- Bueno, entonces te veré mañana, recuerda que es el cumpleaños de mi pequeño Remie.
- Tres años ya ¿No es así? - Crecen muy rápido.
- Así es, cuando menos lo espere le saldrán cuernos. - Suspira con anhelo. - Bueno, suerte con el carruaje.
- Suerte con los preparativos de la fiesta.
Ambos se despiden, el sátiro sigue su camino, no sin antes echarle un ojo a Ayleen y su padre, se nota que se sienten fuera de lugar, miran todo con recelo, parecen desubicados.
- Buena tarde, soy el oficial Rupert ¿Puedo ayudarlos en algo?
- ¡Si! De hecho, puede. - Responde Clive sin aguardar un segundo. - Mi nombre es Clive, ella es mi hija Ayleen, no somos de aquí, pero estamos buscando una mansión que pertenece a mi familia.
- ¿Cómo lograron subir al barco sin identificaciones?
- Si tenemos.
Clive saca ambas identificaciones de la bolsa, al verlas el oficial se pone pálido.
- Clive McHall. Por fin volvieron. - Dice incrédulo sin apartar la vista de las identificaciones. - Déjenme escoltarlos. - Sonríe. - Síganme por aquí.
El oficial los guía hacia un carruaje, este es jalado por un par de grifos. Clive ayuda a Ayleen a subir, luego sube él.
- El viaje puede ser algo agitado, sosténganse bien durante el despegue.
- ¡¿Despegue?! ¿A qué se...?
No le da tiempo a Ayleen de terminar la pregunta cuando los grifos comienzan a mover el carruaje a mucha velocidad, pronto están en el aire, pueden ver la inmensa isla, desde arriba ya no parece ser tan pequeña, es de hecho inmensa, llena de vegetación y algunas partes se ven casas. Junto a ellos pasan volando un pequeño grupo de hadas quienes les sonríen al pasarlos, Ayleen inclina su cabeza en el borde para poder apreciar la vista, ve a unos centauros corriendo en medio del bosque, más adelante a un gigante caminando en dirección al pueblo.
- Aquí es. - Dice el oficial. - Bienvenidos al castillo de los McHall.
- Todo este tiempo imaginé que sería algo parecido a una casa de madera. - Dice Clive sacudiendo levemente la cabeza.
- Es el castillo más antiguo que hay aquí, también es el más grande, ha estado abandonado por más de quinientos años.
Frente a ellos está un inmenso y muy hermoso castillo, está construido sobre la planicie de una enorme colina, el carruaje comienza a descender, hasta tocar tierra, se estaciona dentro del perímetro, frente a la entrada del castillo.
Ayleen es la primera en bajar para admirar los alrededores, Clive baja detrás de ella, saca un juego de llaves de su bolsillo, busca la más grande de todas, supone que esa abre la entrada principal y así es, cuando la mete en la cerradura encaja a la perfección, la puerta se abre luego de girar la perilla. Al entrar se encuentran con un enorme recibidor, hay dos enormes sofás, una mesa de centro, una chimenea, el suelo esta tapizado por una alfombra color beige, hay dos enormes ventanas junto a la puerta principal, están cubiertas por gigantes cortinas rojas, Clive y Ayleen exploran aquella habitación solamente con la mirada.
- ¿Ustedes quiénes son? ¿Qué hacen aquí? - Una mujer de unos cincuenta años entra al recibidor por otra puerta.
- Soy Clive McHall, ella es mi hija, Ayleen. Mi padre me dio las llaves de este castillo.
- ¿Ah sí? Veremos si es cierto. - Le arrebata las llaves de la mano a Clive.
Intenta abrir la puerta principal con una de las llaves, pero esta no funciona, intenta de nuevo con otra, con la más grande, esta vez la puerta se abre, la mujer atónita mira de nuevo a los McHall.
- Shawn. - Grita aquella señora.
De inmediato sale un chico alto, de tez clara, con cuerpo atlético, ojos azules, cabello negro lacio, viste una chaqueta negra, una camisa rosada pálida, unos pantalones azules y zapatos negros, se limpia las manos con un trapo mientras entra al recibidor por otra de las puertas.
- Ya quedó lista la calefacción. - Dice caminando hasta aquella señora.
- Yo soy Ágata Black, él es mi hijo, Shawn. La familia de mi esposo ha trabajado por generaciones cuidando a los McHall, por ahora cuidamos el castillo, es un privilegio conocer finalmente a los McHall.
- Yo debo irme. - Dice el oficial. - Suerte en su primer día aquí. Adiós Ágata.
- Adiós Rupert.
- Gracias por traernos hasta aquí. - Dice Clive estrechando su mano.
- No hay de qué. - Dice cerrando la puerta a sus espaldas.
- Hay muchas habitaciones en el castillo, si desean pueden elegir una y descansar.
- No, de hecho, estoy buscando a mi esposa e hijo, me dijeron que estaban aquí.
- Si, creo que escuche algo sobre eso, ellos están en el protectorado.
- ¿Qué es el protectorado?
- Es el lugar donde se comandan las misiones de ayuda o rescate a criaturas mágicas en el resto del mundo, también es un refugio temporal para los rescatados mientras son reubicados en la isla.
- ¿Es como una prisión?
- No, es un refugio.
- ¿Cómo llegamos allí?
- Mi hijo, Shawn, puede llevarlos, él es parte de la organización, les explicará todo.
- ¿No prefieres quedarte a descansar cariño? - Clive se dirige a su hija.
- No, antes quiero encontrar a mamá y Dustyn.
- Está bien cariño. - Le ofrece una leve sonrisa que se confunde entre una mueca.
- ¿Pueden tomarse de las manos? - Pregunta Shawn.
Ellos obedecen, Shawn pone su mano sobre el hombro de Clive antes de hacer el hechizo.
- Alibi deferatur. - El color de su iris cambia a morado al decir el hechizo.
Los tres aparecen dentro del protectorado, parece de hecho muy moderno, hay tecnología muy avanzada allí, computadoras, televisores, tabletas que controlan el lugar, el suelo es de piedra al igual que los muros, luce como el interior del castillo donde se encontraban antes.
- Bienvenidos al protectorado, este es otro castillo, perteneció a su familia, fue donado por el rey Blare, estuvo destinado para ser lo que es ahora, el centro de mando para la protección de criaturas mágicas en el exterior de la isla. Nosotros vigilamos distintos sectores del mundo donde sabemos que se ubican criaturas mágicas, si en algún momento necesitan ayuda entramos en acción.
- ¿Eso hacían con nosotros? - Pregunta Ayleen.
- No tengo esa información, de hecho, no nos informan sobre todas las misiones que hay, solamente se le informa al equipo que va a intervenir, el resto lo ignoramos.
- ¿Entonces como saben que mi esposa está aquí?
- Mi padre es el director, él le contó a mi madre que la esposa de un descendiente de los McHall estaba aquí junto a uno de sus hijos, también le dijo que no podían encontrar por ningún sitio al hechicero que se suponía los traería hasta aquí, y que tampoco había rastros de ustedes.
- El hechicero, Kalel, se quedó cerca de la universidad de mi hija, nos dio todo el tiempo que pudo para lograr escapar al aeropuerto, espero puedan encontrarlo pronto, el chico es muy valiente.
- Vamos a encontrarlo, seguramente está bien, él sabe cuidarse. - Suspira ligeramente con pesar. - Su esposa e hijo están en el refugio en el ala este del castillo, solo voy a revisar cuál es su habitación.
Shawn toma una de las tabletas que hay sobre una enorme mesa de metal, se para junto a Clive para mostrarle la pantalla.
- Bueno, según los archivos están en la habitación 506. Vayan por este pasillo, suban al quinto nivel por el elevador, yo tengo que encontrar a mi padre para decirle que están aquí.
- Gracias por la ayuda Shawn.
Clive y Ayleen caminan por el lugar que Shawn les indicó, al llegar al quinto nivel buscan la habitación 506, sin perder un segundo más Clive toca la puerta, en unos instantes la puerta se abre, Marie, la madre de Ayleen está del otro lado, al verlos sus ojos se llenan de lágrimas y una amplia sonrisa se forma en sus labios.
- ¡Lo lograron! - Los abraza fuertemente. - Gracias a Dios están bien. ¿Qué les pasó? ¿Dónde estaban?
- Nos atacaron en el hospital unos hombres lobo, vampiros y agentes armados, un equipo del protectorado nos rescató, pero el mago que debía transportarnos no logró usar su magia, nos dijo como llegar aquí por otros medios, él se quedó para distraerlos mientras huíamos, ese chico fue muy valiente, espero este bien. - Dice con todo de preocupación en su voz.
- Seguramente volverá aquí de la misma forma que ustedes. Entren, no se queden en la puerta, Dustyn está dormido, ha estado muy preocupado por ustedes.
- Me alegro de que los trajeran aquí sin problemas, ahora que estamos juntos todo estará bien.
Alguien toca la puerta de la habitación, Marie abre la puerta, del otro lado están Shawn y un par de hombres, quienes miran de pies a cabeza a Ayleen y Clive, uno de ellos sonríe levemente antes de hablar.
- Mi nombre es Atticus Black, él es el concejal Rain Pregona, presidente del concejo de magia y del concejo general de criaturas mágicas.
- ¿Cómo podemos ayudarles? - Pregunta Clive con recelo.
- Requerimos su presencia y la de su hija en la sala de juntas, queremos hablar sobre las circunstancias que nos llevaron aquí y del futuro de su hija.
- ¿No puede esperar? Mi hija y yo estamos sumamente agotados.
- Me temo que es muy importante, seremos breves. Cuando estén en mejor disposición sostendremos una reunión más larga para hablar de detalles.
- Está bien, en ese caso ¿Podrían llevar a mi esposa y mi hijo al castillo para que se instalen allí?
- Shawn los llevará, ustedes síganme por aquí por favor.
Ambos los siguen de vuelta a donde aparecieron con Shawn, luego caminan en dirección hacia otra ala del castillo, al subir tres niveles en un elevador entran a una enorme sala, hay una mesa en semiluna donde están sentados ya cinco personas con lo que parece una clase de toga color café con una capucha que cubre su cabeza, hay antorchas a los lados de la habitación, al entrar ellos se encienden las luces, hay una en particular que ilumina dos sillas puestas a un metro de donde está la mesa en semiluna, todas las personas en la mesa se ponen de pie y retiran la capucha de sus cabezas, el señor Black y el concejal Pregona toman sus asientos en medio de la mesa, todos se sientan después que ellos.
- Por favor, pueden tomar asiento. - Dice el concejal Pregona señalando los asientos a un metro de ellos.
Clive deja a su hija pasar primero, Ayleen se sienta, pero Clive permanece parado junto a su hija.
- Déjenme presentarles al concejo de magia, de derecha a izquierda, ellos son el concejal Pibet, la concejal Baylis, el concejal Dragon, la concejal Woods y el concejal Nebbel.
- Clive y Ayleen McHall, hemos estado durante muchas décadas vigilando a su familia en la espera de que alguno presentara magia, por fin encontramos a la McHall con la que el maleficio acabó. - Dice el más viejo, el concejal Nebbel
- ¿Qué maleficio? - Pregunta Ayleen desconcertada.
- Así que no saben nada ¿Eh? - Replica la concejal Woods.
- ¿Qué es lo que no sabemos? ¿De qué maldición están hablando?
- Compartiré con ustedes los recuerdos que me fueron otorgados por mis antepasados.
El concejal Pregona observa a Ayleen y a su padre fijamente, su cabello se ilumina de un color verde.
- Et ut historiae repetere memoriam meam te ad participes.
Los tres entran a una especie de trance, sus mentes viajan al exacto momento en que el rey Keanu McHall, descendiente del primer rey, Clip Blare McHall, le está pidiendo matrimonio a su amada Lucy, ella es una demonio que llegó a la isla después de ser salvada por el protectorado, ella con mucha emoción le da el tan ansiado si al rey, en una esquina de aquel salón del castillo está parado entre las sombras uno de los concejales, quien es el mejor amigo del rey, el concejal Blastus Sein, y junto a él está el concejal Trey Pregona, al escuchar la noticia convocan al concejo de magia, Sein cree que el rey ha sido hechizado por la demonio para que la convierta en su reina y así gobernar a las criaturas mágicas
- ¡El rey ha perdido la cabeza! Va a casarse con esa demonio, seguramente lo hechizo, tenemos que intervenir. - El concejal Sein camina inquieto de un lado a otro en la cámara del concejo.
- Él solo está enamorado. - Intenta calmarlo el concejal Pregona. - Estoy muy seguro de que no está bajo algún hechizo, recuerda que el rey siempre toma sus precauciones para que eso no pase, cada día refuerza su hechizo de protección.
- Esa demonio encontró la forma de evadir sus protecciones, seguramente con magia negra. - Interviene el concejal Kall.
- Dime un hechizo de magia negra que pueda hacer eso. - Replica el concejal Pregona.
Una enorme discusión comienza entre los seis miembros del concejo, se escucha incluso a las afueras del salón, un grupo de jóvenes magos que pasan por aquel lugar escuchan la discusión.
- Silencio caballeros. - Se impone el concejal Peyton. - Esta reunión no nos está llevando a ningún lado. ¿Alguien quiere proponer algo?
- Yo propongo que asesinemos a la demonio. - Dice el concejal Sein. - Eso liberará al rey de cualquier maleficio.
- Yo propongo que realicemos una purificación en el rey, si después de eso él sigue amando a la demonio es porque ella no hizo ningún maleficio contra él.
- Eso no nos asegura que en un futuro no usará su magia negra para controlar al rey. - Dice el concejal Kall. - Voto por que nos deshagamos de ella.
Los magos que escuchaban la conversación al escuchar esto se alarman, discuten entre ellos, deciden que esto lo debe saber el pueblo, así que comienzan a esparcir el rumor antes de que el concejo logre llegar a un veredicto.
- ¿Tan pronto una votación? - Pregunta el concejal Gideon.
- Si, ya tenemos nuestras dos opciones, vamos a votar. - Dice el concejal Sein.
- Quien esté a favor de asesinar a la demonio levante la mano.
Solamente el concejal Sein y el concejal Kall levantan la mano.
- Los que estén a favor de realizar la purificación al rey levanten la mano.
Los cuatro concejales restantes levantan la mano.
- No hay necesidad de ser tan extremistas en este tema. - Dice el concejal Boua.
- Se van a arrepentir de esa decisión. - Dice el concejal Sein saliendo muy molesto de allí.
Para el momento en que la reunión termina una turba furiosa ya está juntándose frente a la cámara del concejo de magia. Al salir el concejal Sein se da cuenta de ello, algunas criaturas se acercan a él para corroborar la información, el decide aprovechar aquella oportunidad, sin importar lo que decidió el concejo va a actuar de todos modos, el solo quiere salvar a su mejor amigo, pero sobre todo a su rey.
- Los rumores son ciertos, la demonio llamada Lucy lanzó un maleficio al rey, es por eso que él está perdidamente enamorado de ella, no podemos permitir que esa demonio se siente en el trono y nos gobierne a través del rey, debemos salvar al pueblo y a nuestro rey.
- Por el rey. - Grita la turba enardecida.
Aquella turba se dirige al castillo de los McHall, mientras los concejales caen en la cuenta de lo que sucede, el primero en actuar es el concejal Pregona quien se teletransporta al castillo sin perder un segundo para avisar al rey lo que sucede.
- Majestad, una turba furiosa viene hacia aquí, Lucy debe salir de aquí o van a asesinarla.
- ¿Por qué la quieren muerta?
- Sein les dijo que ella le lanzo un maleficio y por eso usted está enamorado de ella.
- ¡¿Sein dijo que?! - Pregunta enfadado, incrédulo. No puede creer que su amigo lo traicionara de tal forma.
- Debe sacarla pronto, cada vez están más cerca, puedo sentirlo.
Lucy escucha aquella conversación, su enojo crece cada vez más, en el calor del momento al único que puede culpar de ocasionar todo ese lío es el concejal Sein, por su culpa el pueblo quiere asesinarla y alejarla de su amado prometido. Ella va a su habitación, toma uno de sus muñecos vudú, escribe en el "Sein"
- Tha mi gad mallachadh ri Blastus Sein, tha mi gad mallachadh fad mìle uair, oir cha tèid aig a h-uile duine den chraoibh-teaghlaich agad ginealach draoidheil, leatsa sin thusa cuideachd ga bhualadh, tha mi gad mallachadh ri mìle uair Blastus Sein. Bidh mi a 'pàigheadh mo sheirm deich ginealaichean às aonais tiomnadh draoidheil.
Ella usa una maldición de origen escoses, una muy fuerte debido a que el pago que exige a cambio es muy alto, pero con eso Lucy logró despojar de su magia a Blastus, así como también a su descendencia, en pago dio diez generaciones de magia de su descendencia quienes tampoco tendrán poderes.
El rey Keanu y el concejal Pregona entran a la habitación de Lucy justo cuando sella la maldición cortando su mano para derramar algo de su sangre sobre el muñeco.
- ¿Qué es lo que has hecho? - Pregunta Keanu anonadado.
Pregona le quita el muñeco para leer lo escrito en el "Sein", logra leer en él.
- Hice lo que tenía que hacer, le quité su magia a ese tonto que se creyó tan listo como para intentar asesinarme.
- Entiendo que estés molesta Lucy, pero no puedes hacer eso. - La reprende Keanu. - Reviértelo.
- No puedo, ya está sellado.
La turba furiosa entra en ese momento al castillo rompiendo la puerta de entrada, los pasos se escuchan cada vez más cerca.
- Si la encuentran aquí van a asesinarla, más cuando sepan que maldijo a Sein, eso les dará un motivo más fuerte.
El rey Keanu piensa un momento, no puede decidir qué es lo que debe hacer, golpes se escuchan en la puerta Pregona refuerza la puerta con ayuda de su magia, no podrá resistir mucho tiempo, hay muchos magos intentando abrirla.
- Quiero que en mi ausencia te hagas cargo de nuestro hogar.
- ¿Qué es lo que harás? - Pregunta desconcertado.
- Poner a salvo a lo que más amo en esta vida, quizás jamás vuelva, pero mi descendencia si, te prometo amigo mío que así será.
- ¡No puedes irte, eres el rey!
- Alibi deferatur. - Toma a Lucy por el brazo para transportarse a otro lugar a miles de kilómetros de allí.
Al acabar el recuerdo el enlace se rompe haciendo que recuperen la conciencia.
- ¿Qué carajos pasó?
- Les mostré lo que sucedió hace más de quinientos años, cuando su antepasado el rey Keanu se fue de la isla, fue por esa demonio, Lucy. Luego de que se fuera comenzamos a vigilar a su familia, una generación tras otra, buscamos protegerlos y esperar a que alguno tuviese magia de nuevo.
- ¿De qué buscan protegernos?
- Creo que ya conocieron a los agentes de la noche.
- Si, ya lo creo, no son nada amistosos ¿Por qué quieren llevarse a mi hija?
- Es una larga historia, podemos hablar sobre eso en la siguiente reunión. Lo que importa ahora es que sepan lo importantes que son para esta isla, usted Clive, le corresponde el derecho al trono por sangre, pero al no tener magia dificulta las cosas, es un simple mortal, en cuanto a su hija, ella es la siguiente en línea al trono, se ha comprobado que tiene magia, por lo que es la más adecuada para ser nuestra reina. Sin embargo, no tiene entrenamiento ni conocimientos en la hechicería, ni sabe nada sobre el mundo mágico, es por eso que el concejo de criaturas mágicas ha decidido que Clive McHall sea el rey mientras su hija, Ayleen se convierte en la poderosa maga que creemos que es, cuando esté lista ella ascenderá al trono.
- ¡¿Qué?! NO, no, no. Aquí debe haber algún error. - Dice Ayleen.
- Nosotros no cometemos errores señorita McHall. - Dice el señor Black.
- Nos halaga todo esto y agradecemos su ayuda, pero no queremos esos títulos.
- Me temo que no es posible rechazarlo, no podemos permitirlo.
- ¿Por qué no? Han estado bien todos estos siglos sin los McHall gobernando.
- Así es, estuvimos bien durante siglos, luego de una sangrienta guerra por la disputa del poder.
- ¿Por qué llegaron a ese punto?
- El puesto estaba vacante, muchas criaturas buscaron obtenerlo, finalmente el concejo de magia logró ganarlo, por eso el presidente del concejo es quien gobierna en ausencia de los McHall.
- ¿A caso no pueden seguir ustedes en el poder y ya?
- Creo que no ha comprendido la gravedad del asunto. - Aclara su garganta el concejal Dragon. - Si ustedes deciden no exigir su derecho al trono habrá otra guerra para volver a definir quien se quedará en el poder ya que ustedes no lo quieren. Se derramará mucha sangre por su decisión ¿Podrá vivir tranquilo sabiendo eso?
- Creo que no. - Dice Clive cabizbajo.
- Le prometo que si decide aceptar el puesto todos en esta sala haremos lo posible por ayudarle a cumplir sus labores, luego haremos lo mismo con la princesa, no estarán solos.
- ¿Creen que podrían darnos tiempo de pensarlo mejor? Tenemos demasiadas cosas que procesar ahora, además de que estamos física y mentalmente agotados.
- Esperamos su respuesta en nuestra reunión de mañana al atardecer.
- Mi hijo los llevará de vuelta al castillo. - Dice el señor Black.
- Gracias. - Dice Clive ayudando a su hija a ponerse de pie.
Al salir del salón encuentran a Shawn quien intercambia unas palabras con su padre antes de acercarse a los McHall.
- ¿Podrían tomarse de las manos? - Ambos obedecen. - Alibi deferatur.
Al llegar al recibidor del castillo Ayleen se sienta en el sofá agotada, pone su mochila junto al sofá, la señora Black entra desde la cocina hacia el recibidor.
- Lucen cansados ¿Por qué llevas al señor McHall a la habitación donde está su esposa y le muestras a Ayleen las habitaciones disponibles? - Le dice a su hijo.
- Claro, síganme por aquí.
Ayleen y Clive siguen a Shawn por las escaleras hasta el segundo piso, recorren un pasillo, en ambos lados hay habitaciones.
- Su esposa está en la habitación al fondo, en el pasillo de la derecha, su hijo Dustyn está junto a esa habitación.
- Gracias por todo Shawn. - Estrecha su mano. - Que descanses cariño. - Se dirige a Ayleen.
Casi arrastrando los pies va a la habitación donde está su esposa para poder descansar.
- Hay siete habitaciones más, puedes escoger la que quieras.
Shawn abre todas las habitaciones usando su magia para que pueda apreciar cada una de ellas, en todas las habitaciones hay un baño y un closet integrado, Ayleen observa las habitaciones mientras Shawn espera en el pasillo, al revisarlas todas considera la que más le gustó por la decoración, hay una al fondo en el pasillo de la izquierda con paredes pintadas de palo rosa, la cama tiene una base de madera, el colchón es suave y cómodo, los muebles son de madera, lo que le da a la habitación un toque rustico, entra en ella para admirarla en el interior, sabe en su interior que esa es la correcta, es la que más le gusta.
- ¿Esta habitación es del agrado de la princesa? - Pregunta Shawn entrando sin previo aviso.
- No me llames así. - Dice molesta. - Me quedaré aquí.
- Bien, le avisaré a mi madre para que sepa dónde encontrarte.
- Demonios. - Maldice Ayleen en voz baja.
- ¿Qué sucede?
- Dejé mi mochila abajo, iré por ella.
- ¿Por qué no usas tu magia para traerla? - La detiene antes de que llegue a la puerta ¿No es más fácil?
- No sé hacerlo. - Dice entre dientes algo molesta sosteniendo con fuerza la perilla.
- ¿Dónde la dejaste?
- En el recibidor, junto al sofá.
Shawn saca su varita, la agita y hace aparecer la mochila en su mano.
- ¿Cómo es que no sabes un hechizo tan simple?
- No sé ninguno ¿Sí?
- ¿Cómo no vas a saber ningún hechizo? Eres una McHall, se supone que son grandes magos. ¿A caso tú no lo eres?
- No lo sé ¡Ya déjame en paz!
Ayleen sale de la habitación muy molesta, camina hacia el final del pasillo y dobla a la derecha. Shawn busca a su madre en el primer nivel para contarle lo extraña que es aquella princesa.
- Mamá ¿Dónde estás?
- En la cocina. - Grita.
Shawn encuentra a su madre triturando algunas flores en la mesa de la cocina.
- ¿Qué haces?
- Una posición para que los McHall recuperen sus fuerzas, después de lo que vivieron deben estar sumamente agotados. Hablando de eso ¿Puedes darle esto a la princesa? La ayudará a dormir.
- Sobre eso... - Dice un tanto incómodo.
- ¿Qué pasó ahora? - Pregunta un tanto frustrada, sabe que Shawn puede ser un poco pesado con las personas que no conoce.
- La princesa se molestó conmigo por un comentario que hice, se fue de la habitación, no sé dónde está.
- ¡Pues encuéntrala! Es muy vulnerable en este momento, hay muchísimas personas allá afuera que quieren deshacerse de ella, o van a quererlo cuando se enteren que está aquí, cuídala ¿Sí?
- ¿Por qué debería hacerlo? Se ve que es arrogante.
- Puede que lo sea, pero nuestro deber, además de cuidar el castillo es cuidar de la realeza, ella es la futura reina, así que debes cuidar de ella, piénsalo, puede que algún día necesites de ella, considéralo como una inversión que algún día podrías recuperar.
- Pero mamá...
- Encuéntrala y compórtate. - Lo reprende. - Esto es tu culpa, tú la disgustaste.
- Yo solamente hice un comentario...
- Bueno, pues ahórrate tus comentarios con ella, ella está pasando por muchas cosas ahora como para que tú también la estés molestando con el hecho de que no sabe usar sus poderes.
- Detesto la telepatía. - Dice caminando hacia la salida de la cocina para buscar a Ayleen.
Shawn camina por el jardín buscándola, pero no la encuentra en ninguna parte, no está cerca de la fuente, tampoco por el establo, ni en la cabaña de las reliquias de su familia, así que regresa al castillo, justo en ese momento la ve en uno de los balcones del tercer piso.
- Alibi deferatur - Toma su varita y lanza el hechizo.
En un abrir y cerrar de ojos está detrás de Ayleen.
- Pareces un goblin, siempre tan escurridizos y molestos. - Dice Shawn mientras se acerca a ella.
Ayleen ni siquiera voltea a verlo, decide ignorarlo, tiene miedo a sentirse aún más molesta de lo que esta y hacer algo de lo que se arrepienta.
- Princesa, tengo que llevarla a su habitación.
Ella continúa ignorándolo, intenta controlarse ya que, su enojo por algún motivo sigue aumentando, con ella misma sobre todo por ser lo que es, por las equivocaciones de sus antepasados, con Shawn por molestarla porque no sabe usar su magia.
- Si estas molesta por lo que dije antes, sobre tu magia quiero que sepas que lo siento, es que no todos los días conoces a alguien que no sepa utilizar sus poderes, eso es algo muy extraño aquí, además del hecho de que seas una princesa cuya familia no ha vivido aquí desde hace muchísimos años.
- Ya cállate. - Dice entre dientes, es casi inaudible.
- También algunas personas los odian un poco, no son muchas de hecho, pero ya te darás cuenta.
- ¡Ya cállate!
Ayleen se da la vuelta, sus ojos son completamente negros, su cabello se colorea de un tono pelirrojo casi como fuego, hace levitar a Shawn unos cuantos centímetros del suelo, él siente presión en su cuello, intenta tomar desesperadamente su varita, pero no puede moverse.
- Suéltame, por favor. - Suplica intentando tomar bocanadas de aire con desesperación.
La expresión en el rostro de Ayleen cambia, sacude su cabeza y baja la mirada, sus ojos ya no son negros, al bajar su mano, Shawn cae al suelo al mismo tiempo ella se desmaya.
Shawn tose aun en el suelo intenta restablecer su respiración mientras trata de hallar una explicación en su cabeza sobre lo que acaba de suceder, pero no la hay, unas gotas de sangre brotan de su frente, por la caída se lastimó, saca su varita antes de levantarse para ver que sucedió con Ayleen. Al mirarla nota que esta inconsciente, la toma en brazos y lanza un hechizo.
- Alibi deferatur - Agita su varita.
En ese instante aparecen en la habitación de Ayleen, la recuesta en su cama para que pueda descansar le quita los zapatos con delicadeza, luego sale de su habitación, en el pasillo encuentra a su madre, ella muy alterada se acerca a él.
- ¿Qué te pasó? - Limpia la sangre de su frente con un pañuelo. - ¿Que estuviste haciendo?
- Esa chica es peligrosa. - Dice algo asustado.
- ¿De qué hablas hijo?
- Ella estaba molesta conmigo, sus ojos se tornaron negros, me hizo levitar, ni siquiera lanzó un hechizo, simplemente me hizo levitar, luego me dejo caer, allí fue donde me hice esto. - Se toca la frente. - Después de eso se desmayó.
- ¿Dónde está? - Pregunta aún más alterada.
- La dejé en su habitación.
- Creo que esto es peor de lo que tu padre pensó.
- ¿A qué te refieres?
- Ayleen no solo es una maga, es también parte demonio, por eso su magia es tan poderosa. ¿Cuándo se desmayó sus ojos seguían siendo negros?
- No, antes de desmayarse me miró, sus ojos eran igual que antes.
- Creo que hay una lucha en su interior, entre ella y el demonio que lleva dentro, por eso se desmaya, mentalmente se agota por esa lucha constante, dejémosla dormir, no le comentes nada de esto a sus padres, ya tienen suficiente con todo lo demás.
- Si, está bien.
- Ven vamos por unas hiervas, voy a curarte esa herida.
- Estoy bien mamá.
- No te estoy preguntando. - Frunce el ceño.
Su madre es una bruja naturista, su poder proviene de las plantas, en su mayoría sus poderes son medicinales, por lo cual conoce mucho sobre sanación, toma unas flores rojas que solamente florecen en las cuevas de los gigantes, unas lágrimas de gnomos y el fruto de la flor de caña, pulveriza las flores y el fruto, luego las mezcla con las lágrimas dejando así una pasta que coloca con un paño en la frente de su hijo.
- Eso debe ser suficiente, retíralo en una hora con agua tibia.
- Gracias mamá.
- Ahora ve a casa a descansar un poco, de todos modos, ya acabamos aquí por hoy, yo me quedaré por si los McHall necesitan algo más.
- Bien, te veré en casa.
- Si cariño. - Le da un dulce beso en la frente.
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