Capítulo 1 El Ermitaño
En medio del desierto se podía ver la única construcción que había quedado en pie después de la bomba M pero aquel los alrededores del lugar estaban totalmente deshabitados o eso se creía.
A un par de metros estaba tal vez la persona más cuerda en toda estepa a comparación de otros, quizá el único que pudo conservar su forma normal y el único de su clan que había sobrevivido; al menos eso pensaba él.
Este se dirigía a aquel lugar que se había convertido en su hogar, en donde podía protegerse y resguardarse. Pero justo ese día tenía que pelear contra las fastidiosas olas de viento que parecían querer arrastrarlo lejos, pero él ya estaba bastante acostumbrado a ello, llevaba tal vez 14 años viviendo allí, era el dueño de aquel lugar y era conocido por muchos que llegaban a él heridos o sin esperanza.
"Holy Chalupa"
Se hacía llamar aquel ser que todos consideraban sabio y especial pero por dentro él sabía cual era su verdadero ser. Aunque algo era cierto, los golpes de la vida lo habían vuelto más fuerte emocionalmente y su soledad le ayudaba a reflexionar por lo cual con el tiempo también adquirió sabiduría pero a pesar de ello seguía siendo el mismo tontillo y divertido Miguel Ángel Hamato.
-Maldición- se quejó, estaba harto de tener que acomodar siempre su antifaz anaranjado a causa del viento por lo que lo dobló a la mitad deslizándolo hasta su frente para usarlo como una bandana con la cual cubrió con la parte de trasera una cicatriz de su cabeza; en la que el pelo empezaba a crecerle
Esa era una evidencia de lo que había pasado el día que su vida cambió.
Vestía con un poncho, un gorro ligeramente parecido al que usaba la que alguna vez fue su bruja preferida, en su muñeca derecha tenía atado otro antifaz anaranjado que cumplía la función de venda o tal vez de repuesto y al igual que las vendas de su brazo izquierdo, los sobrantes estaban sueltos. Llevaba puestos los calzoncillos de su juventud y las mismas rodilleras y coderas, por último cargaba en su espalda un saco que usaba cuando salía a buscar cosas útiles aunque no siempre tenía suerte.
Al estar cerca de aquel restaurante milagrosamente estable, un bulto de arena apareció y se dirigió hacia el a toda velocidad.
Mikey al verlo empezó a saltar emitiendo sonidos extraños, cosa que detuvo aquella cosa que al escucharlo salió por debajo del suelo, dejando ver que no era más ni menos que el "pequeño" Chompy que ya medía 1 metro y medio. Este fue con el de anaranjado y le lamió el rostro feliz de que haya regresado a salvo.
-Muy bien, Chompy- dijo entre risas acariciando la cabeza de su mascota- casi logras asustarme- le dio unas palmaditas y se adentró al establecimiento abriendo la puerta de golpe- ¡He llegado!- avisó pero lo que vio lo irritó por completo- ¡Gatito! ¡Hey! ¡Deja mi pizza!- exclamó molesto al ver que Gatito Helado se comía una caja de pizza como si su vida dependiera de ello
El felino soltó un gruñido y siguió con lo suyo, a Mikey no le quedó de otra más que suspirar dejándose caer en una silla y poner su saco sobre la mesa.
-¿Sabes? Hoy hay mucho viento pero pude hablar con el señor roca de la esquina, siempre en el mismo lugar y tan depresivo, pobre- a pesar de ser uno de los pocos más cuerdos, alucinaba como todos- ¡y encontré esto!- de su bolso una caja con discos llenos de polvo de una serie
"Héroes Espaciales"
Su sonrisa se ensanchó al verlos de nuevo pero no pasó mucho hasta que empezó a desvanecerse, odiaba recordar, odiaba pensar en sus hermanos y más que nada en Leo, no quería volver a caer en aquel abismo oscuro sin salida pero era inevitable. Mayormente daba consejos excelentes, ayudaba como ningún otro y trataba de traer la paz pero ni siquiera podía controlar lo que pasaba en su cabeza y por las noches no podía dormir por sus horrendas pesadillas.
Se puso de pie y se dirigió a una esquina cerca de los televisores donde tenía una enorme rama de un árbol muerto que él mismo había empezado a darle la forma de un bastón, pero antes de agarrarlo levantó la mirada hacia el estante frente a él en donde tenía unas cuantas fotos que había recuperado hace años y con las que sentía nostalgia pero también cercanía con su familia.
-¿Por qué?- preguntó acariciando los retratos y a la vez sintiendo un agudo dolor de tristeza pura que atravesaba su pecho
Solo quería saber eso "¿Por qué?" Aquella pregunta no era muy específica ya que así comenzaban todas y cada una de sus dudas, sentía que algo por dentro lo carcomía por no poder tener las respuestas y ni hablar de su total impotencia por no poder resolver la situación y por no haberse dado cuenta a tiempo de lo que estaba por suceder.
•FlashBlack narrado por Mikey•
Todo pasó tan rápido como un destello, fue fugaz como una estrella y en un abrir y cerrar de ojos ocurrió lo que jamás hubiese imaginado.
Recuerdo ver a Leo por última vez, sus ojos estaban empapados en lágrimas pero su repentina acción me tomó por sorpresa, vi toda mi vida pasar frente a mis ojos en segundos mientras caía de aquel edificio, ni siquiera me percaté del momento en el que mi cuerpo tocó el suelo porque todo se tornó negro.
Recuerdo haber escuchado a Raphael en mis sueños llamando a mis hermanos "¡Leonardo! ¡Donatello!" Y a mí "¡Miguel Ángel!" Se escuchaba desesperado, totalmente afligido cosa que era rara en él, quise responder pero por alguna razón no podía, me gusta pensar que tal vez no fue un sueño, que tal vez me llamaba y pude escucharlo pero desperté tarde.
Ni siquiera yo puedo explicar como fue que sobreviví, el golpe en mi cabeza pudo matarme pero no lo hizo ¿Por qué?¿Por qué el destino eligió que sobreviviera? ¿Por qué yo?
Eran preguntas que me golpeaban directo al corazón y muchas veces sentí que no merecí sobrevivir a tal cosa, yo no lo merecía, mi familia sí.
Cuando abrí los ojos lo primero que apareció en mi campo de visión fue una enorme pieza de concreto que empezaba a aplastarme amenazando con dejarme sin aire poco a poco. Traté de apartarla pero no podía, me dolía absolutamente todo y empezaba a desesperarme.
-¡AHHHH! ¡AUXILIO! ¡AYÚDENME POR FAVOR!- suplique a gritos de todo pulmón pero seguramente nadie me escuchó
Era uno más de los millones que gritaban pidiendo ayuda.
Comencé a pensar en mis hermanos, en Leonardo más que nada, él se había sacrificado para salvarnos, para salvarme, y no pudimos hacer nada por él. Temía por la vida de mis otros dos hermanos ya que era imposible pensar que nuestro líder había sobrevivido.
Dejé escapar unos cuantos sollozos y sin poder evitarlo mis ojos se volvieron cristalinos y de ellos salieron lágrimas pesadas que empezaron a deslizarse por los costados de mi rostro.
No pensaba en morir ahí, no sabiendo mis hermanos y amigos podían estar vivos aún.
No sé de donde saqué fuerzas pero puse todo de mi parte para empujar los escombros y cuando vi la menor oportunidad salí rápidamente de allí aunque no sin una desesperada e incontrolable tos.
-Oh no...- miré a mi alrededor pero no pude reconocer nada
Toda construcción estaba derrumbada en el suelo el cual estaba lleno de escombros y de cuerpos tendidos de las personas que no habían resistido la onda expansiva.
Y las que habían sobrevivido se veían desesperadas, mutadas, corrían de un lugar hacia otro esperando que alguien siquiera les dijera como se llamaban. Pero pronto muchos de ellos fueron callados por otros que ya habían perdido la cabeza y solo pensaban en arrebatar vidas en un intento por liberar su alma.
Incluso el cielo era diferente pero había conservado su belleza, de hecho, las manchas verdes en él lo hacían lucir incluso más impresionante. La luna se veía más cerca de lo normal y en ella también se veían la consecuencia de lo ocurrido ya que parte de la misma había sido destruida y los pedazos se podían ver flotando en el espacio cerca de ella. Las capas atmosféricas se habían dañado dejando entrar a los potentes rayos ultravioleta de los cuales debía cuidarme para no morir como tortuga a la plancha.
¿Cómo lo sabía? Bueno, es normal cuando tu hermano es un científico loco.
Mi tos seguía incontrolable y llegó a tal punto que empecé a escupir sangre y con ella también un diente.
-¡Ay no!- usando mi lengua sentí el hueco en mi encía superior, traté de ver pero fue más difícil de lo que pensaba- ¡Mi dientit...
Mi oración quedó en el aire cuando de la nada se escuchó una potente bocina a metros de mí cosa que llamó mi atención y al ver hacia aquella dirección pude divisar un camión de transporte escolar que iba a toda velocidad atropellando y matando a todos los que tenía en frente.
-Santa Chalupa- pronuncié asqueado y totalmente aterrorizado pero si aquello no era tan malo, entonces lo fueron las horribles puntadas que empecé a sentir en mi cabeza- Agh...- llevé una mano detrás de su cabeza y al ver la sangre en mi palma me preocupé más aún
Debía salir de allí pero no lo haría sin antes buscar a mis hermanos y así fue, estuve vagabundeando por el sector tratando de hallarlos pero no había caso, no encontré rastro alguno, entonces decidí volver a mi hogar, tal vez podía tener más suerte ahí.
No me llevó demasiado, el enorme hueco en el piso que encontré por el camino me llevaba directo a la guarida. Sin dudarlo entré pero tuve que ocultarme al ver personas saqueando el lugar. Procuraba mantener distancia, no había sobrevivido a la bomba M para morir a manos de ratas saqueadoras.
Con sigilo me adentré a un más y fui directo a mi habitación donde tomé lo más importante, calzoncillos, pizza, cómics, vendas y todas las fotos que tenía. Iba a dirigirme hacia la cocina ya que no podía olvidarme de mi gran amiga helada pero me detuve al ver a un pequeño que al instante pude reconocer, este miraba con advertencia al tipo que estaba por agarrarlo.
Mi instinto me movió, sentía la necesidad extrema de ayudar al indefenso, si no lo hacía jamás me lo perdonaría y seguidamente sería algo que día con día remordería mi afectada conciencia.
Me acerqué por detrás en completo silencio y al instante le lancé una patada en la espalda que lo hizo volar hasta el otro lado de la sala. Rápidamente agarre al pequeño Chompy y sin perder un segundo fui hacia la cocina, saqué a Gatito Helado en su hielera y escapé de la guarida lo antes posible.
Ni Gatito Helado o Chompy entendían que pasaba y podía sentir y comprender lo aterrorizados que estaban ambos porque yo también lo estaba.
Volví corriendo al lugar donde desperté ya que no sabía a donde más ir. Dejé a las mascotas y cosas a un lado para ponerme los calzoncillos y atarme una venda en la cabeza para detener el sangrado, claro estaba que no era un experto en curación pero al menos logre lo que quería.
Miré el entorno sin tener ni la mínima idea de que hacer. Ya había perdido la esperanza en Leo, sabía bien que no había forma de que hubiera sobrevivido y era algo que entristecía mi corazón aunque en todo momento pensé en sus otros dos hermanos y amigos y eso levantaba mis ánimos.
-Debemos encontrarlos- dije con una sonrisa mirando a Chompy y Gatito Helado- Y luego buscaremos un nuevo hogar- crucé sus dedos para rogar- Solo espero que Antonio's Pizza aún esté bien, podríamos quedarnos allí y ser felices- mi amiga helada me dio la razón
Retomé mi camino sin rumbo alguno mientras hacía equilibrio ya que cargué todo en mis brazos a excepción de Chompy que se acomodó en mi hombro.
En una parte del camino me detuve al ver a pocos metros algo que me provocó una enorme sonrisa llena de esperanza que era incluso más grande que mi sonrisa al ver al amor de mi vida... La pizza.
-¡Miren eso!- señalé emocionado hacia el party-movil volcado en el que iban las chicas junto con los niños
Corrí hacia él a toda velocidad manteniendo esa sonrisa pero esto duró muy poco, mi sonrisa se desvaneció y me detuve en seco al ver un brazo que sobresalía de los escombros y el que pude reconocer sin duda.
Mi ceño se arrugó en un gesto de angustia, esperaba que no fuera lo que pensara, me convencí de que ella estaba bien.
-¡Mona Lisa!- tuve que dejar a mis mascotas en el piso y para dirigirme a toda velocidad hacia cuerpo de mi amiga, al llegar puse toda mi fuerza para poder quitarle las piezas de concreto de encima pero cuando lo logre supe que había sido en vano, ya no había nada que pudiera hacer por ella o por el pequeño Senshi que aún estaba en sus brazos.
Pero aquello no fue lo peor, mis ojos volvían a llenarse de lágrimas hasta que vi a cierta pelinegra a unos pocos metros más, no parecía estar tan lastimada como Mona Lisa, incluso había tenido la suerte que los escombros no la aplastaran, al contrario, la habían protegido del mutageno.
Su nombre estaba perfectamente grabado en mi memoria, ella sin duda era una de las primeras personas que quería ver pero... No en una escena tan horrible como esa.
Sin dudarlo fui hacia ella y me dejé caer arrodilado a su lado para tomarla entre mis brazos y fue entonces cuando me percaté de la enorme herida en su cabeza la cual era más grande y profunda a la que yo tenía. Claramente había pasado horas desangrándose y el golpe seguramente había fracturado su cráneo.
Me sentí devastado, sentí perfectamente como mi corazón se rompía en mil pedazos. Era como si una enorme espada de enorme filo atravesara mi pecho de lado a lado.
Una espada atravesándome tal vez hubiera dolido menos.
-¡Shini! ¡Shinigami! ¡Por favor no!- empecé a llorar tratando desesperadamente de reanimarla pero ella ya se había ido de aquel mundo cosa que me negaba a creer- ¡Tú no Shinigami!- abracé con fuerza el cuerpo frío de ella y seguí con mi llanto desconsolado sobre este
Aquello creo que me dejó marcado de por vida y a esas alturas, prefería no encontrar a mis hermanos, lo último que quería era verlos quizá muertos, prefería creer que estaban bien en algún lugar en vez de saber que jamás podría volver a estar con ellos, que no iba a poder jugar, molestarlos o simplemente no podría abrazarlos.
En aquel momento no lo hubiera soportado, mi alma y corazón estaban lo suficientemente rotos como para vivir con eso, mi vida hubiera perdido todo sentido; sin embargo, con el tiempo tuve que afrontarlo por las malas, aunque aún no estoy preparado para ver a alguno de mis hermanos sin vida y jamás lo estaré.
•Fin de FlashBack•
Miguel Ángel cerró los párpados con fuerza dejando salir varios sollozos que fueron acompañados por lágrimas, no soportaba lo que pasaba, se sentía vacío, solo. No hacía falta decir que amaba ser el tipo raro del desierto, el Chamán de la estepa, Holy Chalupa, pero extrañaba y amaba aún más a su familia. Los necesitaba, le urgía poder abrazarlos para no volver a soltarlos nunca más.
Lo único que le daba consuelo en sus oscuros días era pensar que sus hermanos estaban bien en donde quiera que estuvieran y que seguían esperando por su pequeño hermano menor.
~~~~~~~~~~~~~~~
Continuará...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro