Capítulo 18
"¿Qué haz hecho?
Hubiera preferido que me rechazaras, hubiera preferido no permitirme llegar a tanto.
Pero verte en mi cama, tan plácidamente, confiando que no iré a lastimarte…"
L
a vista de todos los presentes estaban puestas en ellos, Jimin mantenía la suya fija en los ojos de Yoongi, nada más en los suyos. Porque sabía que si veía en otra dirección su seguridad flaquearía de manera abrupta.
Su cuerpo estaba a su merced. Sus brazos estaban atados sobre su cabeza, en una plancha que se asemejaba a un caballete grande y lo suficientemente fuerte para sostener su cuerpo sin problema. Sus piernas estaban abiertas de par en par, con sus tobillos colgando de donde la parte posterior de sus muslos descansaban impidiéndole caer. Estaba completamente desnudo, con aquél collar como único accesorio en su cuerpo, y una cadena colgando de ella.
—No tienes permiso de gemir, ni emitir sonido alguno. De lo contrario te ganarás cuatro latigazos ¿Entendido?
El cuerpo de Jimin tembló de excitación.
—Si, mi señor.
Yoongi llevaba un guante negro en su mano derecha, con ella empezó un recorrido tortuoso desde su garganta, recorriendo su pecho y fijándose en atender sus pezones que se encontraban erectos.
Delineó con delicadeza su cintura, provocando en Jimin temblores que se notaban en su expresión. Sin embargo, mantenía su labio preso en sus dientes impidiéndole poder expresar cuánto disfrutaba del tacto suave que envolvía la mano de su amante.
Se guió hasta su entrepierna, rozando sus testículos y yendo mucho más allá, adentrándose dos dedos en su ano y llevando un ritmo acelerado de sus movimientos en su interior.
Jimin se retorcía. En esos momentos sus reacciones eran el objeto de lujuria de todos los presentes, de sumisos que le otorgaban sucias mamadas a sus amos mientras presenciaban aquello, de Dom’s que se clavaban en lo más profundo de sus esclavos imaginándose en el interior del pelirosa que se movía buscando más profundidad. Todos aquellos sonidos vulgares y sucios llegaban a oídos del pelirosa, y le estaban jugando una mala pasada, queriéndolo hacer caer en la profundidad del abismo en el que ya se encontraba.
Se sentía tan malditamente bien, sus propias uñas se clavaban en la palma de sus manos, la punta de sus pies se curvaban intentando con toda sus fuerzas resistir aquellas sensaciones.
Yoongi adentró un dedo más dentro suyo, entrando y saliendo, tocando cada vez con más delicia su próstata. Estaba a punto, a segundos de correrse. Un gemido traicionero escapó de sus labios, y con él, los dedos de Yoongi salieron de su interior con rapidez.
—Ibas tan bien, cariño…— dijo en su oído para después apartarse.
Jimin mantenía sus ojos cerrados, su cuerpo se contraía con la sola idea de su piel perforada con latigazos. Su mente no pudo pensar ni procesar nada más, pues él picor del primer latigazo se hizo presente en su pierna derecha, la sensación era dolorosa, pero de algún modo venía acompañado de otro sentir mucho más fuerte, que llevaba corrientes de placer a su pene.
El segundo latigazo pasó a su pierna izquierda, su cuerpo entero se arqueó en la plataforma, su entrada se apretaba y su pene estaba más duro de lo normal. No, aquello era una locura, una demencia total de su propio cuerpo.
El tercer latigazo llegó y con ello un alarido de su boca, contracciones en su pelvis y chorros de semen saliendo de su miembro. Aquél era el orgasmo más placentero que había tenido. Al cuarto latigazo sintió la excitación a tope, quería, anhelaba tener a Yoongi dentro de él.
—Mira nada más, terminaste solo con latigazos— Yoongi besó los labios del menor, y luego su mandíbula con una adoración que le embriagaba —. Eres la perfección en persona, mi dulce ángel.
El estruendo del látigo callendo al suelo se dejó escuchar en la amplia habitación, observó sus piernas laseradas y de ellas brotando algunas gotitas de sangre bastante pequeñas. Ardía, pero el clímax del momento hacia esperar con ansias más, aún más.
Yoongi sacó de su pantalón una argolla algo gruesa, se posicionó muy cerca de él, empezando a masturbar su pene con movimientos acelerados que Jimin no podía evitar, solo podía apretar su mandíbula y respirar con dificultad, jadear y no poder retener la lágrimas de placer.
Sintió un objeto deslizarse por su falo, ahora ya comprendía para qué era la argolla.
—Gime, grita. Llora. Ahora tu castigo será no poder tener otro orgasmo hasta que yo lo haga.
Yoongi se alineó en su entrada y lo penetró de una sola embestida. Los movimientos eran duros, certeros y rápidos. De la boca de Jimin salían gemidos que provocaba a cada espectador, y que a otros los llevó al clímax en los primeros segundos.
El ardor del sudor resbalar por las heridas se mezclaba con la sensación de su orgasmo, y podía decir que era lo más placentero. Yoongi no hacía nada para callarlo, es más, lo motivaba a seguir raspando su garganta con sus gritos y gemidos. Sentía su miembro estallar, el cosquilleo en su pelvis era glorioso, quería desatarse y rasgar la camisa de vestir negra que lo separaba de la piel de Yoongi, quería dejar marcada con sus uñas cada parte de su torso y espalda.
—¿Sigues temiendo a esto?, ¿Sigues creyendo que es un pecado?
—N-no… mi señor.
—Observa, eres la fantasía de muchos en este momento ¿Te gusta esto?— Jimin asintió sin poder hablar, las embestidas lo tenían fuera de sus propios sentidos.
—Sí mi señor, me encanta.
Las embestidas rudas se convirtieron en movimientos bestiales. Jimin sentía que en cualquier momento se desmayaría de la excitación, no podía más, sus piernas temblaban, y su entrada se apretaba en el miembro de Yoongi.
Sintió el movimiento rápido de la argolla deslizarse por su pene, y casi de inmediato la mano de Yoongi se movía en su miembro, cubriendo con el pulgar su uretra impidiéndole aún terminar y alargando aún más la sensación.
—Por… favor, y-ya no puedo… más.
Yoongi quitó el dedo de la punta del miembro de Jimin, bombeó hasta que entre temblores y en gemidos ahogados por sus besos llegó a su ansiado orgasmo, en conjunto con Yoongi.
Su cabeza cayó hacia delante, apoyada en el hombro de Yoongi. El azabache desató sus manos, cayendo de igual forma, laxas sobre sus hombros. Sus piernas fueron desatadas y Yoongi lo cargó de forma nupcial, tapando su cuerpo con lo que percibía, podía ser una sábana de tela bastante delgada.
Sus ojos estaban cerrados, su respiración seguía agitada y sentía su garganta quemar de la resequedad, aún así, se declaraba el ser más feliz del mundo cuando un beso de Yoongi se posó en su frente.
—Duerme, mi ángel.
Al menos pasaron unos diez minutos, hasta sentir su cuerpo ser colocado con delicadeza sobre una cama. No tenía fuerzas, así que no protestó cuando Yoongi empezó a limpiar su cuerpo, incluso sus partes íntimas con una delicadeza maravillosa, estaba muriendo de vergüenza, pero sus extremidades no respondían a su cerebro.
Percibió cuando el pálido se alejó, quiso levantarse, pero el ardor en sus piernas tampoco ayudaban, no quería estar solo. Pasaron unos segundos cuando escuchó nuevamente sus pasos acercarse a la cama y el colchón hundirse bajo su peso.
Con solo su presencia le bastaba, pero su felicidad no cabía en su pecho cuando el mayor lo abrazó por la cintura y lo atrajo hacia él. Jimin se movió con dificultad, volteandose para quedar de frente a él, a su cálido pecho.
Se abrazó a su torso y se acurrucó aún más en él, sentía mil chispas revoloteando en su estómago. Yoongi, por otra parte apretaba su mandíbula, intentando retener aquél sentimiento en su pecho, suspiró profundo, devolviendo el abrazo al menor.
—¿Qué me estás haciendo, Jimin? Yo… no quiero esto, pero tú… Tú me tienes cada vez más en tu manos.
Quiso haber escuchado aquellas palabras, pero Jimin había caído casi al instante en un profundo sueño. Pero felíz de estar abrazado al hombre que amaba.
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Despertó adolorido, su cuerpo entero se rehusaba a responder como era debido. Sus piernas temblaron en el momento que se levantó de la cama, su cuerpo estaba cubierto nada más por una camisa de vestir larga y ancha, su corazón latió en frenesí al sentir el aroma de Yoongi en ella. Era la camisa de Yoongi. Dió brinquitos felices, pero se arrepintió cuando sus piernas juntas rozaron y el ardor se hizo presente. Descubrió sus piernas y observó en ellas rayones rojos y resaltados, como también moretones que le recordaba la noche anterior.
Observó con más detenimiento la habitación, no era la suya, era la de Yoongi, el mayor lo había llevado a su habitación. Retrocedió, hasta chocar con algo, tocó a sus espaldas, un cinturón y la calidez de un cuerpo. Su rostro se puso rojo y alzó la mirada hacia atrás, Yoongi lo observaba con curiosidad y diversión.
Se alejó rápido sentándose en la cama, con la vista a sus pies por la vergüenza.
—Por lo que veo, estás feliz— Jimin mordió su labio y con una sonrisa nerviosa asintió —¿Se puede saber la razón?
Min se acercó a él apoyando sus manos a cada lado de Jimin, obligando al pelirosa a retroceder en las sábanas.
—Pude hacerlo, señor. No pensé que podría resistir algo así.
—Y lo hiciste a la perfección— tomó su cintura con fuerza y lo atrajo a su cuerpo —. Vaya sorpresa la que me llevé, eres un pequeño masoquista, te gusta el dolor.
—Me gusta…
—Quiero saber que tanto puedes resistir, sé que puedes mucho más ¿Estarías dispuesto?— Jimin asintió sin pensarlo —. Ahora dime ¿A quién tengo que agradecer tu hermoso cambio?— el corazón de Yoongi se aceleró ante la hermosa sonrisa del menor, sus ojitos desaparecieron en una fina línea, se veía hermoso.
—Hobi hyung, Kazuha y Soonu me ayudaron.
—Lo supuse— contestó sonriente.
Jimin recordó una de las platicas con Hobi, y le dió curiosidad saber si él también podía reclamar algo de Yoongi.
—¿Señor Min?
—¿Mm?
—Hoseok Hyung me dijo que esto también se trataba de obtener recompensas…— Yoongi sonrió, creyendo que él chico lindo pediría algo material o cualquier cosa superficial que se pudiera comprar con. Que equivocado estaba.
—¿Qué quieres, mi ángel?
—A usted—dijo cerca de sus labios.
Yoongi lo pensó, cada día Jimin lograba sorprenderlo más y más.
—Ya me tienes…
—No así, quiero… lo quiero desnudo sobre mí, quiero sentirlo y tocarlo sin límites.
Yoongi se alejó, irguiéndose en su lugar. Jimin no bajó su mirada, esperaba y anhelaba la respuesta del mayor. Inhaló aire para respirar, y su respiración quedó estancada cuando Min empezó por quitar los botones de su camisa, dejándola caer al suelo. Quitó sus zapatos, y su pantalón junto a los boxer, quedando por primera vez desnudo frente a Jimin.
El pelirosa lo observaba embelesado, había pedido aquello, y ahora que lo tenía no sabía que hacer, su mente no procesaba aún aquello que imaginaba como un imposible. Yoongi al ver su reacción se acercó a él, obligándolo a retroceder en el colchón, con las piernas abiertas recibiendo su cuerpo como piezas que se encajaban a la perfección.
Min tomó su mano y la colocó en su pecho, la camisa que llevaba puesta calló sobre su torso, descubriendo sus piernas y su intimidad al desnudo, sintiendo sus partes rozarse entre ellas.
—Querías tocarme, adelante. Hazlo, haz lo que quieras.
Park dejó su mano en el pecho de Yoongi, y con la otra acarició su rostro, él entreabrió los labios, estaba claro que Jimin era de todo menos predecible, sus acciones lograron descolocar sus sentidos.
Sus dedos bajaron por su mejilla, su mandíbula y tocaron sus labios, el menor se quedó en ellos, delineando y viéndolos de una forma bastante risueña, como un niño con un juguete. Bajó por su torso, sus pectorales fueron recorridos con ambas manos, sus brazos, y su abdomen. No quería decirlo, pero los roces de los dedos de Jimin lo hacían sentir una sensación única y extraña en él.
Jimin jadeó, dejando caer sus brazos cuando sintió la dureza de Yoongi palpitar sobre su pelvis. Gimió mientras balanceaba su cuerpo hacia el del mayor, Yoongi abrió sus ojos que se encontraban ahora fijos en los gestos excitados del chico hermoso. Embistió el esbelto cuerpo, y aprovechó la curvatura de la espalda de él para colar su brazo bajo su espalda, y así poder besar su cuello, bajando por sus clavículas.
—Señor Min…
Yoongi alineó su miembro en la entrada del menor, más no pasó solamente de rozarse en él, jugando a entrar y salir de él, apenas solo la punta de su miembro, aquello no solo le estaba afectando a Jimin, pues Yoongi también sentía su pene palpitar deseando ser envuelto por las paredes de la estrechez del chico.
Se dió tiempo de saborear su piel, su razón y su mente estaban nublados por el instinto que le decía contemplar y disfrutar de ese momento. Su mente solo quería besar su cuerpo, adorarlo. Pasó su lengua por su cuello, bajando nuevamente hasta sus pezones.
Jimin apretó las piernas en su cadera y debido al movimiento su pene se clavó un poco más dentro de él sacándole un gemido a ambos. Yoongi no sabía que pasaba con su cuerpo, pero nunca había sentido un calor tan abrasador como el que se fundía entre sus anatomías.
Besó con más dedicación ambos pechos, y subió en un camino húmedo hasta su bocas. Se adentró en él, despacio, detallando su rostro, sus labios y su boca abierta, sus ojos llorosos entrecerrados. Su cuerpo lo recibía a la perfección.
Empezó el vaivén de sus caderas, estaba harto de sentir ese sentimiento en su pecho y no saber que era, quería descubrirlo, quería dejar de sentirlo, quería sacarlo de su mente. Él solo quería sexo, solamente eso.
—M-más rápido… por favor.
Las manos de Jimin fueron a dar a sus caderas, jalandolo hacia su cuerpo. Min gruñó y colocó las manos del chico sobre su cabeza, manteniéndolas ahí con una de sus manos.
—Cariño, no olvides quién manda aquí.
Yoongi siguió con las embestidas suaves y profundas, volviendo a perderse en las hermosas facciones de Jimin, bastaron largos minutos de aquél tortuoso vaivén para sentir la estrechez de Jimin cernirse aún más en su miembro.
—Maldición— no, era imposible. Aquello era solamente una nueva experiencia, nada más.
Segundos después terminó en su interior, agotado y dejando caer su cuerpo en el suyo, apenas estando juntos.
Jimin no podía contener sus emociones, talvez Yoongi se había equivocado al hacerlo de aquella forma tan delicada mientras besaba su boca y pretendía que entre ellos pasaba algo más que solo sexo. Las lágrimas empezaron a caer por sus sienes, y el temblor de su cuerpo en compañía con los sollozos alertaron a Min.
—¿Qué pasa?
—Prometa que nunca me dejará— Jimin se escondió en su cuello, abrazándose a él —. No quiero, ni puedo imaginar poder seguir una vida sin usted.
—Jimin…
—Por favor no me dejes. No me alejes.
Yoongi repartió besos en su hombro, el peli rosa se apartó un poco, buscando los labios contrarios hasta encontrarlos, sin perder el tiempo de unirlos a los suyos y besarlos como si fuera la última vez tocándolos.
Jimin lo amaba, lo amó de adolescente y ahora lo hacía aún más, y dolía. Dolía saber que Yoongi no quería nada con él de esa forma, le lastima a saber que no pasaría de ser una satisfacción sexual entre ellos.
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Paseaba por los pasillos de la casa principal, hasta que llegó a las escaleras de la planta baja, descendió en silencio, con sumo cuidado. Hasta que observó una chimenea encendida y un hombre con un fierro en sus manos.
Más allá se encontraba una chica desnuda y en cuatro, con una mordaza en su boca y en sus ojos se podía ver el miedo mientras su cuerpo temblaba. El hombre con un guante en su mano, sosteniendo aquél fierro con firmeza se posicionó tras la chica, que ahora era sostenida por otro hombre.
Abrió los ojos de golpe cuando el fierro ardiendo se pegó a su piel, la chica gritaba y arañaba la espalda de aquél hombre, hasta que sus brazos cayeron a los costados.
Fué jalado de su brazo abruptamente, perdiendo aquella imagen.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Hobi hyung… yo… estaba caminando y, no quería ver, lo juro— dijo el chico temeroso.
—Ten cuidado de lo que ves, no es malo, pero no estás muy acostumbrado a esto aún.
—¿Por qué hacen eso?
Hoseok caminó escaleras arriba y él lo siguió, esperando su respuesta.
—Esos son sumisos que se atan de por vida a sus amos.
—¿Cómo?
—Es un sello, pero eso no lo deciden los sumisos, si no los amos, ellos proponen y los sumisos eligen si quieren pertenecer en cuerpo y alma a una sola persona.
—¿Es como las pulseras?— Hoseok negó.
—Las pulseras es algo temporal, como un pequeño contrato de pertenencia. Esto es muchísimo más que eso, es un lazo que jamás se puede romper. En nuestro mundo, es como un matrimonio sin posibilidad de divorcio— explicó Hoseok con una risita al final.
—Es aterrador— Hobi asintió
—Es una decisión muy importante, pasa muy poco aquí en la isla. Y pasa mayormente cuando los amo y los sumisos se enamoran.
Jimin pensó en esas últimas palabras. Era una practica bastante agresiva y fatalista, pero viéndolo desde el punto de vista de aquellas personas, eso era como un acto de amor. Sonrió ante la idea, pues se imaginaba un sello en su piel con las iniciales de Yoongi, pero eso jamás pasaría, Yoongi no lo amaba, pero si lo hiciera no dudaría en aceptar hacerlo.
"Pequeño...
Yo no hago promesas que no puedo cumplir, no te aseguro salir vivo de esto, no te aseguro no romper tu ser.
Pero si te prometo dejarme manipular por tu dulzura"
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