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Capitulo 4

Una vez que solucionará el problema con los pedazos de cadáveres, encontraría alguna manera o simplemente podía deshacerme de la niña como hice con Hell.

Zach estaba en una esquina de la barra conversando con Clayton. Una vez señalé la habitación, comprendió lo que quería decir y se marchó a buscar a los demás. Dentro de la sala de reuniones, miré al otro lado de la mesa y vi como mis chicos empezaban a sentarse en sus respectivos asientos.

— Alegrarme el jodido día con alguna buena noticia—me reí de mi propia ocurrencia. No íbamos a sacar nada bueno de esta reunión, sino que acabaríamos hundidos bajo más mierda aún.

— Parece que la navidad se ha adelantado— dijo sin humor Rhett lanzando un pedazo de mano a la mesa.

Los rostros de mis hombres eran serios. No había ni una pizca de sorpresa en ellos, y como bien había informado Rowny cada uno había recibido un jodido obsequio perturbador.

— También parece que este año hemos salido de la jodida lista negra del gordo Noel— añadió Rowny tirando un pie al centro de la mesa.

Silencio.

Un incomodo silencioso.

— ¿Qué más habéis recibido?— interrogué señalando las partes de un cuerpo femenino que habían ahora encima de la mesa.

— Un ojo— dijo cortante Tips.

Si esto era alguna clase de broma estaba siendo jodidamente cruel, no únicamente por las víctimas sino también por mis chicos. En el caso de Tips, el hombre era de lo mejor que había visto y tenido este maldito club. Era admirable la manera en que enfrentaba a la muerte sin miedo. Sin embargo toda jodida historia tiene un final y la suya por desgracia no había tenido el que se merecía. Una prueba era el ojo de cristal que tenía y que ahora ocupaba el lugar donde una vez estuvo su ojo.

— Dos orejas— Malcom mostró dos dedos—, ya las he mandado a Dwayne para ver si encuentra alguna coincidencia en nuestra base de datos.

— Pretenden que unamos los trozos y creemos nuestra propia versión de Frankenstein— bromeó Rowny.

— Ni lo intentes, será una pérdida de tiempo— sentencié con seriedad—. Son más de una persona.

—¿Cómo lo sabes?— cuestionó Malcom, mi vicepresidentes

— Una corazonada— mentí. Lo sé por la mocosa.

Mi mirada siguió a Zach, mi mano derecha. Era igual de silencioso que letal. Le confiaría mi vida si hiciese falta.

— Zach— llamé. Puso sobre la mesa un trozo de tela con símbolos, manchado de sangre, y la abrió, dentro había un dedo meñique.

— En la mafia japonesa este método es conocido como yubitsume. La amputacion del meñique y la entrega de este servía como el pago de una deuda— explicó Zach mientras envolvía el dedo nuevamente y lo tendía hacía mi.

Una forma irónica de cambiar el significado. Estaba más claro que el agua que más que un pago era una llamada de guerra.

— Si no tuvieras ese aspecto— señaló Rowny—, no tienes ni jodida idea de las hostias que te hubieran dado.

— Solo si les hubiera dejado— se limitó a decir Zach—. Volviendo a los restos humanos te interesará saber que había en tu despacho. He preferido no traerlo.

Alcé la cabeza para que prosiguiera. Cuanto antes termináramos esta jodida pesadilla mejor.

— Cuatro dientes y cuatro uñas.

— El número de la muerte— dije negando con la cabeza.

— Lo curioso es a quien le pertenecen, Prez— dijo Zach—. Son los dientes y las uñas que le sacaste a Hell.

Imposible. Zach se había encargado de la limpieza como le había ordenado, que eso estuviera en mi maldito despacho significaba problemas y de los gordos. No había nada peor que tener un bastardo traidor en nuestro bando. Los enemigos al menos iban de cara. La peor traición de la familia, la familia que habías escogido es que te apuñalaran por la espalda porque nunca te lo esperabas. Solo esperaba que no hubiesen obtenido las uñas y los dientes de Hell de esta forma. Confiaba en los hermanos, cada uno había arriesgado su vida por el club, pero no podía jugármelo todo por la confianza ciega que les tenía. Comenzaré una investigación de los miembros.

Mi VP se echó hacia atrás y aclaró la garganta—. Su objetivo es llamar nuestra atención. Es demasiado premeditado y no parece que es su primera vez matando, lo suficientemente sucio pero sin sobrepasar la línea.

Zach asintió—. No parece un trabajo de los Angeles del Infierno.

— Concuerdo con Zach. Esos imbéciles dejan pistas en todas partes y son fácilmente descubiertos. En cambio, estos parecían saber lo que hacían parecían expertos— Rhett dió un rápido vistazo a los restos que aún seguían sobre nuestra mesa de reuniones como un maldito recordatorio de nuestra derrota.

Todos parecieron estar de acuerdo con lo dicho.

— Ahora que han conseguido su propósito, ¿Qué es lo que propones?— demandó mi VP. Los chicos me miraron expectantes esperando algo grande.

— Nada— la sorpresa fue evidente en sus caras.

Saqué mi paquete de cigarros del bolsillo trasero de mis pantalones. Agarré uno, lo puse en mi boca y lo encendí. Teníamos las manos y las piernas atadas, un movimiento en falso y los fiambres serán la menor de nuestros problemas.

— Gordon no es estúpido. Una vez que se descubra nuestra tapadera, vendrá a por nosotros con todo su armamento. Nada detendrá a ese bastardo— exhalé el humo.

Había tratado con él demasiadas veces antes aunque cuando lo conocí solo era el bastardo que llevaba los cafés a los peces grandes. La segunda vez que me lo encontré era él, el que daba las órdenes y el que recibía un café con un gajo dentro, con los años se volvió astuto y su primer caso "masacre familiar" lo subió a la cumbre de los trajeados obteniendo el favoritismo del anterior Seriff y el puesto asegurado una vez este se jubilara. El único problema del viejo era su hija, Tara, era un ciego imbécil cuando se trataba de ella. El viejo tenía la culpa, por colocar a la perra en una especie de pedestal, cuando en realidad ella no era más que otra mujer traicionera que perdía todo sentido cuando tenía una polla en su frente. Esa debilidad que tenía por ella estaba minimizando su tiempo de vida sobre la tierra. Sin tener ni idea que cuanto más quisiera meterme en la trena, su hija soltaría más información con esa larga lengua que acabarían por ponerlo en un ataúd, sin nombre y en el que nadie podría llorarle.

— A la menor sospecha que tenga sobre nosotros tendremos a la ATF tras nuestros traseros.

Rhett golpeó la mesa al ser consciente de lo que estaba tratando de decir. Dejar el club y empezar una guerra fría, era lo que menos necesitábamos en este momento tan crítico y mucho menos cuando nos estábamos encargando de un cargamento de armas recién llegadas. Además de que teníamos pensado comercializarlas dentro de unas cuantas semanas con los hermanos Ronston.

VP negó con la cabeza— ¿Está Hunter de acuerdo con tu decisión?— mi cara se vuelve rígida

— Hunter está en una puta camilla, hospitalizado en estado vegetal. ¿Crees que está para decidir nada?! ¡Cuándo ni si quiera puede mear solo!

Mis fosas nasales se dilatan. Malcom nunca ha aceptado que Hunter me dejara el jodido club a mí y no a él que llevaba siendo su VP desde que lo fundaron. Eso hirió su orgullo y más el hecho de que yo era un don nadie a comparación con él. Pero así era la vida, algunos nacían con la grandeza y otros solo eran una mota de mierda en el historial.

— Soy el jodido Presidente. El club me pertenece ahora. Sino quieres que mande tu celoso culo a la calle, será mejor que te atengas mis órdenes— siseo, dando por finalizada la reunión.


Salí de la sala de juntas y me metí en mi despacho. Mi organismo necesita alcohol. Jodida mierda necesito perder la Puta conciencia.

Zach se acercó y me palmeó el brazo:— Estoy contigo, Prez. Siempre.

Asentí agradecido.

— Dwayne está aquí, Prez— informó Clay de la llegada del informático y técnico del club.

Les hice saber a Zach y Clay que necesitaba un momento a solas con Dwayne y que se marcharán para darnos privacidad.

Dwayne se sentó en la silla, alzando ambas piernas y apoyando los pies en la mesa.
Ladeó la cabeza a un lado pensativo

Sacó del bolsillo de la chaqueta un sobre. Volví a mirar con determinación el sobre que ahora descansaba sobre la mesa, luego extraje la solapa, abriéndolo.

— Rastreé la información sobre la mocosa— respiré con dificultad por la seriedad en cada palabra que remarca, sabiendo que lo que contenía solo empeoraría más las cosas— Datos eliminados y la mayoría de su ficha está encriptada. Quien la está protegiendo se está tomando muchas molestias por seguir manteniéndola oculta.

— Apuesto mi polla a qué no has venido para hablar sobre el excelente trabajo de otro dado tú inmenso ego.

— Gracias, Deuce. Si no me pagarás por aguantarte te aseguro que te habría mandado a la mierda.

Saqué el contenido mientras estaba desplegando las hojas. Leí atentamente el texto impreso en el papel.

— No estaba dentro del almacén por casualidad— me quedo impresionado por las habilidades de Dwayne, un trabajo excelente dado los percances.

Realmente merecía una recompensa, después recordaba el pastizal que le pagaba y se me pasaba.

— Es obra de Jiménez— me eché un trago de Whisky y sentí el líquido arder a través de mí garganta.

— No sería la primera vez que intenta distraernos manteniendo nuestra polla ocupada.

No, no sería la primera vez. Él padre de Jiménez era un hijo de puta de los grandes, uno de los tantos traficantes que intentaba meter su droga en mi territorio pero eso no era lo más jodido, sino que el puto hecho de que intercambiaba con menores coca por mamadas a su enferma polla. Lo gracioso estaba allí, darles esa mierda a los niños a diario adentrándolos poco a poco al mundo de la adición; ese era el truco ya que una vez dentro en sus manos, no habría salida. Los niños eran tan maleables, y el padre de Jiménez lo sabía. Pero en cambio no había mucha información de Victor. Sabíamos de él lo que él quería que supiéramos. Él era más limpio que su padre y esas fueron seguramente las cualidades que consiguieron derribarlo.

— Vamos a utilizar a esa mocosa a nuestro favor— confesé, dejándole ver mi baraja de cartas.

— ¿Qué tanto sabe Brooklyn sobre la organización de Jiménez?— preguntó sin apartar la vista de los documentos.

— Más de lo que nos quiere hacer pensar.

Él pareció pensarlo.

— ¿Llamo a los chicos?— negué con la cabeza.

— Por ahora solo avisa a Zach y Clay no confió en nadie más que ellos.

Se acabó lo de ser un blandengue.

Cuando estaba por levantarme Dwayne habló otra vez: — Tengo algo más, Prez— comentó dudoso—. Conseguí recuperar un vídeo de la red oscura.

No es difícil suponer que no será agradable a la vista.

— ¿Qué clase de vídeo?

— Un vídeo sexual— vaciló, no aparté mi mirada de él—. Una violación grupal que incluía múltiples mutilaciones a una niña.

Por alguna jodida razón que no entraba en mi cabeza estaba tan furioso que podría coger el arma y empezar a disparar a diestra siniestrada. La sola idea de imaginármela en esa clase de situación hacía que mi sangre hirviera. Intenté tranquilizarme, pensar en la imagen que tenía de la mocosa; en lo jodida pero fuerte que era. Pero no era suficiente. Porque mi disparatada mente ya había empezado a crear escenarios donde la mocosa era brutalmente violada y el solo pensamiento me asqueaba.

— ¿Es ella?— estaba esperando por un no, es más estaba ansiando ese no.

El rostro de Dwayne se hundió como si hubiera visto a través de mi. Como si temiera derrumbarme con su respuesta.

— No puedo confirmártelo y no puedo hacer un reconocimiento teniendo en cuenta la calidad del vídeo, pero cabe la posibilidad de que sea la misma persona. ¿Cómo quieres que proceda?

— Elimina esa puta mierda, cualquier rastro que la relacione con la mocosa. Elimínalo— casi grité.

Escuché un silencioso sollozo a través de la puerta. Dwayne no pareció ser consciente que teníamos terceras personas escuchándonos así que cuando lo despide. Ni siquiera había sido capaz de detectar la presencia de la figura femenina escondida en la habitación de al lado.  La misma mujer que seguía escuchando aprovechando que la puerta no estaba bien cerrada.

— ¿Cuánto tiempo permanecerás escuchando conversaciones ajenas, Greeta?

Greeta salió de su escondite con la bandeja rosa que lancé y dejé en la habitación de la mocosa, este mediodía. Sus ojos estaban llorosos y sus párpados inflamados.

— Tienes que ver a la niña— sonó como una exigencia.

— La tengo más que vista, Greeta— hablé aburrido. Las veces que había analizado y observado a la mocosa superaban la cantidad de estudios a las que someten una obra de arte.

Greeta caminó hacía mi mesa y dejó la bandeja de golpe. Me mirada feroz, la misma mirada que me daba cuando quería que la tomará enserio.

— Todo su cuerpo está lleno de cicatrices que parecen tener algún significado, los cortes están incluso en sus genitales.

— Dado que has escuchado algo que no deberías haber escuchado en un principio, sabrás que ya estoy al tanto sobre eso.

Tragó fuerte.

Ella tiene tu nombre grabado en la piel. Tu nombre y el de otros está en ella.


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Posibles faltas, seguramente muchas incoherencias.

Me siento medio inspirada cuando veo que hay lectores que verdaderamente les gusta la historia y esperan leer más. No sé porque, supongo que es gratificante saber que les gusta.

Hasta la próxima xx.

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