Capítulo 10
"No sabías mi nombre, pero yo si sabía el tuyo a la perfección, escribí con cada letra de tu nombre un poema diferente"
El descanso entre clases había llegado, la campana hizo correr a muchos a sus respectivas aulas para el cambio de clase. Pero, para el chico pálido que se encontraba en una esquina era un momento crucial. Rápidamente avanzó hacia su destino y por medio de las rendijas de ventilación del casillero dejó caer la hoja doblada esperando que el rubio leyese su carta.
Y así fue, escondido observó como la leía con una sonrisa en sus labios y luego la guardaba. Sabía que le gustaba, pero aún así el chico jamás volteaba a verlo, muy al contrario, seguía como un loco al chico de apellido Kim. Solamente le quedaba resignarse a observarlo desde lejos.
Su belleza total lo había cautivado. Sus ojos celestes como el cielo, su hermosa voz, las pequeñas manías que el pálido se había puesto a analizar. Cómo por ejemplo cuando comía y abultaba sus labios de una forma tierna, cuando se sentía apenado jugaba con sus dedos, cuando reía siempre tapaba su hermosa sonrisa. Y lo que más le dolía, cuando estaba enamorado sus ojos brillaban, y sus mejillas se sonrojaba cuando esa persona lo veía.
Creía ver ese brillo cada vez que se topaba con él y lo veía con su grupo, cada vez que lo veía percibía su sonrojo, el nerviosismo. Y cada vez que eso pasaba buscaba el contacto de Kim. Le dolía el amor que le tenía a ese chico, al típico popular, pero no lo culpaba, él en cambio solamente era el chico raro de su salón.
Pero Yoongi era ignorante, él no sabía, no por su cabeza pasaba lo que Jimin hacía para protegerlo de su padre. Prefería mil veces ver que fuera golpeado y no verlo muerto como Bogum.
Había tratado de ser muy discreto, pero un día Kim lo descubrió y se había reído en su cara, porque el rubio jamás le haría caso. Fue entonces cuando todo comenzó, iniciaron con pequeñas burlas, con empujones, con meterle el pie para que cayera. Siempre tratando de aguantar sus cosas porque no quería dañar a los amigos del niño que le gustaba. Todo para nada. Porqué él siempre lo veía y no hacía más que verlo con burla y altanería, con aquellos ojos que reflejaban maldad pura.
Jimin a veces intervenía en silencio y otras dejaba que las cosas pasaran. Claro que le dolía, pero no podía hacer nada. Los padres de Taehyung era amigos del suyo, y cualquier defensa de parte suya sería malinterpretada.
Ese día Yoongi se había arrodillado ante él, le había pedido que detuviera a sus amigos, y que con él la cosas iban a ser diferentes, que le diera una oportunidad y que le demostraría que valía la pena estar con él, se había esmerado en comprar un ramo de flores. Pero el chico sólo se rió en su cara propinándole una cachetada que lo lanzó al piso. Fue entonces donde todo lo demás inició.
Las pequeñas torturas disfrazadas de "diversión" para el grupito de chicos, encerrarlo en los baños con las luce apagadas, sabiendo que el chico palido sufría de ceguera y que no podia ver sin luz. Atarlo a una silla y dejarlo así por horas, hasta llegar al punto de cosas mayores...
Intentar ahogarlo en el estanque que estaba en la parte trasera y muy alejado del resinto estudiantil, golpearlo hasta hacerlo sangrar y aún así siempre esos chicos tenían el cuidado de no lastimarle la cara para que nadie se diera cuenta. Pero las cosas habían llegado a un límite atroz, cuando los chicos hicieron un armario de madera solo para meterlo en él y no dejarlo salir durante dos clases. Él le tenía pavor a los lugares cerrados, no era claustrofóbico, pero no le agradaban los espacios reducidos.
Y aquella vez...
Cuando la marca de su pasado jamás abandonaría su cuerpo, aquella cicatriz que marcaría un antes y un después en la vida de ambos. Jimin le había hecho aquella herida, esa fue la única vez que había participado como autor intelectual de las violencias que vivía, y el chico tenia mente psicópata para cometer sus actos. Aún así y con todo eso calló, no habló con nadie más que con su hermano, era el único que sabía eso, pero le pidió y exigió no contarle a sus padres.
Aquél día de invierno en donde fue internado en el hospital llegó. Y había jurado con la última imagen que logró enfocar con su vista borrosa cobrarse cada una de las cosas que le habían hecho.
Las semanas pasaron y su recuperación cada vez fue mejor, se recuperó, pero la cicatriz había quedado plasmada en su pecho como un tatuaje que lo acompañaría de por vida.
El día que su hermano exigió a sus padres sacarlo de ese instituto el mayor de los hermanos, Hoseok, acompañó a sacar sus cosas del casillero a Agust. Su hermano mayor se encontraba teniendo una discusión bastante acalorada con la directora que no se percató de las acciones cometidas hacia su hermano menor.
El chico rubio había aparecido a su lado y había empezado a burlarse de como huía como un cobarde. Entonces no lo aguantó más, arrastró el pequeño cuerpo del chico hasta los baños y entre quejidos, sollozos y lágrimas del menor lo había suyo.
Había sido la primera vez de ambos, los primeros besos, el primer contacto piel a piel. El pálido aprovechó que no iba a volver a ver el rostro angelical que tanto daño le había hecho. Pero le advirtió.
—Sera mejor que no te cruces nunca en mi camino Park, porque te juro que vas a pagar con creces todo lo que has hecho.
Esas palabras exactas le había dado al rubio dejándolo tirado en el suelo de los baños, con sangre, lágrimas y su semen resbalando por sus piernas ¿Violación? No, había escuchado las voces de personas y pasos fuera del cubículo, Jimin pudo haber gritado pero no lo hizo.
La mudanza de su familia a otra ciudad llegó y con ello su cambio de nombre, de Agust pasó a ser un Min, Min Yoongi había sido el nombre que sus padres adoptivos eligieron. Era adoptado, pero agradece y siempre agradeció a los maravillosos padres que le habían tocado, al hermano protector que siempre lo apoyó en sus sueños de ser un arquitecto.
Su vida había pasado a ser tan "perfecta", su nuevo instituto era tranquilo, ya no se burlaban de él y ahora tenía amigos. Amigos como Namjoom, que siempre estuvieron con él y lo acompañaron. Amigos como Seokjin, el hermano de Kim Taehyung, había sido una enorme coincidencia toparse con él.
Todo marchaba bien, pero entonces empezó a sentirse vacío, a sentir que algo le faltaba. Fue cuando con Namjoom en su época de universidad conoció un club exclusivo de "Swingers" en donde ambos dieron rienda suelta a sus deseos más sadistas.
Se divirtió al ver cómo el moreno le rogaba a Kim ser su pareja, pero Jin con diversión y burla siempre lo rechazaba. A él jamás le faltaron parejas, aunque todas momentáneas, no tenía absolutamente nada formal con ninguno. Pero todos tenía algo en común, su cabello rubio y sus ojos claros, había sido un fetiche que había traído inconscientemente el recuerdo de Park Jimin siempre a su cabeza. Llegó a olvidarlo, pero a pesar que deseaba verlo jamás faltaría a su palabra de hacerle pagar por todo lo que le hizo.
Lo perdonó, en sus adentros lo había hecho y el odio se transformó en la necesidad de un día toparse con él, por eso había sonreído por las maravillas del destino el día que entró campantemente en aquella reunión en donde su amigo resultaba ser su jefe. Y él resultaría ser su karma.
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—¿No crees que es demasiado para él? —preguntó el moreno con curiosidad.
—¿Por qué lo sería?, ¿Acaso no fue demasiado para mí?
—Oye amigo, si, tienes razón. Pero... ¿Crees que pueda soportar nuestro mundo?
A Yoongi no le interesaba, él arrastraría al menor de ser necesario, lo envisiaría tanto que al final terminaría por gustarle todo lo que tenía planeado para él.
—Ahí estaré yo para él, no es como que vaya a dejar que lo toque otro hombre.
—Pero sabes las reglas...
Las malditas reglas, él no las seguiría, para eso tenía que advertir muy bien a Jimin y decirle las consecuencias de sus actos en ese lugar.
—Las reglas las puse yo. Puedo quitarlas cuando se me dé la gana.
—Te recuerdo que renunciaste.
—Aún así muchos me deben respeto ahí.
—Lo sé, tú jamás tienes compasión en ese lugar. Jamás logré entender tu forma de ser allá.
El moreno había visto muchas veces a Yoongi, el cómo castigaba a los que se portaban mal, tanto a unos como a otros, era prácticamente el verdugo de ahí.
—Si lo probaras, te gustaría.
—No gracias, lo sádico te luce a tí— el mayor sonrió, a su amigo siempre le gustaron las cosas más románticas.
—Y a tí lo Dom.
—Tú lo eres.
El pálido negó
—No soy como los otros dominantes Nam, lo sabes. No me considero uno.
Ese mismo día regresó a su casa. En donde aveces solo iba y venía de forma rápida, pero esa vez quiso quedarse más tiempo. Subió las escaleras hasta su habitación, las empleadas que se encargaban de la limpieza eran unas verdaderas profesionales al mantener todo impecable en todo momento aunque no supieran cuando llegaría.
Caminó hacia su armario para sacar aquél maletín negro aterciopelado en donde tenía sus juguetes. Iba a divertirse mucho con Jimin, lo había citado en la tienda de su madre, asique aprovecharía el momento en grande.
Sacó el pequeño dilatador y sonrió imaginando lo que podría hacer. Colocó el maletín en su lugar y más allá de él una cajita llamó su atención. La sacó y pudo ver el rollo de papeles doblados, algunos desgastados por lo viejo pero la letra seguía legible, intacta. Todos aquellos versos de poemas dedicados a un rubio de ojos azules. El que había sido su mundo entero y que sin saberlo, lo seguía siendo.
"En busca de que algún día te dieras cuenta de tu más fiel admirador
Pero tú...
Estabas tan absorto en aparentar algo que no eras, solo por él"
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