Capítulo 10
Maratón 2/2
Destiny.
Las manos comenzaron a sudar, la mente a nublarse de recuerdos y el corazón se aceleró.
—¿Estabas conduciendo ebrio?—dije con voz calmada, pero por dentro se estaba creando una tormenta.
No había pasado nada malo esta vez pero y si...
No, no podía pensar en eso.
De solo recordar aquella noche mi pecho se estrujó y el oxígeno detuvo su paso a mis pulmones.
Me agarré con los puños de su camiseta.
—¿Que pasa Dest? ¿Necesitas algo?—me concentré en calmarme, no pude responder—Joder contesta, dime algo—negué con la cabeza.
—Respira, despacio, todo está bien. Por favor respira.
Le hice caso, me sujetó los hombros y besó mi frente.
—Lo siento, nunca haría nada para perjudicarte.
—Entonces no te alejes, porque me haces mucha falta Greg—logré hablar al mismo tiempo que todos mis sentidos se desbloquearon.
—No lo haré. No otra vez.
Y a veces solo necesitamos oír las palabras correctas para que todo tome sentido.
No fue una promesa, porque las promesas pueden romperse. Fueron palabras dichas desde adentro, desde ese lugar que bombea sangre al cuerpo.
O al menos así lo sentí.
—¿A donde me llevabas?
—A nuestro lugar.
Greg.
—Fui hasta tu apartamento en la fraternidad y Kevin me dijo que habías ido al Passione. Le pedí a mi hermano que me dejara ahí y pues nada.
—¿Hermano?
—Si, ha llegado hoy, justo antes de que saliera a verte.
—¿Ibas a verme?—asintió.
—¿Quién es la pelinegra?
—Oh, Daniela. Espera, ¿cómo sabes que ella vino?
—Puede ser que me haya dejado un libro en tu casa con la excusa de volver y pues te haya visto muy feliz y me haya ido a tomar a un bar.
Se sonrojó y le dio otro sorbo al Capuchino.
—Tenía miedo.
—¿Eh?
—Miedo a que me volvieran a abandonar.
—No entiendo Adams.
—Hace un año me enamoré como jamás me había pasado antes. Vivimos todas las emociones posibles en un mes, hasta que se fue.
—¿A donde?
—Lejos. Milán.
—¿Que le dirías si la vieras hoy?
Miré a mis alrededores.
—Que me dolió mucho, y se la dejó difícil a quien trate de quererme.
Bajó la cabeza y yo uní un poco más mi silla a la suya.
—Pero que la superé—tomé su mentón y levanté su rostro—Que estoy dispuesto a comenzar de cero con alguien más...contigo.
Besé sus labios y esta vez no se apartó. Me acercó más a ella por los hombros y le sujeté de la nuca.
Mordí con delicadeza su labio inferior y su vello bajo mis manos se erizó.
Succionó con placer y su lengua chocó con la mía.
Danzaron varios segundos y una voz bastante conocida nos interrumpió.
—¿Greg? ¿Destiny?
Los ojos verdes. El cabello rojo fuego. Los labios rojizos también. Las pecas en las mejillas.
Espera, ¿había dicho Destiny?
—¿Amanda? ¿De donde se conocen?
—Llegué hace un mes de Milán y estoy trabajando en la biblioteca, donde la conocí.
—¿De Milán? Eres...
—Si—respondí antes de que terminara la frase.
—Espero que no hayas dicho barbaridades sobre mi. ¿Puedo sentarme?
—Por supuesto—respondió Destiny—¿Quieres un café o algo?
—Una Coca-Cola estará bien—dijo y llamó a la mesera sonriendo.
La mano de Dest acarició mi muslo y apretó cuando llegó a la rodilla.
"Todo estará bien" me susurró y le creí.
—¿Como está Tiffany?—recordé aquella cita doble que tuvimos. Kevin y ella solían salir.
—Ya sabes, milanizada—sonrió y sus hoyuelos se marcaron.
—Para, no juegues con las cosquillas—la perseguí por toda la habitación hasta que terminé encima de ella.
Tenía la intención de hacerla sonreír con las cosquillas, pero verla así, con los ojos llenos de vida y un hoyuelo en cada mejilla, me hizo besarla con pasión y hacer que se deshiciera de la ropa.
Cientos de chicas habían pasado por mi cama desde que Amanda se fue, pero ninguna había llenado ese vacío.
Ninguna hasta que llegó Destiny.
Sentí un pie descalzo acariciar mi pierna por debajo de la mesa.
Alcé la vista y me miraba con ojos coquetos. Guiñó un párpado y mordió su labio.
Asco. Sentí asco de ella.
¿Cómo podía ser tan cínica?
No podía volver y pretender que todo estaba bien. No podía aprovecharse de la ceguera de Dest, para coquetear conmigo en secreto.
A veces la gente cree que porque marcaron cierta etapa en nuestras vidas, cada vez que necesiten volver, vamos a estar ahí.
Quizás en otro momento lo hubiese permitido. Pero no quería herir a Dest, no lo merecía.
Arrastré con fuerza mi silla, llamando la atención de todo el personal ahí presente.
Saqué 20 dólares y los coloqué sobre la mesa.
Ayudé a Dest y salimos de ahí.
La volví a besar y la abracé con fuerza, dejando mi nariz dentro de sus cabellos y llenándome de esa paz que solo ella podía transmitirme
Nota de la autora: 200 vistas <3
En el primer capítulo: el de la foto es Derek.
En este capítulo ya saben <3
Ahora si, odien a Amanda.
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