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Capítulo 57. La visita inesperada.

Cuando Martina ya estaba peleando con otro joven que había por el gimnasio, se dio cuenta que Claudia estaba observando la pelea. Se quedó de piedra cuando vio a la morena ahí. ¿Qué narices hacía ahí?¿Y cómo sabía que entrenaba en ese gimnasio?. Seguro que sus amigas tenían algo que ver.

Claudia estaba sorprendida de cómo peleaba Martina, además de lo sexy que estaba la chica con todo el cuerpo sudado y la vestimenta que llevaba puesta. 

Cuando Martina acabó la pelea, se acercó a hablar con Claudia. 

-Eh, vaya, no sabía que te gustara el boxeo…

-No, el boxeo no es que me agrade, lo que sí me gusta es la boxeadora a la que he visto pelear ahora mismo…

Martina sólo pudo sonreír y sonrojarse. 

-¿Y cómo sabías dónde entreno?

-Estuve tomándome un café en el Momo y les pregunté a tus amigas.  

-Me lo he imaginado.

-Ya que estoy aquí, me gustaría invitarte a tomar algo. 

-Claro, me ducho rápido y vamos. ¿Te parece?

-Por supuesto. 

Martina deseaba que fuera Lorena la que estuviera ahí en el gimnasio esperándola. Pero tenía que reconocer que se había sorprendido gratamente con la visita de Claudia. Esa chica le gustaba. Se lo pasaba bien con ella y físicamente le atraía mucho. Quizás con el paso del tiempo sí pudiera salir con ella, ¿Por qué no?, o tal vez podría darle una oportunidad y ver si era capaz de sacarse a la profesora de su cabeza y de su corazón.

Cuando Martina salió del vestuario, Claudia se la comía con la mirada. Martina le encantaba y tenía claro que quería salir con ella.

-Vaya, estás muy sexy con todo tu cabello mojado…

-No estoy sexy, sólo que tú me ves así. 

-Sí lo estás. Cualquier persona ve lo que yo estoy viendo. ¿Dónde te apetece ir a tomar algo?.

Martina no quería ir al Momo porque sabía que estarían sus amigas, y no quería que éstas cuchichearan sobre Claudia y ella. Aunque tenía claro que si habían sido ellas las que le dieron la dirección del gimnasio a Claudia, luego por la noche le escribirían para saber qué había pasado con la gogó. Y no iba mal encaminada. 

Decidieron ir a una cafetería cercana al gimnasio.  Cuando se sentaron con sus respectivas bebidas, Claudia aprovechó para sentarse bien cerca de Martina. Y ésta, lejos de sentirse incómoda por tanta proximidad, le gustó que la gogó se tomara tantas libertades.

Claudia no le quitaba la mirada de encima a Martina. Y Martina se sonrojó al sentir los ojos insistentes de Claudia en sus propios ojos o en sus labios. 

-Martina, me ha gustado mucho verte boxear. Sabes, es muy excitante ver esa faceta tuya. 

-Gracias, pero ya ves, yo creo que es deprimente ver cómo me pegan, ¿no te parece?.  

-Sí, claro, no me gusta ver cómo te golpean. Pero tengo que reconocer que me pone verte toda sudada y con la ropa que llevabas puesta te quedaba espectacular.

Martina se ruborizó, pero aún así no dejó de mirar a la otra mujer. Ésta acercó su pierna a la de Martina. Quería tantear a la joven, porque se moría por besarla y antes quería ver cómo reaccionaba Martina si la tocaba. No se atrevía a besarla directamente por si la rechazaba. Pero Martina no la rechazó, al contrario, aún puso su mano en el muslo de la gogó. La reacción de Martina animó a Claudia a dar un siguiente paso. Rompió toda la distancia que había entre ellas y acercó sus húmedos labios a los de Martina. Ésta le correspondió al beso. Claudia no se lo podía ni creer. Los besos de Martina eran increíbles. Besaba maravillosamente bien para su gusto. 

A Martina le gustó mucho sentir los labios de Claudia posarse sobre los suyos. Pero no sintió lo mismo que cuando la besaba Lorena. Cuando lo hacía ésta, toda su piel se erizaba al instante. Era un placer indiscriptible el que sentía cuando sus labios se juntaban con los de la profesora. Igualmente los besos de Claudia, aunque en menor medida, también le gustaban. 

Estuvieron un buen rato besándose. Hasta que Martina acabó separándose de Claudia. Se le estaba haciendo tarde porque quería cenar con sus hermanos. 

-Bueno Claudia, yo me tengo que ir. 

-Claro, vámonos. Te acerco a casa. Tengo el coche en la calle paralela a ésta. Por cierto, ni en mis mejores sueños podía imaginar que ibas a corresponderme.

-Bueno, eres una chica preciosa, no sé por qué no lo iba a hacer. 

-Porque me dijiste que necesitabas tiempo cuando bailamos juntas en la Modo. 

-Ya, pero sabes, los sentimientos cambian. Y no voy a estar siempre rechazándote. 

-Que sepas que yo estoy encantada con tu cambio de opinión. Ya te dije que me gustas, y que me gustaría salir contigo. 

-Bueno, vayamos poco a poco. No quiero correr. 

-Me parece muy bien. No corramos. A mí mientras me beses como lo acabas de hacer ahora mismo…

Claudia llevó a Martina a su casa. Antes de que ésta bajara del coche, la gogó la besó de nuevo. Martina no podía creérselo, simplemente se dejó llevar por el momento. Simplemente dejó de pensar en ese momento en Lorena y pudo dejarse llevar por el deseo que sentía por Claudia. 

Ya en su casa, cuando estaba ayudando a Cristina con sus tareas escolares, Sofía la llamó. 

-Ey, Sofía, ¡qué pasa!.

-¿Qué pasa? Cuéntame tú qué ha pasado hoy en el gimnasio. Alguien nos vio en el Momo y se acercó a nosotras a preguntarnos dónde estabas.

-Sois unas cabronas. Me imaginé que fuisteis vosotras. 

-Bueno, Claudia está muy interesada en ti. Ella tenía ganas de verte así que le dijimos dónde entrenabas. Así que se pasó.

-Sí, vino a verme. Luego nos fuimos a tomar algo. 

-¿Y?

-Nada. Que estábamos tan a gusto que nos besamos.

-Joder, Martina, no me lo puedo ni creer. Eso son buenas noticias. Vas por buen camino para olvidar a Lorena. 

-No corras tanto, anda, porque me bese con Claudia no quiere decir que haya olvidado a Lorena. De hecho cuando me besó Claudia no pude evitar comparar unos besos con otros. Y aunque Claudia besa de cine, Lorena me hace temblar simplemente rozando mis labios con los suyos. 

-Vaya, Martina, tú sigues aún enamorada de la profesora. Si sus besos dices que te producen eso...Pero bueno, por lo menos has sido capaz de avanzar. Es buena señal, Martina. 

-No lo sé, Sofía. Le dije a Claudia que fuéramos poco a poco. Que yo no quería correr ya que no tengo prisa alguna. Y a ella le ha parecido bien. 

-Estupendo entonces. Claudia respeta tus tiempos y a ti te puede venir bien para superar a Lorena. Así que genial. Me alegro por ti. No quiero verte sufrir. 

Lo que Sofía no sabía es que Martina iba a sufrir estuviera con Claudia o no. El ver a Lorena por la universidad o en clase, no le hacía ningún bien, al contrario. Al verla se daba cuenta de lo que amaba a esa mujer y las ganas que tenía de abrazarla y besarla, e incluso de hacerla suya. Para ella era un suplicio no poder ni mirarla, porque sabía que de hacerlo no podría quitar sus ojos de la profesora y eso le producía un gran dolor en el pecho. 

-Por cierto Martina, se acerca la fiesta de la universidad. Vamos a ir, ¿no?.

-Uf, no sé si quiero ir. Paso de ver a Lorena en una fiesta. 

-Bueno, ¿Tú crees que los profesores se van a mezclar con los alumnos?.

-No lo sé, pero ya tengo bastante con ver a Lorena en la universidad o en clase, como para tener que verla en una fiesta. Lo que me faltaba. 

-Bueno, tenemos que ir. Es nuestra fiesta, y no vamos a ser las únicas que nos quedemos en casa. 

-Ya veremos. Según me pille, iré o no. Pero si decido no ir, tendrás que respetar mi decisión y dejarme tranquila. 

-Está bien, aún queda tiempo para poder convencerte antes de que digas que no quieres ir. 

-Bueno, te voy a ir dejando que tengo que acostar a Diego. Y estaba ayudando a Cristina con sus tareas. 

-Vale. Mañana hablamos y me cuentas más detenidamente lo que piensas hacer con Claudia. 

-No hay más que contar. No seas entrometida y déjame vivir. 

-Lo que tú digas. Mañana hablamos. 

Las dos amigas se despidieron y colgaron la llamada. 

Martina se quedó pensando en Claudia, en Lorena y en la fiesta de la facultad. En realidad le apetecía ir pero no tenía claro que quisiera ver a Lorena. Seguro que ésta estaría preciosa y el no poder tocarla o mirarla sin disimulo, no sabía si ella podría controlarse. Entonces tal vez lo mejor era evitar ir a esa fiesta. Ya iría viendo que haría finalmente. 


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