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Capitulo 1


La vida era una jodida perra lista para perforar tu ano como a una puta diana. Cuando más empeñado estabas en no darte de hostias iba y el karma te jodía. Y sino que se lo preguntarán a Quentin, quién estaba tumbado boca abajo en una cama que había visto mejores días con su apestoso y flácido culo al aire, y el agujero que había dejado la bala en su nalga. Al parecer la herida, estaba disfrutando de la situación burlándose de nosotros y permaneciendo ahí como un recordatorio de como Jiménez y su puta organización nos habían follado vivos.

La pelea no fue justa, el desgraciado lo sabía cómo también sabía que esta era la única oportunidad que tendría de joderme. Pero tarde o temprano se la iba a devolver, y le iba a costar caro. Nadie jodía con nosotros y se iba de rosas, particularmente ningún hijo de puta en su sano juicio se atrevía a pensarlo siquiera. Salvo él.

Víctor. Era sinónimo de problemas, el rey de un legado construido a partir de cadáveres, el contrabando de mujeres sobretodo de niños, la droga y la violencia. Era una leyenda después de todo no todo niño de diecisiete años es capaz de derrumbar al mayor capo de México y hacerlo ver como si hubiera sido más fácil que robarle un puto caramelo a un niño. Aunque lo que el capullo hizo fue más jodido que pegarle a un padre, le robo el trono al que le tendió la mano y le dio de comer sin miramientos. Letal. Calculador. Un manipulador de sangre fría. 

Y ahora encabezaba mi lista de prioridades.

La mierda había terminado, estaba loco si se pensaba que seguiría jugando a sus reglas no después de la mierda en la que nos había metido. Victor y toda su puta organización estaban acabados.

—¿Prez?— hablo a mi lado Clay, mi mano izquierda—. ¿Que hacemos con ella?

Resoplé, debían estar jodiendo conmigo mis hombres derrotados por una mediocre mujer que resultaba no ser más que una niña. Realmente intenté entender el porqué estaba ella dentro de uno de los recintos y porqué justamente la tuve que encontrar yo.

La localización de los almacenes de Jiménez eran controlados y trasladados cada dos meses por la seguridad de su mercancía y por la suya; para que ni él ni su mierda fuera interceptada y si lo era, que no pudieran meterle en la chirona por unos acusaciones basadas en hechos que no podrían demostrar. Así de simple, su trabajo era casi impecable. Una vez los almacenes habían perdido su utilidad, los borraba del mapa.

La pregunta era: ¿cómo acabó la mocosa en uno de los almacenes de Jiménez? Prácticamente estaban borrados e inexistentes.

— Zach, Clay y Rhett conmigo— ordené saliendo de la habitación y con mis hermanos siguiéndome.

Cruzamos el pasillo y bajamos hasta el sótano perfectamente insonorizado. El sótano era dónde llevamos a basuras inhumanas a interrogarlas. Y dónde no había forma de que nos arriesgáramos a ser interrumpidos y por supuesto el trabajo hecho aquí abajo quedaba enterrado. Zach abrió la puerta de acero y lo primero que captaron mis ojos fue la figura sudorosa y ensangrentada de la niña.

Clay sostuvo la puerta mientras entrábamos. Mis botas resonaron en el frío y ruidoso suelo, eso pareció llamar la atención de ella ya que alzó la cabeza. Camine alrededor de ella hasta que decidí arrastrar una silla y sentarme delante suyo.

— Eres la chica de Victor ¿no?— un lado de su labio se alzó en una sonrisa torcida.

Realmente esperaba que la respuesta fuese no. Pondría en duda el estado mental de Victor si asi fuese. Porque la niña era bien fea. No fea, siendo más políticamente correctos poco atractiva a la vista. Morena, normalita excepto las cicatrices y escuálida sin ninguna virtud aparente salvo su impertinente boca. Físicamente un asco. Las había visto mucho mejores en apariencia y con una personalidad más obediente y sumisa.

En cambio ella no era más que basura. La mayor tocapelotas con la que me había cruzado.

— Tu debes ser el capullo que no deja de mamarle la puta polla por atención— respondió elevando el mentón con orgullo.

Cabrona desgraciada, no le hacia falta sus brazos para lanzar golpes su lengua estaba entrenada para hacer lo que sus extremidades le impedían.

Mis chicos reaccionaron a sus palabras, eran de tiro fácil. Yo no era la excepción tampoco, si algo no me gustaba lo desechaba ya fuera; una vida o una puta. Es más desde mi punto de vista le hacía un favor al planeta, pero a ella no la podía matar. No aún. No cuando era la clave para llegar a Víctor. Tendría que ser paciente hasta obtener lo que quería y desecharla una vez hubiera perdido su utilidad.

— Respuesta incorrecta. Soy el capullo que le va a mandar directo al infierno y será el que le chupe los putos huevos a Hades, sino quieres acabar en el mismo agujero habla.

Hubo un silencio ensordecedor.

— ¿Donde esta Jimenez?— repetí por segunda vez.

— Búscalo en Google— dijo mordaz

Jodida desgraciada.

Apunte el arma contra su frente y la lucha de miradas empezó; — Espera— Me interrumpió. Tenía una mirada salvaje y las feas e irregulares cicatrices que le cruzaban el ojo no ayudaban.

Era una monstruosidad.

— Yahoo tiene todas las respuestas también.

La mocosa parecía estar disfrutando de la situación, la muy jodida estaba observándonos como si fuésemos sus estúpidos títeres: colocados perfectamente con la intención de entretenerla.

Mis chicos se mantuvieron en silencio esperando mis órdenes.

— No estoy para malditas bromas— dije con dureza.

Sonrío de forma petulante, probando que tenía todas las respuestas asi como también que no soltaría prenda. Era consciente de que lo sabía todo sobre Víctor, ella lo sabía y no hablaría.

Nuestra idea al llegar al almacén, no era encontrarla a ella y mucho menos llevarla a mi club y tratarla como a una jodida invitada cuando debería tener una bala en su cabeza. Sino encontrar la mercancía de Jiménez y volar la tapa de los sesos de todos los chicos que formaban parte de su Orden. Estábamos preparados para cogerlos, pero al parecer la información que nos ofreció Dwayne se había convertido en una mierda inválida solo por media hora de diferencia. Jodidamente estuve a media hora de matarlo.

Todo lo que tenía ahora es a niñata amarrada en una silla y que tenia el coño más apretado con el que me había cruzado en mi vida.

Ella no hablaría.

Negué la cabeza. Puta mierda, tan cerca y tan lejos. Encima se burlaba de nosotros, nos estaba viendo la cara de imbéciles. La mocosa estaba saboreando su victoria a costa de cada uno de los miembros que nos encontramos en el sótano.

— ¿Su descripción coincide con alguna mujer de la base de datos que tenemos sobre la Orden de Jimenez?—. Victor había ganado este nivel. No iba a negar que deshacerse de Hunter Cox, el expresidente del club, fue un movimiento inteligente. Por supuesto, yo no había sido lo suficientemente rápido para evitarlo.

Pero para atacar al rey tuvo que sacrificar a unas cuantas piezas de su ajedrez. Así que no era difícil imaginarse que llegando a este punto,  las vidas de dos de sus asesinos que se habían suicidado con cianuro para mantener su lealtad hacia él no eran más que una mierda insignificante de la larga lista de sacrificios que tenía y no temía utilizar a su favor.

— Cotejar las huellas es imposible, Prez— dijo Zach.

Lo sabía antes de que lo mencionara siquiera. No sé qué clase de animal era Víctor, pero la niña estaba jodida de pies a cabeza. No solo su cara había sido víctima de torturas sino que tenía las huellas completamente quemadas y estaba seguro que los de sus pies estaban en la misma jodida condición. Sin embargo ahí estaba ella enfrentándonos sin miedo a morir, todo con el objetivo de protegerlo.

Víctor tenía a una aliada leal a él y yo la doblegaré a cualquier coste, y la haré mía.

Me agaché a su altura y la observé muy de cerca, examinando y analizando cada detalle de su cara.

— Bienvenida a tu infierno, cariño— susurré clavando mis ojos en los suyos.

Yo también podía ser un hijo de puta.









PD: Antes de despedirme quiero aclarar que no comparto las ideologías machistas de mi personaje, y por mucho que me gustaría, no puedo cambiar la trama en ese aspecto debido que esa es la forma en la que se rigen las normas en los clubs de moteros. Lo positivo es que tenemos una protagonista que le gusta partir narices y ama desobedecer órdenes. Sin más dilaciones disfruten la lectura 🖤

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