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Capítulo 64. El cumpleaños de Lorena.

Llegó la hora de ir a casa de Marta. Martina estaba hecha un flan de lo nerviosa que se encontraba. Se estaba pensando seriamente si llamar a Sofía para que la acompañara. Pero ésta debía estar ya con Carmen en el Momo o incluso en la Modo. 

Martina se vistió de forma casual. No estaba de ánimos para arreglarse más de la cuenta y además luego iba a ir a casa de Claudia y si ésta la veía muy arreglada le preguntaría de dónde había venido. 

La que sí que se esmeró en ponerse guapa fue Lorena. Se recogió su densa y morena melena en un moño y eligió para esa ocasión un vestido muy fino y un poco escotado, porque tampoco quería llamar demasiado la atención de Álvaro pero sí quería lucir guapa y sexy. 

El abogado pasó a buscar a Lorena a su casa, y cuando la vio se quedó prendado de la mujer. Él sabía que Lorena no estaba por la labor de salir con él, pero la esperanza no quería perderla, y más cuando se trataba de esa mujer. Al poco de saludarse se dirigieron a casa de Marta. 

Víctor estaba en casa de Marta ayudándole con los preparativos de la cena. La abogada se había esmerado en darle una pequeña sorpresa de cumpleaños a su amiga. Por lo menos pasarían una velada agradable los cuatro juntos. Aunque Marta esperaba que su sobrina se pasara a felicitar a Lorena, pero ésta no la había llamado para confirmar que iría. 

Lorena y Álvaro llegaron a la hora prevista a casa de Marta. Cuando ésta abrió la puerta se quedó sorprendida por lo guapa que iba su amiga. Si la veía así su sobrina seguro que se la iba a comer con la mirada. Entendía perfectamente que su sobrina se hubiera enamorado de Lorena. Ésta era una mujer con múltiples cualidades que podrían gustar a cualquiera. Pero también era verdad que la profesora no era el prototipo de mujer que le solía gustar a su sobrina. Después de meditarlo mucho y sopesar los pros y los contras, no le importaría que su sobrina saliera con Lorena. Conocía a su amiga perfectamente y sabía que podía ser una buena influencia para Martina y además confiaba en ella plenamente. 

-Hola preciosa, ¡Feliz cumpleaños! Te vas acercando peligrosamente a la treintena, pero tengo que decirte que cumplir años te sienta de maravilla. 

-Gracias Marta pero me dices eso porque soy tu amiga. 

-Yo estoy con Marta, estás estupenda- afirmó también Álvaro. Estaba embelesado mirando a la psicóloga y Marta se dio cuenta de ello. 

-Pasad chicos-dijo Marta dejándoles pasar a los dos. 

Mientras estaban tomando unas copas, llamaron al timbre. 

-Lorena, abre tú, anda. 

-¿Yo? Si estoy en tu casa…

-Sí, pero creo que es cierta alumna que viene a felicitar a su profesora.

Lorena se tensó. Tenía que ser Martina. Joder, prefería que abriera la puerta Marta, pero si era la joven, podía abrir la puerta ella misma. No era necesario que lo hiciera Marta. Después de suspirar, se levantó y se dirigió a abrir. La mano le temblaba, pero joder, tenía que controlar esos nervios sino quería que Martina se percatarse de lo que provocaba en ella. 

Cuando abrió la puerta, en efecto era Martina. 

Las dos se miraron a los ojos con cierta alegría y cierto temor. Ninguna retiró la mirada de la otra. 

-Hola...Lorena...Vine a felicitarte- dijo entrecortadamente Martina. Se notaba que estaba muy nerviosa y que le costaba articular las palabras. Y más nerviosa se puso cuando vio a Lorena tan sumamente guapa, ¿Cómo no le iba a robar el corazón si esa mujer era perfecta para sus ojos, para su cabeza y para su corazón?

-Hola Martina…

Mientras ninguna de las dos dejaba de mirar a la otra, Lorena, con una preciosa sonrisa, intentó relajar a la joven ya que la notó más nerviosa de lo que estaba ella. 

Como Martina no decía nada, sólo la miraba, Lorena se animó a dar el primer paso. 

-Bueno, si has venido a felicitarme…¿A qué esperas a hacerlo?- dijo Lorena con una medio sonrisa pícara.

-Sí, claro. Feliz cumpleaños, Lorena. Espero que estés teniendo un día muy especial. 

-Sí, con la cena que ha preparado tu tía no me puedo quejar. 

Martina estaba paralizada aún en la puerta. 

-Gracias por felicitarme, pero falta algo…

-¿Qué falta, Lorena?-Preguntó dudosa y nerviosa la joven. 

-¿No me vas a dar ni dos besos?

-¿Qué?,bueno, yo mejor me voy, estaréis en plena cena y te estoy molestando. 

Lorena cogió del brazo a Martina y la acercó suavemente hacia ella. Quería más de la joven y no iba a dejarla ir tan fácilmente. 

-Espera Martina, ya que estás aquí y siendo mi cumpleaños...Me gustaría que me dieras aunque sea dos besos, por favor... 

¿Había dicho Lorena aunque sea?¿Y eso cómo lo tenía que interpretar ella?¿Acaso pretendía que le diera sólo un beso?. El cerebro de la joven parecía que estaba cortocircuitando, no podía pensar en qué hacer, así que finalmente su cuerpo fue el que dio el siguiente paso, sin pensarlo. Se acercó a Lorena y le dio un suave beso en la comisura de sus labios. El momento se paró para las dos. 

-Umm Martina…Y como es mi cumpleaños… Me preguntaba si me darías un abrazo. 

Martina a pesar de estar desconcertada, sonrió y se acercó para abrazarla. 

-Martina, ¿Con cuánta fuerza crees que se debe dar un abrazo para reblandecer un corazón de piedra como el tuyo?

-¿Qué? Lorena, el mío no es una piedra.

-¿Ah, no?¿Y desde cuándo no lo es?

-Ya lo sabes.

-No lo sé en realidad. Me gustaría que me lo dijeras.

-Está bien. Desde que te conocí…

El rostro de Lorena estaba resplandeciente. Aún provocaba lo mismo cuando coqueteaba con Martina. Y le encantaba jugar así con ella. Además que le reconociera que había cambiado por ella, eso la hacía ser muy especial para la joven, y Lorena en realidad sabía que lo era. 

-Bueno, pasa, querrás ver a tu tía.

-Sí, pero en realidad vine a verte a ti. La saludaré y me iré. 

-¿Has quedado con Sofía?

-No, luego he quedado con Claudia.

-Ah, vaya, ¿Vas a cenar por ahí con ella?- Lorena albergaba la posibilidad de que Martina se quedara en casa de su tía, pero sus ánimos se fueron al traste cuando Martina le dijo que había quedado con Claudia.

-Pues hoy no cenaremos por ahí, hoy me invitó a su casa a ver una película.

Lorena palideció. Sabía perfectamente lo que iba a suponer que Martina se fuera a casa de Claudia un viernes por la noche.

-¿Vive sola Claudia, Martina?

-No, vive con sus padres. Pero éstos se han ido el fin de semana a pasarlo por ahí.- Tal cual dijo eso Martina, se dio cuenta que había metido la pata con la profesora. Esa información estaba de más para Lorena. 

Muy a su pesar, porque Lorena quería quedarse con Martina, le dijo que se lo pasara bien con Claudia. La profesora, de repente, se quedó traspuesta. Deseaba con todas sus fuerzas ahora que había visto a Martina pasar la noche con ella. Y más deseaba ser ella la que se acostara con ella y luego pasar toda la noche abrazada a la joven. Ese sería su mejor regalo de cumpleaños, sin duda. Pero ya podía soñar despierta...

Martina entró al comedor y saludó a su tía y a los acompañantes de las mujeres. Se dio cuenta de cómo Álvaro miraba a Lorena, pero no lo culpaba porque entendía perfectamente que la mirara como lo estaba haciendo, si Lorena era digna de admirar por cualquiera. 

-Hola guapa,  ¿Ya felicitaste a Lorena?

-Sí, tía. Ya lo hice…

-¿A qué está preciosa con el vestido que lleva hoy? Le queda divino al cuerpo- le dijo Marta a Martina. La abogada sólo tenía que mirar a los ojos a su sobrina para darse cuenta de lo que sentía ésta por la profesora. Estaba claro que Martina bebía los vientos por ella. Y sabía que a su amiga le pasaba exactamente igual que a Martina. Y ahora se arrepentía de haber reaccionado como lo hizo cuando se enteró de lo que las dos mujeres tenían. De no haber hecho lo que hizo, ahora seguramente Lorena estaría saliendo con Martina. 

-Sí, la verdad es que está guapísima - le contestó Martina cómo bien pudo, ya que tenía los ojos de Lorena puestos en ella y esperando a ver qué iba a contestarle a su tía. 

Ahora Lorena sonrió, pero no denotaba para nada alegría. No quería que Martina se fuera, pero sabía que hablaría un poco con Marta y se acabaría yendo. 

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