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Capítulo 15

"El juego de los placeres... 
Es tan majestuoso verte rendido.

A mí merced...

Implorando con cada fibra de tu ser que vuelva a hacerte sentir bien. 

Esto es toda una ilusión,
Esta habitación, esta dulce habitación. 

¿Acaso creíste que eras el único que la había pisado? 

¿Acaso creíste 
que eras exclusivo?"

—Parecen dos perros en celo ¿Hacerlo en un restaurante, enserio?— comentó el moreno indignado y siendo olímpicamente ignorado por su amigo —¿Yoongi? 

—¿Ah, me hablas a mí?— el pálido simuló limpiar su oído —. Disculpa, se me metió en el oído una invitación de parte tuya a Seokjin a la isla y de paso como cogieron en el balcón. 

—¿Nos viste? 

—Los escuché— corrigió —. No son para nada silenciosos. 

—Solo digo que... no incumplan con su responsabilidad en el trabajo... Más Jimin. 

—¿Cuándo te ha incumplido, Kim? Yo si quiero me voy de aquí, pero él jamás te ha incumplido— encaró el pálido —¿Sabes lo molesto que es dejar un buen polvo de lado por tus malditas llamadas?— dijo aludiendo a los últimos días.

—No quería tanta información. 

—Escúchame muy bien, Namjoon—lo encaró furioso —. Más te vale conseguir otro asistente porque si él va conmigo a la isla no dejaré que lo molestes. Sabes las reglas de allí y si Seokjin te acompaña y las rompe sabes que puede ser mío. 

Se fue dejando al moreno impactado, su amigo Min Yoongi jamás había actuado de esa manera protectora con ninguna de sus parejas sexuales, jamás se había atrevido a hablarle así solo por un chico, asique estaba anonadado con su forma de reaccionar. Sonrió, porque sabía que ese chico no iba a ser cualquiera en la vida de Yoongi.




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Se sentía mal, estar en el mismo espacio de ese otro hombre lo estaba sofocando, y él no era el mejor disimulando que su presencia le desagrada. Tomó asiento al lado de Alice, con las carpetas en mano e intentando no levantar la vista por ningún motivo. 

Tan solo un par de minutos después, entró a la sala de juntas un hombre para él desconocido, era delgado, bastante guapo, pero nada interesante. 

—Muy bien, ya podemos empezar— pronunció Kim Seokjin —. Les presento al señor Zee Pruk, y al señor Chawarin. Ellos son nuestros abogados, así que nos estarán acompañando en el proyecto. 

—Perfecto, iniciemos. 

Prestaba atención a la reunión, cada tema del que se hablaba, cada punto importante lo anotaba en su libreta. Jimin podría ser de todo, menos un irresponsable en su trabajo que se dejaba llevar por las emociones, no, él era profesional ante todo. Aunque, el hecho de dejarse coger por el socio y amigo de su jefe no era muy profesional que digamos, lo pensó y en realidad fué la única vez que Yoongi lo vió sonreír en toda la reunión. 

Al terminar dicha junta y quedar claros todos los puntos de vista, se dió cuenta que por más celos que haya sentido, él y el rubio que besó a Yoongi tenían las mismas ideas para el proyecto, y no podía quitarle mérito a ello. 

Todos salieron de la sala, incluyéndose. Sintió el brazo de Yoongi rozar el suyo, pero caminó con rapidez, evitando estar con él. 

Jimin entró apurado al ascensor, luego de perder de vista a Yoongi y entregarle las notas a su jefe. No quería verlo, sentía en su pecho y en su estómago una opresión que no le gustaba, sabía que era pero aún así no quería admitir que ver al otro rubio sonreirle a Yoongi le habían provocado celos. 

El ascensor estaba por cerrar sus puertas, pero alguien entró justamente antes que eso pasara y maldijo mil veces al ver que era él. Yoongi se le acercó por detrás abrazando su cintura y rozando sus labios en su oreja. Intentó zafarse inútilmente, estaba molesto y el mayor lo sabía, le provocaba mucha gracia. Jimin notó la risa de Yoongi y bufó aún más molesto. 

—¿De qué diablos te ríes?— sus brazos estaban cruzados en su pecho y la risa del hombre tras él se hizo más fuerte. 

—Te ves hermoso cuando estás celoso. 

—¡Yo no estoy celoso!— levantó la voz irritado. 

—Pareces un niño chiquito, me encanta. 

—Eso es algo que un pedófilo diría...— Yoongi lo volteó bruscamente y lo acorraló en el tubo de agarre de la pared, apretó el botón de emergencia y el ascensor se detuvo a medio camino.

—No juegues con eso Jimin, eso está muy en contra de mis principios y prácticas— lo veía fijamente con seriedad, el menor agachó la cabeza arrepentido, odiaba dejarse llevar por sus sentimientos. 

—Lo siento— Yoongi suspiró. 

—Me refería a que me encanta que en tu rostro aparentes ser inocente cuando claramente no lo eres, y que a veces actúas infantilmente y te ves dulce— las mejillas del menor se colorearon de carmesí ¿Cómo podía decirle ese tipo de cosas así de repente? —. En lo personal no me gusta que no tengan experiencia alguna. 

—Yo no la tengo— dijo con un puchero en sus labios que a ojos de Yoongi era adorable. 

—Y eso es lo mejor. 

—No entiendo

—Puedo hacerte lo que yo quiera y hacerte experimentar mil cosas porque no sabes aún lo que no te gusta hasta que lo pruebes. Dime... ¿Hay algo que no te haya gustado? 

El menor lo pensó un momento, la verdad es que todo lo que habían hecho hasta ese momento le había encantado, es más, podría decir que querría volver a hacerlo. Segundos después negó. 

—No, todo me ha parecido bien. 

—¿Sólo bien?— preguntó en tono coqueto, le encantaba ver a Jimin completamente apenado. 

No estaba acostumbrado a tener que lidiar con alguien que no tuviera experiencia, pero en Jimin aquello le resultaba excitante, era algo nuevo que no le molestaba en absoluto. 

—¿Qué quieres que diga?, ¿Qué me ha encantado?— rodó sus ojos con fastidio. 

—¿No es esa la verdad?— Jimin sonrió apenas —¿Me pregunto cuándo será el día que vas a ser sincero contigo mismo y aprenderás a no ocultar las cosas? 

—Está bien, si me ha gustado todo lo que hemos hecho. 

—Asi está mejor— se acercó aún más a él, levantó su mentón y rozó suavemente sus labios, hasta que Jimin no pudo contenerse y tomó sus labios de forma experta, adentrando su lengua en su boca arrancando un jadeo de los labios del mayor, sonrió en medio del beso el cual fue cortado por la separación de Min —Con que está es la única forma en la que pierdes la timidez ¿Eh? —el chico no respondió, solo ladeó su cabeza con una sonrisa inocente en su rostro —¿Ya tienes una respuesta para la propuesta que te hice? —el menor asintió —¿Y bien? 

—¿Prometes que si algo no me gusta no lo volveremos a hacer? 

—Esa es una de las reglas. 

—Entonces si quiero. Pero... 

—¿Pero?

—¿Cuánto tiempo será? No puedo dejar mi trabajo así como así, tengo que pedirle permi... 

—No te preocupes por eso. 

—¿Por qué no debería? 

—Porque tu jefe también irá. 

Jimin quedó en shock al oír aquellas palabras ¿El señor Kim? ¿Él irá a un lugar al que solamente habrá sexo por todas partes? 

Al detenerse el ascensor Yoongi salió primero. Jalando de la mano a Jimin mientras caminaban hacia la habitación del menor. 

—Dame tus llaves— dijo el peli negro, Jimin sin pensarlo demasiado, sacó el llavero de su bolsillo y se la dió. Ambos entraron y Yoongi cerró la puerta tras él —. Empaca tus cosas, nos vamos.  

—¿Eh? 

—Necesito hacer un par de cosas en la empresa antes de irnos. Tú vendrás conmigo. 

Jimin lo observó por un momento, pensando que aquello era un chiste. Pero uno, Yoongi nunca bromeaba. Y dos, la expresión de él era totalmente seria. Y mientras más lo veía, Yoongi más se acercaba a él a paso lento. 

—¿Te das cuenta que estamos en un viaje de trabajo? El señor Kim…— el hombre posó un dedo en sus labios, impidiéndole que siguiera hablando.

—Ahora me perteneces, Jimin. Desde este momento harás lo que yo te diga, créeme, Namjoon no va a intervenir absolutamente en nada. Cómo primera regla, a mi será al único que llames señor y tratarás de usted ¿De acuerdo?— Jimin asintió, con un escalofrío recorriendo su espina dorsal ante la mirada penetrante de Min —. Segundo, obedecerás a todo lo que te diga, tanto si es para complacerme, como para tu propia seguridad. Y por último, nadie, absolutamente nadie te tocará sin mi permiso ¿Está bien?

—Si

—¿Sí, qué?— la voz de Yoongi salió fuerte, no en un grito, pero su voz logró hacer temblar su existencia misma. 

—Si, señor. 

—Perfecto. Empaca tus cosas, te esperaré en el lobby. Tienes diez minutos. 

Yoongi salió de su habitación, dejándolo solo y dándole la oportunidad de dejar salir el aire que tenía atascado en sus pulmones. La manera autoritaria en la que le había hablado, no era para nada como en otras ocasiones, está vez era en definitiva un lado de Min que no conocía. Y le encantaba tanto como le aterrorizaba lo que estaba pasando. 

Empacó todas sus cosas en tiempo récord. Arrastró la maleta y cargó su bolso en el hombro, bajó por el ascensor hasta llegar a su destino y ver a Yoongi en recepción, hablando con el abogado de Jin. Se extrañó. 

Cuando Yoongi lo notó, se alejó de aquél hombre y ambos caminaron hacia la salida del hotel. Subiéndose unos cuantos segundos después a un auto más grande de lo normal. El chófer se bajó a ayudar con la maleta de ambos y ellos se adentraron al interior de la cabina trasera. 

Jimin veía de reojo cada movimiento que hacía Yoongi, se sentía nervioso, como un chiquillo a su lado. Aún no podía creer que él fuera Agust, él todavía no terminaba de asimilar eso. 

Tan solo unos momentos después, la puerta del vehículo fué abierta, dejando espacio para que entraran dos personas más. Jimin volteó hacia Yoongi, esperando que aquello fuera una broma, pero el mayor estaba inmerso en su teléfono. 

—Me alegra que estés aquí, Jimin. Eso quiere decir que ya eres parte de la familia. Cómo bien sabes, soy Chawarin, pero puedes decirme New.— Jimin volteó de nuevo hacia Yoongi, buscando de alguna manera un escape ante las dos miradas frente a él —¿Puedo darle la bienvenida? 

Observó a Min asentir mientras dejaba de lado el aparato en su mano. Inmediatamente volteó hacia enfrente, teniendo el rostro sonriente del chico rubio muy cerca al suyo. Y fué avanzando hasta que los labios de él tocaron los suyos, convirtiéndo en cuestión de segundos en un beso salvaje. 

No podía apartarse, tampoco quería, le aterraba sentir que aquello le gustaba. Era algo nuevo y sentía que hasta cierto punto incorrecto, estaba frente a Yoongi, y ese chico le estaba besando como si fueran mucho más que simples desconocidos. 

Las manos contrarias tocaban sus piernas, su lengua acariciaba la suya y exploraba de forma experta y lasciva cada parte de su boca, mentiría si dijera que no le estaba gustando ese beso en el que sentía tantas emociones contradictorias. 

Nadie los detenía, entre abrió los ojos, viendo frente suyo a Yoongi y a aquél otro hombre viendo aquella escena que estaba creando una atmósfera sensual. La mirada de Yoongi lo prendía mucho más, la sonrisa que tenía en su rostro era una de completa satisfacción, y no dudó ni un segundo en atraer más cerca am hacia él, el cuerpo del otro rubio quedó encima del suyo. Jimin dirigió el beso, mordiendo sutilmente el labio inferior del contrario, delineando sus belfos con su lengua, satisfecho de sacar gemidos de la boca del chico. 

Nunca había pensado en ser activo en ninguna situación sexual, pero el calor del momento estaba despertando en él un lado bastante dominante que no sabía que tenía. 

—Jimin…— tan pronto como escuchó su nombre de los labios de Yoongi se separó, observando al azabache con sus ojos dilatados por la excitación en su cuerpo —Ven aquí. 

New se apartó y se dirigió al lado de su acompañante, suponía que él era algún amigo, pero se sorprendió al ver como el chico rodeó con sus piernas las caderas del contrario en la misma posición en la que antes se encontraban ellos, y este lo recibía con un beso aún más caliente que el que segundos antes compartían. Jimin se levantó y avanzó hacia Yoongi, quien lo jaló y lo puso en la misma posición del otro. 

—¿Te gustó?— preguntó, besando su cuello y dejándolo sin palabras —. Sé que lo disfrutaste, no intentes negarlo, cariño. 

—No lo hago. 

—¿Te gustó que te viera besándote con otro?— Jimin asintió sin vergüenza alguna. Balanceando sus caderas de manera provocativa en la entrepierna del mayor, las manos del azabache se aferraron fuerte a sus caderas —. Detente— Jimin obedeció ante la orden, sonriendo al provocar la dureza en él —. No sabes lo que te espera al llegar, Park. 

Dió unas palmadas en sus piernas, antes de darse cuenta que estaban ya estacionados en la acera del aeropuerto y que solo ellos dos estaban en el auto. 

Bajaron y en poco tiempo se encontraban en el mismo jet en el que habían llegado, Jimin y Yoongi se sentaron uno frente al otro, pero el menor no tardó mucho en cerrar sus ojos y desconectarse del mundo entero. 

Al llegar, despertó un poco confundido, teniendo la mano de Yoongi frente a él. La tomó sin siquiera dudar y ambos bajaron del transporte, caminando juntos hacia la salida en dónde se encontraban camarógrafos, que al verlos empezaron a fotografiarlos. En la salida se encontraba el chofer del señor Min, y ambos subieron. 

—A casa— mencionó el pelinegro. 

Treinta minutos después se encontraban enfrente a los portones de lo que parecía un residencial, pero se equivocó, aquello era una mansión. Yoongi salió del auto y seguido lo hizo el menor, tomó su mano y ambos caminaron hacia la entrada de la casa. Todo el lugar gritaba Min Yoongi, la decoración y el ambiente era sumamente elegante, refinado y daba un porte serio y lujoso. Le gustaba. 

—Bienvenido a tu casa. 

—¿M-mi casa? 

—Lo será mientras estés conmigo. Vivirás aquí. Se me facilitará más tenerte cuando yo quiera. 

—Pero…

—Sin peros. En el segundo piso están las habitaciones, ve y escoge la que quieras, yo te alcanzo en un segundo. 

Jimin se quedó estático sin saber qué hacer, observando a Yoongi alejarse y perderse en un ancho pasillo que tenía de anexo una sala de estar. Observó pensativo las escaleras dobles y sin mucho más que hacer avanzó hacia una de ellas, escuchando pasos que pertenecían al personal que traían las maletas de ambos. 

Abrió las puertas de cada habitación, pero ninguna le gustaba en realidad. Hasta que llegó a la última, y se quedó asombrado de la decoración, estaba seguro que aquella era la habitación del señor Min. Cerró con rapidez, no queriendo indagar en algo que no debía. Se dirigió a otro pasillo, e hizo lo mismo, abrir cada puerta de ahí, hasta que llegó a una habitación a oscuras. 

Caminó temeroso hacia el interior, completamente confundido ante el cambio de temperatura de aquel espacio, pues estaba frío. Tocó las paredes, buscando algún interruptor que encendiera la iluminación de la habitación, y no tardó mucho en encontrarlo. 

La habitación entera fue iluminada por varias luces de tenues colores blancos, las paredes de un color gris y muchos, muchos objetos colgando de las paredes, repisas con juguetes que bien podía saber que eran sexuales, cadenas, collares, pinzas, látigos y muchas cosas más que por más que observaba, no lograba descubrir su uso. 

Había escuchado, leído y visto de las habitaciones como esas. Sin embargo, jamás pensó estar en una. Siguió avanzando hasta quedar en el centro del lugar, el aroma del lugar no era desagradable, parecía como si cada objeto ahí fuera nuevo. Aunque, un ligero pinchazo de duda recorrió su cuerpo al imaginar a alguien más en aquella habitación disfrutando junto a Yoongi. 

Escuchó los pasos aproximándose a él de forma lenta, sabía perfectamente que era él, su perfume y presencia colmaba la habitación entera. Ni siquiera tuvo que voltear, porque las manos de Yoongi en su cintura lo dejaron en estado de no poder ir en contra de lo que quería. 

—E-este lugar, estás cosas… ¿Las usará en mí? 

—¿Eso quieres?, ¿Quieres tener mi pene dentro de tí mientras estás atado?, ¿Quieres que te folle tan duro hasta hacerte llorar?— las piernas de Jimin flaquearon de los nervios ¿Eso quería? Claro que sí. 

—Si— se volteó, quedando de frente a él, elevando su cabeza para poder sostener su mirada —. Eso quiero. 


"Oh, mi ángel... 

Todo es una mera ilusión.
Por fin caíste, por fin te tengo a mi lado para demostrarte cómo rendirte ante tu castigo. 

Tú karma soy yo,
Recuérdalo.
Recuerda que me vendiste tu alma
Recuerda que tu cuerpo me pertenece 

Y...

Asegúrate de recordarme cada uno de tus límites..."

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