Era incapaz de apartar la mirada de Paker.

El chico se encontraba a tan solo unos escasos metros de ella. No hizo ningún movimiento. Grace no se podía creer lo que estaban viendo sus ojos. Habría jurado que estaba muerto, Juliette lo había confirmado cuando le tomó el pulso, pero ahora que la muchacha se hallaba fuera de su vista, algo en su cabeza hizo click.

Le habían engañado todo el tiempo.

Todo había sido fruto de una mentira, una venganza que la hermana de Isabelle estaba llevando acabo. Lo que implicaba que estaba sola en esa situación, y si Camile no se daba prisa, su muerte podría estar a la vuelta de la esquina.

Apartó la mirada del chico cuando sintió un par de escalofríos recorrerle el cuerpo. Le resultaba demasiado incómodo mirarle.

—¿Por qué te quieres vengar de mi familia? —se atrevió a preguntar. Pese a que el miedo era muy fuerte en esos momentos, necesitaba respuestas. Al menos si iba a morir, sería con la verdad—. Nosotros no hemos hecho nada.

Escuchó como Parker se acercaba hasta su madre y se situaba a su lado. Tenerlos a los dos mirándole cara a cara, le producía una sensación demasiado extraña. Pese a que el joven había cambiado, era su madre la que le producía más rechazo. La mujer le dedicaba miradas llenas de odio.

—Isabelle no pudo encargarse de Annie y Laia a la vez, por eso tuvo que dar en adopción a una de ellas. No quería hacerlo, pero los servicios sociales evaluaron su caso y llegaron a la conclusión de que su situación no era la adecuada para hacerse cargo de dos bebés.

—Pero...

Grace se calló en cuanto vio la mirada de Parker. Él más que nadie sabía que a su madre no le agradaba que le interrumpiese, y aunque quiso protestar, decidió no hacerlo. Su situación era ya suficiente complicada como para incrementar el odio que esa mujer desprendía contra ella.

—Se llevaron a Annie y la dieron en adopción. A tu familia. Cuando Isabelle murió, me dijo que la buscara, que quería que Annie supiera quién era su familia biológica. Busqué y busqué, hasta que di con el contacto de tus padres. Hablé con ellos, pero se negaron a que Annie supiera de nosotros.

Por un momento dejó de escuchar. No tenía idea de que sus padres hubieran hablado con la familia biológica de su hermana. Siempre le habían dicho a Annie que su madre le había abandonado, por eso ella se negaba a conocerla. En más de una ocasión le animó a investigar, pero siempre obtenía negativas de su parte.

Hasta que... Laia. Ella fue la que originó el cambio en Annie.

Desde que empezó a entablar relación con ella, parecía que su hermana mostraba cierto interés en averiguar más cosas sobre su otra familia. Pero Annie se convirtió en una chica triste a partir de ese momento. Apenas pasaban tiempo juntas.

—Tú mandaste a Laia a acercarse a Annie. Mi hermana cambió cuando se juntó con esa chica. Se suicidó por su culpa. Le metisteis mierda en la cabeza, quisisteis que Annie se alejara de su familia para ir hasta vosotros. Mi hermana está muerta.

Muerta.

Otra vez esa palabra hizo eco en su cabeza.

Cuando Annie comenzó a distanciarse de ella, tendría que haber investigado más, pero el tema de su hermana no era de su agrado y tampoco quiso tensar más la cuerda con ella, pero ahora, por su cabeza cruzaba el pensamiento de que quizá si hubiera actuado de manera diferente en aquel entonces, su hermana seguiría con vida.

—Laia no hizo eso. Tan solo le dijo la verdad, que tenía una familia que le buscaba y que nadie podía entenderla como nosotros.

—La familia no es solo la sangre —escupió Grace.

Se estaba cansando de que esa mujer infravalorara a su familia por el simple hecho de que no llevaba la misma sangre que Annie. Su hermana siempre recibió los mejores cuidados, es más, sus padres la trataron como una hija más y nunca dejaron de brindarle cariño, hasta por momentos sentía que Annie recibía mejor trato que ella.

—Annie se destruyó a sí misma. Su cabeza era inestable y Laia no tiene la culpa de ello.

—Además, tanto dices querer a tus sobrinas, pues ahora Laia está muerta por tu culpa.

—Laia no está muerta.

Grace no se podía creer lo que estaba escuchando. ¿Cómo que no estaba muerta? Ella la había visto en el tren. También se hallaba entre sus pertenencias su identificación. Era imposible que esa chica no estuviese muerta. La sangre... La sangre se encontraba por todas partes.

—Yo la vi, en el baño del tren. Su cuerpo estaba cubierto de sangre. Era ella.

Observó el rostro de Parker y vio como dibujaba una sonrisa. Le incomodaba demasiado mirar al chico después de todo. Parecía tan distinto. Su mirada resultaba algo perturbadora.

—Laia, cariño, sube —murmuró la mujer en dirección a la planta. Tuvo que alzar un poco la voz.

Después de eso escuchó unos pasos subiendo las escaleras principales y segundos más tarde, un chica apareció delante de ella. Sintió una presión en el pecho y el estómago se le revolvió un poco de la impresión.

—¿Juliette?

—No me llamo Juliette, soy Laia.

Casi se quedó sin respiración cuando vio como la joven se arrancaba una máscara y se quitaba la peluca que ocultaba su verdadero cabello. Era Laia. No podía creer lo que estaban viendo sus ojos. Había sido ella todo el tiempo.

Juliette nunca existió.

Su cabeza hizo click de un momento a otro. Laia estaba viva, pero Annie no. Ellos habían matado a su hermana y ahora iban a por ella. ¿Cómo iba a lograr salir de esa situación?

El tiempo corría en su contra.