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Capítulo 16

"No seas hipócrita, por favor no lo seas.
No te encierres en esa estúpida burbuja a la que todos llaman tradicional.

No te queda, pequeño...
El papel de inocente te quedó falso el día que me rogaste que querías más.

Mi amor, la lujuria nos come de a poco, deja de engañarte.
Deja de pretender que todo esto es un pecado."


—Señor Min, es un placer verlo.

No entendía qué hacía ese hombre ahí, su noche había sido tan magnífica al lado de Jimin, que nada más la confusión llegó a él cuando descubrió a ese hombre buscándolo en repetidas ocasiones durante su viaje de trabajo.

—No me lo tome a mal, pero no puedo decir lo mismo ¿Qué es ese asunto tan urgente cómo para venir a mi empresa cinco veces? Señor Park, lo escucho— el padre de Jimin sonrió de forma retorcida, tomando asiento frente al escritorio de Yoongi sin siquiera ser invitado.

—Verá, mi hijo últimamente ha estado un poco… rebelde. Yo solamente quiero que regrese a trabajar para mí, al lado de su padre estará mucho mejor ¿No cree?

—¿Importa lo que creo?— preguntó con su ceja alzada, no entendía el punto de aquella conversación—. No entiendo qué tiene que ver usted o su hijo conmigo. O por qué mi opinión vale para usted.

—Sucede que él no quiere regresar a la empresa familiar, y estoy a punto de hacer que lo despidan de su actual trabajo para lograr mi objetivo— la sangre de Yoongi empezaba a calentarse —, si no vuelve a las buenas, será a las malas. El punto es que en cierta parte usted interfiere en mis planes, señor Min.

—¿De qué forma?

—Él comentó que si acaso deja de trabajar para el señor Kim, usted le había hecho una buena oferta de trabajo— Min levantó sus cejas impresionado.

—¿Eso dijo?

—Exactamente, y estoy aquí para pedirle que desista de su propuesta, necesito a mi hijo al mando de mis empresas.

Yoongi encajó todas las piezas y rió dejando al viejo Park con una incomodidad notable. Juntó sus manos sobre su escritorio, apoyándose en él.

—¿Y qué pasaría si me niego a esa petición?— retó. Park frente a él, con el rostro furioso intentó relajarse.

—Bueno… no espero que me comprenda, ya sabe, usted no tiene hijos. Y sinceramente dudo que los tenga debido a su situación. Sin embargo, le aseguro que un padre quiere lo mejor para su hijo, señor Min.

Yoongi se recostó en su silla, aún sin poder creer lo que ese hombre acababa de decir.

—¿A qué se refiere, Park?

—Ya sabe Min, las personas con su condición no pueden tener hijos.

—¿Qué condición?

—Gays, homosexuales que no hacen más que manchar este bello mundo— el menor carcajeó fuerte al escuchar aquella tontería.

—Créame, señor Park. Si puedo tener hijos, pero no los quiero, al menos yo sí puedo decidir si es que algún día quisiera tenerlos. Pero usted… usted seguramente los procreó y vió nacer sin siquiera poder rehusarse ¿Verdad? No me sorprende, tampoco es como que sea un modelo a seguir.

—No sabe lo que está diciendo.

—Por supuesto que lo sé, señor Park. Y con mucha más razón haré que su hijo trabaje para mí— el mayor se levantó de la silla completamente furioso, apuntando con su dedo en forma de amenaza.

—¡Él no va a aceptar!

—Claro que lo hará, se lo diré mientras estemos en mi cama. Mientras Jimin esté gimiendo mi nombre— el rostro de Park Hosan se deformó en una mueca de asco y desagrado, retrocedió varios pasos sin poder creerlo.

—No sabe lo que acabas de hacer Min, acabas de firmar tu sentencia.

Giró hacia la salida, con un fuerte mareo azotando su cabeza. Yoongi al contrario se divertía de aquello.

—Que le vaya bien, suegrito.

Rió con la expresión que le dedicó el padre de Jimin antes de salir de la oficina. Al quedarse solo pensó mejor la situación, sintiendo el peso de la amenaza de ese hombre. No dejaría por ningún motivo que nadie lo alejara de Jimin.




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—¿Te gustó el viaje?

Jimin pudo respirar con tranquilidad cuando sus pies tocaron al fin la madera del puerto. Cuando Yoongi le dijo que era una isla, casi le dió un infarto, jamás había viajado en un yate. No sabía que le tenía miedo a la inmensidad del mar hasta ese día. Estaba viviendo tantas cosas nuevas con Yoongi, cosas que le gustaban y le atemorizaban de igual manera.

Dos días después de pasar en la casa de Yoongi ambos salieron de ella, con rumbo a aquella isla privada.

—Ajá— contestó a penas, sosteniendo su estómago.

—¿Náuseas?— el menor asintió —¿Desayunaste?— el chico negó —. Tranquilo, son solo los nervios.

El puerto era un lugar bastante hermoso, más allá de él había un malecón en el que mucha gente caminaba de un lado a otro, varios quioscos se encontraban llenos de gente. Los lentes oscuros y el sol, más el malestar no le dejaban ver con claridad y tampoco prestaba atención a nada.

—Vamos. No te sorprendas, no te quites los lentes, camina a mi lado y no veas nada que no pase por el frente tuyo ¿Ok?— el menor asintió, asustado de aquellas advertencias.

Ambos avanzaron, Yoongi por alguna razón no lo tomó de la mano como hubiese querido. Él caminaba de una forma bastante dominante, sin ver a los lados. Jimin observó más detalladamente el lugar, y dejó de respirar al ver todo aquello.

Tanto algunas mujeres como hombres se paseaban en completa desnudez, solo con collares en sus cuellos, algunas con brazaletes en sus pies o manos. Otras eran jaladas con cadenas y otras llevaban una especie de brazaletes con campanitas que al caminar o moverse sonaban. Generalmente en esos casos, Jimin tendía a ruborizarse, pero muy por el contrario, en esos momentos todo rastro de color había abandonado su rostro.

Se quedó aún más en shock al ver una escena más allá de todo lo que ya había visto. Sobre la caliente superficie, se encontraban dos chicas, completamente desnudas ante un hombre de traje, ambas igual de asustadas y con lágrimas en sus ojos, mientras piedrines se incrustaban en sus rodillas, y Jimin podía ver perfectamente con un nudo en su garganta, las múltiples laceraciones en sus piernas, torso, y no alcanzaba a ver sus espaldas, pero podía estar seguro que ahí se encontraban muchas más. Alrededor de sus mandíbulas había una especie de cinturón de cuero tapando sus bocas, sus manos atadas a sus espaldas y no pudo contener un jadeo de impresión cuando el hombre frente a ellas acariciaba sus pieles con una fusta y luego dejaba caer la misma en su cuerpo, con demasiada fuerza.

Ellas lloraban, trataban con todas sus fuerzas de no emitir sonido, ni moverse, pero era imposible.

Observó la escena más de lo que quiso, hasta que sintió el torso de alguien tras suyo, reconociendo de inmediato el calor y la mano que lo sujetaba de su estómago.

—Esto no es ni la cuarta parte de lo que aquí verás, Jimin— se volteó hacia Yoongi, el mayor pudo ver las lágrimas rodar en sus mejillas —. Tranquilo, no te dejaré solo nunca ¿Está bien?

—¿Por qué hacen eso?, ¿Qué es esto?

—Esto es lo que soy.

—Yo no quiero esto. Eso está mal— Yoongi lo observó por un largo rato, el mayor quitó los lentes de sus ojos y observó el terror en los contrarios.

—A menos que quieras ir nadando de regreso, puedes irte, cariño— sonrió de una forma cínica, tomándolo sutilmente de su cuello atrayéndolo hacia él —. Abre tu mente, no es tan malo como piensas, verás que vas a disfrutar mucho este lugar.

—Yo… n-no quiero hacer esas cosas— Yoongi por primera vez lo observó de aquella manera suave, acariciando su mandíbula y luego sus labios mientras soltaba un suspiro.

—Necesito explicarte muchas cosas, pero primero tenemos que instalarnos ¿Bien?— el menor asintió —. Sígueme, y no te sorprendas de nada.

Ambos avanzaron a través de un camino, Jimin se enfocó nada más en la espalda de Min, no volteó a sus laterales, solamente lo observaba a él. Hasta que llegaron a las puertas de una casa bastante grande, no habían segundos pisos, solamente se veía aquella estructura que parecía no tener fin.

Al entrar, inmediatamente una chica y un chico corrieron hacia Yoongi y él los recibió gustoso con una amplia sonrisa que lo descolocó, pues los dos parecían un poco menores que él, a lo mucho en sus veintes. Ambos llevaban un brazalete en sus muñecas del mismo color. La chica traía el cabello corto y lacio, llevaba un top blanco y una falda del mismo color bastante corta, descalza y con una manicura y pedicura perfecta. Por otro lado, el chico llevaba un short y una camiseta, ambos blancos, y este llevaba unas Vans cafés. Parecían ser hermanos.

—¡Chicos, cuánto han crecido!

—¿Verdad?— preguntó la chica, ambos menores se apartaron de él —. Dijeron que no vendría, yo aposté con Sunno a que si vendría.

—No es justo Kazu, dijimos que si no venía en la semana que pasó.

—Igual me debes quinientos dólares.

—Ya, ya. Les quiero presentar a alguien— ambos chicos por inercia voltearon hacia Jimin, haciendo que el menor se sintiera incómodo —. Él es Jimin.

—Hola— ni bien Jimin saludó, ambos chicos se tiraron hacia él para abrazarlo.

—Ya niños, lo asustan ¿En dónde está…?

—Yoongi— una voz detrás del mencionado, hizo que se quedara quieto, asombrándose del efecto que incluso causó en los dos chicos —. Tanto tiempo.

—Cuanto tiempo.

Ambos se abrazaron de forma bastante afectuosa, sonriendo e ignorando la presencia de los tres. Sintió la mirada del hombre que estaba junto a Yoongi puesta en él, y al verlo sonrió de una manera bastante curiosa y alegre.

—Jimin, es bueno tenerte al fin aquí— el hombre ignoró a Yoongi y se acercó hacia él

Tenía el mismo porte que Min, alto y cabello castaño oscuro, sus ojos transmitían muchas cosas a la vez, su sonrisa era linda y su piel canela contrastaba a la perfección con todo en él. No sabía de dónde, pero en su pecho estaba la sensación de conocerlo, o al menos haberlo visto antes.

—G-gracias por la bienvenida— el tipo sonrió, observó por un segundo a sus espaldas, Yoongi solo lo observaba sin expresión alguna.

—Hermosuras, ¿Por qué no llevan a Jimin a que elija su habitación?

—Él dormirá conmigo— intervino por primera vez el azabache, inmediatamente el desconocido volteó.

—¿Estás muy seguro?

—Así es.

—Bueno, aún así. Vayan a mostrarle el lugar, necesito hablar unas cuantas cosas con Yoongi— dijo a los menores —¡Ah! Y Jimin… si necesitas algo, lo que sea, acudes a ellos o a mi.

—Muchas gracias…

—Hoseok.

—Se…— estaba por decir aquella palabra, pero de inmediato recordó la plática con Yoongi, y la mirada de él con la ceja alzada le advirtió que tendría problemas si es que acaso acababa la frase —. Hoseok hyung —el hombre sonrió encantado.

—También puedes llamarme Hobi, ya eres parte de la familia.

Con una bonita sonrisa, ambos se alejaron. Quedando solos con aquellos dos chicos.

—Muy bien, me presento. Mi nombre es Kazuha y él es Sunno. Y obviamente tú eres Jimin ¡Estamos felices de que estés aquí!

—¿Por qué siento que todos me conocen?

—La pregunta es ¿Quién no te conoce? ¡Vamos, te mostraremos la casa!— ambos chicos guiñaron sus manos, pero él se detuvo.

—¿Puedo hacerles una pregunta antes?

—Por supuesto— contestó la chica.

—¿Quién era él, Hoseok hyung?

—Nuestro señor, es el hermano mayor de Yoongi Hyung— contestó el chico —¡Ahora vamos!

Esa respuesta se quedó grabada en su cabeza por todo el recorrido, observó las instalaciones con fascinación, ahí en ese lugar había literalmente de todo. Pero como último, llegaron a una etapa de la casa que se dividía en dos, y esta únicamente las unía una sala de estar que más bien era un mini salón con sillones.

—Ese pasillo, es el de los amos. Ahí están las habitaciones de cada uno. No es permitido entrar, ni siquiera acercarse a ese lugar— dijo el chico apuntando a su izquierda.

—Por aquí están las habitaciones de nosotros, los sumisos.

—¿Disculpa?— al escuchar aquella palabra Jimin se alarmó.

—Los sumisos, es lo que somos. No tengas vergüenza, aquí estamos para complacer a nuestros señores y para que ellos nos complazcan. Es la magia de la isla— dijo la chica guiñando un ojo.

—Mira, aunque Yoon permita que duermas con él, es necesario que escojas una habitación aquí, así que vamos— animó el chico.

Escogió la dichosa habitación a regañadientes, era una bastante alejada de las demás y con un pequeño balcón que le daba justo a una hermosa fuente.

Al salir de nuevo a aquél salón, Yoongi esperaba paciente, pues para él no era permitido entrar a ese pasillo.

—¿Se divirtieron?— ambos chicos asintieron, y Jimin solamente sonrió al verlos a ambos —. Muy bien, vayan a buscar a su señor, los está buscando— los menores salieron casi corriendo ante la información.

—¿Ambos tienen a un mismo señor? ¿Y ese es Hoseok?

—Si. Te quiero enseñar algo, ven.

Yoongi tomó su mano y los guió a ambos a las afueras de la casa, yéndose por la parte trasera. Más allá de la fuente, más allá de un jardín bastante hermoso, había una villa, no dejaba de ser grande, pero a comparación de la casa principal, esta era mucho más reducida.

—Aquí es donde me quedo cuando vengo aquí.

Ambos entraron, siendo recibidos por los sirvientes de ahí.

—Es muy bonito.

Llegaron a un doble pasillo, en el que giraron hacia la izquierda y se dejó ver una división en la que parecía ser un departamento aparte. Los sillones y muebles eran muy del estilo de Yoongi, a la perfección aquél espacio lucía con él. Sacó unas llaves y abrió unas puertas dobles. Dando paso a una habitación bastante grande, la cama era cubierta con sábanas color azúl marino, y las cortinas del mismo color.

—Esta es nuestra habitación, si quieres puedes usar la contigua como tú espacio personal. Pero tú dormirás conmigo ¿Entendido?— Jimin asintió —. Bien, recuerda que te dije que mantuvieras la mente abierta. Nada de lo que pasa aquí es en contra de la voluntad de la persona, este es un estilo de vida, y los que se involucran saben perfectamente a lo que se atienen.

—¿Aún si son torturas?— Yoongi rió.

—No son torturas, Jimin. Si las reglas se incumplen, se castiga. Es todo.

—¿Y si las reglas las incumple un Dom?

Cada vez más, Jimin tenía curiosidad de todo eso, aunque le causaba temor.

—Nunca ha pasado, todos tienen una disciplina excepcional, no cualquiera puede ser Dom, se necesita siempre estar al margen.

—¿Está diciendo que los pasivos somos más problemáticos?— el menor se cruzó de brazos con la ceja alzada. Yoongi llevó una de sus manos a su frente, frotando para tener un poco de paciencia ante la actitud pasada del peli rubio.

—Yo prefiero llamarles rebeldes— Yoongi quedó en silencio un momento, pero recordó un compromiso, se acercó a Jimin y besó su frente —. Tengo que irme,me encantaría que fueras, pero mejor quédate.

—¿Qué es? Quiero ir— dijo entusiasmado.

—¿Seguro? No creo que te guste— ante la pregunta, el rubio solo se limitó a asentir.

—No importa.

Ambos volvieron a la casa principal, en todo momento siguió a Yoongi sin cuestionarlo. Llegaron a una escalera doble subterránea, por la cual descendieron y solo entonces Jimin escuchó los gritos desgarradores.

Al llegar al pie de las escaleras, pudo observar a un chico que estaba atado de manos, con estas juntas y alzadas, por unas cuerdas que colgaban, sujetas por un eslabón en el techo, apenas logrando mantenerse con la punta de sus pies. Tenía colocada una mordaza, sus ojos vendados y la tela se podía ver empapada por sus lágrimas.

—Estábamos esperando.

De la puerta contigua salieron dos hombres, uno era el hermano de Yoongi, y el otro uno completamente desconocido para él, ese hombre llevaba en su pomulo izquierdo un golpe con sangre seca. Hoseok, llevaba en su mano un látigo que fue entregado a Yoongi.

El pelinegro rozó el cuero por las piernas desnudas del chico, llegando a su ingle y de un momento a otro se alejó para darle el primer latigazo certero, uno que logró sacudirlo en su propio lugar e hizo que se retorciera del dolor.

Jimin quedó en estado de shock ante aquello. No podía dejar de ver, su cuerpo no respondía ante la escena tan humillante para ese chico.

—Seré suave, contarás hasta diez ¿De acuerdo?

—Y-yoongi hyung— pronunció el chico con voz temblorosa.

—¿De acuerdo?— ante la rudeza el chico negó asustado.

—¡No, por favor. Lo siento!, ¡No lo volveré a hacer, lo juro!

El labio de Park temblaba, las lágrimas salían de sus ojos como cascadas cada vez que un nuevo latigazo rasgaba una pequeña parte de la piel de aquél chico y la sangre salía a borbotones pequeños, se alarmó cuanfo vió que parecía casi medio muerto cuando de sus labios salió el número “Diez” casi inaudible.

De una mesa, Yoongi tomó una pequeña taza la cuál ladeó sobre la espalda curvada del chico atado, provocando gritos y temblores descontrolados. Las gotas caían al piso, que al hacer contacto con la superficie se secaban con rapidez. Jimin concluyó que aquello era cera derretida.

—Repite conmigo “No volveré a faltarle el respeto a mi señor”— Yoongi levantaba con su mano el mentón del contrario.

—No… v-volveré a faltarle el respeto a mi… señor.

—Buen chico— dijo el pálido dando unos golpecitos en la mejilla de chico atado.

Yoongi se giró, observando el rostro aterrorizado del rubio. Jimin retrocedió cuando Yoongi quiso avanzar hacia él luego de entregarle el látigo nuevamente a su hermano.

El chico calló al suelo, completamente sin fuerzas estampó contra el. Y solo cuando un hombre lo levantó pudo ver la gravedad de las heridas y del estado del hombresillo. Yoongi caminó hacia él, y en repuesta retrocedió.

—No te me acerques.

—Jimin, no seas…

—Eres un monstruo.

Corrió escaleras arriba, salió de aquella casa y se dirigió a la villa. Agradecía haber aprendido muy bien el recorrido. Corrió y no miró atrás ni a detenerse cuando Yoongi le gritó. Llegó a su destino y se encerró con llave en la habitación contigua a la de Yoongi. Pasaron unos minutos antes de escuchar la puerta ser forzada.

—Jimin, ábreme.

—¡Aléjate de mí!

—¿Enserio eso quieres? Bien, quédate ahí todo el tiempo que planeaba que nos quedáramos aquí.

—¡Eres un maldito sádico!

—Exactamente. Te dije que lo que había hecho contigo no es nada, Jimin ¿Qué esperabas?— pasaron unos minutos antes de pensar que ya se había ido, pero al acercarse a la puerta pudo escuchar su respiración —¿Seguirás en esta postura infantil?— no hubo respuesta, solo un suspiro de parte de Yoongi —. No me quedaré aquí, puedes salir cuando quieras a comer, solo no vayas al ala oeste de la villa, aquí comparto con Hoseok y a él no le gusta que invadan su espacio— se hizo una pausa, en la que siquiera escuchó su respiración, su voz era calmada, pero está vez era demasiado grave —. Ambos sabemos, cariño mío, que un día te darás cuenta que lo único divertido es el sexo, y que la forma de disfrutarlo es esta. Y créeme, cuando te des cuenta de ello, no podrás vivir sin él.

Sintió su pecho arder con cada paso lejano que escuchó detrás de la puerta. Se dirigió a la cama con la voz de Yoongi retumbando en su cabeza una y otra vez. No, por el momento no quería verlo, todo eso era una locura, y lo poco que había visto era la cosa más terrorífica e inhumana que se le podía hacer a una persona.

"Déjame mostrarte que esto no es nada comparado a lo que puedes llegar a sentir.

Tus alas se empiezan a opacar...
Tus sentidos cada vez más me pertenecen.

Y esa máscara de inocencia no durará mucho, lo sé, lo sabes.
Pronto caerá
El final siempre llega"








Gracias  todas las preciosura que han estado votando y siguiendo esta historia. Se les quiere mucho ♥️💋


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