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Capítulo 69-La fiesta(parte 2)

Lorena cogió a Martina de la mano, entrelazando sus dedos con los de la joven, y se dirigió con ella a los baños.  Martina no se creía lo que estaba pasando. Mientras Laura las seguía y le preguntaba a Lorena qué narices estaba haciendo.

Lorena no le hizo caso a la joven y siguió su camino de mano de Martina. Cuando se aseguró que no había nadie en los baños, hizo entrar a Martina y luego entró ella. La profesora miró con rabia a la joven y luego se dirigió a ella:

-Martina, ¿Qué piensas que estabas haciendo con esa chica?

-¿A usted qué cojones le importa?

-A mí me hablas con respeto. Lo primero. Y lo segundo ya me estás diciendo que estás haciendo. ¿Eres incapaz de aguantarte una sola noche que sales sola por ahí?-le recriminó Lorena con un deseo que la estaba desbordando. Tenía unas ganas de comerle los labios, chuparla toda entera, lamerla y follarla ahí mismo que enseguida notó palpitar sus partes íntimas. Estaba más cachonda que nunca.  

-A usted le tiene que importar una mierda lo que yo haga - le contestó Martina, con la misma mirada con la que la estaba mirando la profesora. Las dos ardían por dentro de las ganas que tenían de amarse ahí mismo si hiciera falta. Se estaban controlando las dos como nunca, porque ni era el momento, ni era el lugar para dar rienda suelta a la pasión que sentían ambas.  

- Sabes, me alegro de esa tarde haberte dejado tirada en mi despacho. Porque ahora sería yo la que llevaría cuernos, no Claudia- le dijo Lorena con una ira que la estaba carcomiendo por dentro. Lo dijo sin poder controlarse y tal cual le salieron esas palabras por la boca, se dio cuenta que se había equivocado diciéndole eso. Joder, no sabía cómo había podido ser capaz de soltarle eso a Martina. Si ella no era quién para decirle esas malditas palabras. Pero sí sabía que se había dejado llevar por los celos que sintió al ver a esa chica besarla. La situación se le había ido de las manos. Era la primera vez que se comportaba de esa manera. 

De repente entró Laura a los servicios y cuando Martina, a punto de llorar, la vio, decidió marcharse con ella dejando ahí a Lorena. 

Cuando Lorena se quedó a solas en el baño, aún tardó unos minutos en salir. Apoyó las palmas de sus manos en la pila del lavabo mientras se miraba al espejo. Ella misma ni se reconocía después de lo que le había dicho a Martina. Tenía ganas de llorar pero se contuvo. No era cuestión de salir con la cara roja por haber llorado. 

Y Martina ya no pudo más. Le dijo a Laura que necesitaba estar con su amiga y que más tarde la buscaría.  Sofía la estaba esperando porque se había quedado a cuadros cuando vio a Lorena llevarse de la mano a su amiga. 

-Joder, Martina. ¿Qué ha pasado?

-Lorena...Me ha jodido, Sofía. Se debe de pensar que aún sigo con Claudia porque me ha dicho que menos mal que me dejó tirada el día que quedamos en su despacho porque sino hoy sería ella la que llevaría cuernos. 

-¡Qué cabrona! ¿Y a santo de qué te ha dicho eso?¿Quién es ella para recriminarte nada? Está clarísimo que Carmen tenía razón. A Lorena le han entrado los celos cuando te ha visto con esa chica. O sea, que le sigues importando. ¿Ves? Teníamos razón. Hemos conseguido lo que queríamos, Martina, que era provocar a Lorena. Además lo hemos conseguido sin haber preparado nada.

-Me quiero ir...Sofía. No quiero seguir aquí. 

-Pero si llevamos solo una hora, Martina. Espérate un poco más. 

-¿Para qué?¿Para que venga Lorena y me diga otra burrada?

-No creo que vuelva a decirte nada más. Eso que te ha dicho ha estado fuera de lugar. Y conociendo a la profesora, estoy segura que se ha arrepentido al momento de decírtelo. 

-Y una mierda, de haberse arrepentido me hubiera pedido ya disculpas. 

-Bueno, en eso tienes razón. 

Mientras estaban hablando, Martina vio a Lorena salir del baño cabizbaja, justo cuando un hombre se puso delante de la profesora e intentó bailar con ella, pero ésta no estaba por la labor, por lo que el hombre se enfadó y la agarró del brazo bruscamente. 

Martina no se lo pensó ni dos veces y se fue directamente hacia ese hombre. 

-¡Oye, suéltala ahora mismo!- le espetó la joven al hombre. 

-¿Qué? No me da la gana, la he visto bailar antes con otro hombre y ahora quiero que baile conmigo- le gritó a Martina el hombre. Él le estaba haciendo daño a Lorena en la muñeca de lo fuerte que la estaba cogiendo. 

-Joder, te he dicho que la sueltes o te voy a dar un puñerazo que te voy a tirar al suelo. 

El hombre se rió. Y como iba algo borracho, le soltó a Martina un puñetazo en todo el ojo. Ese golpe la joven no lo vio venir porque estaba observando cómo la mano de él apretaba la muñeca de la profesora. 

Martina se tambaleó un poco y a Lorena le dolió ese golpe como si se lo hubieran dado a ella. Sofía también estaba fuera de sí. Martina no podía meterse en una pelea un día antes del campeonato de Madrid. 

Finalmente la joven le dio un golpe en toda la mejilla tirándolo al suelo. Y no fue necesario que le diera más. Aunque había intentado medir su fuerza, el hombre había quedado aturdido en el suelo. Rápidamente se presentaron los hombres de seguridad del local para ver qué había ocurrido. Y para que éstos no echaran a Martina del local, tuvo que mediar Carmen. Al que sí sacaron de la discoteca fue al hombre, ya que iba borracho y así evitaban alguna que otra trifulca más.

Lorena, cuando pudo, se acercó a Martina para ver cómo tenía el ojo y de paso para darle las gracias. 

Martina tenía el ojo hinchado. Por lo que la profesora se preocupó. 

-Martina…¿Por qué has hecho eso?

-Profesora...No pretenderá que vea cómo la están forzando y yo mientras mirando. Sabe que lo haré las veces que haga falta. 

-Gracias Martina…- Lorena sonrió para sus adentros. Estaba muy orgullosa de Martina. Esa joven tenía más agallas que cualquiera de los que estaban ahí. Pero en realidad no sólo la había defendido porque sabía pelear, sino también por todo el amor que sentía por ella. Si Lorena supiera eso…

-Ven conmigo, por favor, vamos a pedir hielo a tu amiga- Lorena la cogió de la mano y de nuevo entrelazó sus dedos con los de la joven. Esos dedos se abrazaban a la perfección con los de Martina. Y cuando eso ocurría, les hacía a las dos sentir mariposas revoloteando alrededor de ambas. De hecho, a Lorena le costó soltar su mano. 

Sofía se dirigió a la barra también. Quería saber cómo se encontraba su amiga. Pero se imaginó que estaba en buenas manos con Lorena. 

Lorena pidió hielo a Carmen y ésta enseguida le pasó unos cuantos metidos en una bolsa. Seguidamente acercó la bolsa al ojo de Martina mientras ésta no dejaba de mirar a su profesora fijamente a los ojos. Lorena pensó que se iba a derretir como los hielos que enfriaban el ojo de Martina si ésta no dejaba de mirarla como la estaba mirando. 

A los pocos segundos se acercó también la profesora Martínez para ver cómo estaba la joven. 

-Vaya Martina, no sabía que dabas esos puñetazos…¿Estás bien?- le preguntó la mujer. 

-Sí, yo estoy bien. No se preocupe. 

-¿Y tú, Lorena?

-Si, el imbécil ese me ha hecho un poco de daño en la muñeca. Tendré algo de marca pero ya se me irá. 

-Seguro que sí. No necesitáis mi ayuda, ¿No? ¿Quieres que te sustituya?

-No, tengo todo controlado- le contestó Lorena. No quería que Martínez pusiera su mano en el rostro de Martina. Ya había tenido suficiente con la chica de antes. 

-Bueno, me voy con el resto de profesores entonces. ¿Vienes luego?

-Sí, cuando acabe con la señorita Soto, voy. 

-Perfecto. Cuidate Martina. 

Martina estaba muy nerviosa de tener tan cerca a Lorena de nuevo. No se esperaba tenerla así por haber recibido un puñetazo en el ojo. Y mientras una mano la empleó su profesora para sujetar el hielo, la otra la llevó a la mejilla de la joven y se la acarició. Martina creyó que iba a desfallecer en ese instante. Sólo se le ocurrió coger con su mano los dedos de Lorena para acto seguido llevar delicadamente sus propios dedos a la muñeca de su profesora. Lorena estaba extasiada de ver que la joven por fin estaba reaccionando a su contacto. 

Martina acarició suavemente y con mucho cuidado la piel dañada de Lorena, mientras dicha piel acabó erizándose por completo. Comenzó a hacer círculos con las yemas de sus dedos mientras miraba fijamente a los ojos de Lorena. Y éstos, cómo no, le devolvieron la mirada. 

La joven estaba tan excitada por lo que estaba viviendo con Lorena, que no se le ocurrió otra cosa que con la otra mano acercar a Lorena a su cuerpo, chocando los pechos de ésta con los de ella. Y pareció que a Lorena le gustó porque no se separó. Los dos cuerpos se amoldaron uno al otro a la perfección. Martina estaba como en un sueño del que no quería despertar. No se esperaba por nada del mundo volver a tener a Lorena como la estaba teniendo en ese momento. Por lo que acabó por perder todo el control acercando sus labios a los de su profesora mientras la apretó a su cuerpo todo lo que pudo y dirigió su mano al trasero de la mujer. Ésta sólo pudo cerrar los ojos y sentir esos maravillosos y perfectos labios sobre los suyos. Esa sensación era embriagadora y muy satisfactoria. De hecho Lorena también creyó estar soñando. Pero joder, justo cuando Martina introdujo su lengua lentamente entre sus labios, y también comenzó a chuparlos, a la profesora le vino a la cabeza cuando Martina se estaba besando con esa chica tan guapa. Por lo que acabó separándose bruscamente de ella. 

-Bueno, Martina, lo siento, tengo que irme- le dio la bolsa de hielo a la joven y se marchó con el resto de los profesores. Estos no se percataron de nada porque ya iban todos algo perjudicados por el alcohol y porque estaban bailando y yendo a lo suyo. 

Martina no sabía qué hacer. Lo que había pasado con Lorena la había dejado descolocada. ¿Y por qué la había dejado tirada de esa manera cuando la estaba besando?. 

-Eh, Martina, joder, ¿Por qué la has besado? Suerte habéis tenido que no os ha visto nadie-Le dijo Sofía algo preocupada.

-No lo sé...Fue un impulso. La he cagado. No pensé en que podría perjudicarla. 

-Si la llegan a ver sus compañeros...Se le cae el pelo, Martina.

-Bueno, el beso no duró nada...Menos de lo que yo hubiera querido. Tú no sabes lo que es sentir sus labios rozando, acariciando o besando los míos. Dios, qué sensación más cojonuda. Sabes, Sofía, cuando nos besamos pienso que ya me puedo morir tranquila. Pero cuando he profundizado el beso, ella se ha separado.

-Claro, a ella le ha entrado la cordura, Martina. O bien porque te ha visto liarte hace un rato con otra chica o bien porque están los profesores delante. 

-Sí, tienes razón. Yo creo que me voy a ir, Sofía. Me duele el ojo y no quiero cagarla más de lo que ya la he cagado. Además, no puedo estar en el mismo sitio que Lorena y estar separada diez metros de ella. 

-Me parece bien, Martina. Vámonos. Cuando te vea Carlos el ojo verás la que te va a caer. No te puedes estar quieta ni un segundo.

-Ya sabes que no.

Las dos jóvenes se dirigieron para la salida. Cuando Lorena vio que Martina se iba a ir, se acercó a ella antes de que saliera del local.

-Perdona, Martina. ¿Ya te vas?¿Te duele el ojo?

Sofía se separó un poco de las dos mujeres y le dijo a su amiga que la esperaba afuera. 

-Eh... Sí, me voy ya. El domingo tengo una pelea muy importante y creo que por hoy ya la he cagado bastante. 

-Vaya, ahora me siento culpable por lo del ojo -Lorena se atrevió a acariciar de nuevo la mejilla de Martina, cerca de donde tenía el golpe. 

Martina se estremeció con ese suave contacto.

-No importa. El golpe no va a repercutir en si gano o si pierdo la pelea.

-Espero que así sea...porque sino me sentiré muy culpable. 

Las dos mujeres se miraron como si fuera a ser la última vez que unos ojos cruzaran la mirada con los otros. Esas típicas miradas entre ellas transmitían tantísimas emociones que las dos mujeres podían sentir cosquilleos en sus respectivas entrepiernas, pero también desesperación por no poder dar rienda suelta a lo que las dos sentían una hacia la otra. Era algo desesperante y muy frustrante.

-Por cierto...Martina...Debo pedirte disculpas por lo que te dije en el baño. Lo siento. No soy quién para pedirte explicaciones por lo que estabas haciendo.

-Lo sé, y acepto las disculpas. 

Lorena se iba a acercar a Martina porque necesitaba sentirla, olerla y acariciarle más partes de su cuerpo, cuando la joven se percató de lo que la profesora iba a hacer y no le quedó más remedio que reaccionar ya que el resto de profesores estaban mirando hacia donde estaban ellas. 

-Bueno...Profesora, la dejó que siga disfrutando con sus compañeros. Ellos no le quitan los ojos de encima…

-Vaya, sí tienen una vida muy aburrida para estar mirándome a mí ahora…¿No tienen nada mejor que hacer?

-Tiene razón. Tenga cuidado. 

-Lo tendré. Y tú ten suerte para el domingo, aunque creo que no la vas a necesitar- le contestó Lorena con una de sus espectaculares sonrisas dedicadas cómo no, a la joven que tenía enfrente.

-Gracias- Martina le devolvió la sonrisa y decidió salir cuanto antes del local. Si seguía unos segundos más enfrente de Lorena no iba a ser capaz de controlarse y ya tenía pensado en volver a lanzarse a sus labios para seguir con lo que estaba haciendo antes. 

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