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3 | El silencio de la muerte

El tren se puso en marcha, y ambos supieron que ya era demasiado tarde para bajarse.

Grace observó al chico. Parecía de su edad, incluso un par de años mayor. Su pelo rizado se encontraba alborotado y algunos mechones le caían por la frente casi tapándole los ojos. Pensó que era guapo, pero al instante se maldijo por estar dedicando tiempo a pensar en tonterías de ese tipo cuando se hallaban en una situación difícil.

El silencio reinaba en el vagón. Grace temía romperlo, porque no quería incomodarle ahora que ya aparentaba estar mejor. Prefirió que fuera él quien tomara las riendas de la conversación y mientras se dedicó a contemplar por la ventana. Era algo que siempre hacía cuando sus padres, su hermana y ella viajaban. Annie siempre iba viendo algún vídeo en el móvil, pero ella disfrutaba más mirando a través de la ventada. Le producía paz. Recordaba la risa de su hermana diciéndole que era una tontería, y por un momento deseó volver el tiempo hasta aquel lugar.

En esos momentos fue todo lo contrario. Estaba sentada al lado de un extraño, había un cadáver a escasos metros, y ni siquiera sabía a dónde se dirigía.

Tenías que haber rechazado el premio.

Maldijo a su amiga Camile por animarle a participar en el concurso, si no le hubiera hecho caso, ahora estaría en casa, a salvo y sin tener que lidiar con un cadáver con el rostro similar al de su hermana. De pronto sintió una mano sobre la suya, fue un leve contacto, pero eso le hizo voltear la cabeza en la dirección del chico misterioso.

—Ya estoy mejor —habló este después de unos cuantos minutos de silencio. Grace le dedicó una pequeña sonrisa en respuesta. Aunque no le conocía, se alegraba de que al menos se encontrara un poco mejor—. Por cierto —Le tendió una mano—, me llamo Parker.

Grace le devolvió el gesto.

—Grace —Echó la vista hacia el baño del vagón para volver a centrarla en Parker que la miraba curioso—. ¿Sabes quién es?

—¿Quién? —preguntó sin entender.

Grace entonces señaló la puerta del baño medio abierta. Aun le seguía generando cierto pavor aquel espacio estrecho.

—Ella. Es realmente aterrador saber que hay un cadáver tan cerca nuestra. ¿Cómo ha muerto esa chica? ¿Estaba cuando llegaste?

Parker soltó una pequeña risa que desapareció en cuanto Grace le dedicó una mirada poco amigable. No entendía como alguien podía bromear en un momento así. A ella no le resultaba nada gracioso saber que una chica muerta compartía el mismo tren que ellos.

—Lo siento —se disculpó—. Sé que no es momento de reírse cuando ni siquiera sabemos qué ha pasado con ella. Y no, ni idea de quién es —añadió.

Una idea empezó a brotar en la cabeza de Grace. Tal vez podrían echar un vistazo a ver si llevaba alguna documentación encima. Tenía que ser así, ¿de qué otra manera podría haber subido al tren? Se levantó con cautela del asiento y ante la atenta mirada de Parker, caminó hacia el baño.

Este reaccionó al cabo de unos segundos e inmediatamente se levantó de su asiento llegando hasta Grace para tomarle del brazo.

—¿Qué haces? —preguntó cuando entendió lo que pretendía hacer ella. Ni loco se iba a acercar él a un muerto, y mucho menos cuando era consciente de que alguien los estaba vigilando.

—Averiguar de quién se trata —murmuró Grace empujando la puerta del baño hacia dentro. La imagen que captaron sus ojos hizo que el estómago se le revolvieron. Sintió unas repentinas ganas de vomitar, pero al final logró controlar el malestar y se recompuso—. Tenemos que saber por qué hay una chica muerta en el tren.

Parker negó con la cabeza para sí mismo. Estaba empezando a asumir que Grace se estaba volviendo loca. Él se hallaba demasiado aterrado por toda la situación y lo que menos quería era estar cerca de un muerto. Se apartó de la muchacha dispuesto a darse la vuelta y encaminarse a su asiento cuando esta habló:

—Laia. Su nombre era Laia.

El nombre le resultaba demasiado familiar, pero era incapaz de recordar por qué. Quizá el estrés del momento le impedía escarbar en su memoria con claridad. Grace en cambio sí parecía conocer a esa chica, pues después de pronunciar su nombre, enmudeció. El vagón fue llenado por un silencio sepulcral. El silencio de la muerte.

Parker se acercó hasta ella, y con cautela se atrevió a preguntar:

—¿Sabes quién es?

Grace tardó un par de minutos en contestar, ya que su mirada en ningún momento se apartó del cuerpo sin vida de Laia. Se hallaba perdida en sus pensamientos, y hasta que Parker no le tocó el hombro, no reaccionó.

—¿Decías algo? —Le costaba apartar la mirada Laia.

—Te preguntaba que si conocías a esa chica. A mí me resulta familiar, pero no soy capaz de buscarle relación, sin embargo tú sí pareces saber quién es. ¿La conoces de hace tiempo?

El silencio volvió a hacerse de nuevo, y Parker estuvo a punto de desistir en su empeño, pues Grace no parecía dispuesta a hablar del tema, pero esta después de tomar un poco de aire y casi en un susurro apenas audible, habló:

—Era la melliza de mi hermana —Se llevó ambas manos a la cara buscando alejar todos los pensamientos que se abrían paso en su cabeza—. Ahora ella está muerta, al igual que Annie.

Un pensamiento cruzó por su mente, y aunque trató de descartarlo pues creía que no sería posible, no pudo hacerlo. ¿Y si la muerte de Laia tenía relación con la de Annie? Su hermana se quitó la vida a causa de la depresión que padecía, pero nunca llegaron a entender el motivo que la llevó a hacerlo.

El origen del suicido de Annie jamás se llegó a esclarecer. Quizá ahora tenía la oportunidad de darle respuesta a por qué Annie se fue apagando lentamente, consumiéndose como una vela en mitad de una noche oscura hasta solo quedar un vacío demasiado asfixiante como para poder seguir respirando.


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