Capítulo 12 ✔
La voz masculina que surgió de la oscuridad envió un escalofrío por su espalda. Su dueño era incluso más intimidante que Itagar. ¡Dios! ¿Acaso todos los drows encarnaban la maldad pura?
Sin embargo, sus palabras fueron lo que más la asustaron. Su amado debía estar en algún lugar golpeado y herido, necesitándola.
—Por favor, se fuerte, mi amor —susurró la chica mientras sus ojos se anegaban con lágrimas otra vez.
Una cruel risa entre dientes se escuchó en la oscuridad antes que la totalidad de la celda fuera iluminada por tres esferas flotantes de luz amarilla. Adara cerró los ojos y giró la cabeza hacia la izquierda en un intento por proteger su vista de la repentina luminosidad.
—No puedo creer que Itagar se haya unido a algo tan patético como tú, pero sus gustos siempre fueron algo pésimos. Era de esperarse.
Ella apretó los dientes, ignorando los insultos lo mejor que pudo, obligándose a sí misma a permanecer callada. Dentro de sí la historia era otra; su sangre bullía, calentando su cuerpo y abanicando su deseo de rodear el cuello de ese imbécil con sus manos hasta ver como sus ojos rodaban dentro de sus cuencas. Simplemente porque ella fuera diferente no le daba el derecho de pisotearla de esa manera.
Fue abriendo los ojos con lentitud para darle oportunidad a que se adaptaran al cambio y, cuando su vista retornó a la perfección, verificó cada centímetro de la celda en busca de otro elfo además del que se hallaba adelante. Sin embargo, estaba sola, no más prisioneros ni torturadores sádicos, nadie más excepto su interlocutor y ella; eso la hizo suspirar con alivio y devolvió la claridad a su mente.
Muy bien, paso número era saber dónde estaba Itagar. Luego vería qué hacer con sus demás problemas.
—¿Dónde está él? ¿Qué le han hecho?
Aquel elfo de piel morada y largo cabello rubio la miró, levantando un ceja ante sus descaradas demandas, pero luego sonrió. Un chorro de agua fría pareció caerle por la espalda a Adara al verlo avanzar con aquella sonrisa en sus labios. Era como ver a un monstruo intentando ser amable, dando por resultado algo le erizaría los vellos del cuerpo hasta al más temerario.
El drow se detuvo frente a la humana y sus ojos se posaron en el tatuaje en su hombro. Su labio superior se levantó de una esquina, mostrando un poco sus dientes para luego suspirar hondo y sacudir su cabeza en desaprobación. Esa joven mortal de cabellos azules era una vergüenza para su sociedad, pero eso no quitaba el hecho que había sido escogida para ser el segundo colmillo de uno de los suyos. Condenado o no, Itagar merecía que se tratara a su alma gemela como dictaban las costumbres; por lo que él velaría por su seguridad mientras la Gran Sacerdotisa se presentaba.
Eso significaba, a su vez, que debería protegerla de su compañero pues Sheif estaba empeñado en violarla. Esto no va terminar nada bien.
—Tu sar'gek está siendo castigado por la Gran Sacerdotisa en persona —Reiner ladeó su cabeza mientras observaba a la mujer retroceder hasta casi fundirse con la pared que sostenía sus cadenas. Olió su miedo y la boca se le hizo agua—. No creo que vuelvas a verlo otra vez.
—¡Mientes! —El grito hizo eco en el calabozo haciendo que el elfo siseara de dolor.
—Me da lo mismo lo que creas solo respondía a tus preguntas —dijo en un gruñido antes de retirarse, dejándola encerrada tras viejos barrotes que zumbaban con electricidad.
Las piernas de Adara le temblaron y luego se doblaron bajo su peso, deslizándola hasta el húmedo suelo de la celda. Miró a su alrededor mientras sus brazos eran sostenidos sobre su cabeza por las cadenas y más lágrimas surcaron su rostro iluminado por las esferas.
¿Qué sucedería con ella si esos bastardos lograban asesinar a su drow?
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La chica estaba luchando con el agotamiento y las malditas luces que no le permitían dormir cuando oyó el lejano sonido de pasos. De seguro era aquel bastardo elfo morado otra vez así que no le prestó atención al suave taconeo de botas sobre el suelo de roca. Para cuando sintió las manos aferrar su cabello y sus párpados se abrieron de golpe, ya era demasiado tarde pues su voz no salía de su garganta.
Un drow de coloración parecida a la de Itagar, pero con intensos ojos rojos se hallaba delante de ella desatando los cordones de cuero que actuaban a modo de cremallera en su pantalón. Adara intentó alejarse de aquel miembro erecto que el bastardo liberó de sus pantalones mas su cuerpo no respondió, se negó rotundamente a obedecer alguno de los comandos que su cerebro enviaba. Lágrimas volvieron a mojar su rostro al darse cuenta que estaba paralizada y a punto de ser violada.
Dios santo que estas en el cielo, ayúdame.
—Abre la boca —ordenó el maldito con voz ronca.
Lo peor de todo fue que su cuerpo obedeció, recibiéndolo como si fuera un viejo amante. Desesperada, intentó por segunda vez retomar el control, morderlo o por lo menos sacarlo de su boca sin embargo, no importaba lo que hiciera continuaba bajo la influencia de un poder del cual ella no poseía las herramientas para defenderse. Su alma se partió en pedazos, asqueada de sí misma, pero su boca, brazos y piernas no parecían recibir el mensaje, continuaban siguiendo los comandos de un ser que no era ella sin sentir otra cosa que no fuera lo impuesto por su agresor.
Dios mío ayúdame.
Luego de un rato, el drow se retiró tan solo para pegarla contra la pared y obligarla a que le rodeara la cintura con las piernas. Él le ordenó que gritara mientras mancillaba su interior; sus cuerdas vocales fueron prontas en acatar la exigencia.
Sintiéndose sucia por dentro y por fuera, la joven se apartó del evento, escondiéndose en una oscura esquina de su mente mientras el bastardo continuaba haciendo barbaridades con ella. Allí se quedó hecha una bola en su propio interior, sollozando y rogando porque todo terminara pronto.
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N/A: Arriba encontrarán las fotos de ambos carceleros (por ahora ignoren la chica tras Reiner, por favor). ¿Qué piensan de ambos?
El destino de Adara ya fue sellado, pero ¿qué pasará con Itagar?
El capítulo 13 estará listo para el sábado a más tardar (si no me cambian los planes a última hora).
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