capítulo 12
"El sabor vainilla te lo dejo a tí,
su sabor dulce y empalagoso es digno de tu forma de ser"
Intentaba relajarse, pero aún así el calor de la molestia se negaba a irse de él. Sentado en una silla playera se quitó su camiseta para echarse bloqueador solar y su amado aceite de coco para quemaduras, estaba bajo una sombrilla, pero pensaba nadar y no quería sufrir por quemaduras, menos cuando por la tarde tendría una reunión muy importante.
Volvió a echarse en la silla, esta vez boca abajo, enterrando su cara en una almohada, la frustración le impedía disfrutar el momento, de solo imaginarse a Yoongi y a ese chico juntos le hervía la sangre y le hacía tener una molestia incontrolable en donde movía sus pies enojado intentando liberarse del peso en su pecho.
—Que bonita rabieta
Levantó rápidamente su torso quedando apoyado en sus codos, frente a él sentado en otra silla se encontraba Min con un coctel en su mano. Tan sexy y despreocupado, con esa estúpida sonrisa en su rostro. Volvió a acostarse sin prestarle atención.
—Déjeme tranquilo
—Acabas de aparecer de la nada en recepción y me besaste… ¿Y pides que te deje tranquilo?
—Perdón, fue un impulso. Ni siquiera sé porqué lo hice.
—Yo sé porqué— escucho a Min dar un par de pasos y de un momento a otro estar encima de él.
Abrió los ojos sorprendido, intentó aventarlo pero la fuerza de ese hombre era demasiada, con costo y pudo apenas moverlo.
—¡Estamos en un lugar público, bájese!
—¿A si?, ¿Qué tan público?
El chico desde su incómoda posición intentó ver a su alrededor, habían muchas personas, pero nadie parecía prestarles atención en lo más mínimo.
—Por favor nos van a ver— rogó
—Me arriesgaré, veremos cómo se toman el exhibicionismo ¿No quieres ver?
—¡No!— se quejó moviendo su cuerpo para tratar de que se quitara de encima —. Por favor ¡Hay niños!
—Cierto— agradeció la comprensión de él, pero aún así seguía sin quitarse y eso lo confundió —. Qué sus papis le tapen los ojos.
—¡Ay ya, por favor!
—Si sigues gritando cariño, si nos van a ver— susurró en su oído —. Bonito lugar que escogiste, muy discreto. Muy a mí favor.
Las sillas se encontraban en una área verde muy bonita, tenía una enorme sombrilla tapándola de sol y la rodeaba unos arbustos de flores que llegaban a medio cuerpo. Nadie los veía, excepto por el espacio en los arbustos que simulaba una entrada, en donde pasaban los adultos y niños jugando.
Jimin se alarmó cuando sintió como Yoongi empezaba a restregar descaradamente su entrepierna en su trasero mientras tocaba su cintura de forma provocativa.
—¡Ya basta! Por favor hago lo que usted quiera, pero deténgase.
Maldijo su cuerpo por responder a los estímulos de Yoongi.
—Oh pequeño, pero claro que harás lo que yo diga cuando yo lo diga.
Sintió a Yoongi alejarse de él abruptamente, pero él no se levantó, tenía las mejillas rojas y sus piernas juntas. Y todo se debía a la semi erección que tenía.
—Levántate y vámonos— habló el pálido demasiado rudo para su gusto.
—¿Adónde?
—Levántate y vámonos— esta vez lo dijo más pausado, con su mirada más oscurecida de lo normal.
Al no recibir respuesta Yoongi lo jaló del brazo hasta ponerlo de pie, notando con gracia la razón de que el chico no se levantara. Tomó su camisa y ayudó a ponérsela, por suerte está tapaba más allá de los muslos y disimulaba perfectamente la situación.
Ambos tomados de la mano caminaron al ascensor, un leve presentimiento en Jimin le gritaba que irían a la suite del mayor, y no supuso mal cuando pasaron de largo por su habitación.
El mayor lo empujó hacia el interior y cerró tras de ellos.
Jimin se quedó de pié sin saber que hacer, en el centro del salón había un pequeño armario, no muy grande ni muy chico y en una mesa al lado diferentes instrumentos que le parecían extraños.
—Camina— escuchó la voz demandante del pálido.
Hizo caso al instante y avanzó por instinto hacia aquellas cosas que veía extrañas en medio de una sala.
—De rodillas
Con mucha dificultad y vergüenza acató la orden quedando de rodillas delante de él al voltearse provocativamente, cosa que fascinó al mayor, lo supo por su mirada.
—Quítate la ropa
Ni dos veces el rubio lo escuchó y aún en ese posición quitó cada prenda de su cuerpo, quedando completamente desnudo. Yoongi se agachó hasta quedar de cuclillas frente a él tomando su mentón.
—¿Enserio no me recuerdas, pequeño?— el menor negó —¿Estás seguro que quieres saber quién soy?
—Si— se atrevió a contestar con el miedo de por medio ante la sádica mirada del pálido.
Se levantó y caminó hacia la mesita, tomando dos cosas de ellas que no pudo distinguir muy bien, lo sintió detrás de él y pronto todo se volvió oscuro por la tela que rodeaba sus ojos.
Pronto sus manos también fueron tomadas de sus costados y atadas a su espalda. Jimin estaba asustado, esperando en cualquier momento el próximo movimiento de Yoongi, pero así quedó por unos minutos en los que agudizó su sentido de la audición para detectar algo, pero no escuchaba nada.
—Levántate
Jimin obedeció, se puso de pie esperando la siguiente orden. Pero en cambio sintió las manos de Min tomarlo por los hombros y guiarlo a algún lugar. Yoongi se puso frente a él y sin aviso reclamó sus labios con los suyos en un beso apasionado en el que la única interrupción del momento fue la falta de aire.
—Siéntate— Jimin lo hizo, sintiendo en la piel de sus piernas y trasero lo duro y frío del lugar —. Pega las piernas a tu pecho.
Tanteó a sus espaldas, notando un respaldar que le permitía recostarse y realizar la acción, segundos después brinco del susto en el lugar ante el estruendo frente a él.
—¿Yoongi?
Su voz sonó enclaustrada, el amarre en sus manos estaba completamente flojo, lo que le permitió quitarse de inmediato la cuerda y darse cuenta de su alrededor. Estaba encerrado, quitó la venda de sus ojos confirmando sus sospechas y empezando a respirar dificultosamente.
—Yoongi, por favor sácame de aquí— empujó la puerta, la golpeó y aún así nada, solo pudo escuchar la risa del pálido al otro lado— ¡No es divertido por favor, sácame de aquí!
Las lágrimas empezaron a caer como cascadas ante los recuerdos, momentos en donde su padre lo hacía dormir en un lugar muy parecido a ese, en donde tenía que soportar como los bichos se subían a su cuerpo y en donde las noches largas se hacían eternas esperando entre lágrimas el amanecer.
—¿Por qué me haces esto? ¡Por favor ya abre!— sollozaba entre temblores y esfuerzos por abrir la puerta.
El espacio era bastante reducido, por lo que la respiración se le dificultaba cada vez más.
—¿Aún no lo recuerdas, pequeño?— la risa de Yoongi resonaba en sus oídos, la oscuridad torturando aún más —. Anda, quiero seguir escuchando tus súplicas. Igual que yo lo hacía, cuando le suplicaba a tus amigos que pararan...
Toda su vida de secundaria pasó por sus ojos, tratando de localizar algo referente a lo dicho por Min mientras aún luchaba por salir.
»Cuando tú sólo veías como me golpeaban, cuando veías como me encerraban en aquél pequeño armario. Al menos este, está limpio.
Entonces lo recordó, aquél niño pálido y más bajito que él, aquél al que había hecho tanto daño y que se arrepentía. Todas y cada unas de las terribles cosas que le hizo pasaron por su mente torturándolo y remordiendo su conciencia. Esta vez las lágrimas no eran de miedo, de terror, está vez era de vergüenza y arrepentimiento, eran de sentirse un maldito abusivo por el daño que ocasionó en él.
El dolor en su pecho le impedía respirar bien y el nudo en su garganta solo le permitió decir si nombre en un lastimero susurro.
—A-agust.
—¡Bravo! ya recordaste— dijo a modo de felicitación —¿Recuerdas lo que te dije la última vez que nos vimos?— Yoongi no recibió más respuesta que los sollozos aún más fuertes del menor —. Te dije que era mejor que no te cruzaras en mi camino, que si lo hacías ibas a pagar caro cada una de las cosas que me hiciste...
—¡Por favor, perdóname!— escuchó desde adentro, la voz del rubio rasgándose.
—Tus disculpas ya no me valen de nada Park— dijo en un tono sombrío —. Más te vale controlar los nervios o te quedarás sin aire muy pronto.
—N-no por favor Yoongi... no me dejes aquí.
Sus súplicas no valieron de nada, escuchó los pasos de Yoongi alejarse y dejarlo ahí a completas oscuras.
El sudor empezó a bajar por su cuerpo inundando el reducido espacio de la esencia de coco que llevaba en el cuerpo, la cuál empezó a asfixiarlo por su fuerte aroma en un lugar tan pequeño. Las lágrimas jamás se fueron, el temblor en su cuerpo tampoco y ni él mismo se había dado cuenta, ni tenía noción de los murmullos que salían de su boca. Así pasaron horas, para él había sido así; y no protestó más, no gritó más por la piedad del mayor porque muy bien sabía que aquello lo merecía.
***
Yoongi observaba desde el sillón el pequeño armario en donde de él salían pequeños jadeos y sollozos. Y una y mil veces tuvo que escuchar los murmullos del menor pidiéndole perdón, jamás sesaron, dejándole claro lo arrepentido que estaba. Habían pasado a penas cuarenta minutos oyéndolo, queriendo sacarlo de ahí pero viviendo el recuerdo de todo lo que le hizo.
—Mátame, haz lo que quieras de mí, pero por favor perdóname— escuchó esa última frase que quebró su mundo entero.
Se dirigió hasta el armario y lo abrió. Jimin por primera vez pudo ver la luz en un largo rato, su muñeca fue tomada y jalada con desesperación para tener su cuerpo pegado al de Yoongi.
Min tocó el cuerpo sudoroso del menor, pero aquello no le importó en lo más mínimo sintiendo el exquisito aroma que desprendía el cuerpo del chico.
—Mírame— Jimin negó frenéticamente, sintiendo el peso de la culpa en su ser.
Jimin se dejó caer soltándose de los brazos de Yoongi, y quedando de rodillas ante los pies de él.
—Por favor perdóneme.
Nunca creyó que aquél odio hacia el chico se desmoronara tan fácil, que por un momento sus demonios se aplacaran y que todo aquello no se encontrara tan placentero. Sin responderle se agachó frente a él tomando su mentón y obligándolo a levantar su cabeza. Segundos pasaron en los que la mirada azulada del chico logró hipnotizarlo, aún cuando tenía los ojos rojos e hinchados, aún cuando tenía sus labios con mordidas que él mismo se había provocado.
Se acercó tomando sus labios entre los suyos, mientras con sus brazos lo acomodaba para cargarlo y empezar a caminar hasta la habitación. Estando ahí lo dejó sobre la cama y él se despegó para salir por la puerta, dejándolo aún más confundido al menor, minutos después volvió con varias cosas en sus manos, cosas desconocidas para él y que en ese momento no se atrevía a preguntar qué eran.
—¿Qué estás dispuesto a hacer por mí?— el menor hizo señal de hablar, pero antes Yoongi le interrumpió —. Piensa bien tú respuesta, Jimin. No voy a obligarte a hacer algo que no quieres, al menos no algo que tenga que ver con esto.
Vio con curiosidad los objetos extraños, entre ellos una fina cuerda bastante larga y enrollada de color roja. La tomó con sus manos, sintiendo que era bastante suave al tacto.
—¿Si algo no me gusta...?
—Dímelo y pararé de inmediato— un brillo apareció en los ojos del menor —¿Y bien?
Jimin se concentro en la cuerda. Tenía mucha curiosidad de todo lo que tenía que ver con cada uno de los objetos que yacían entre las sabanas, desenrolló con curiosidad la cuerda imaginándose atado con ella ¿Así le gustaba a Yoongi el sexo? Aún estaba en shock, porque al verlo otra vez no lo veía de la misma forma que lo hacía antes. Ahora lo veía más dominante, porque no podía creer que Yoongi fuera ese mismo chico del que tan enamorado estaba siendo un adolescente, las piezas encajaban a la perfección. Era él.
Si las coincidencias existían, aquella era la más loca que había vivido. Si el karma existe, él estaba pagando cada mal que hizo de la manera más placentera. No sé veía en otro lugar, en brazos de alguien más. Su todo era el hombre frente a él.
Se imaginó tantas cosas entre los dos, diferentes formas de estar con él, y solo eso le bastó para su respuesta. Tendió la cuerda hacia Min y este la tomó confundido, pero su mirada se intensificó cuando luego el menor juntó sus manos y las alzó hacia él.
—Todo, estoy dispuesto a todo— Yoongi intentó no sonreír ante la respuesta y fue imposible no hacerlo ante la dulce mirada del menor.
—Acércate— el rubio se arrastró por las sábanas hasta quedar a escasos centímetros de él —. Avísame si sientes que la cuerda te hace daño o uso demasiada fuerza.
Observó como empezaba un amarre en sus dedos, y lentamente la cuerda se enrollaba por sus manos juntas y brazos. La cuerda pasó por su cuello, su pecho, torso y bajó hasta su cintura. Pronto vió con sus mejillas bastante encendidas como Yoongi estaba muy cerca de su miembro pasando la cuerda por ambas piernas y de regreso hasta arriba muriendo en su cuello en el que colgaba de él lo que restaba de la cuerda. Intentó moverse, el amarre era tan delicado que no le lastimaba, pero tan fuerte que le impedía moverse, estaba completamente a merced de lo que el pálido quisiese hacerle.
Yoongi le ayudó a ponerse de pie y lo guío hasta quedarse frente a un espejo de cuerpo completo para que Jimin pudiera verse.
—Esto se llama shibari. Es bondage japonés… el bondage también es un práctica de ataduras, pero a mí parecer, es un poco más brusca.
—E-es bonito.
Y no mentía, Yoongi había hecho un arte con las cuerdas, dándole formas en su cuerpo y ofreciendo una vista sumamente sensual, el pelinegro sonrió asintiendo.
—Ese es el chiste de esto, el bondage solo es atar, nada más. El shibari requiere arte y práctica para no lastimar.
Una ligera incomodidad apareció en el rubio, tristeza, al pensar en cuántas personas habían estado así, sumisas ante él.
—¿Qué pasa?— preguntó el azabache notando el cambio.
—¿Con cuántas personas has practicado esto?
Yoongi se impresionó de la pregunta, no pretendía mentirle al menor diciendo que era el primero, pues como bien dijo, para eso se necesitaba práctica.
—Con muchas— los hombros del menor se encogieron. Se sintió triste y ridículo de estar así —. No pienses en eso, la última vez que lo hice fue hace muchísimo tiempo
—¿Con ese chico rubio con el que estabas?— la pregunta salió sin pensarlo, simplemente la hizo sin medir consecuencias. Quiso disculparse pero la risa de Yoongi lo descolocó.
—No tienes de que estar celoso, pequeño. Él es un amigo nada más, y lo del beso fue de parte de él para ver tu reacción, al parecer logró su cometido de ponerte celoso— sonrió —. Además, ayer tú disfrutaste con Kim Taehyung en la noche.
—¡Yo no hice nada con él!— alzó la voz alarmado.
—¿Qué me asegura que no?
—No sé cómo probarlo. Pero te juro que no pasó nada.
—Mmju. De todas formas tenemos el derecho de disfrutar con otros ¿No? Tú puedes estar con Kim, y yo puedo estar con él ¿No es así?— dijo cargando al rubio y dejándolo en la cama
—No— contestó a duras penas el menor sintiendo como Yoongi introducía dos dedos dentro de él robándole un gemido.
—¿No?, ¿Por qué no?— los movimientos de la mano del Min se hacían cada vez más rápidos —. Dime Jimin ¿Por qué no podemos estar con otros?
—Por...qué ... ¡Ah!— un gemido agudo escapó de su garganta al sentirse lleno, con el grueso y largo miembro de Yoongi dentro de él.
Sintió al pelinegro moverse, entrar y salir de él de una forma que lo estaba volviendo loco, o quizás la experiencia de estar atado intensificaba las sensaciones. Sintió el peso sobre él sin dejar de moverse.
—Anda cariño dime porqué.
—Yo... Soy tuyo— certeras embestidas lo hacían curvar su espalda —. Pero... tú también eres mío... Yoongi... ¡Ahg!
—Dilo, repítelo de nuevo.
—Yo soy tuyo y tú eres mío.
—Asi es cariño, y mientras estemos juntos nadie puede tocarte.
—Ni a tí— Yoongi sonrió jadeando ante la forma que Jimin lo recibía.
Estaba claro de algo, y era que poco a poco ese chico le estaba robando la razón.
"Yo prefiero el sabor amargo, ese que no empalaga y crea emociones negativas"
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