Capítulo 38 ✔
Ella percibió la rigidez de su postura como un eco dentro de su capullo de pasión; un eco molesto que continuaba insistiendo en que le prestara atención. Decidió ignorarlo al principio, concentrándose en el calor que iba aumentando en sus venas cada vez que la bulbosa cabeza de su elfo se asomaba en su puerta y luego se retiraba, pero aquella sensación persistía, golpeando su capullo pasional hasta abrir una grieta en él. Forzada a prestarle su atención, su mente se aclaró lo suficiente como para darse cuenta de que era ella quien se movía desenfrenadamente y no su amante. El drow se hallaba luchando contra su inmenso deseo.
¿Por qué...?
Fue entonces que su cerebro pareció recobrar la habilidad de razonar y le recordó las estipulaciones que ella misma había establecido para ese 'juego'. «Debes saber que no habrá penetración y tampoco te lo mamaré». Oh. Había sido su culpa. Él tuvo la fortaleza para detenerse, incluso bajo el dominio de su Ello, cuando ella perdió el control.
-Déjame meterlo, Adara -dijo Itagar entre dientes mientras cerraba los ojos y sacudía la cabeza-. No te vas a arrepentir. Te lo daré duro y rápido contra esta pared hasta que te vengas gritando mi nombre.
¿Podría hacerlo? ¿Podría controlar su nuevo instinto de defensa lo suficiente como para dejarle tomarla contra la pared?
Un escalofrío le recorrió la espalda y la imagen de aquel drow de piel gris oscura penetró su mente una vez más.
Ella sacudió la cabeza en respuesta sin atreverse a mirarlo a los ojos.
Él hizo un sonido que pareció como un gruñido mezclado con un rugido de furia y la agarró de nuevo por sus nalgas a la vez que las manos invisibles la soltaban. Caminó de vuelta al mueble y la lanzó sin cuidado alguno, haciéndola rebotar sobre los cojines, para luego arrodillarse frente a sus piernas. Adara miró aquellos orbes cromados rodeados de rojo y se mordió el labio inferior mientras su cuerpo se estremecía; ya fuera por temor o lujuria, el motivo era una interrogante. Sin embargo, no lo detuvo cuando apartó sus rodillas de un tirón y se acomodó entre sus muslos, colocando el venoso pene sobre su mojada vagina.
La chica estaba consciente que si su elfo volvía a rozarse entre sus hinchados labios, no resistiría por más tiempo y explotaría en placer de inmediato. Al parecer el muy maldito escuchó sus pensamientos pues en esos momentos agarró su miembro justo al terminar del glande y comenzó a deslizarlo entre los labios mayores de ella. Adara respondió arqueando la espalda y apretando los cojines bajo sus manos hasta que la punta de sus dedos se tornaron blancos.
-Diávolo... por favor...
Una sonrisa maquiavélica le curvó las esquinas de la boca a su hombre, haciendo que se viera como un demonio salido del infierno con el expreso propósito de tentarla hasta la locura. Sin perder aquella sonrisa, el drow retiró su miembro lleno de los jugos de ella y, sosteniéndole la mirada, la penetró con dos dedos.
-Ah... ¡Sí! -exclamó Adara en un gemido que pareció hacer eco en la sala-. No te detengas. ¡Sigue! ¡Sigue, por favor!
¡Se sentía tan bien ser llenada, aunque fuera por dos miserables dedos, y tener algo que apretar entre sus paredes internas! Sus labios se entreabrieron para que el deseo volviera a llenar la habitación con su enfebrecida música y sus caderas comenzaron a moverse al instante que los dedos de su amante lo hicieron. Ella montó aquellas falanges con abandono, acelerando el paso conforme el fuego en su interior se lo dictaba. Dentro y fuera, dentro y fuera; el proceso se repitió como una cadenciosa danza hasta que su piel se cubrió de una fina capa de humedad y la presión en el interior de su vientre se tornó insoportable. Levantando la espalda del sofá en un arco perfecto, Adara lanzó un grito de placer mientras Itagar hundía los dedos hasta los nudillos en su cavidad.
Sintiendo las contracciones vaginales estrangular sus dedos, el drow no pudo soportar la oleada orgásmica que se coló a través de su conexión psíquica y su propio miembro explotó en deseo, cubriendo la piel de su sar'gek y parte del mueble con su semilla. Uups, creo que la próxima vez tendré que cerrar nuestro aramek'lam si quiero durar más que ella.
Retirándose del interior de su colmillo, se inclinó sobre ella para posar un breve, pero dulce beso sobre aquellos labios hinchados por la pasión y acariciar aquel rostro de seda. Su duendecilla le regaló una sonrisa que hizo brillar los ojos azules que permanecían medio ocultos bajo sus párpados. Estaba agotada; de eso no cabía duda pues él podía percibirlo como si proviniera de sus propios huesos. Era como si el "sexo" la hubiera liberado de todo el estrés que había acumulado durante los últimos tres meses.
-Te amo, Adara -dijo, y sus ojos habían vuelto a imitar la plata líquida cuando aquella frase abandonó sus labios.
-Yo también -respondió ella en medio de un bostezo-. Bienvenido de vuelta, mi hermoso ángel oscuro. ¿Qué te parece si nos tomamos una siesta antes de que sea hora de cenar?
Él no respondió, pero las esquinas de sus labios mostraron una leve curvatura antes que la tomara en sus brazos y se internara en el pasillo que conducía a la habitación de ella. Caminó así, desnudo, sin importarle quién los viera por las ventanas hasta depositarla en el centro de la espaciosa cama y darle otro beso, esta vez en la frente.
Estaba a punto de retirarse para dejarla descansar tranquila cuando ella lo detuvo sujetando la punta de sus dedos.
-No te vayas, Ita -murmuró ella mientras lo miraba con los párpados pesados por el sueño-. Quédate a dormir aquí a mi lado -continuó, palmeando las sábanas frente a ella.
El elfo asintió, regalándole una gran sonrisa que iluminó sus ojos plateados, e inmediatamente fue a las ventanas de vidrio, por donde los rayos del sol bañaban parte de la habitación en su luminosidad, y cerró las pesadas cortinas marrones. Luego, guiado por confusas instrucciones soñolientas, logró encender la caja metálica que Adara llamaba aire acondicionado al cuarto intento y, al fin, fue a acostarse al lado de su colmillo. Ella se giró hasta quedar frente a él, pero no contenta con eso, abandonó su almohada para acurrucarse a su lado, pegando la sien a su pecho y deslizando una pierna entre las de él. Con un suspiro de felicidad, la chica se dejó sumergir en los hechizos de Carcanak, el dios de los sueños, seguida del propio Itagar unos minutos después.
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N/A: ¡Al fin terminé esa condená escena sexual! ¿Pueden creer que el "jueguito" entre Itagar y Adara tomó 3363 palabras? En la versión para la venta tomará un capítulo completito. Uff, de verdad que estaba loca por terminarla porque va me cansaba.
Ahora les recomiendo reeler los últimos cuatro capítulos para que puedan apreciar mejor todo el fuego de la escena total 😅💖. Además habrán dos palabras más añadidas en el glosario al principio de esta historia. Bye! 😘
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