5 | No estamos solos
—¿No la echas de menos? —preguntó Grace mientras le hacía una trenza a Annie, que se encontraba sentada en la alfombra. Tenía las piernas cruzadas y no dejaba de teclear en su móvil—. Si yo hubiera tenido una hermana —Ante ese comentario Annie volteó en su dirección—. Sabes a lo que me refiero... No sé, me habría gustado conocerla.
—¿Cómo puedo echar de menos a alguien que ni siquiera he conocido? —Esa pregunta no fue lo que se esperaba. Conocía a Annie y sabía que podía ser muy directa. Aunque tenía razón, Laia y ella nunca se habían conocido.
Dudó un buen rato en continuar con el tema. Una pregunta cruzó por su cabeza, y aunque en un principio se dijo que quizá Annie se molestaría, al final la curiosidad pudo.
—¿No quieres conocer a tu madre biológica?
En la habitación se hizo el silencio de un momento a otro. Annie ya no tecleaba en su móvil, y Grace notó como las respiraciones de su hermana se habían acelerado un poco. Fue consciente de que la pregunta no le causó mucha alegría.
Vio como se levantaba del suelo dispuesta a salir de allí, pero Grace la tomó del brazo.
—Lo siento, Annie... —comenzó a hablar, pero esta le interrumpió.
—No quiero hablar de esa mujer. Me abandonó cuando aún era una niña. Para mí está muerta.
Los rayos de sol se abrían paso por la ventana contigua al asiento en el que Grace yacía. Parker tenía la mirada puesta en Juliette. La miraba con curiosidad, pero también con cierta desconfianza. Por una parte pensó que tenía que haber dejado a la muchacha donde estaba, ¿pero por qué iba a negarle un poco de compañía? A fin de cuentas los tres se hallaban en una situación complicada, por lo que era mejor permanecer juntos.
Cuando Parker la vio revolverse en su asiento, tocó con cuidado su hombro.
—No me fío de Juliette —murmuró sin apartar la mirada de la nueva integrante—. Creo que oculta algo.
Grace se encogió de hombros como restándole importancia a la suposición del joven. Si la chica ocultaba algo tal y como Parker suponía, llegarían a descubrirlo en algún momento. Por ahora tenía algo más de lo que preocuparse.
—La vi muy asustada cuando la encontré. Pero si como tú dices esconde algo, ya lo sabremos. Por ahora, creo que se merece un voto de confianza, ¿no?
—Supongo que sí —contestó Parker volviendo a centrar la vista en Juliette. Pese a que le había dado su palabra a Grace, no apartaría los ojos de la joven en ningún momento, prefería ser precavido antes de que la sorpresa le explotara en la cara.
Grace echó un vistazo por el vagón. Todo parecía tranquilo esa mañana, pero aún sentía el miedo en el cuerpo. Había alguien más con ello, además, las fuerzas estaban empezando a flaquear porque apenas habían comido en los últimos días. Si no llegaban pronto a algún pueblo en el cual pudiera comprar comida, se acabarían muriendo de hambre.
—¡Chicos! —exclamó Juliette desde un asiento cercano. Sostenía un pequeño papel entre sus manos. Eso llamó la atención de ambos, que se levantaron inmediatamente de su asiento y se encaminaron donde la joven—. Estaba en aquel asiento —apuntó una butaca situada a un par de filas.
Grace fue la que tomó el papel. Con cuidado lo desdobló. Sintió como la boca se le secaba y tuvo que tragar un poco de saliva. Parker y Juliette le miraban expectantes. Al fin, leyó en voz alta:
—Vosotros la habéis matado. Ahora, es vuestro turno.
Ninguno de los tres pronunció palabra alguna. El silencio volvió a reinar en el vagón. Tan solo el traqueteo de las ruedas del tren lograba perturbar paz. Parker fue el primero en hablar, pero estaba igual de perturbado que las dos muchachas. Sabía que no estaban solos, pero esa nota era la confirmación. Era una realidad tangible, ya no se trataba de simples suposiciones.
—¿Qué...Qué pretende hacernos? —Se notaba lo nervioso que estaba—. ¿Pre... Pretende matarnos?
Grace vio como Juliette se hacía un ovillo en su asiento. Tal y como la encontró, se rodeó las rodillas con los brazos y comenzó a balancearse. Sintió un poco de lástima cuando la vio tan indefensa. La joven empezó a murmurar palabras como si fuera un mantra:
—Vamos a morir. Vamos a morir. Vamos a morir.
Del grupo, Grace era la que parecía mantener mejor la calma. Juliette se hallaba perdida en su mundo, ajena a todo, y Parker había enmudecido de un momento a otro. ¿Cómo iban a salir de allí si no veían ninguna opción de escape?
—Lo primero de todo es averiguar quién más viaja en el tren con nosotros —dijo Grace tratando de que ambos chicos volvieran a la realidad—. Después ya nos preocuparemos de cómo escapar de aquí. Por ahora esa parte tendrá que esperar.
Parker y Juliette fueron recobrando la compostura poco a poco hasta lograr salir del estado de shock. De los dos, fue Juliette la primera en hablar.
—Creo que va siendo hora de investigar. Aún no le hemos echado un vistazo al tren.
—Encontremos al asesino de Laia para salir de aquí cuanto antes. —Les animó Grace. Pese a que el viaje estaba siendo de todo menos tranquilo, era consciente de que jamás se iba a poder olvidar de esa aventura.
Al menos no, si salía de ella con vida.
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