Capitulo 2.
Advertencia: Escenas 18+
Vale, ahora mismo será más comprensivo con Luna, no era nada bonito que te creyera un loco.
Un tiempo lo creían así, pero con su amiga rubia, es todo el tiempo, todos los días, toda su vida.
Y a veces la conciencia es una perra que abofetea fuerte, porque se siente mal las veces que le llamo loca en el pasado.
Como sea, al punto.
Esta mañana había despertado en el sillón de su sala común, pero no de la forma normal, si no con un brinco que termino cayendo de cara al suelo.
Los dientes filosos de ese lobo le hicieron revisar asustado todo su cuerpo, no encontrando evidencia alguna de una batalla. Corrió al baño del dormitorio, revisándose la unión de su cuello y hombro, encontrando una mancha entre roja y morada en su piel, convenciéndolo que si fue real.
Brinco encima de Ron, preguntándole sobre el lobo de anoche, como le encontraron, y que paso después, pero un Weasley en domingo no se puede tratar, mandándole al diablo por levantarle tan temprano, y recalcándole que estaba loco y no pasó nada.
Extrañado, hizo la misma pregunta a Deán y Seamus, solo obteniendo que no se han enterado de algún ataque de hombre lobo.
Corrió al aula de la batalla, encontrándolo intacto, ninguna silla o mesa rota, ni tampoco el cadáver que comía aquella criatura.
No había absolutamente nada que probara que peleo con un hombre lobo ahí, ni una mancha de sangre, excepto el moretón grande que tenía en su yugular.
Fue a la oficina de McGonagall, recordaba haberle enviado un avión de papel, recibiendo una negativa de parta de ella, que estuvo despierta a altas horas, patrullo por los pasillos, y reviso su correo, y nunca apareció algún mensaje de su parte que diga eso.
Se sintió mareado y confundido, negándose que fue algún sueño o alucinación, estaba seguro que lo que paso anoche fue real.
Su última parada para confirmar su coartada fue con Madame Pomfrey, preguntándole sobre su herida, solo recibiendo una receta para golpes y cortadas, ella le dijo que no había algo fuera de lo normal.
Negó, y quiso arrancarse el pelo de la cabeza.
¿Era real? ¿O solo fue un sueño de igual magnitud que tuvo cuando tenía esa conexión con Voldemort?
-Harry, como ya te lo he dicho varias veces, y me estoy cansando, no, no creo que hayas sido atacado por un hombre lobo, y no, no es muy probable que entre uno así como así dentro del colegio- recalco otra vez Hermione, ya cansada del tema.
El almuerzo no le abrió el apetito, por muy sabroso que se vea el pavo con el puré de papas, no tenía hambre, y dudaba que lo tuviera en la noche.
Posiblemente si fue un sueño, pero con las malas experiencias que tuvo en el pasado, se sentirá mejor si alguien se lo dice reiteradas veces para que también se convenza.
-esto del asunto del hombre lobo comienza a saberlo todo el mundo- hizo girar su dedo índice con discreción.
Harry hecho una mirada alrededor de todo el comedor, encontrándose ser el centro de atención, los estudiantes murmuraban entre sí, le señalaban con descaro, o hacían señas tontas de colmillos o aullar como burla.
La mesa de Slytherin no quedaba atrás, no desaprovechando en lo que seguramente serán comentarios con mucho veneno, podría reconocer algunos conocidos de caras mirarlo con diversión perversa.
Parece ser que esa casa es la que menos le importa si es el salvador, seguirán igual que siempre con él, y el sentimiento de nostalgia le invadió, sintiéndose estúpidamente agradecido que le traten igual que siempre.
Aunque hay una manzana verde que destaca en esa mesa.
Draco Malfoy es el único que le gusta comer manzanas verdes, disfrutando cada bocado con lentitud a la vez que veía a la nada con expresión neutra.
Desde que inicio el curso, no se le ha visto muy a menudo en público, se tenía suerte de encontrarlo en el comedor o algún pasillo, pero asiste a clases como sagrada rutina.
No han tenido contacto directo en todo este mes y medio de clases, ni tampoco en los juicios, por lo cual, cada vez que lo ve se le hace extraño, suponía que tantas peleas en todos estos años le han grabado en la mente en fuego que debe tener una como pan de cada día.
-Harry-chasqueo los dedos Hermione, llamando su atención.
-ah, sí, creo que si- se rasco la nuca.
-te lo diré de este modo, un hombre lobo si podría entrar a Hogwarts- comento al castaña.
-ahora me dices que sí, decídete- rodo los ojos.
-grosero. Como decía, no podría pasar inadvertido, hay protecciones mucho mejores alrededor después que se terminara la reconstrucción, sabes que yo misma me ofrecí de voluntaria. No hay manada de lobos en el bosque, los centauros son algo territoriales, y desde que Lupin se fue en tercer año, comprobar a los nuevos profesores y estudiantes de que tenga licantropía es un requerimiento antes de entrar-
-bueno si lo dices así....-pensó más aliviado.
-pero si es un estudiante antiguo, entonces no paso por ese examen- comento Ron mordisqueando la mazorca.
Hermione le dio una mirada dura, no ayudando a los nervios de su amigo.
-es...¿es cierto?- le interrogo.
-si, tal vez algún estudiante lo sea y no haya pasado por un examen- suspiro cansada.
-¡entonces si fue real!-
-no Harry, si fuera así como dices, entonces debería estar ese salón hecho pedazos y los pasillos sucios. Y en ese estado de transformación dudo que sepa como sostener una escoba- se cruzó de brazos.
La ilusión de tener razón tan pronto como vino se fue al verse en el mismo punto otra vez.
-¿y no aceptan a estudiantes con licantropía?-interrogo.
-si, pero estaría bajo control de la directora y trasladados a un sitio donde puedan pasar la luna sin dañar a nadie. Y antes que hagas cualquiera cosa, no, no los hay en este año-
-¿Cómo que no los hay?- frunció el ceño.
-pues, antes que la guerra empezara si había uno que otro, pero con los ideales de...Voldemort, se fueron, no volvieron. Como prefecta, McGonagall debería informar la existencia de alguno, ya sabes, si hago mis patrullas y me topo uno en transformación, sabré que es un inocente que estudia aquí y no de afuera, pero este año no los hay, han pasado muchas lunas llenas, sin evidencia de alguno. Y aunque los hubiera, ella no revelaría sus nombres porque está obligada a mantener en secreto su condición-
De vuelta en una encrucijada.
-yo digo que fue un sueño Harry, no hay porque darle tantas vueltas. Yo estoy cansada ya de perseguir pistas o estar medio paranoica que un basilisco me mate- tomo un gran trago de su jugo de calabaza.
Quería creerle.
Siguió dándole vueltas en su clase de transformaciones, repasando las sólidas afirmaciones de Hermione, y en lo que ha visto hasta hoy.
Al fin suspiro y decidió confiar en la razón de su amiga de tantos años, era muy improbable que un hombre lobo haga de sus anchas en Hogwarts sin levantar escandalo alguno, tal vez solo fue un mal sueño, ha tenido enfrentamiento con Greyback y lo recordó esa noche por medio de cosas del destino, la mancha en su cuello la atribuiría a picadura de algún bicho raro en la noche.
Tomo una respiración profunda, para luego escuchar la clase, esta vez algo más relajado después de toda su tensión.
La semana paso rápido, yéndose al olvido el suceso del licántropo, no teniendo en las siguientes noches algún sueño parecido, durmiendo cual bebe en su cama tranquilo, sin ningún ataque nocturno cuando caminaba en solitario por los pasillos.
Trataba de esmerarse en sus asignaturas, pero no sabía si era cosa de los profesores por ser últimamente aburridos, ganándose uno que otro llamado de atención por distraerse o dormir.
Había decidido no tener más citas, disfrutando del tiempo libre consigo mismo y a veces en salida con sus amigos, la tranquilidad nunca le supo mejor que ahora.
Era libre de preocupaciones bélicas, persecuciones, con estudios que tranquilamente puede finalizar y amigos con los cuales compartir, su vida estaba en ese punto esponjoso y delicioso que siempre quiso, aunque a veces sentía cosas faltantes, pero nada que no podía pensar con detenimiento.
Al llegar a pociones se dio cuenta que aún tenía el problema del compañero.
Por muy adulador que sea Horace, no creía que le dejara pasar su materia así como así, no ahora con las exigencias académicas que impartió McGonagall a cumplir todo profesor.
Sus amigos del trio dorado están descartados, los dejaría en su miel de mierda. Deán es regular, pero solo sacaría supera las expectativas, Seamus es peor que el, Neville ya se ideado que no pasara la clase, y puede que esté en las misma que él. Podía decir que Gryffindor no está hecho para esta materia, si para DCAO, pero no para una asignatura que requiere paciencia y calculo.
Mientras se llenaba el salón, trato de seleccionar a alguien que se viera más prometedor, no tenía a nadie más conocido, y el libro del príncipe mestizo juro no volver a tocarlo nunca, destruyéndolo por si las dudas.
Entonces una locura no tan loca a estas alturas paso por su cabeza.
Snape era el mejor pocionista que conocía, que mejor persona que su alumno y ahijado que sigue sus pasos a pisar sus talones de fantasma.
Trago saliva algo nervioso, volviendo a pensar otra vez en que numero está ubicado esta estupidez en su lista de estupideces cometidas, viendo en la primera fila el cabello rubio platinado, solo en su mesa, mientras analizaba con sus ojos grises algunos pergaminos con leve aburrimiento.
Malfoy para su dolor era el mejor en esta asignatura, Hermione acepta que en eso no puede rivalizar con él, llevándose la corona, no enterándose nunca de algún supera las expectativas en el largo tiempo que lo conoce.
¿Sería buena idea? ¿Sería enserio una buena idea?
No sabe muy bien cómo es su situación, si es de odio o rivalidad, o simplemente han llegado a un acuerdo que no sabía de no meterse con el otro por la falta de ganas que ha visto de Malfoy de buscarle.
Bueno, lo que sabe hasta ahora es que es su única esperanza, todo o nada, y deberá hacerlo antes que se lo arrebaten.
Tuvo que agarrase bien de su mochila para caminar hacia su banco, sudándole las palmas por los miles de desenlaces que podría tener siquiera hablarle.
Al llegar a su lado, no fue necesario aclarársela garganta para llamar su atención, los ojos tormenta le miraron con duda y algo de hastió, arqueado la ceja en pregunta muda ¿Qué demonios haces aquí?
-hola- se sintió estúpido.
Está de acuerdo que le lance un embrujo, el mismo acepta que fue un inicio tonto.
-¿Qué quieres Potter?- pregunto con pereza.
Reitera, es su única oportunidad para tener una buena nota y podrá aplicar a cualquier trabajo.
-¿puedo sentarme?- señalo el banco vacío a su lado.
-¿es el día al revés y no me enterado? ¿Por qué tu deberías sentarse aquí?- le interrogo a la defensiva, cruzándose de brazos y entrecerrar los ojos.
Suspiro.
-no tengo con quien emparejarme para pociones- murmuro algo audible.
Draco dio la vuelta todo el salón con su mirada, encontrando a más de 3 con puesto vacíos a sus lados, uno que otro esperando a que el héroe se fije en ellos.
El rubio alzo una ceja ahora escéptico de que tan cierto es lo que dice el moreno.
Se dio el lujo de sonrojarse delante de su rival por un momento, atrapado en su mentira y culpar las pruebas circunstanciales.
-hay muchos lame botas esperando a que pongas el culo al lado de ellos-
-muy bien...-exclamo con cansancio sentándose un momento al lado del Malfoy ante su negativa evidente. – necesito un extraordinario en pociones Malfoy, y seamos sinceros, todos son unos idiotas en esta materia excepto tu- se rasco el cuello.
-entonces ¿estás aquí para colgarte de mí, que haga todo el trabajo y tú, como vil sanguijuela saques la misma nota? ¿Y quieres que acepte? te creía menos ingenuo Potter- siseo.
-arg, ¡no!, por supuesto que no me voy a colgar de ti de ese modo, yo también poco de mi parte, gracias por el voto de confianza- rodo los ojos.
-la respuesta sigue siendo no cabeza de palma- negó con la cabeza.
Muy bien, era hora de rogar.
-¡por favor!, ¡enserio!, necesito pasar alto pociones-
-ve con Granger- gruño.
-esta con Ron-
-con el idiota de Finningan-
-es muy malo-
-con el estúpido de Longbottom-
-no le digas así, y sin ofenderlo, pero sería la última persona que buscaría como opción-
-¡¿Qué no tienes más amigos?!- exclamo molesto.
-por increíble que te parezca, no. Pero tú por lo que veo no los tienes- comento sincero.
Golpe bajo, Malfoy le observo primero desencajado, para enrojecerse de enojo por lo dicho.
Se mordió la mejilla nervioso, admitiendo a sus adentro que si se había pasado, reprendiéndose de su boca suelta.
-yo no...- trato de disculparse.
-largo- le expreso con frialdad e ira.
-Perdón si...-
-Lárgate Cara rajada, si no quieres que te lance el setucsempra, que a diferencia de ti, yo si se para que sirve- le expreso severo, presionando la punta de su varita en su costado.
Si habían jugado a golpear puntos bajos, el salió ganando, le sentó cual patada en el estómago recordarle ese suceso en los baños, sintiéndose de repente mal consigo mismo, dedicándole una mirada herida al rubio que no le importo, haciendo caso a los deseos del rubio y levantarse de su asiento otra banca vacía en lo último del salón.
-¿Qué quería que?-
Hoy en su afán de hacer sus deberes temprano y que no le coja el tiempo, había quedado con Hermione en la biblioteca después de la cena, y terminar lo que le queda de su ensayo de encantamientos.
Desde pociones no se le había pasado el sabor amargo que le dejo Malfoy en su conversación, no cruzando miradas desde que inicio la clase, quiso probar su valor de hablarle de nuevo al término, pero ya había desaparecido, y esa era la última clase que tenía con Slytherin en el día.
-necesitaba un compañero Hermione-
-bueno si, puedo entender el motivo, pero sabes que con Malfoy las cosas no son fáciles-
-ni me lo digas- se froto los ojos.
-¿enserio pensaste que aceptaría solo porque se lo pediste de un día para otro? Ustedes tienen historia, y de la mala. Si me dijeras en cara mi situación, yo también me enojaría- se encogió de hombros.
Podía aceptar que fue un error de su parte decir eso, al parecer, el círculo social de Malfoy se ha visto ausente ese año por obvias razones, y reconoce que el albino tiene huevos grandes para venir a completar sus estudios, viéndose solo y sin ningún amigo al cual hablar o apoyarse.
Pansy se había ido a Suecia, después de sugerir entregarlo a voldemort aquella vez, reconsidero la idea de volver. Zabini no ha estado nunca involucrado, su familia se mantuvo neutral, mudándose a la madre Roma. Los guardaespaldas también ausentes, Crabbe muerto y de Goyle desconoce su paradero. El ultimo seria Theodore Nott, pero con su padre en prisión, reclamo la fortuna a mayoría de edad y no apareció, también desconocido su paradero.
No sabe esto por su obsesión de Malfoy años pasados, claro que no...
En resumen, Malfoy estaba solo, sin apoyo, y en contra de todo un colegio, muy malo el panorama.
Inevitablemente le llego a la cabeza el día que extendió su mano como ofrenda de amistad, rechazándola en el acto porque había insultado a Ron. Hasta ahí todo bien, pero ahora recuerda que el pelirrojo también se había burlado de el en un principio y también era un prejuicioso como los de la casa de las serpientes, pero era un niño de once años que ni sabía conjurar un tempus, no analizo a fondo la situación en ese entonces.
Errores de niños persistieron con los años a convertirse en problemas mucho más allá de su control.
Si, tenía razón, no aceptaría eso de la nada.
-sí, lo pensé- admitió.
-qué bueno. Estoy cansada, me voy a dormir temprano, no te trasnoches- recogió sus cosas en sus brazos y le despidió con un beso en la frente.
Apuro su mano lo mejor que podía, terminando los 4 centímetros que le quedan de redacción, e ir directamente a su torre.
Estaban algo cerca de la fecha de la fiesta de Halloween, se preguntaba si McGonagall permitirá las visitas, estaba pensando en que su ahijado Teddy podría venir un rato a maravillarse con las festividades que preparan en hosmeage, y de paso, divertirse un poco con el tierno infante.
Al terminar recogió todo, disculpándose con Madam Prince por el desastre que causo en uno de los estantes, y salir por los pelos de un regaño de parte de ella.
Aun le tenía algo pensativo el asunto de Malfoy, no pensó que le afectaría más de lo que le debería, pero aquí estaba de nuevo dándole vueltas. Ya eran los dos adultos, mayores de edad, dejar a un lado los problemas infantiles podría ser posible, pero los que no fueron juego de niños como por ejemplo las cortadas que le causo en los baños sería difícil de olvidar.
Ambos han hecho cosas que no quería hacer, pero hicieron, se pregunta, si habrá lugar para un perdón sincero de parte de los dos después de tanto que ha pasado.
Algo poderoso le tacleo desde la espalda, sacándole todo el aire de sus pulmones y ser lanzado hacia el frente y caer en el suelo, volando sus pergaminos y regándose todas sus cosas del bolso.
Se dio fuerzas para voltearse y observar incrédulo a la enorme bestia que se erguía enfrente suyo.
La leve luz de las antorchas combinado con el brillo de la luna, revelaban un lobo enorme a su frente, de pelaje blanco inmaculado, unas poderosas cuatro patas delgadas, que se asomaban unas garras negras y afiladas a la vista, unas fauces enormes llenas de dientes blancos y unos colmillos largos y puntiagudos, poniendo encima los ojos brillantes amarillo intenso en su persona, gruñéndole depredador, esperando a la mas mínima provocación de su parte para saltarle encima y hacerlo pedazos.
Definitivamente prefería a Greyback, al ver semejante depredador a sus narices.
Su cerebro estaba en shock, no pensando en nada más que las diversas formas que puede matarle semejante bestia, sintiendo de nuevo el frio de la muerte.
Abrió completamente sus ojos verdes en el miedo que le subió por la columna al ver como comenzaba acercarse hacia él, quiso arrastrarse hacia atrás, levantarse y correr, pero el rugido que le dedico le hizo reconsiderarlo.
Sabe muy poco de los licántropos, y desearía en este momento haber puesto atención en clases todos esos años anteriores, no tenía idea alguna que hacer ante un transformado, si correr y salvar su vida, o no hacer movimientos bruscos, para que al final resulte más inútil que correr.
Con el terror inundándole, y las pocas posibilidades que tiene ahora de huir, no le quedo de otra que quedarse donde estaba, arre costado en el suelo, apoyándose sobre sus codos y esperar la muerte o un milagro que no le considere sabroso.
Cuando lo tuvo prácticamente encima, con el aliento caliente chocándole en su rostro, rogo que haya nacido con sabor amargo para licántropo.
Trago saliva cuando comenzó a olisquearlo por su rostro, sintiendo hormigueo cuando el tocaba esa nariz húmeda por su piel.
La inspección comenzó a bajar hacia su yugular, sintiendo un larga lengua lamerle por toda la extensión.
A este punto, consideraba que si hubiera querido matarlo, ya lo hubiera hecho, por lo tanto, este lobo tiene otro propósito.
Reprimió un gemido del miedo a escucharlo gruñir, con la punta de sus dientes le sujeto de su camisa y se la arranco de su cuerpo, destrozando la tela en cuestión de segundos adjunto a la corbata suelta. Intento moverse un poco hacia atrás, cosa que le reprendió el lobo al gruñirle por su intención.
Sentía la corriente de aire fría quemarle por su espalda desnuda, comenzando un leve temblor de escalofríos, erizándole la piel
Aquella lengua enorme comenzó a lamerle la marca en la unión de su hombro cuello, lubricando su piel con su saliva, bajando por un camino lento hacia abajo. La lengua era algo suave en algunos lugares, pero casi todo el centro era un poco áspera, que no era molestia por la saliva que le hacia deslizar con facilidad en su piel morena.
Un pequeño fuego comenzó apodarse en su pecho, sintiéndose desconcertado ante el cambio de temperatura en su cuerpo, soltando un pequeño gemido al sentir su pezón siendo estimulado por la lengua del lobo, erectandolo y poniéndolo duro.
Comenzó asustarse de las nuevas sensación que experimentaba en su cuerpo, pequeños choques placenteros de electricidad que bajaban por toda su espalda cuando llego el enorme animal hacia su abdomen.
Se deslizo por el suelo rápidamente, tratando de pararse del suelo y huir del lugar.
Grito en agonía cuando cerró sus fauces en su pantorrilla, derribándose en el suelo y ser jalado con fuerza hacia atrás.
Trataba de patear el hocico con su otro pie, solo provocándole más como resultado, gritando por ayuda y buscando en sujetarse a algo.
El lobo le adentro al aula de DCAO por lo poco que pudo reconocer, apartando mesas con su enorme cuerpo. Le soltó de la pierna por un momento, y remplazar el agarre por una pata en su espalda.
Siguió removiéndose furioso bajo el agarre, bajo la esperanza de librarse o que haya alguien que haya oído su grito de auxilio.
Se quedó mudo y tieso al contacto de esa nariz húmeda en su espalda baja, pensando varias veces que le hará.
Ahogo un grito cuando esos dientes comenzaban a sujetar sus prendas bajas y romperlas, cortándolas con sus filosos colmillos y destrozándolas al jalarlas, llevando su cinturón y ropa interior consigo, viéndose de un momento a otro desnudo ante el depredador.
Tembló, cristalizándole los ojos de impotencia de poder hacer nada, ya quieto en su sitio.
-por favor no me hagas nada- le rogo con voz rota.
Le dio un escalofrió al contacto de esa nariz fría con la piel de su espalda baja, escuchando las profundas aspiraciones y exhalaciones repetidas que hacía, bajando más al sur. Ahogo un jadeo cuando empujo su nariz en el intermedio de sus nalgas, sonrojándose de repente, removiéndose incómodo.
El mismo calorcillo que sintió en el pasillo le llego de nuevo, experimentando un cambio de temperatura, y un temblorcillo en su cuerpo que ya no parecía ser de miedo. La mente le daba vueltas, la marca en su clavícula le quemaba, apretaba sus puños tratando de controlar esas sensaciones.
Abrió los ojos en plato al sentir algo viscoso en el orificio de su entrada, arqueando un poco la espalda por un destello de placer al sentirlo de nuevo.
-¡ba-basta!- le suplico en pánico ante los nuevos acontecimientos.
El lobo no le hizo caso ante sus suplicas, enterrando en hocico entre las carnosas nalgas, y tratar de penetrar el anillo de carne que se contraía.
Soltó un jadeo al contacto directo, apretando sus puños en blanco, avergonzándose en el fondo al desear querer más, tratando se sujetarse al raciocino que se hundía poco a poco.
Nunca había sentido algo parecido, aquella lengua le estaba dando un placer que nunca imagino sentir, poco a poco soltando con más libertad sus gemidos y jadeos, yéndose la lógica de su cerebro y entrando la lujuria a su cuerpo dada vez más, la deliciosa sensación entre el peligro y lo indebido era un adictivo que daba fuerza al placer carnal que experimentaba.
No fue consiente en que momento retiro el lobo la pata en su espalda, ni cuando levanto mas la retaguardia con sus rodillas, presentándose hacia ese depredador, mientras pegaba su mejilla en el frio suelo, canalizando el placer con sus puños.
La lengua paso estimarle sus testículos, humedeciéndolos, acariciarlos y jalarlos, con su erección al máximo goteando.
Como si no pudiera ser mejor las sensaciones experimentadas, aquella lengua larga, hizo presión en su entrada, comenzando a penetrar su interior cada vez más profundo, lubricando la cavidad a su paso, deslizándose cada segundo con más facilidad y rapidez.
-¡si! ¡asi!- presiono sus nalgas contra aquella lengua para que llegara más profundo, pareciendo no tener límites porque iba más profundo.
Estaba a punto de llegar al orgasmo por aquella lengua que hurgaba profundamente en sus entrañas, buscando algo, pero salió de interior de un momento a otro, desconcertado no sabía que fue lo que pazo, pero reanudo el estímulo al sentirla otra vez en su miembro, volteándose bocarriba para disfrutar al máximo, arqueando en arco su espalda y correrse sobre su abdomen.
La cabeza le dio vueltas, sus músculos completamente rejalados, y una sensación viscosa que salía de su entrada que boqueaba, pesándole los ojos.
El licántropo olfateo su esperma regada, como analizándola, lamiéndola por completo y limpiarle de su desastre.
Se sentía muy cansado, tenía que levantarse y salir de ahí, pero se sentía muy pesado para moverse, gimiendo de gusto al contacto de un pelaje suave rodearle, cálido y reconfortante, yéndose su conciencia por completa y tornándose todo oscuro.
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