Capítulo 3
"¡Oh, querido!
¿Porqué tenía que aparecer?
¿Porqué tuviste que encontrarte conmigo, con tu mayor Karma?"
El día había sido demasiado largo para su gusto, tanto así que Jimin rogaba por que ese día acabase lo más rápido posible, el proyecto de construcción al orilla de la playa avanzaba con mucha rapidez y con ello las responsabilidades y más papeleo que tenía que revisar, llenar, corregir y discutir con su jefe. Sin mencionar un nuevo proyecto que ameritaba salir de la ciudad, se trataba de la construcción de uno de los hoteles de una de las cadenas hoteleras más grande de Corea.
Jimin ya no daba para más.
Entró a su apartamento cerrando tras de sí, aventando luego su bolso al sillón con ganas de desaparecer. Desvistiéndose se dirigió a la cocina y se lavó los dientes, esa noche no cenaría, estaba tan agotado que no quería cocinar, solamente quería dormír. Empezó a lavar algunos platos que quedaron del desayuno. Estaba tan concentrado y cansado a la vez, que se sorprendió al escuchar el sonido de la puerta de entrada, se apresuró a llegar a ella, encontrándose con esta cerrada.
«Quizas es la puerta del vecino» Pensó, tratando de calmar sus nervios.
Echó llave a la puerta asegurándola y auto regañándose por no hacerlo desde que entró. Recogió sus prendas y se dirigió al cuarto de lavado en donde las lanzó dentro de la lavadora quedando solamente en ropa interior y un camisolín blanco, suspiró sintiendo el estrés de su cuerpo a tope sabiendo que necesitaba urgentemente descansar, pero su mente no quería, su mente se negaba a querer un descanso y su cuerpo quería otra cosa.
Caminó descalzo a su habitación en donde se dió una ducha bastante rápida para intentar relajarse un poco y salió para meterse a la cama por el frío. Cerró sus ojos dispuesto a dormirse cuando su mente empezó a sabotear su sueño. Imágenes se venían a su cabeza del encuentro con Min Yoongi, automáticamente su miembro empezó a reaccionar ante aquellas imagenes y pronto empezó a doler, bajó quitando de a poco su boxer hasta que quedó completamente desnudo y erecto sobre la cama, mojó sus dedos con su propia saliva para luego guiarlos a la punta de su pene sintiendo la humedad del líquido presemeninal haciéndose presente. Arqueó su espalda con un leve jadeo y los espasmos en su cuerpo empezando de a poco a hacerse más fuertes. Gemía, teniendo en mente siempre la cabellera azabache, sus ojos penetrantes, la rudeza de tratarlo y su voz tan malditamente seductora. Aumentó el ritmo, subía y bajaba su mano por su falo, hasta que finalmente su orgasmo llegó y con ello el pronunciar el nombre del hombre que lo traía vuelto loco y que odiaba y anhelaba con la misma intensidad.
Mantuvo sus ojos cerrados con su respiración volviéndose más regular, sintiendo lo viscoso de sus fluidos en sus piernas y mano, y sintiendo su entrada palpitar por la necesidad de sentir algo dentro, o no, específicamente sentir el pene de Yoongi dentro.
Todo pasó tan rápido, y se asustó enormemente cuando alguien volteó su cuerpo y lo apretó contra el colchón, su gritó fue amortiguado por la almohada en la que su rostro fue enterrado. Y un nuevo grito y lloriqueos salieron de su boca al sentir como su entrada estaba siendo profanada sin aviso ni piedad, no podía mover sus manos, el tipo detrás de él tenía sus dos brazos en la espalda y lo penetraba de una forma violenta mientras tomaba su cabeza con fuerza.
Gritó hasta desgarrar su garganta, siendo la almohada testigo de cómo su voz se rompía y como la tela de su cama era empapada con sus lágrimas. El monstruo detrás de él lo levantó tapando su boca con su propia camisa que había sido arrancada de su cuerpo. Entonces ahí lo supo, su aroma, aquella persona era Yoongi, nadie más podía oler como él, nadie más podía ser capaz de hacerle eso, de humillarlo de aquella manera. Lo odió y quiso apartarlo, pero sus fuerzas eran inútiles al lado de él y como siempre el deseo podía más. Era un imbécil, un idiota por dejarse hacer a las atrocidades de ese hombre, pero su cuerpo lo pedía ¿Masoquismo? Probablemente.
sintió una tela rodear sus ojos, se dejó hacer a aquél acto, las embestidas no pararon hasta que su orgasmo llegó y con ellos gemidos que eran amortiguados por la camisa en su boca.
Él lo cambió de posición, lo giró sobre la cama quedando Jimin boca arriba aún con su miembro erecto. Quitó la camisa de su boca dándole oportunidad al menor de respirar bien. Relamió sus labios antes de hablar.
—Es usted, lo sé, señor Min.
Yoongi tomó sus manos y la colocó sobre su cabeza mientras besaba su cuello y dejaba leves mordidas y uno que otro chupete. Empezó a bajar su mano por la suave y sudorosa piel perlada hasta llegar otra vez a su entrada, su lengua pasó por su cuello llegando hasta su oreja y morder un poco del lóbulo de ella.
—No te imaginas lo que te espera pequeño...
Jimin jadeó ante la voz de él, tan autoritaria, tan sensual y tan cargada de lujuria. Se incorporó entre las piernas de Jimin y nuevamente penetró su entrada sin previo aviso haciendo que Jimin soltara un gemido alto y agudo en respuesta. Si antes había sentido que estaba siendo rudo, ahora lo era aún más, la manera en la que se clavaba en él era celestialmente ruda, sus gemidos altos volvieron sin intención de ser callados.
—Haz silencio pequeño, o tus vecinos van a escuchar —Jimin mordió su labio con fuerza, y Yoongi volvió a clavarse hasta su fondo haciéndole gritar.
—No... Me... Importa —dijo entre las rápidas embestidas continuando con sus gemidos agudos.
Yoongi tomó el cuerpo del rubio como si de una pluma se tratase llevándolo hacia la pared más cercana apoyándolo en ella
—Bien pequeño, dejémosle claro a todo tu edificio a quien le perteneces. Gime mi nombre, es una orden.
Las embestidas de Yoongi fueron en aumento, de un momento a otro la venda en sus ojos fue retirada dejando ver sus ojos llorosos y llenos de placer, la mirada de Jimin lo cautivaba, sus celestes orbes estaban dilatados, sus labios rojos, húmedos y con marcas que los propios dientes del menor habían dejado. Se veía precioso.
—Mírame mientras te hago mío cariño —las embestidas fueron convirtiendose en pausadas, dándole oportunidad a Jimin de sentir mejor aquello —. Siente como estoy dentro de ti, como mi pene se hunde en tu exquisito culo —las palabras de él lograron encender sus mejillas provocándole aún más—. Una vez dijiste que jamás estarías con un maricón como yo... Pero mírate, estás disfrutando como una perra con mi polla dentro de tí. Gimiendo, rogando porque siga follándote, dime ¿Disfrutas con mi verga perforándote hasta el fondo?, ¿Eso no te hace un maricón?
—Ya basta —suplicó llorando entre gemidos lastimeros.
El placer mezclado con lo mal que se sintió por escuchar eso era un sentimiento indescriptiblemente tentador.
—Aquel día te confesé mi amor... Pero claro ¿Cómo vas a recordarlo? Si diario tenías un nuevo pretendiente.
—Porfavor... Ya basta...
—Cada día tan hermoso, tan hermoso y tan malvado ¿Por qué te topaste conmigo Jimin?
—Yoon...
Las suaves estocadas no se detenían, llevándolo a un éxtasis inigualable mientras escuchaba las palabras hirientes de Min. De nuevo su orgasmo lo sintió tan cerca.
—Ironicamente tan malditamente inocente.
—Ya basta...
—Tan ajeno a tu destino...
—Yoon... Porfavor...
Yoongi empezó nuevamente las fuertes embestidas, provocando gritos y gemidos en el rubio que no paraba de arañar la pálida espalda del pelinegro. Ambos llegaron a su límite, viéndose a los ojos, mientras sus orgasmos se mezclaban entre sí.
Jimin sudado y maltratado se abrazó al cuerpo del mayor sintiendo el agotamiento a tope. Yoongi con el rubio en brazos se encaminó nuevamente hacia la cama dejando delicadamente su cuerpo entre las sábanas. Mientras poco a poco, los ojos del menor se cerraban presos del sueño.
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Muchos días antes le había prometido a su madre una visita, no se sentía para nada bien, puesto que al despertar se encontraba sólo en su cama, en su cuarto, en su apartamento. Porque no sabía que era demasiado tonto como para tener la esperanza de despertar y verlo en la cocina preparando el desayuno, idiota de él, pensó.
Una carta, una estúpida carta era lo que había encontrado en la mesita de noche al lado de su cama. La tomó, pero se encontraba demasiado molesto como para que la curiosidad le ganara y así abrir y leer lo que había escrito en ella.
Había empacado un par de cosas, era sábado por la mañana; así que pretendía volver al día siguiente temprano para alistar su traje de trabajo y tener tiempo de descansar antes de volver a su rutina. Ya eran las seis de la mañana, la fijeza de su horario le había acostumbrado a levantarse muy temprano incluso en los días de su descanso, es por eso que el rubio no perdió oportunidad para empacar su mochila y salir de su apartamento rumbo a la casa de sus padres.
Dos horas de largo viaje y ya se encontraba enfrente del pórtico de una hermosa casa de dos pisos estilo renacentista color perla, era hermosa, aquella casa había sido testigo de su niñez y por ende de su horrible adolescencia. Tocó el timbre una sola vez para escuchar pasos detrás de la puerta y dejar ver a un hombre alto, levemente canoso y con muy buen aspecto, joven, que apenas empezaba a rondar los cincuenta años. Su piel se erizó por las secuelas del miedo que aún le tenía a ese hombre.
—Padre —dijo con una sonrisa forzada he incomoda. Su madre le había prometido que solamente estaría ella en casa.
—Hijo, que sorpresa —el hombre no hizo más que apartarse para dejarlo entrar —. Tú madre me dijo que vendrías a penas hoy, hace un rato de hecho.
Después de meses sin verse, el hombre ni siquiera se dignaba a abrazar a su hijo, no se sorprendió, sabía que para su padre era una deshonra, lo sabía por el desagradable tono de voz que usaba para referirse a él y la falsa emoción al verlo.
—Oh ¿Encerio? pues mamá me dijo que estarías de viaje.
—Así es, pero el viaje se pospuso— así sin más, sin dar más explicaciones se disponía a irse dejando a su hijo en el salón de la casa.
No dijo nada más, temiendo decir algo que no quería, como que estaba arrepentido de cumplir su palabra y llegar ese día.
—¿Y mamá? —preguntó antes de que su padre desapareciera
—Esta en la cocina, ya sabes que tú madre se mantiene ahí siempre.
«Claro ¿Cómo olvidarlo?» Pensó triste, con resentimiento hacia ese hombre.
Hablar con su padre era lo que menos deseaba, la única razón por la que pasaba ese lugar era para ver a su progenitora, que juraba que si ella fallecía algún día jamás volvería siquiera a dirigirse a ese hombre que tanto daño y traumas le había causado.
Un exquisito aroma se coló por su nariz, inmediatamente sus papilas gustativas se encargaron de hacerle agua la boca. Al entrar, y rebobinando aquellos días de su niñez, pudo ver a su madre destapando una olla y degustando con un cucharón la receta que estaba preparando.
—Mamá —llamó con una sonrisa, inmediatamente ella se volteó para correr hacia su hijo.
—Oh mi Jiminie —lo apretó contra ella y el gustoso se dejó fundir en el abrazo de su madre, aspirando su dulce aroma a flores —. Lo lamento mucho cariño, yo no sabía que tu padre iba a posponer su viaje —habló cerca de su oído.
—Tranquila mamá, lo puedo soportar.
—Lo sé hijo, lo sé. Ven y ayúdame.
—¿Por qué estás cocinando tan temprano, mamá? Apenas son las nueve.
—Asi es, pero tú hermana viene en camino.
Y sólo eso le bastó para sentir que el tener que ver a su padre fue recompensado de la mejor manera. Park ShinHye, su hermana mayor y la segunda persona que más amaba en el mundo luego de su madre, era la mujer que lo había criado y la que estuvo para él cuando más lo necesitó, cuando las palabras y las torturas de su padre lograban derrumbar su mundo, pero ella siempre estuvo para animarlo aunque todo siguiera igual, aunque esas palabras se tatuaran en su piel y supiera que jamás se podría recuperar de ellas.
Como si él cielo escuchara su plegarias, el timbre sonó y no lo pensó ni dos veces para correr y abrir la puerta. Una chica más baja que él, cabello lacio y largo color castaño le sonreía con dulces arrugas en las esquinas de sus brillante ojos.
—¡Oh mi amor! —la chica lo recibió en brazos feliz de ver a su pequeño —. Mamá no me dijo que vendrías, me alegra volver a verte, mi amor.
Las lágrimas de alegría no pudieron seguir enfrascadas, Jimin las dejó salir, demostrando cuánto había extrañado un abrazo de su alma gemela, de su hermana.
—No sabes cuánto necesitaba abrazarte —confesó, la mujer bajita se apartó un poco para verlo extrañada.
—Cariño ¿Qué te ocurre?
Jimin no pudo ocultarlo más y lloró en el hombro de ella por unos minutos en los que empapó el bonito vestido con corset que llevaba ¿Cuál eran las razones de sus lágrimas? Muchas, en primer lugar estaba el hecho de encontrarse con su progenitor que hasta su hermana sabía el profundo odio y rencor que guardaba hacia él sin saber el porqué realmente, en segundo lugar recordar cada golpe y cada palabra que salía de su boca para herirlo y hacerlo sentir mal. En tercer lugar y más importante, su situación actual, y como Min Yoongi había aparecido de la nada para poner su mundo de cabezas.
Tenía miedo, un miedo incontrolable por lo que sentía al verlo, miedo por el objetivo de ese hombre, y por lo que quisiera sacar de provecho mientras estaba con él, o mejor dicho mientras lo forzaba a estar con él y jimin se dejara hacer por el simple hecho de que no le era indiferente. Le gustaba, adoraba la forma en la que lo hacía suyo, pero luego decía todas esas cosas hirientes enmedio del éxtasis y se confundía más y más sin saber cómo reaccionar.
Talvez y sólo talvez si supiera quién era, podría pedirle un perdón más específico por el daño que le había hecho.
"Tú sigues siendo dulce, ya no haces daño a nadie, ya no eres el frío chico que me golpeaba.
Y ahora yo, yo soy un maldito obsesionado que te hará pagar por tus errores del pasado."
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