9 | Algunas verdades salen a la luz
Tenían un jodido problema ahora mismo.
El cuerpo de Parker yacía sin vida en una cama de esa extraña casa. El silencio se había adueñado de la habitación después de que Juliette dijera que no tenía pulso. Ninguna de las dos chicas fue capaz de articular alguna palabra. Incluso parecía que habían dejado de respirar a causa del shock.
Juliette fue la primera que dijo algo después de tanto silencio.
—Tenemos que salir de aquí como sea.
Grace al fin reaccionó cuando escuchó la voz de la joven, pero aun así, era incapaz de apartar la mirada de Parker. Todo había sucedido tan rápido, que no entendía por qué. Si ya fue complicado lidiar con el cadáver de Laia, ahora se sumaba también el de Parker.
—Tienes razón, pero... —meditó sus palabras durante unos segundos mientras miles de pensamientos flotaban por su cabeza—. La única opción que tenemos es el tren, pero si salimos de esta casa, si conseguimos cruzar la puerta de la entrada, ¿cómo vamos a largarnos? Yo no tengo idea de cómo conducir un tren.
—¡Ni yo! —exclamó Juliette algo más alto de lo normal. Cuando se dio cuenta, volvió a bajar el tono. No quería captar la atención del asesino—. Pero tenemos que hacerlo, es nuestra única opción.
¿Acaso era una buena alternativa?
Quedarse en esa casa no era lo más adecuado, y estarían más seguras en el tren. Pero otro problema se sumaba a la lista, ¿cómo saldrían de allí? Estaba claro que no se encontraban solas, así que cada paso que daban estaba siendo vigilado.
Si daban un mal movimiento se iría todo a la mierda.
Meditaron durante varios segundos, y cuando estuvieron dispuestas a abandonar la habitación, el sonido de un teléfono rompió de nuevo el silencio. No tenían claro de dónde procedía. Los suyos llevaban varios días pinchados, por lo que era imposible utilizarlos. Pero el sonido no provenía de otra estancia de la casa, sino de la habitación en la que se hallaban.
Echaron un vistazo por todo el lugar. De vez en cuando intercambiaron un par de miradas, hasta que por la cabeza de Grace pasó una idea.
—¿Y si es el móvil de Parker?
Quería descartar esa idea de su mente.
Porque eso podría tener un significado detrás. Si el móvil de Parker tenía cobertura, eso significaba que ocultaba algo. Que les había estado mintiendo todo el tiempo. Pero aun así seguía sin tener lógica. ¿Por qué lo haría? No le habían visto en su vida, así que el muchacho no tendría ningún motivo para hacerles daño.
Al menos no que ellas supieran.
Rebuscaron en su pantalón. El móvil de Parker se hallaba ahora en la mano de Juliette. Ninguna hizo un movimiento durante los siguientes segundos. Tenían miedo de averiguar lo que estaba sucediendo. Quizá el mensaje podría esclarecer alguna de sus dudas.
—Desbloquéalo —le animó Grace—. Tal vez hay algo que nos sirva.
Juliette permaneció en silencio sosteniendo el móvil. No se movió. Su mente pareció viajar a otro lugar. Grace impaciente le arrebató el teléfono y lo desbloqueó ella misma. En la pantalla, una luz parpadeante indicaba que tenía un nuevo mensaje.
—Tiene un mensaje —murmuró en voz baja.
Eso hizo que Juliette reaccionara. Ahora su mirada también se encontraba fija en el móvil. Al ver que Grace estaba callada, le animó a leerlo.
—Venga, lee lo que pone.
Grace tomó un poco de aire, y habló:
—¿Habéis visto lo que pasa cuando ignoráis mis advertencias? Vuestro amigo ahora está muerto, no creo que queráis ser las siguientes.
Juliette se llevó ambas manos a la cabeza. Toda la situación le parecía algo surrealista. Grace, en cambio, siguió con la mirada fija en el móvil. Quizá no perdía nada por echar un vistazo...
Revisó en la bandeja de mensajes, pero nada, solo estaba el que acababan de recibir. Decidió probar entonces en sus redes sociales. Primero abrió twitter, y nada también. Después instagram, y el resultado fue el mismo. Por último abrió facebook, y casi se cayó de culo cuando leyó en el perfil de Parker su nombre completo.
Había dicho que no conocía a Laia, ¿pero entonces por qué tenía el mismo apellido que ella?
¿Les había mentido todo el tiempo?
¿Qué era lo que ocultaba?
—Juliette —llamó a la joven, que había centrado su atención en uno de los cuadros de la habitación. Cuando escuchó su nombre, volteó en su dirección—. Parker nos ha mentido.
—¿Qué? —preguntó sin comprender.
Grace le mostró el móvil y le señaló con el dedo el nombre que aparecía en la página de facebook. Juliette le hizo caso y su mirada se posó en la pantalla.
—Él conocía a Laia. Creo que son, bueno, eran familia —confesó Grace en un susurro.
—¿Se lo has dicho, verdad?
Grace se hallaba sentada en su cama. Tenía la espalda apoyada en la pared y su portátil descansaba encima de sus piernas. Hacía una hora que se había puesto una película, cuando de un momento a otro Annie irrumpió en su habitación. Por su mirada supo que estaba enfadada, pero no entendía por qué.
—¿De qué estás hablando? —preguntó sacándose los auriculares.
Su hermana la estaba mirando de manera acusatoria. Ella seguía sin comprender a qué se debía su cabreo. Intentó hacer memoria, pero nada vino a su cabeza.
—Mamá se ha enterado que quedé con Laia.
Una sonrisa se dibujó en su cara. De alguna manera le hacía feliz, y una parte de su mente le decía que era estúpido sentirse así. Annie tenía derecho a saber de su hermana melliza.
—Yo no la he dicho nada, pero te advertí que no le iba a gustar.
Annie bufó. Grace vio que no le había creído, pero le daba igual. Estaba diciendo la verdad. Por mucho que no estuviera de acuerdo en que su hermana viera a Laia, jamás la delataría ante su madre. Y eso le dolió. Que Annie no le creyera le hundió un poco la moral.
—No te creo.
No tuvo tiempo de responder, porque tal y como la última vez, Annie salió de la habitación dando un portazo. Y Grace se quedó allí, con un profundo malestar en el pecho y sintiéndose como una mierda.
Annie no la creía.
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