3: Mi sueño es no trabajar, nada más
Mientras Nagi seguía pensando en el parecido de la nariz de Ba-Ya con el de una bruja, Reo le ofreció a Nagi un champán sin alcohol. Él, tranquilamente, tomó la pequeña copa de uno de los portavasos de la limusina, que parecía más una mesa al estar entre los dos, sentados frente a frente.
—Nagi, tu vives solo, ¿cierto? —preguntó Reo.
—Sí.
—Y no eres de Tokyo, ¿verdad? —indagó.
—No, soy de Kanagawa —dijo—. Vine a está escuela preparatoria para trabajar en una buena empresa —comentó, viendo las burbujas del champán con atención—, y poder tener una vida fácil en el futuro.
Reo analizó un poco sus palabras y aun no sabía hasta que punto Nagi podría tomárselas en serio. A su punto de vista, Nagi parecía ser un chico sencillo que no parece tener vergüenza o inseguridad de lo que dice, sin embargo, ¿Hasta que punto él podría tomarse en serio esas palabras?
De pronto, se le vino una idea muy tonta, pero tal vez le ayude a medir el límite de Nagi con su sueño. Y, sin más, prosiguió:
—¿Solo eso deseas?
Nagi asintió tranquilo.
—¿Ni siquiera una novia? —inquirió Reo.
Nagi, sin pensarlo, negó con la cabeza.
—No. Solo quiero vivir sin trabajar.
Reo escrutó a Nagi y se convenció con lo que dijo.
—Entiendo —dijo, sonriendo.
—¿Te parece raro?
—En lo absoluto. Solo me ganó la curiosidad.
Nagi lo miró confundido.
—Ya había escuchado que no querías trabajar —dijo Reo—. Así que... básicamente estás obligado a vivir solo, ¿verdad?
—Sí. Mi sueño es retirarme a temprana edad y tener una vida fácil y cómoda.
—Bueno, si tuvieras un buen trabajo —comenzó a decir, con la copa entre los dedos— e invirtieras bien en lo que ganas, podrías jubilarte a los cuarenta y cinco años.
Con esa idea planteada, Reo decidió proseguir con más información, esperando llamar la atención de Nagi.
—Pero los futbolistas ganan millones al año —agregó, sonriendo insinuante.
Nagi lo miró algo sorprendido.
—Vaya... ¿En serio? —preguntó Nagi.
Reo asintió, tomando de su copa con una sonrisa de oreja a oreja.
—El fútbol es un sueño.
—Pero eso refleja el esfuerzo que hay que ponerle, ¿No es así? —dijo Nagi, llevándose la copa a los labios—. Trabajar con las personas, los partidos y fuera del juego...
Nagi hizo una pausa y bebió del champán.
<<Oh...Esto es muy burbujeante...>>, pensó Nagi.
—Además, yo no conozco las reglas del fútbol en primer lugar.
—Tú tranquilo. Todo saldrá bien, solo haz lo que te diga —dijo Reo, apoyando su mano sobre el portavasos para inclinarse a él—. Tú y yo ganaremos el mundial —replicó, y brindó su copa con la de Nagi—. Ese es mi sueño.
—Pues tu sueño será para mucho trabajo.
Reo paró de beber champán y le sonrió.
—Encantado de conocerte, de nuevo, Nagi. Solo llámame Jefe.
Al cabo de un rato, llegaron a la escuela, y, mientras Reo le agradecía a Ba-Ya por haberlos llevado, Nagi no pudo evitar repetirse que Ba-Ya tenía la nariz una bruja.
Ba-Ya se marchó en la limusina y, ni bien los dos entraron, Reo notó que había varias chicas esperándolo delante de las escaleras de entrada de la escuela, que conectaba con un camino de piedra que llevaba a las rejas negras. Varias chicas se sintieron felices de poder haber visto a Reo en la mañana.
Reo saludó con una sonrisa y, cuando estaba por seguir su camino con Nagi, una chica se le acercó, con las mejillas ruborizadas y la cabeza un poco encogida entre sus hombros por la timidez.
—Buenos días, Reo —dijo la chica.
—Buenos días —respondió él con una sonrisa.
—El otro día disfrute mucho estudiar contigo. Si estás libre hoy... podemos hacerlo de nuevo —dijo, con nervios en su voz—. Pero..., los dos solos está vez.
Nagi, simplemente, deseaba seguir su camino, pero como Reo colgaba su brazo de su cuello, no pudo hacer otra cosa que esperar.
—Oh, lo siento, no creo poder hacer eso más. Es que los dos vamos a estar muy ocupados jugando al fútbol —dijo, incluyendo a Nagi en el asunto.
Nagi, por otro lado, se extraño, pero permaneció callado por no darle mucha importancia. La chica quedó estupefacta y algo desanimada por haber sido rechazada, pero aun así, Reo continuó con una sonrisa:
—Viajaremos por todo el mundo —dijo con seguridad—. Pero necesitaremos un manager. Así que... Nos vemos.
La chica siguió confundida mientras Reo se iba alejando con Nagi, sin saber que, las amigas de la chica, murmuraban discretamente sobre Nagi y por qué estaba con Reo, ya que no sabían quién, de que clase o año era. Sin embargo, pese a su apariencia un poco descuidada y su cara de cansado, no podía negar de que Nagi era un chico bastante atractivo, además de que llamaba mucho la atención con lo alto que era.
—Primero tendremos que entrenar si queremos ganar las nacionales, Nagi —dijo Reo.
—¿Y por qué quieres jugar al fútbol? —preguntó Nagi.
—Pensé que ya te lo había dicho la historia detrás de mi sueño.
En ese momento, Nagi se arrepintió de haber abierto la boca.
<<Creo que pregunté algo que no debí...>>, pensó, apretando los labios.
—Mi familia es propietaria de la empresa Mikage —comenzó a contar Reo.
—Sabía que eras rico, pero ahora creo que eres verdaderamente millonario —comentó Nagi, ya que hasta él conocía a la corporación Mikage por el renombre que tenía.
—Sí —afirmó—. Pero mis padre quieren que sea su sucesor algún día, y me dieron todo para tener una educación de élite.
Nagi, por un momento, sintió una envidia pasiva, ya que él desearía también tener una vida sencilla. Prácticamente, su vida ya estaba hecha desde el principio, y no tenía que preocuparse por el trabajo o por el dinero.
—Qué envidía, eso es genial. Tienes una vida sencilla ganada.
—Sí, pero es por eso que lo odio.
Nagi lo miró extrañado.
—Yo no quiero una vida cómoda regalada, quiero formar mi propio camino con mis propias manos —dijo, y, entonces, a su mente vino a un grupo de futbolistas celebran con la copa del mundial en las manos, a través de su computador. La ilusión lo llenó de emoción—. Es entonces cuando me encontré con el mundial de fútbol. Es el primer sueño que tengo, y que podría aprobar mi existencia. Siempre he conseguido lo que yo quiero, pero la copa del mundial no es algo que se pueda tener con solo pedirlo. Es algo único. Es por eso que estoy buscando a gente que piense igual que yo y me ayude a cumplir mi sueño.
Reo siguió hablando con emoción, sin darse cuenta de que Nagi había aprovechado que estaba distraído para irse lo más rápido posible, luego de haber cambiado de zapatos por los que tenía en los casilleros de la entrada.
<<Es mi oportunidad...>>, pensó Nagi, yéndose en silencio.
A pesar de que intentó irse, Reo logró darse cuenta de que Nagi huía y, a pesar de que lo llamó para evitar que se fuera, este no le hizo caso. Nagi no dejó de correr mientras se despedía con un ademán sin voltear a verlo.
Desde ese entonces, Reo a estado intentando ver la forma de persuadir a Nagi para que juegue fútbol. Sin embargo, a Nagi eso no le importaba en lo absoluto. Le parecía algo molesto la idea de esforzarse por obtener un sueño así, ya que simplemente no podía comprender la chispa de Reo con ese deseo. No lo juzgaba, pero tampoco lo entendía o lo compartía.
Solo el hecho de que otra persona lo quería convencer de nuevo para practicar algún deporte se le hacía algo fastidioso. Ya había rechazado anteriormente entrar a otros equipos de su escuela desde que se integró el año anterior a la preparatoria Hakuho, así que solo era cuestión de tiempo para que Reo se rindiera con él.
Mientras iba a su salón, Nagi no pudo evitar tratar de comprender el deseo de Reo.
<<Solo es un deporte donde se mete más goles que el rival...>>, se dijo así mismo. <<De eso se trata y nada más, ¿Por qué esforzarse tanto solo para conseguir algo como eso?>>
La conversación anterior que tuvo con Reo se asomó en la laguna de su mente.
<<Para muchos tener una novia también es un deseo...>>, meditó Nagi. <<Pero la dedicación que hay que ponerle a una relación también es molesta y agotadora...>>, <<¿Qué es lo bonito de tener una relación con alguien? El amor suena como algo muy problemático... Y más si llegan a ser como algunos doramas.>>
Nagi estaba a poco de llegar a su salón de clases.
<<¿Qué tipo de sensación podría darte meter un gol o...?>>, pensaba, pero entonces se sorprendió al recordar algo. Una cosa que verdaderamente había olvidado y que removió su pecho por la inquietud de haber revivido ese momento como si hubiese pasado ayer.
La cercanía, sentir la calidez del aliento contrario cerca de su mejilla y ver el brillo de la impresión que causaban unos lagrimales en unos enormes ojos azules, puso nervioso a Nagi.
<<Creí... haberlo olvidado.>>, pensó Nagi, algo sorprendido, con sus dedos rozando la manija de la puerta corredera de su salón. Inevitablemente, meditó las cosas y soltó un suspiro tranquilo, recobrando la compostura.
—Yo no hice nada... —musitó para sí mismo, serio, y entró a su clase.
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