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Capítulo 6

BROOKLYN

Vivir no significaba nada para mi. No es que estuviera buscando que cualquier imbécil disfrazado de muerte viniera y me matará. Si ese fuera el caso estaría muerta ya. Pero aferrarme voluntariamente a la vida nunca había sido uno de mis fuertes. No fue hasta que el maldito bastardo de Deuce puso sus ojos de depredador sobre mi. El hijo de puta se creía superior a mi. Superior a Brooklyn Lies. Le harían falta más que unos golpes para rebajarme.

Joder. Solo para darle una probada de su propia medicina sería capaz de aferrarme y mantenerme viva con uñas y dientes. Todo para ver su malditas facciones contraídas o con cara de estreñido de mierda. Callarle esa boca y demostrarle que las mujeres podemos ser la especie dominante.

El muy canalla se creía que era otra de esas ratas que lograba atrapar y que sin mucho esfuerzo conseguía sacarle hasta los dientes. Se equivocaba. Me daba una rabia que el bastardo juzgase y nos encasquetase a todo en las misma bolsa. Yo era peor, mucho peor que las personas con las que había tenido la desgracia de cruzarse.

Pero a Deuce le gustaba ser el puto epicentro del mundo, era la clase de hombre que estaba cegado por el poder acababa muerto. Tampoco era mi problema. Si muriese le haría un jodido favor al planeta. El mundo no necesita más bastardos viviendo en el. Poco oxígeno y muchos errores robando vida.

Pero la pregunta del euro millón era ¿cómo coño alguien podía ser tan petulante y tan jodidamente atractivo a la vez? El mundo era injusto. No era una loca devoradora de hombres pero hasta yo era capaz de apreciar la belleza o en este caso la sensualidad en Deuce.

Si no fuese por esa personalidad llena de basura, no me habría importado darle algunos servicios VIP de mí carta. Probablemente tanto él como yo habríamos disfrutado de la experiencia. Puede que uno más que otro. Sin embargo, ni siquiera un polvo equivalía al precio de soportar al capullo.

Enserio, si el hombre hubiese nacido mudo sería un jodido regalo del infierno. Por el momento me quedaré esperando a que el cobarde se digne a matarme. Mientras tanto me mantendré jodiéndole a base de bien.

Y hablando del diablo por la puerta de asoma. El parquet del suelo era viejo y estaba muy desgastado, a la mínima pisada esta reaccionaba y se escuchaba un chirrido casi imperceptible para el oído humano. Pero yo no era una humana cualquiera, y si no lo llegará a oír no estaría cualificada para servir a Víctor. Según Víctor los logros que había acumulado me precedían. Cierto o no las habilidades estaban ahí listas para ser utilizadas, porque no divertirme poniéndolas en práctica contra Deuce.

Antes de poder sacar a relucir mi armamento cinco golpes resonaron en la puerta. Cinco golpes exactos. Y que se habían escuchado con claridad. La misma señal que usábamos Víctor y Elijah para comunicarnos, cuando no queríamos que nadie más lo supiera. Nuestro propio código Morse modificado a nuestro antojo para facilitarnos su uso.

Sé que las probabilidades de que fuese Víctor eran bajas por no decir imposibles. Por lo que por descarte sólo quedaba Elijah. Aunque poco del Elijah que conocía quedaba. La persona que vi en almacén no era el mismo que vi por última vez hace 5 años. Elijah había sufrido un cambio tan radical que todos podrían en duda que alguna vez tuvo el pelo rapado a cero e iba siempre enfundado en un caro traje con unos zapatos a la par, de ese hombre no quedaba nada. Nadie sería capaz de imaginar que ahora vistiese con ropas desgastadas y pantalones anchos —que le hacían bolsa y que por supuesto no hacían justicia a su tonificado cuerpo— junto un roñoso chaleco de cuero que parecía haber vivido tiempos mejores.

Mis pensamientos fueron cortados de raíz cuando la fría y cortante mirada azulada se detuvo sobre mi. Lo primero que se me cruzó la primera vez que lo vi fue lanzarme a sus brazos y sentir la reconfortante calidez de un ser querido, pero éste se rompió en cuanto fui consciente que estábamos en filas diferentes, en filas enemigas.

— ¿A qué estás jugando? Has escapado de sitios con mejor seguridad y vigilancia que este.

Llevaba aquí casi una semana y era la primera vez que me dirigía la palabra y ya ni la palabra, sino la mirada. No era ingenua ni imbécil sabía que él no vendría a salvarme. Tampoco necesitaba que nadie lo hiciera, conmigo misma me bastaba y me sobraba. Los príncipes azules y las protagonistas ingenuas estaban infravaloradas. Lo mejor de todo libro era la inteligencia y la astucia de la antagonista manipuladora, esa si era una mujer independiente.

— ¿Ahora te importa?— cuestioné con ironía.

Esta no era la maldita reunión que esperaba tener con alguien que había escapado de las garras de la muerte y había vuelto a la vida. Elijah se alejó de la puerta de madera y se acercó a la cama pero sin llegar a invadir mi espacio personal. Los mechones de pelo dorados le llegaban por debajo de la barbilla. Elevé la mirada para seguir inspeccionándolo pero todo mi cuerpo se congeló por completo cuando lo vi perforándome con los ojos. Los únicos que podían ver a través de mi eran él y Víctor. Y ahora no quedaba absolutamente nada de ellos.

— No me hagas hablar, Brooklyn— dijo con una mueca visible en los labios.

— Me es indiferente morir o vivir, Elijah— confesé con sinceridad. Da igual lo que pase conmigo, vivir o morir prefiero no escoger ninguna.

— No me vuelvas a llamar por ese nombre.

— ¿Es Zach tu nueva identidad?— solté con sarcasmo— ¿Es fácil borrar el pasado, no?— ataqué enfadada por la situación.

Llamarlo Zach era como apuñalarme a mi misma. Es una estupidez pero llamarlo por ese nombre se sentía más real que verlo vestido y casi orgulloso de llevar ese chaleco lleno de parches. Me molestaba, porque parecía que siempre había sido Zach y nunca Elijah. Se sentía como si Víctor y yo nunca hubiéramos existido para él. Cuando hubo una época en la que fuimos felices aunque costará creerlo. La vida no era tan mala.

— Víctor está vivo— dijo sorprendiéndome, lo miré incrédula.

El estado de Víctor era un tema que había ocultado muy bien, sobretodo a Deuce y a su club de pacotilla. Pero la verdad era que hacía alrededor de un mes que no tenía noticias de su situación. Lo último que supe era que el bastardo de su padre sólo de nombre porque era y sería siempre una escoria, Santano Jiménez, lo había secuestrado.

A cambio de su libertad yo tenía que eliminar los nombres de la lista grabados en mi cuerpo por su mano y suicidarme. Entonces él le otorgaría la libertad a su hijo, perdonándolo la vida como él había hecho con él. Pero no cumplí con el trato y pasada la fecha límite, los nombres de mi lista empezaron a eliminarse. Los cadáveres empezaron a amontonarse y según fuentes cercanas y de confianza, el cuerpo de Víctor estaba entre ellos.

Busque a Santano pero ninguna de mis investigaciones dieron frutos. No tenía los medios suficientes y el maldito viejo había aprendido la lección, al menos ya no cometía los errores que una vez le costaron su nombre y su reputación. Si Víctor estaba vivo y había una oportunidad de salvarlo haría lo que fuese hasta sacrificarme para ello.

— Sea lo que sea que hayas venido a hacer aquí termínalo y vuelve donde perteneces. Este no es tu lugar— afirmó frío.

Elijah no tenía ni la jodida idea de lo que me estaba pidiendo, y como la persona caritativa le sacaría de su equivocación.

— Y si digo que he venido a por la cabeza de tu Presidente ¿me lo permitirías?

Ni siquiera necesitaba su respuesta para saber que había tocado justo su fibra sensible. Parecía que Deuce se había convertido en un pilar importante en su vida. Y como la zorra que era quería probar cuál era el alcance de la lealtad que le procesaba a Deuce.

— Inténtalo— dijo, sonaba como una maldita promesa de cosas muy malas.

Y como sospechaba por su mirada, él ya había cambiado de bando. Menos mal que adoraba los retos.

Río divertida, la acción volvía y la leona acababa de despertarse de su larga siesta hambrienta. Que el mundo se preparará porque nada iba a detener a esta tormenta con ganas de destrozar todo lo que la rodeaba





DEUCE

Cuál fue mi jodida sorpresa cuando llegué a la habitación de la mocosa, pues que no tenía la puta llave. Llevaba media hora buscándola y sin rastro. Ni en la habitación, ni en el bar, no estaba en ninguna parte. Era como buscar una aguja en un maldito pajar. Como buscar un coño estrecho entre las putas del club.

Estaba seguro cómo la mierda que la llevaba encima es más, debería estar dentro del bolsillo de mi jodido chaleco que era donde la dejé cuando Rowny vino por el tema de los trozos de cuerpos descuartizados. Incluso había comprobado tenerlas antes de salir por si las manos largas de la mocosa se atrevían a robármela. Salí con ella, si hasta había cerrado la puerta con llave.

No sabía qué mierda de expresión tenía para que Zach se acercará a gran velocidad, la preocupación era palpable en toda su cara. Supuse que tendría cara de haber chupado un puto limón.

— ¿Prez, ha pasado algo?— preguntó, inspeccionándome de arriba abajo para comprobar mi estado.

— No, solo soy yo y mi puta cabeza— mascullé enfurecido—. No sé dónde coño he dejado la llave de la habitación de Tara.

Zach asintió. La mayoría de los prospectos y simpatizantes del club al ver a mi Sargento de Armas ponían en duda mi estado mental por escogerlo por encima de otros. A simple vista Zach si era un tipo de contextura grande pero ese monstruoso aspecto lo aplacaba su serena expresión. Era lo que juzgaba a primera vista la gente. Porque Zach estaba muy lejos de ser alguien calmado. Al bastardo se le daba bien fingir, si no fuese por las cualidades innatas que tenía con las armas podría fácilmente ganarse la vida de actor. Si fuera por mí le tiraría seis Oscars como mínimo.

—¿Has mirado en la sala de actos o en tu despacho?

El bastardo era una máquina de matar con un envoltorio cuestionable. Ojos verdes matadores y una melena color mierda que rodeaba su proporcionado rostro. Una nariz perfilada que servía como eje y una mandíbula marcada que podría cortar pollas. Si hasta el más hetero del mundo se sentiría atraído por el mamón.

— He puesto todo el club patas arriba— como no encontrará la llave acabaría por arrancarme los pelos.

Debería haber hecho una jodida copia. De todas las habitaciones y de todas las llaves, la habitación de Tara era la única que no tenía copias de más. Solo porque la jodida perra del mundo se creía el ombligo del mundo y quería una maldita habitación a su disposición y ocuparla cada vez que venía al club. Las mujeres solo sabían dar dolores de cabeza.

— Si nos dividimos la encontraremos antes, iré a mirar a la sala de actos. Ve a ver a tu despacho a ver si se te ha caído entre el acorchado de la silla.

Necesitaba aclarar unas dudas que no habían dejado de golpear mi cabeza. Una segunda opinión de alguien que no estaba demasiado implicado, alguien que fuera neutro en el asunto. No existía nadie mejor para el trabajo que Zach.

— ¿Cuál es tu opinión sobre la mocosa?— antes de saber lo que decía, mi boca ya había formulado la pregunta.

Era consciente de las opiniones que tienen mis chicos sobre Brooklyn, algunos estaban esperando que la matará ya, porque de alguna manera sabían que no íbamos a obtener información de ella. Yo también estaba de acuerdo, estábamos de mierda hasta arriba como para ocuparnos de otro peso muerto. Pero no podía solo matarla y ya. También estaba el hecho de que la idea de matarla me gustaba cada vez menos.

— Respetaré tu decisión sea cual sea— sonrió  pero la sonrisa no le llegó a los ojos.

Zach nunca había sido un hombre que se había guiado por las emociones o los estúpidos sentimientos, en ese ámbito los dos éramos iguales. Pero había algo en lo que si nos diferenciamos y era que a diferencia de él, yo abría las puertas a aquellas personas que estaban o habían entrado en mi círculo. Aquellos que merecían mi confianza. Zach por otro lado no mostraba más que una máscara superficial. Sin embargo, hoy sus facciones se habían contraído por la mención de la mocosa.

Lo dejé pasar. Tenía problemas más graves de los que ocuparme que una tonta suposición que no tenía pies ni cabeza.

Zach es mi hermano. Nunca me traicionaría.

Le palmeé el hombro despidiéndole. Revisé en mi despacho y como Zach había dicho las llaves se habían caído entre los bultos del acorchado de la silla. Juré que si no estaba ahí, iba a tirar la puerta hacía abajo si hacía falta para entrar en la habitación y agitar a la mocosa.

Pasé por encima de algunos de mis chicos que estaban experimentado los efectos del alcohol en su sistema. Algunos estaban follando sobre la mesa de billar como si la vida les fuera en ello. Los gemidos y los ronquidos protagonizaban la peli porno del momento: orgía en un MC 5. Los culos dulces sonreían satisfechas y suplicaban por más, y como no, mis hermanos empujaban sus caderas y les metían la polla más hondo callándolas.

Tomé las escaleras para llegar a la habitación , que olía a cerveza rancia y a algo que prefería no darle muchas vueltas. Cuando llegará a la habitación lo primero que haría sería  mandar a Greeta a encargarse de este jodido desastre en lo que se estaba convirtiendo mi club.

Solté una carcajada sin humor y dejé escapar una bocanada de humo. Arrojé el cigarrillo que estaba fumando y abrí la puerta. La habitación era un poco más de lo mismo, estaba hecha una completa mierda que en cualquier momento regenerará piernas y se largará con el rabo entre ellas. Supongo que debo agradecer a la mocosa el cambio de look del dormitorio. El cuarto estaba sumido en silencio, esto olía a mierda.

El silencio no era buena señal menos cuando la maldita mocosa se alimentaba del ruido y la frustración de los que la rodeaban. Mi mirada cruzó e inspecciona el cuarto por completo ni rastro de ella y eso activó mis alarmas.

¿Donde diablos estaba? Me puse rígido al no encontrarla en la cama ni en el baño. Como la niña del demonio se hubiera escapado esta vez, cuando la atrapará la mataría y me la comería.

Decidí inhalar y respirar como un puto lunático y volver a revisar cada rincón de la habitación. Puede que se me hubiera escapada algo y ya. El armario por ejemplo era lo suficiente grande como para esconderse. No tuve ni la oportunidad de inspeccionar el interior cuando una figura se me abalanzó encima.

— Esto no es diferente de un penitenciario, Deuce— escupió mordaz—. Pero sabes que en todo penintenciario hay reglas y horarios de visita. Estoy segura que en ningún momento acepte una visita conyugal— qué humor que tenia la niña.

Sus piernas cerraron mis costillas con una fuerza descomunal y estaba empezando a ver las estrellas. Era como recibir una maldita mamada asesina en el torso. Mi cuerpo estaba empezando a dormirse. Si esto seguía así estaría jodido e imposibilitado de cintura para bajo.

Adiós coños apretados.

Adiós al sexo.

Adiós a mi polla.

— Te dije que no me menospreciaras— escupió apretando su brazo contra mi cuello impidiéndome respirar.

Si lo que quería era matarme la muy hija de puta Iva por el camino correcto.

— Que posición más interesante— solté cargado de segundas intenciones y con la respiración fuera de sincronía. Con el objetivo de joderla como ella estaba haciendo conmigo.

Aún muerto seguiría sin perder mi toque.

— Eres asqueroso, ¿tienes el cerebro en la polla o que pasa? Solo piensas en sexo depravado

La mocosa parecía indignada y si ella estando calmada era un dolor en el trasero, indignada iba a terminar por reventarme la polla por completo.

Todo lo que cruza en mi cabeza son respuestas sarcásticas pero su jodido brazo ahorcándome me impide soltar sílaba alguna. Mudo como una puta con una polla en la garganta. Le di un leve golpe contra la puerta, y sentí su cuerpo vibrar y estremecerse contra el mío. Sin embargo la mocosa tenia una buena técnica y apenas había logrado apartarla lo suficiente como para deshacerme de su agarre.

Me las apañé de alguna manera para rajarle la ropa. La mocosa se distrajo por la acción, unos breves minutos en los que perdió su posicion privilegiada me concedió la oportunidad de cambiar las tuercas. Me di la vuelta y me introduje entre sus piernas, estás no tardaron en apretarme con mala hostia como si intentarán exprimir el poco contenido que quedaba en el sobre de Ketchup o de pasta de dientes. Con mi brazo derecho sujeté sus dos manos mientras con la otra estreché su cuerpo contra el mío.

La miré y recorrí su cuerpo desnudo con mis ojos. Largo cabello oscuro, ojos achinados adornados por numerosas cicatrices que le daban una apariencia asesina y de vez en cuando tan salvaje que solo pensabas en domarla. Seductora sin quererlo. Su cuerpo era delgado pero no uniforme, Greeta tenía razón había conchas de carne endurecidas y rugosas donde debería estar lisa. Se veía incluso peor de lo que creía. Todo su maldito cuerpo estaba marcado como ganado, salvo las extremidades que eran visibles según que ropa usara, como si el bastardo que se lo hizo tratase de ocultarlo. La mocosa no tenía unos atributos de los que alardear pero de alguna forma muy enfermiza y repugnante no podía apartar mis ojos de su cuerpo. Ella tampoco tuvo reparo alguno, recorrió vacilante mi cuerpo parado frente a ella

— No haces más que causar problemas, mocosa— susurré cerca de su oído.

Sus ojos almendrados me observaron con superioridad. Había pasado siglos desde que me sentí inferior a alguien, casi había olvidado el puto sentimiento hasta hoy. Un huracán de emociones que se desvanecieron por la furia de ser visto por debajo. Sentir que era menos que una mierda pisada de un zapato. Era una jodida mierda. No le recomendaba a nadie la inferioridad.

Volví a la realidad cuando la oí hablar:

— Una maldita mocosa que al parecer consigue poner tu mierda dura. Aléjalo— exigió. No pude evitar reír porque sólo un perra estúpida era capaz de pensar tan siquiera que iba a seguir sus órdenes. Que siquiera las iba a escuchar.

— Mi polla en tu coño será el menor de tus problemas. Te lo aseguro— dije fríamente, pero siendo sincero.

Era momento de empezar a lo que había venido. Eran demasiados nombres los que tenía cortados y marcados en su cuerpo. Sería imposible memorizarlos sin ayuda de un papel o más tiempo, que era justo lo que no tenía. Por alguna razón que no entraba en mi cabeza, la mocosa no estaba luchando es más, se mantuvo quita y me mostró los nombres voluntariamente.

— Como te dije el primer día en el que vi tu fea cara. Puedes esperar sentado a que pase— comenzó a sacudir la cabeza negando divertida .

— Espero que estés preparada. Porque este tipo de fea cara va a meterte su polla asesina dentro de ti tan hondo que olvidarás toda la basura que acabas de soltarme.

Escuché un jadeo.

— Debo aplaudirte por tu extenso vocabulario— el sarcasmo parece ser su arma preferida.

Me acerqué a su oído.

— No es la única cosa extensa que tengo y creo que has tenido el placer de comprobarlo– susurré.

— ¿Sabes que actor porno? ve a decirle esas ingeniosas frases de película barata a otra a la que se le mojen las bragas y no le dé ganas de vomitarte encima.

Mi respuesta se había quedado en el aire en cuanto había fijado mi mirada debajo del arco de su pecho casi oculto por la poca grasa que tenía en ella.

— Alice Hendrix— señalé su pecho. El nombre de mi hermana grabado justo encima de su corazón— ¿Por qué mierdas tienes el nombre de mi hermana tallado en tu piel?

Había perdido toda la cordura que tengo. Reaccioné como un Neanderthal y tiré de su pelo con más fuerza, tirando de su cuello hacía atrás, con tanta potencia que gritó de dolor y lo disfruté. Pero ella siguió sin decir nada. Sin abrir esa maldita boca que no había parado de hablar desde que pisó esta habitación, pero que ahora se mantuvo callada. No me tenía miedo, parecía inmune a mí y me desafiaba con la mirada

— Si me vuelves a poner una mano encima te quedas sin nada— la sonrisa de la mocosa se ensanchó a medida liberé su cuello.

— ¿Quien coño eres?— me barrió con sus pobres pestañas.

Demasiadas preguntas para tan pocas respuestas.

— Estoy segura de que has hecho tus deberes, Deuce.

Maldije por lo bajo.

— Maldita perra— insulté.

— Te veo frustrado— canturreó cómica sin inmutarse en lo absoluto.

— No finjas que te importa, el papel de mosca muerta no te pega.

— Oh no, aunque no lo creas estaba esperando este momento— porque será que no confío una mierda en ella—. Tengo una propuesta que no podrás rechazar sobre los Jiménez.

Quería reírme en su jodida cara de hija de puta. Vaya descarada que había resultado ser la mocosa de las narices.

— Como pretendes que confíe en ti maldita zorra, estás traicionado a los tuyos. Crees que voy a caer es tu jodido juego— apunté con mi dedo—. Estás equivocada.

— Tenemos intereses en común. Estoy segura de que podemos llegar a un acuerdo en el que salgamos los dos beneficiados.

Definitivamente esta chica tenía una boca que destila veneno una vez se lo propone. No había que negar su lealtad hacía Víctor. ¿Por qué traicionarles a estas alturas? Me olía a mierda de la buena todo ese asunto. Sin olvidar tampoco su terquedad al hacerme perder el tiempo y jugar con mi jodida paciencia cada vez que intentábamos obtener información. Pero no lo iba a negar, esta realmente era una oportunidad de oro.

— Tú quieres la cabeza de Santano Jiménez estoy dispuesta a cedértelo, pero Victor no entra en la ecuación. Él es mío.

Santano Jiménez era mi talón de Aquiles, no tenía el suficiente control sobre mí mismo cuando el bastardo era nombrado. Si el premio era Santano, la suerte ya estaba echada conmigo dentro del juego. La mocosa sonrió satisfecha porque sabía perfectamente cómo iba a terminar esto.

— Información a cambio de tu colaboración me parece un precio más que razonable— lo era, tenía en mis manos, a mi jodido alcance lo necesario para exterminar y acabar de una vez por todas con Santano. El trato me parecía justo cada uno obtenía una cabeza flotante.

Sin embargo seguía sin confiar en las intenciones de la mocosa.

—¿Por qué Victor?

Víctor había resultado un adversario digno con el que enfrentarse. Las ganancias de su orden habían subido un 10% desde que él estaba al mando. No puedo negar que tiene grandes cualidades para tratar con las negociaciones  sucias que su familia ha estado controlando la mayor parte de su vida. No muchos tenía la destreza de vivir alejados de la civilización y a la vez, hacer desaparecer las evidencias que relacionaban a su orden en cualquier asunto ilegal, ya fuese si estaba siendo investigado o no, él lo borraba con gran ingeniosidad como si nunca hubiera existido. De cualquier forma, tenía algo que le causaría la muerte tarde o temprano. La humanidad, esa que había provocado que el saco de basura al que llamaba padre, siguiera respirando y contaminando el aire con su inmundicia. Víctor podría ser inteligente pero no lo suficiente como para darse cuenta de que ese perdón y las segundas oportunidades que les concedía a las personas, solo terminarían de dos formas; traicionándole o matándole.

— Que importa la razón, sé que tu odio viene dado por Santano, no responsabilices al hijo de los delitos de un padre.

¿Quién se creía que era la niñata? Con qué derecho hablaba del tema que incumbía a mi familia con tanta facilidad como si no fuese nada.

— ¿Qué jodida mierda sabes tu? No tienes ni la menor idea de nada.

Mis fosas nasales se dilataron del ira contenida.

— Como regalo de buena fe, uno de los cadáveres que habéis encontrado es de Holfman Pittsburg— señaló debajo de su antebrazo— . Están eliminado los nombres mi lista y la última seré yo, para servir de ejemplo a aquellos que se atrevan a desobedecer las órdenes de los de arriba— Ella no dejó de hablar pero mi cerebro hacía rato que no procesaba adecuadamente—. El otras palabras Sherlock nos están dando caza.

Mi nombre estaba en la lista. Esto debía ser una jodida tomadura de pelo. Una broma sin sentido. Una historia de fantasía que la mocosa se había inventado. Esto no podía ser posible.

Hacía menos de una semana era el maldito rey de la ciudad, joder del maldito condado y ahora no era más que una pieza de ajedrez sustituible. Había tenido enemigos que habían ido a por mi cabeza, me hacían falta más de dos manos para contar la de personas que me querían ver jodidamente muerto. Pero una cosa era que desearán mi muerte y otra era matarme.

— Hazme saber tu respuesta lo antes posible, Deuce. Por tu propio bien será mejor que me tengas  en tu equipo. Te aseguro que no vivirás para contarlo de lo contrario.








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Buenas noches espero que hayáis disfrutado de la historia a partir de aquí la historia será más interesante o eso creo.

Si queréis compartir conmigo alguna suposición es más que bienvenida.

Lexie xxx

Nos leemos.

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