Capítulo 73. Después del combate
Casi todo el público se puso de pie gritando el nombre de Martina, mientras ésta, exhausta, no paraba de jadear y el réferi aprovechó a cogerle su brazo y lo alzó indicando que la joven se había hecho con la victoria.
Marta, Sofía y Carmen no paraban de dar saltos de alegría y de gritar. Se alegraron mucho por la joven. Lorena ni eso pudo hacer. Estaba bloqueada de ver todo lo que había tenido que sufrir Martina para haber ganado el combate, y de ver a todos gritar el nombre de la chica que le había robado completamente el corazón. Tenía en su interior un cúmulo de emociones que la estaban bloqueando de alguna manera u otra.
A Martina le dieron ganas de llorar, pero no sólo por la alegría de saber que era la mejor de Madrid, sino también por todo el esfuerzo que había tenido que hacer para hacerse con el triunfo.
Mientras todo el público iba desalojando el recinto, Marta, Lorena, Claudia, Carmen y Sofía se dirigieron al vestuario donde estaba Martina. Lorena estaba muy nerviosa de sólo pensar que iba a ver a Martina de cerca e iba a poder hablar con ella. También le intrigaba qué iba a pasar entre ellas, porque ella quería buscar el momento para poder hablar a solas con la joven.
Conforme se iban acercando al vestuario, a Lorena le temblaban hasta las piernas y no podía evitarlo. Sólo esperaba que ninguna de sus acompañantes se diera cuenta de esos temblores.
Cuando llegaron al vestuario, Marta tocó la puerta. Enseguida salió Carlos.
-Hola, Marta, ¿Qué tal? ¿Os ha gustado la pelea de Martina?- preguntó dirigiéndose a todas.
-Si, ha sido espectacular- dijeron casi al unísono Claudia y Sofía.
Lorena de repente pensó en darse media vuelta e irse. Claudia estaba ahí por algo y era posible que Martina quisiera ver a Claudia y no a ella. Y de sólo pensar en eso, sus ánimos cayeron en picado.
-Por cierto, chicas, una de vosotras vais a tener que ayudar a Martina a ducharse, yo lo haría, pero habiendo tanta mujer aquí estoy seguro que Martina no me querrá a mí ahí dentro con ella. Le duele todo el cuerpo, va a necesitar un poco de ayuda y que alguien la cuide.
Lorena se tensó de sólo pensar en Claudia ayudándola a ducharse. La ira se apoderó de ella en cuestión de segundos. Pero por mucho que quisiera ser ella la que ayudara a Martina a ducharse, no era quién para ofrecerse a hacerlo.
Justo cuando Carlos se estaba despidiendo de las chicas, la puerta del vestuario se volvió a abrir y apareció una Martina muy golpeada y dolorida.
Carmen y Sofía estuvieron a punto de ir a abrazarla pero enseguida se dieron cuenta que era mejor no hacerlo. Las dos se pusieron muy contentas cuando vieron a su amiga. Ésta, nada más salió, buscó a Lorena entre todas y cuando la vio, su cuerpo resurgió de la nada y parecía que volvía a ser el cuerpo vigoroso y animado de siempre. Sólo porque sus ojos volvieron a cruzarse con los ojos de la mujer de sus sueños. Esos ojos azabache eran capaces de hacerla renacer si fuera preciso. Por dentro no cabía en sí de gozo y de felicidad.
Y Lorena no se quedó atrás. Cuando vio a Martina en esas condiciones le dolió en el alma verla tan sumamente golpeada, y fue incapaz de sonreírle por mucho que quisiera hacerlo. Pero no dejó de mirarla ni un segundo. No quería dejar de hacerlo por si luego era Claudia la que entraba a ayudarla en el vestuario y no ella. Además se sentía inmensamente orgullosa de esa joven con tantísimas agallas y valor. Si seguía así y mantenía esa mentalidad, le tenía que ir bien en la vida hiciera lo que hiciera. Tanto sacrificio tenía que dar sus frutos. Estaba muy feliz por ella. Se merecía ese triunfo. No había duda de ello.
Todas las ahí presentes se dieron cuenta enseguida de lo que pasaba entre esas dos mujeres. Hasta Claudia pudo ver que las miradas que se echaban ambas denotaban mucha necesidad y anhelo a la vez. Marta se percató al momento de que sobraban todas menos Lorena. Ésta era la indicada para ayudar a su sobrina a ducharse.
Después de estar hablando durante un rato, Marta vio el momento de decirles a todas de irse ya. Pero tenía una idea en mente y quería llevarla a cabo.
-Bueno chicas, dejemos ya a Martina para que se pueda duchar. Ya le hemos dado todas la enhorabuena.
Martina sabía que sola no se podía duchar. Así que tímidamente le pidió a Sofía que se quedara con ella. Pero por una vez en su vida, ésta le dijo que no porque tenía otros planes. Sofía sabía que no era ella la que se tenía que quedar a ayudarla.
Y Lorena, antes de que Claudia se adelantara, se animó a ser ella la que se ofreciera a ayudarla, aunque le iba a dar algo si la joven la rechazaba.
-Martina, te puedo ayudar yo...Si quieres.
-Si, gracias Lorena, por ayudar a mi sobrina, porque en realidad las demás tenemos cosas que hacer y debemos irnos. Así que gracias si tú la ayudas.- contestó Marta antes de que alguna más hablara- es más, Lorena, ¿Te importaría llevarla a tu casa?¿Y luego paso a buscarla?
Lorena no sé lo podía creer. Vaya encerrona le había preparado su amiga. Sólo esperaba que Martina dijera que sí.
-Eh… Sí...Claro, yo me la llevo, pero si ella quiere…-dijo Lorena a Marta sin mirar a los ojos a Martina de la vergüenza que sentía.
Y por fin habló Martina. A pesar de estar igual de nerviosa que Lorena, cómo no iba a querer que fuera ella la que le ayudara a ducharse y luego la que se la llevara a su propia casa. Joder, ni en sus mejores sueños había pensado en volver a tener tan cerca a Lorena, que ésta le ayudara a ducharse y luego encima irse a su casa con ella. ¿Acaso estaba soñando? Más feliz no podía estar.
-Lorena...Si a ti te parece bien, a mí también. Pero imagino que tú también tendrás cosas que hacer. No quiero que dejes de hacerlas por mí.
-No, tranquila. En realidad debo de ser la única que ahora mismo no tiene nada que hacer. Y te ayudaré encantada-Ahora sí, Lorena le dedicó una sonrisa capaz de hacer a Martina desmayarse. Claudia sintió celos de lo que esa mujer provocaba en Martina. Quería ser ella por la que la joven sintiera tanto, pero sabía perfectamente que el corazón de Martina tenía dueña hacía ya mucho tiempo atrás. Y ella, ahí, no pintaba ya nada. Además tenía que reconocer que la dichosa profesora era una mujer muy guapa y demasiado interesante. No le extrañaba que Martina se hubiera enamorado locamente de ella.
Marta y las demás se despidieron de Lorena y Martina, pero Sofía se acercó al oído de su amiga y le dijo que disfrutara mucho, como también le dijo que la profesora estaba loca por ella. Quería echarle una mano a su amiga, y aunque Sofía pensó que eso allanaría el terreno a su amiga, parecía que Martina estaba tan nerviosa de saber que se iba a meter al vestuario con Lorena, y que encima ésta la iba a volver a ver desnuda, que no atinaba ni a moverse.
Por fin, las dos, se quedaron a solas después de tanto tiempo sin hacerlo. Ambas mujeres estaban algo paralizadas de lo que estaban sintiendo en ese momento. Las dos se morían de ganas por dejarse llevar por lo que sentían una por la otra y las dos sabían perfectamente que era cuestión de tiempo de que eso ocurriera.
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