17: El rey y el esclavo
—¿Tú? —inquirió Barou—. Oh por el amor de dios. Vaya cojos pacíficos. Lo mejor del mundo es estar solo, vayan a casa a jugar sus juegos aburridos de amistad, dúo de esclavos.
—A nadie le importa lo que tú digas —dijo Nagi—. No hay forma de que quiera jugar a tu estilo de fútbol. Nunca.
Barou se mostró sorprendido.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Tu argumento no tiene sentido y empujas a Reo —contestó Nagi, mirando fijamente a Barou.
—Si quieres que te haga lo mismo que a tu compañero solo dilo —gruñó Barou.
—Repítelo —desafió Nagi, serio, acercándose a Barou.
Reo lo interceptó, deteniéndolo a medio camino.
—Ya basta, Nagi —dijo Reo, sonriéndole de oreja a oreja para tranquilizarlo—. Vamos a ganar esto de todas formas.
Nagi se mantuvo en silencio por un momento, meditando las cosas, y lurgo, mirando fijamente a Barou, se dirigió a Reo.
—Sí, jefe —respondió Nagi.
Todos se posicionaron y se reinició el juego, siendo Nagi el que empieza pasándole el balón a Reo.
<<Eso es, Nagi.>>, pensó Reo, recibiendo el balón y comenzando a regatear entre dos defensas del equipo X. <<Todo lo que necesitas es mirarme.>>
—¡Nagi, has otros dos goles!, ¿¡Acaso no quieres ganar otra cama!? —dijo Reo, y dió un pase largo hacia Nagi.
Nagi justamente se encontraba en el área del equipo X, y, al ver el balón lo recibió de un toque antes de que cayera al suelo.
—Lo sé, Reo —Respondió Nagi—. Solo estaba distrayéndome un poco.
Y Nagi chutó hacia la escuadra izquierda de la portería del equipo X, dándole otro punto al equipo V. El marcador ahora estaba cuatro a cero. Barou gruñó por lo bajo ante aquello, y caminó pasando junto a Nagi.
—Que aburrido —escupió Barou—. Eso es suficiente para ti, ¿verdad?
Nagi se mostró confundido.
—¿Mh?, ¿Qué quieres decir? —preguntó Nagi, mirando a Barou—. Un gol es un gol, ¿verdad? No importa si es aburrido.
—Esa es la mentalidad de un plebeyo, basura —respondió Barou.
Y el juego se reinicio, y Barou y Nagi comenzaron a correr.
—¿Qué?, ¿Eso qué significa? —le preguntó Nagi.
—Me refiero a todos tus goles —respondió Barou, mostrándose irritado—. Solo eres un esclavo controlado por ese pelimorado para anotar un gol. No puedes hacer nada por tu cuenta.
Nagi simplemente se quedó tranquilo escuchándolo, viéndolo sin dejar de correr.
—Escucha, esclavo —dijo Barou, interponiéndose entre Nagi y un compañero de su mismo equipo. El balón había sido pasado por un jugador del equipo X y Barou golpeó el balón con la cabeza con fuerza—. El delantero número uno del mundo está solo hasta su muerte. Antes que someterme a alguien preferiría morir.
Y así, Barou metió el segundo gol para el equipo X. El marcador ahora daba cuatro a dos. Ante el gol de Barou, los demás miembros del equipo comenzaron a verse más alterados, pero algo esperanzados. Entre ellos inició una disputa de si deberían volver a pasarle el balón a Barou, pero otros estaban en contra porque no querían que todos los defensas del equipo V fueran a él para quitarles el balón, pues si les metían un gol más estarían acabados. Lo importante era ganar, pero todos se sentía en la espada contra la pared, y Nagi pudo ver como discutían desesperados mientras se limpiaba el sudor del mentón con el dorso de la mano.
—No te preocupes, el equipo X está derrotado —dijo Reo, viendo a Nagi y tomando el balón para pasárselo a Nagi—. No importa que tan hábil sea una persona, el hostigamiento de poder terminará colapsándolos. Toma. —De una patada, Reo le pasó el balón a Nagi—. Solo un gol más. Terminemos con este partido.
Antes de que el balón tocara el suelo, Nagi lo recibió con el empeine y, para la sorpresa de Reo, Nagi salió corriendo con el balón.
—¿Nagi? —inquirió confundido.
<<¿Qué sucede? De repente... Es extraño que se mueva por su cuenta.>>,pensó Reo y vio como Nagi iba por la parte más angosta del campo, esprintando y esquivando a cuatro jugadores del equipo X en zig zag. <<¿Qué está haciendo?, ¿Por qué elige esa zona del campo?>>, se preguntó, hasta que vio lo que Nagi quería hacer. Él se estaba dirigiendo hacia Barou con toda la intención, para la sorpresa del rey.
—Nagi...
—¿Qué quieres, cabrón? —preguntó Barou, extrañado.
—Aquí viene el esclavo —contestó Nagi.
Fue entonces que Reo entendió todo y sonrió divertido.
—¡Ja!, ¡Entendido, compañero! —dijo Reo y pateó el balón hacia Nagi, haciendo que el balón roce las piernas de tres defensas del equipo X—. ¡Enséñales el poder de un genio con un disparo a máxima velocidad, es hora de lucirse!
El balón se aproxima hacia la espalda de Nagi y Reo se sorprendió al ver que no se daba la vuelta para recibirlo, solo se concentraba en ir corriendo hacia Barou.
—¡Oye, Nagi, detrás de ti! —alertó Reo.
Pero Nagi ya lo sabía. El balón rebotó en el césped y Nagi, aún de espaldas y sin mirar, dio un pequeño brinco, deteniendo el balón con el tacón izquierdo, como si supiera donde iba a pasar Reo antes de que el pase fuera dado, en el mismo lugar donde Barou ya se había preparado para patear.
—Sí —contestó Nagi.
Barou quedó sin palabras.
<<Este bastardo... ¡a controlado el balón justo debajo de mí solo para presumir!>>, pensó Barou, mirando fijamente a Nagi, quien, pese a su semblante tranquilo, le sostenía fijamente la mirada, como si quisiera hacerlo sentirse humillado. En esos ojos cansados, se asomaba una llama de egocentrismo, como si también tuviera un monstruo sin desatar. Nagi dijo:
— ¿Te sigue pareciendo aburrido?
—Te mataré... —gruñó Barou, y, antes de que Nagi tocará el balón hacia la derecha para deshacerse de él, lo agarró del lado izquierdo para que no pudiera continuar.
—¿¡Qué demonios!?, ¡Eso es una falta, maldito! —gritó Reo.
No obstante, Nagi no se dejó sostener y se apoyó en Barou, extrañando al contrario.
—Vaya... Al ser derrotado por un esclavo significa... —dijo Nagi y chutó hacia la escuadra de la portería, dando un pequeño salto para tomar impulso—. Que ya no eres el rey.
Y así, pese a ser falta de Barou, Nagi metió un gran gol, haciendo que el balón empujará la red del arco hasta al fondo. Mientras Nagi y Barou caían estrepitosamente al suelo, el marcador mostró un cinco a dos en su pantalla, dictando la victoria para el equipo V, pues el temporizador ya había marcado los cuarenta y cinco minutos.
—Termina el octavo juego del edificio cinco —dijo el altavoz—. Marcador cinco a dos. Victoria del equipo V.
Y todos fueron corriendo hacia Nagi, quien se sentó en el césped mientras se sobaba la nuca por el golpe. Reo y Zantetsu fueron los primeros en felicitarlo.
—¡Nagi, Nagi!, ¡No era un objetivo difícil para un holgazán que ve todo como un fastidio! —dijo Reo, sonriendo, mientras despeinaba a Nagi al frotar su cabeza—. ¡Y solo para defenderme!
—Eh... Eso no ha sido nada —contestó Nagi.
—¿¡De qué estas hablando!? —inquirió Zantetsu, abrazando a Nagi—. ¡Ese fue el mejor gol, cogiste a Barou completamente desprevenido y nos has dado la victoria!
—Idiota, Zantetsu, fue una victoria aplastante del equipo V —dijo Reo, sin darse cuenta de que Barou los estaba mirando fijamente, parado entre sus compañeros rendidos en el suelo por cansancio y por sentirse perdidos al ver sus sueños rotos y destruidos en sus caras.
—¿Un tipo "perezoso" dice? —dijo Barou, sintiendo frustración. ¿En serio alguien como él le había ganado?—. No esperaba que fuera un "egoísta"... —musitó, y dio media vuelta para alejarse—. La próxima vez que nos encontremos te haré mi esclavo, Seishiro Nagi.
La gran victoria había sido para el equipo V, y ahora se encontraban en la cafetería para comer algo y celebrar. Sin embargo, Nagi se encontraba muy cansado con el mentón apoyado en la mesa, encorvado.
—Oye, Nagi, fuiste tú quién pidió estos filetes, y usé mis puntos para traerte muchos, al menos come uno.
—Usaste mis puntos también —agregó Zantetsu con los brazos cruzados.
—Muy cansado... —masculló Nagi—. Muy cansado... Comer es un fastidio...
—Vamos, Nagi, está deliciosa —alentó Reo—. Come solo un plato.
—Bueno, entonces buen provecho —dijo Zantetsu, y comenzó a comer los filetes que Nagi rechazó—. No queda opción.
—No te lo acabes todo, ¿Entendido? —dijo Reo.
—No queda otra opción —reiteró Zantetsu, comiendo a gusto.
—¿Lo entendiste? —insistió Reo—. Es para, Nagi.
Y los dos empezaron una discusión sobre los filetes, mientras que, por otro lado, Nagi se puso a pensar, extrañado.
—Que fastidio... —musitó Nagi.
<<Yo..., ¿Por qué me esforcé tanto contra Barou?, ¿Fue por qué estaba molesto?>>, se comenzó a preguntar Nagi, cerrando los ojos mientras tomaba un tenedor y tomaba un poco de carne de uno de los platos. <<En realidad..., ¿Por qué me enojé?, ¿Acaso será eso que llaman "ego"?>>, se preguntó Nagi. <<Ego... Ego...>>, se repitió Nagi, y fue entonces que unas risitas tímidas penetraron su mente, lo que le hizo recordar nuevamente a ese niño que conoció hace mucho y que ahora se lo había vuelto a topar en Blue Lock.
<<No eres de los que les gusta esforzarse mucho, ¿verdad?>>, recordó Nagi las palabras del niño, quién lo miraba con una cara resignada. <<¿En serio lo ves como algo tan fácil?>>
<<Ahora veo que no tanto...>>, se dijo Nagi en sus adentros.
<<Pues demuéstramelo.>>
Y fue por esa provocación que ambos acabaron en el suelo, y, por accidente, sus labios tuvieron un choque bastante torpe y brusco, sintiendo como sus dientes golpeaban el interior de sus labios por la rudeza de la caída de Nagi. Luego de eso, el chico de ojos azules se puso a llorar, a pesar de que se había disculpado con él por el accidente, aunque no haya sido su culpa.
Nagi soltó un suspiró de cansancio y algo de fastidio. <<Que fastidio... Hace mucho que no pensaba en eso. Me había distraído tanto jugando videojuegos y fútbol con Reo, y ahora...>>. Entonces, fue que recordó a aquel chico, quién había venido acompañado por ese jugador que Reo le había mencionado antes. <<Ahora que lo pienso..., ¿Qué habrá sido de él?, ¿Habrá sido eliminado de Blue Lock?>>
<<Yo... quiero ser el mejor delantero del mundo...>>, recordó Nagi lo que le dijo el niño.
Se veía tan tímido confesando aquel deseo tan infantil, que, en ese momento, no pudo evitar pensar que era un chico bastante inocente, soñador y algo entusiasta, lo cual no podía entender en aquel momento. Sería triste para él si perdía, o eso suponía. En esos días que llevaba en Blue Lock, había podido ver que ser el mejor delantero del mundo era demasiado importante para todos los que estaban ahí. Sin embargo, aún no entendía los motivos.
¿Por qué lo hacían?, ¿Por reconocimiento?, ¿Fama?, ¿Fortuna?, ¿Diversión?, ¿Por vida o muerte?, ¿Por pasión? ¿Por un sueño? No sabía la respuesta, y entonces se planteó una idea hipotética en base a lo que Reo le sugirió hace mucho.
<<Bueno, si tuvieras un buen trabajo e invirtieras bien en lo que ganas, podrías jubilarte a los cuarenta y cinco años. Pero los futbolistas ganan millones al año.>>
Siquiera... ¿Vivir del fútbol para vivir una vida un poco más perezosa... también contaría como una meta importante, al igual que la de los demás? La verdad, poco le importaba, pero todas esas preguntas que llenaban su cabeza no lo dejaban indiferente. Blue Lock, sin duda, era como un grano en el trasero y pensar también. Lo que sea que le haya pasado a ese chico, en esos momentos, ya no le importaba, y ahora, solo tenía que dejar pasar lo que tenga que pasar.
Decidido a olvidar, volvió a cerrar los ojos.
<<Está bien. Da igual, pensar es un fastidio...>>
—¡Oigan, equipo V! —dijo alguien que se iba acercando.
Reo y Zantetsu alzaron la mirada de sus platos extrañados. Un chico alto con los ojos cerrados y el cabello negro a la altura de su pálido mentón les estaba sonriendo de oreja a oreja. Nagi alzó la mirada sutilmente y notó que aquel chico tenía puesta la camiseta azul del equipo Z.
—Seré su oponente en el próximo partido, soy Wataru Kuon del equipo Z —dijo el chico—. ¿Les gustaría hacer un trato?
—¿Ah?, ¿Trato? —inquirió Zantetsu, con la boca llena.
—¿Qué quieres? —preguntó Reo, mostrándose desinteresado. Sin embargo, aún así, se sentó junto a lado de Nagi para escucharlo, mientras Zantetsu se sentaba en el otro lado, dejando a Nagi en el medio.
—Es una muy buena propuesta para ustedes —dijo Kuon, apoyando la mano sobre la mesa.
—¿Ganar-ganar? —preguntó Zantetsu.
—Sí, ganar-ganar.
—En pocas palabras, les daré información del equipo Z. Lo único que tienen que hacer es que no marquen ningún gol, de esa manera me aseguraré de pasar de fase.
Y siguió hablando, pero Nagi desde el inicio de la conversación no le había hecho tanto caso, pues seguía encorvado sobre la mesa con el mentón ligeramente levantado para verlo.
<<¿Por qué esta persona está tan desesperada?>>, se preguntó Nagi. <<¿Cómo ha sobrevivido tanto alguien como él en Blue Lock?, ¿Tan importante es para él para actuar así?>>, pensaba, pero mientras más lo escuchaba hablar con esa sonrisa falsa menos le prestaba atención.
—Entonces, ¿Tenemos un trato? —preguntó Kuon, finalizando su propuesta.
—Me niego —respondió Zantetsu sin ver que vaya a darse a torcer, con los brazos cruzados y la mirada fija en Kuon.
—Que fastidio —dijo Nagi.
—Aburrido —contestó Reo, sacándole la lengua.
Kuon, ante la respuesta, se mostró sorprendido.
—Reo, está plática es un fastidio —dijo Nagi, mirando el trozo de carne que tomó con su tenedor—. incluso masticar es un fastidio —agregó, apoyando su cara en la mesa—. Vámonos, llévame de caballito —pidió Nagi, con un gesto cansado.
Reo con los ojos en blanco cargó a Nagi en su espalda.
—Nagi, te traje porque dijiste que querías comer —dijo Reo.
—Perdón, es que se volvió un fastidio.
—Este..., ¿No es un desperdicio dejar este bistec? —preguntó Zantetsu, mirando el plato de Nagi—. Pero... son las sobras, ¿no? —agregó al pensar—. ¿Si lo como pareceré un mendigo? Que decisión...
—¡Esperen, sigamos hablando! —insistió Kuon, viendo como Reo se iba yendo con Nagi en la espalda.
Reo lo ignoró, pero Nagi giró la cabeza extrañado al oírlo.
—Oye Reo, ¿Por qué esa persona está tan desesperada? —preguntó Nagi.
—Solo quiere ganar —respondió Reo, a secas.
Nagi meditó un poco su respuesta, y Zantetsu finalmente se decidió por comer el bistec.
—No poder ganar aunque hagas tu mayor esfuerzo... —dijo Nagi al aire—. Ser débil suena fastidioso...
Kuon quedo en blanco.
—Yo lo dejaría —finalizó, cerrando los ojos sobre el hombro de Reo mientras este continuó caminando—. Oye, Reo. Seguir jugando fútbol aunque pierdas, ¿es interesante?
Al oírlo, Reo se extrañó un poco, y estaba por contestarle, hasta que escuchó una voz que los interrumpió, de alguien que se acercaba junto a otros chicos.
—¡Espera! —gritó un chico.
Reo volteó a ver al susodicho.
—¿Mh?, ¿Y tú quién eres? —preguntó Reo.
Nagi volteó para ver al nuevo presente y, ahí mismo, sus ojos grises azulados se abrieron sutilmente al cruzar su mirada con la misma que lo doblega a la incomodidad y al fastidio. Eran dos grandes ojos azules marinos que lo miraban con determinación y molestia. Ahora que lo veía un poco más de cerca, Nagi no pudo evitar hacerle comparaciones con el niño que una vez vio en un parque. Aquel chico, que antes había salido corriendo hacia la puerta de Blue Lock al inicio de todo, ahora le señalaba con el dedo sin vacilar.
<<Así que no fue eliminado...>>, pensó Nagi, sintiendo un extraño sentimiento de curiosidad. Ese niño, que hace tiempo le había dicho sus sueños anhelados, seguía en pie en la prisión azul. Después de tanto tiempo, se volvían a encontrar; un chico con un talento innato sin despertar y un chico llorón que aún no demostraba todo su potencial reprimido.
—¡No subestimes el fútbol! —gritó el chico.
Nagi no mostró expresión alguna, solo se le quedó viendo, escrutando al chico.
En el mundo hay una criatura que por sí misma nunca podrá llegar a ser un genio, pero cuando alguien la descubra por primera vez el talento oculto comienza a tomar forma.
Zantetsu siguió comiendo, mirando la escena confundido, y Kuon, por otro lado, se quedó callado.
—He dicho, ¿Quién eres? —repitió Reo.
—Soy Isagi Yoichi, del equipo Z —respondió el chico, frunciendo el ceño, mientras es rodeado por el resto de sus compañeros de equipo—. Y soy la persona que va a aplastarlos.
Está es la historia del "genio" Seishiro Nagi, y su vida futbolística avanzará a su siguiente etapa de a partir de ahora. Aquel chico llorón y tan observador, haría eso posible.
Nagi se le quedó viendo por un rato con curiosidad.
<<Con que Isagi Yoichi...>>, pensó Nagi. <<Quien diría que han pasado tantos años... y recién sé tú nombre.>>
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